EN KABUL, DE UNA CÁRCEL PRIVADA A PRISIÓN - keith b. richburg
Hay movimiento en el caso de la cárcel privada de Iraq. El grupo que la montó, y que llegó a secuestrar y torturar durante doce días a un juez del Tribunal Supremo de Kabul, se encuentra en prisión. El secuestro se castiga en Afganistán con la pena de muerte. Pero los detenidos afirman que trabajaban para servicios de inteligencia estadounidenses.
Kabul, Afganistán. Mohammed Sadiq, teólogo y juez del Tribunal Supremo, pensó que los hombres barbudos que habían llegado a su casa de Kabul una mañana a fines de junio sólo podían ser soldados estadounidenses. Llevaban armas a los lados y atuendos de estilo militar con impresos de banderas norteamericanas, recuerda. Oscuras gafas de sol cubrían sus ojos. Hablaron inglés mientras ladraban sus órdenes, a él y a sus intérpretes afganos.
Lo que después le pasó a Saiq fueron doce días y once noches de tortura.
Fue mantenido desnudo y con la vista vendada en una choza pequeña, obligado a orinar y defecar en el mismo lugar, dijo. Sus secuestradores lo mojaron con agua fría y pusieron música a volumen ensordecedor junto a él. Dijo que podía oír los gritos de otras personas que estaban siendo torturadas.
Cuando fue dejado en libertad doce días después de su odisea, después de una balacera que pudo oír pero no ver, dijo Sadiq, un agente de la inteligencia paquistaní le dijo que no había sido detenido sino secuestrado. Y sus secuestradores no eran soldados estadounidenses sino civiles norteamericanos que dirigían una guerra privada contra sospechosos de ser terroristas de Al Qaeda, y que usaban una cárcel improvisada en una residencia particular para extraer confesiones.
Tres norteamericanos y cuatro de sus ayudantes afganos deben presentarse a juicio el lunes, incluyendo al supuesto cabecilla del grupo, Jonathan Keith Idema, 48, de Fayetteville, Carolina del Norte, un antiguo soldado de las Fuerzas Especiales que pasó un tiempo en prisión en los años noventa acusado de estafa. Emergió en el norte de Afganistán en 2001 como -según se define a sí mismo- consultor en seguridad, supuestamente ayudando a la Alianza del Norte, el grupo afgano apoyado por Estados Unidos que estaba luchando contra los talibanes fundamentalistas.
Idema -que en Afganistán usaba el nombre de pila Jack- y sus colegas están acusados de entrar ilegalmente en el país con pasaporte falso y de causar inseguridad en el país y de secuestrar al menos a ocho afganos, incluyendo a Sadiq. En Afganistán el secuestro es condenado con pena de muerte.
Los otros dos norteamericanos en juicio son Brent Bennet y Edward Caraballo. Caraballo ha declarado a través de sus abogados que él no forma parte del grupo sino que estaba ahí como periodista por cuenta propia para hacer una película sobre sus actividades anti-terroristas.
Cuando los tres fueron llevados al tribunal por primera vez a fines de julio, Idema dijo a reporteros que sus actividades habían sido aprobadas por altos cargos del gobierno norteamericano y que había tenido contactos regulares con el despacho del secretario de defensa Donald H. Rumsfeld. "Estamos trabajando para el grupo anti-terrorista de Estados Unidos y con el Pentágono y otras agencias federales", dijo. "Las autoridades norteamericanas apoyan totalmente lo que hicimos".
El gobierno norteamericano, los militares norteamericanos en Afganistán y la embajada de Estados Unidos en Kabul han negado toda relación con Idema y los otros.
La única evidencia que ha ofrecido Idema públicamente hasta el momento es que en una ocasión entregó a un prisionero afgano a las autoridades militares norteamericanas en la base aéres de Bagram, al norte de Kabul. Oficiales norteamericanos reconocen haber recibido un prisionero de Idema. Pero un oficial estadounidense dijo que las autoridades aceptaban cualquier prisionero sospechoso de tener lazos con terroristas y que el hombre entregado por Idema fue finalmente encontrado inocente y dejado en libertad.
Idema es un personaje pintoresco que se hizo conocido entre los periodistas extranjeros en 2001 durante una batalla en los alrededores de la aldea de Jabal Saraj, al norte de Kabul. En enero de 2002, el programa de noticias de la CBS 60 Minutes' emitió un video, entregado por Idema, que se dijo que mostraba un campo de adiestramiento de Al Qaeda.
En 1997 se querelló contra el productor Steven Spielberg, alegando que el personaje de las Fuerzas Especiales representado en la película The Peacemaker' por George Clooney fue modelado sobre él mismo. Idema perdió el juicio.
Algunos afganos involucrados en el caso, incluyendo a Sadiq, dicen que Idema es un caza-recompensas moderno -el gobierno norteamericano ha ofrecido 50 millones de dólares por Osama bin Laden y otros cabecillas de Al Qaeda. Otros califican a Idema, Caraballo y Bennett de aventureros despistados -fanáticos que hacen una guerra propia contra Al Qaeda. Sadiq, el antiguo prisionero, observó que sus secuestradores nunca le preguntaron nada y dijo simplemente: "Son delincuentes".
