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EXTRANJEROS EN CENTRO DE DEPORTACIONES DEL AEROPUERTO



Rótterdam, Holanda. Los opositores a la política de extranjería de la ministro Verdonk consideran al infranqueable ‘centro de deportaciones' el último eslabón de la ‘máquina de expulsiones'.
El centro de deportaciones del aeropuerto de Rótterdam, instalado en Zestienhoven, fue abierto hace un año. Hasta el día de hoy ha habido críticas muy duras desde muchos ángulos. "Típicos problemas de cualquier comienzo", dice el director, Nijman.
Ardian Brocaj se queja. El albanés (34) está con su mujer en una ‘sala de estar' del ala para familias y mujeres del centro de deportaciones roterdamés. Sus dos niños juegan en el rincón. La tele está puesta. Nadie mira. Sobre una mesa, un juego de damas sin terminar. Tres mujeres del este de Europa están sentadas sin hablar en un sofá. Un mes lleva ya la familia Brocaj aburriéndose en el centro. "Esto es tan sumamente aburrido... aburridísimo. ¿Qué hacemos aquí en realidad? No tenemos ni idea. Como si fuéramos criminales".
Brocaj vino a Holanda a finales de mayo desde Italia, donde vivía ilegalmente su familia. "Nos arrestaron. Estuvimos cuatro días en una celda de la policía. Luego nos metieron aquí. Nuestro abogado dijo que tenemos que pedir asilo. Pero nosotros no queremos quedarnos en Holanda. No tenemos un buen abogado. No nos ayuda. Pero volver a Albania tampoco queremos. Mejor vamos a Noruega, o Irlanda". Pero eso no va a ocurrir: en cuanto arreglen el regreso de Brocaj, al avión de cabeza toda la familia.
Alrededor de 2.500 extranjeros fueron deportados en el último año a través de Zestienhoven. Cada día entran al centro grupos de extranjeros. Es un inmenso almacén gris, justo al lado del aeropuerto de Rótterdam. Alrededor hay vallas; lonas verdes impiden mirar hacia fuera; las cámaras lo registran todo.
El centro de deportaciones fue el primer símbolo de la política sobre ilegales y refugiados de la ministro Verdonk Luego abrieron otro centro parecido en el aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam. El predecesor de Verdonk, del partido Lista Pim Fortuyn (extrema derecha), Nawijn, fue quien presentó el plan. ‘Con los centros de deportación se pretende disponer siempre con capacidad para mantener en prisión a extranjeros ilegales que, mediante campañas (a gran escala), se ha determinado encarcelarlos, y a otros ilegales, en tanto que estos hayan de ser expulsados a corto plazo', reza el plan que el ministro presentó a la cámara de diputados.
Las "acciones a gran escala" son allanamientos por parte de la policía de extranjería de empresas donde trabajan muchos ilegales, en edificios donde viven ilegalmente. Este grupo de -sobre todo- europeos del este y africanos conforman también el grupo más grande de extranjeros que, a través del centro de deportaciones, es deportado. "Mucha gente piensa que aquí sólo hay solicitantes de asilo que han sido rechazados", dice Nijman, el director. "Pero la inmensa mayoría, como un 95%, de la gente que deportamos es ilegal. Ilegales que la policía de extranjería saca de sus casas y cobertizos en las barridas que hace. Acabo de recibir una llamada: la policía de extranjería va a hacer otro allanamiento. Que si podemos dejar libres cincuenta celdas".
A veces ocurre que algunos ilegales son deportados varias veces. Nijman: "Estos vienen a trabajar ilegalmente. La posibilidad de que los pillen y los echen del país ya la tienen calculada como riesgo. "Llegan a su país de origen y vuelven a viajar a Holanda, donde trabajan otra vez ilegalmente, y vuelven a caer en el centro de deportaciones. Sobre todo con los países de Europa del este intentamos combatir esto: después de la deportación les requisamos el pasaporte durante un año.
Un extranjero que llega al centro de deportaciones es registrado. Tiene que entregar sus cosas, es cacheado y se le asigna una celda. El equipaje es chequeado. En las tres alas para hombres (alrededor de un 70% son hombres) se abren las celdas a las ocho de la mañana y a las cinco de la tarde se vuelven a cerrar. Las mujeres y los niños, en alas distintas, pueden estar hasta las neuve de la noche fuera de la celda. Por el día pueden moverse a su antojo por la sección. Hay cámaras para hablar con abogados o intérpretes. Hay teléfonos y máquinas de cigarrillos y caramelos. Se puede tomar el aire en pequeñas espacios alambrados. Sobre todo se trata de esperar, jugar algo al fútbol en junto a estas alambradas, y seguir esperando. Hasta que los papeles de viaje estén listos. Luego sigue la deportación. Si la deportación no va a ocurrie a corto plazo se encierra al extranjero en la cárcel de Tilburg o Ter Apel.
Oficialmente hay un plazo máximo para permanencia en el centro de deportaciones. El tribunal de Alkmaar determinó el año pasado que la reclusión no puede durar más de 28 días. No, ordenó el consejo de estado: un extranjero estará encerrado el tiempo que haga falta. Nijman: "Pero claro, esto no es un centro de acogida. No puede durar mucho la estancia aquí". Por término medio un extranjero está aquí unos 11 días. Puede ser rápido. "Hace poco hubo un allanamiento en una fábrica de procesamiento de carne en Zoetermeer. Había aquí unas cuarenta personas, con la ropa hedionda del trabajo. Les dimos ropa nueva y un par de días después ya estaban fuera". Pero hay otros casos: una mujer africana todavía no había sido deportada después de noventa días. "Cuando dura mucho suele ser porque ponen obstáculos. Y se pide una solicitud de asilo justo antes de la deportación. O hacen como si tuvieran todo tipo de problemas de salud. O se oponen enérgicamente a la deportación. Y en tal caso el capitán del avión se puede negar a llevarlos". Pero hay casos que le dan un mal nombre al centro. "Pero por lo demás no tenemos ningún problema en absoluto. La mayoría de la gente se presta a la deportación. Los trabajadores ilegales cuando vienen a Holanda ya cuentan incluso con ello".
El pasado marzo Salud Pública hizo una crítica feroz. En el centro de deportaciones no se ofrecen cuidados responsables. Hay poquísima luz natural. Las posibilidades de problemas siquiátricos, ciertamente en caso de permanencias largas, es grande. "Yo sigo estando en desacuerdo", dice Nijman. "La inspección de Sanidad tiene razón en que en teoría es así; pero en la práctica está todo en orden. No tenemos ninguna queja. Ha cambiado todo mucho desde que hicieron el informe".

28 de junio de 2004
©trouw ©traducción mQh

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