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ENAMORADOS TRAICIONADOS POR DINAMARCA - jeffrey fleishman


Las nuevas leyes de inmigración y matrimoniales obligan a parejas culturalmente mixtas al exilio. Régimen neo-fascista danés persigue a sus propios ciudadanos por enamorarse de extranjeros.
Copenhagen, Dinamarca. El tren es elegante y rápido y por las noches aleja a Christina Reves de su país y hacia su marido. Atraviesa los dispersos pantanos daneses y pasa tronando sobre un puente y sobre el agua, para detenerse 35 minutos más tarde en Suecia.
Reves, una danesa, está casada con Walid Badawi, un egipcio. La pareja -y más de 1.200 como ellos- te dirá que el amor no tiene límites, hasta que topa con las leyes danesas de inmigración. Este país es cada vez más xenofóbico, y sus estrictas reglas para regular el matrimonio está obligando cada año a cientos de familias culturalmente mixtas al exilio.
"Paso cada noche hacia por lo que se conoce como el ‘Puente del Amor', y hacemos bromas sobre el hecho de que somos refugiados por amor", dice Reve, que sigue en Copenhagen una formación para llegar a ser una agente inmobiliaria.
"Me siento traicionada y triste. No son solamente los políticos. También es la gente danesa. Tiene mentes estrechas. Somos un país rico, pero los que nos hemos casado con extranjeros no podemos vivir con nuestras parejas".
La desconfianza hacia los inmigrantes ha contribuido a propulsar el surgimiento del partido de extrema derecha danés Partido del Pueblo, que obtuvo un 12 por ciento de los votos en las últimas elecciones federales y es un miembro clave de la coalición de gobierno. El programa del partido, según su página web, es claro:
"Dinamarca pertenece a los daneses y sus ciudadanos deben poder vivir en una comunidad segura... y desarrollarse a lo largo de las líneas de la cultura danesa".
En julio en Consejo Europeo criticó la legislación danesa sobre los inmigrantes como una amenaza para los derechos humanos. Las leyes son una compleja mezcla de exigencias financieras, de vivienda, edad y lealtad nacional que según los críticos desalienta los matrimonios mixtos.
Una de las provisiones más polémicas establece que ambos cónyuges deben tener al menos 24 años de edad. Los políticos de extrema derecha dicen que la legislación impide que los inmigrantes pobres hagan estallar la seguridad social y protege a los chicas musulmanas de matrimonios forzados, que el ministro de Integración Bertel Haarder ha descrito como una "ofensa" de la libertad.
Los inmigrantes y los solicitantes de asilo constituyen un 8 por ciento de los 5.3 millones de habitantes del país. Los musulmanes constituyen el tres por ciento de la población, y el gobierno ha impuesto algunas de las restricciones más severas a los clérigos musulmanes.
El grupo de derechos humanos Matrimonio Sin Fronteras es activo en Dinamarca y Suecia, y muchas parejas están tratando de eludir las leyes danesas. Un danés que viva en Suecia durante dos años puede adquirir la nacionalidad sueca. Con un pasaporte sueco una persona nacida en Dinamarca puede volver a Dinamarca con su marido o esposa extranjera bajo la protección de las leyes de la Unión Europea.
"Cuando escuchas el telediario danés, hablan todo el tiempo sobre democracia", dice Mohssine Boudal, un marroquí casado con una danesa y vive en Suecia. "Pero mira nuestra situación. No podemos vivir en Dinamarca. No es un país democrático, de ninguna manera. Es una contradicción".
Los sentimientos contra los inmigrantes se están extendiendo por todo el norte históricamente liberal de Europa y Escandinavia, una región que en estos días se preocupa acerca de la disolución de las identidades nacionales y del financiamiento de los programas de sanidad y sociales más generosos del mundo. Las actitudes hacia los extranjeros se han endurecido desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 e informes hechos públicos mostrarían que un número desproporcionado de inmigrantes comete delitos.
Los daneses que se han casado con extranjeros dicen que son discriminados de una manera desconocida para los occidentales. Se alejan de los amigos y de la familia. Como viven en Suecia, no pueden votar en Dinamarca, aunque a muchos de ellos se les continúa exigiendo que entreguen el 38 por ciento de sus salarios para pagar los impuestos del país.