Lo que es cierto es que Idema fue capaz de funcionar de manera relativamente abierta durante largo tiempo porque hay muchos occidentales misteriosos y armados en Afganistán y pocos se atreven a cuestionarlos. Algunos de ellos llevan ropa afgana, largas barbas y oscuras gafas de sol. Algunos conducen vehículos deportivos con ventanillas oscurecidas.
Podrían ser operativos de agencias de inteligencia occidentales o consultores privados contratados para organizar la seguridad. Si los procuradores que procesan el grupo de Idema tienen razón, algunos trabajan enteramente por su cuenta, dependiendo de la fanfarronería y modales militares para imponer autoridad. Idema fue incluso capaz de lograr que fuerzas de OTAN que operan ahí ayudaran a su grupo en la detección de bombas.
"Las fuerzas de seguridad están buscando a otros grupos semejantes", dijo en una entrevista Abdulboset Bakhtiary, el juez que lleva el caso de Ideam. "Que estén operando en territorio afgano amenaza la soberanía de Afganistán".
Bakhtiary dijo que cree que los norteamericanos son culpables, aunque aún tiene que ver las evidencias que piensan presentar en su defensa. "No he visto nada que diga que son inocentes. Llegaron ilegalmente al país y tenían una cárcel privada".
El juez instructor dijo que no creía los alegatos de Idema de que sus actividades eran aprobadas por el gobierno estadounidense. "Durante los interrogatorios no dijeron que trabajaban para los norteamericanos", dijo. "Sólo mencionaron relaciones particulares con algunas autoridades".
Bakhtiary rechazó las afirmaciones de que Caraballo sólo estaba haciendo la crónica de las actividades del grupo para hacer una película. "Les estuvo ayudando todo el tiempo; por eso lo consideramos un cómplice", dijo Bakhtiary. "Si fuera un periodista, habría sabido cuál era su responsabilidad. Si arrestaban a gente y la torturaban, debió haber informado sobre ello. Su silencio demuestra su complicidad".
El abogado de oficio afgano de Caraballo, Najiba Rahmanzada Taj, también parecía dudar de los motivos de su cliente. "Edward dice que no está conectado con ellos, que su trabajo era sacar fotos", dijo en una entrevista en su casa. "Todavía no sé si estaba trabajando como periodista o como un compañero de los otros". Dijo que los tres hombres entraron a Afganistán desde India con pasaportes indios falsos.
Rahmanzada Taj dijo que había visitado a los tres hombres en prisión, donde son detenidos junto a otros sospechosos talibanes y de Al Qaeda y que estaban preocupados por lo que podía pasar con ellos. Dijo que llevaban ropas afganas y los pies descalzos. Caraballo pidió pantuflas.
16 de agosto de 2004
©traducción mQh
©washingtonpost
Lo que después le pasó a Saiq fueron doce días y once noches de tortura.
Fue mantenido desnudo y con la vista vendada en una choza pequeña, obligado a orinar y defecar en el mismo lugar, dijo. Sus secuestradores lo mojaron con agua fría y pusieron música a volumen ensordecedor junto a él. Dijo que podía oír los gritos de otras personas que estaban siendo torturadas.
Cuando fue dejado en libertad doce días después de su odisea, después de una balacera que pudo oír pero no ver, dijo Sadiq, un agente de la inteligencia paquistaní le dijo que no había sido detenido sino secuestrado. Y sus secuestradores no eran soldados estadounidenses sino civiles norteamericanos que dirigían una guerra privada contra sospechosos de ser terroristas de Al Qaeda, y que usaban una cárcel improvisada en una residencia particular para extraer confesiones.
Tres norteamericanos y cuatro de sus ayudantes afganos deben presentarse a juicio el lunes, incluyendo al supuesto cabecilla del grupo, Jonathan Keith Idema, 48, de Fayetteville, Carolina del Norte, un antiguo soldado de las Fuerzas Especiales que pasó un tiempo en prisión en los años noventa acusado de estafa. Emergió en el norte de Afganistán en 2001 como -según se define a sí mismo- consultor en seguridad, supuestamente ayudando a la Alianza del Norte, el grupo afgano apoyado por Estados Unidos que estaba luchando contra los talibanes fundamentalistas.
Idema -que en Afganistán usaba el nombre de pila Jack- y sus colegas están acusados de entrar ilegalmente en el país con pasaporte falso y de causar inseguridad en el país y de secuestrar al menos a ocho afganos, incluyendo a Sadiq. En Afganistán el secuestro es condenado con pena de muerte.
Los otros dos norteamericanos en juicio son Brent Bennet y Edward Caraballo. Caraballo ha declarado a través de sus abogados que él no forma parte del grupo sino que estaba ahí como periodista por cuenta propia para hacer una película sobre sus actividades anti-terroristas.
Cuando los tres fueron llevados al tribunal por primera vez a fines de julio, Idema dijo a reporteros que sus actividades habían sido aprobadas por altos cargos del gobierno norteamericano y que había tenido contactos regulares con el despacho del secretario de defensa Donald H. Rumsfeld. "Estamos trabajando para el grupo anti-terrorista de Estados Unidos y con el Pentágono y otras agencias federales", dijo. "Las autoridades norteamericanas apoyan totalmente lo que hicimos".
El gobierno norteamericano, los militares norteamericanos en Afganistán y la embajada de Estados Unidos en Kabul han negado toda relación con Idema y los otros.
La única evidencia que ha ofrecido Idema públicamente hasta el momento es que en una ocasión entregó a un prisionero afgano a las autoridades militares norteamericanas en la base aéres de Bagram, al norte de Kabul. Oficiales norteamericanos reconocen haber recibido un prisionero de Idema. Pero un oficial estadounidense dijo que las autoridades aceptaban cualquier prisionero sospechoso de tener lazos con terroristas y que el hombre entregado por Idema fue finalmente encontrado inocente y dejado en libertad.
Idema es un personaje pintoresco que se hizo conocido entre los periodistas extranjeros en 2001 durante una batalla en los alrededores de la aldea de Jabal Saraj, al norte de Kabul. En enero de 2002, el programa de noticias de la CBS 60 Minutes' emitió un video, entregado por Idema, que se dijo que mostraba un campo de adiestramiento de Al Qaeda.
En 1997 se querelló contra el productor Steven Spielberg, alegando que el personaje de las Fuerzas Especiales representado en la película The Peacemaker' por George Clooney fue modelado sobre él mismo. Idema perdió el juicio.
Algunos afganos involucrados en el caso, incluyendo a Sadiq, dicen que Idema es un caza-recompensas moderno -el gobierno norteamericano ha ofrecido 50 millones de dólares por Osama bin Laden y otros cabecillas de Al Qaeda. Otros califican a Idema, Caraballo y Bennett de aventureros despistados -fanáticos que hacen una guerra propia contra Al Qaeda. Sadiq, el antiguo prisionero, observó que sus secuestradores nunca le preguntaron nada y dijo simplemente: "Son delincuentes".
Lo que es cierto es que Idema fue capaz de funcionar de manera relativamente abierta durante largo tiempo porque hay muchos occidentales misteriosos y armados en Afganistán y pocos se atreven a cuestionarlos. Algunos de ellos llevan ropa afgana, largas barbas y oscuras gafas de sol. Algunos conducen vehículos deportivos con ventanillas oscurecidas.
Podrían ser operativos de agencias de inteligencia occidentales o consultores privados contratados para organizar la seguridad. Si los procuradores que procesan el grupo de Idema tienen razón, algunos trabajan enteramente por su cuenta, dependiendo de la fanfarronería y modales militares para imponer autoridad. Idema fue incluso capaz de lograr que fuerzas de OTAN que operan ahí ayudaran a su grupo en la detección de bombas.
"Las fuerzas de seguridad están buscando a otros grupos semejantes", dijo en una entrevista Abdulboset Bakhtiary, el juez que lleva el caso de Ideam. "Que estén operando en territorio afgano amenaza la soberanía de Afganistán".
Bakhtiary dijo que cree que los norteamericanos son culpables, aunque aún tiene que ver las evidencias que piensan presentar en su defensa. "No he visto nada que diga que son inocentes. Llegaron ilegalmente al país y tenían una cárcel privada".
El juez instructor dijo que no creía los alegatos de Idema de que sus actividades eran aprobadas por el gobierno estadounidense. "Durante los interrogatorios no dijeron que trabajaban para los norteamericanos", dijo. "Sólo mencionaron relaciones particulares con algunas autoridades".
Bakhtiary rechazó las afirmaciones de que Caraballo sólo estaba haciendo la crónica de las actividades del grupo para hacer una película. "Les estuvo ayudando todo el tiempo; por eso lo consideramos un cómplice", dijo Bakhtiary. "Si fuera un periodista, habría sabido cuál era su responsabilidad. Si arrestaban a gente y la torturaban, debió haber informado sobre ello. Su silencio demuestra su complicidad".
El abogado de oficio afgano de Caraballo, Najiba Rahmanzada Taj, también parecía dudar de los motivos de su cliente. "Edward dice que no está conectado con ellos, que su trabajo era sacar fotos", dijo en una entrevista en su casa. "Todavía no sé si estaba trabajando como periodista o como un compañero de los otros". Dijo que los tres hombres entraron a Afganistán desde India con pasaportes indios falsos.
Rahmanzada Taj dijo que había visitado a los tres hombres en prisión, donde son detenidos junto a otros sospechosos talibanes y de Al Qaeda y que estaban preocupados por lo que podía pasar con ellos. Dijo que llevaban ropas afganas y los pies descalzos. Caraballo pidió pantuflas.
16 de agosto de 2004
©traducción mQh
©washingtonpost
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