Están atrapados en una extraña vida de suburbanitas, viajando dos veces al día entre Copenhagen y Suecia, sopesando el amor y los prejuicios y los derechos perdidos en el proceso.
Funcionarios de Malmö, la ciudad sueca al otro lado del Puente del Amor, calculan que desde 2002, 1.200 parejas de matrimonios mixtos de Dinamarca han emigrado y cruzado el estrecho de Oresund. A Suecia llegan al mes entre 50 y 60 nuevas parejas exiliadas.
"No son los derechos de Walid los que han sido violados. Son los míos", dice Reves, que es hija de un ejecutivo de un banco y de una farmacéutica y creció en un afluente suburbio de Copenhagen. "Europa ha estado durante más de 60 años en paz. La mayoría de los daneses no conocen el sufrimiento. Se han olvidado de lo que es la compasión. No entienden los problemas de los extranjeros. Los daneses tienen miedo de que alguien les quite algo que creen suyo".
Reves conoció a Badawi en 2001. Él estaba viviendo en Egipto y estaba visitando a su padre, que décadas antes se había mudado a Dinamarca como trabajador invitado. La pareja se casó en El Cairo en noviembre de 2003. La ley danesa requiere que si quieren vivir en Copenhagen, Reves debe ganar lo suficiente como para mantener a Walid, tener un saldo bancario de 8.600 dólares y ser propietaria de un apartamento. A las parejas mixtas se les prohíbe vivir con sus familias.
"Perdí la paciencia", dice Reves, que estudia y trabaja en Copenhagen mientras Walid, que tiene un diploma en Económicas, trabaja en Malmö 70 horas a la semana como cocinero. "Yo dije: ‘Si no nos quieren aquí, viviremos en otro lugar'. No quiero que nuestros hijos se críen en un país como este".
Bolette Kornum trabaja con "asesora de inmigración" en una institución gubernamental danesa que ayuda a los extranjeros con cursos de lengua y en asuntos de inmigración y asilo, tales como la reunificación familiar. Sabe lo difícil que puede ser. Kornum dice que se enfadó cuando en 2003 ella y su nuevo marido egipcio trataron de mudarse de El Cairo a Dinamarca.
"Pedí reunirme con mi marido por las leyes de reunificación familiar y me dijeron que la decisión tomaría unos ocho a diez meses", dice Kornum, en la terraza de un restaurante mientras una brisa marina recorre la costa de Malmö. "Luego una señora me dijo que no me darían ese permiso porque había vivido yo muchos años en Egipto y los daneses pondrían en duda mi lealtad hacia Dinamarca".
"Querían saber si mi corazón pertenecía a Egipto", dice el marido de Kornum, Osama Doss.
Kornum estudió y trabajó en Egipto durante cuatro años. Ella y Doss se casaron en 2001 -el mismo año en que surgió el Partido del Pueblo Danés. El gobierno danés decretó leyes de matrimonio y asilo más estrictas en 2002, y la pareja decidió quedarse en Egipto. Un año más tarde, Kornum y Doss, un antiguo vendedor de recambios de automóviles con una maestría en ingeniería comercial, trataron nuevamente de mudarse a Dinamarca. En lugar de eso se establecieron en Suecia.
"No sabemos qué haremos ahora", dice ella. "Si la extrema derecha continúa en la coalición después de las elecciones del próximo año, me quedaré en Suecia".
Como cristiano que ha sufrido discriminación en un Egipto en gran parte musulmán, Doss dijo que estaba acostumbrado a los prejuicios. "El gobierno danés es anti árabe y anti africano", dice. "Es así como tenemos que vivir".
Tina Aalling lloró el día en que el gobierno danés le dijo que no podía votar en su país natal. "Nunca en mi vida pensé que me pasaría esto", dijo Aalling, que vive en Malmö con su marido marroquí Mohssine Boudal y su hijo de 11 meces, Elías.
Aalling conoció a Boudal durante unas vacaciones en España en 2002. Boudal, hijo de un ingeniero en electrónica, habla cinco lenguas y conoce bien la odisea de los inmigrantes. Estudió literatura en España y se mudó a Holanda, donde trabajó para una compañía marítima. La pareja mantiene una relación fronteriza; Aalling estaba estudiando en Dinamarca cuando se quedó embarazada. Boudal tuvo que volver a Marruecos durante tres meses antes de que se le concediera un visado danés.
Se casaron en octubre de 2003, pero no pudieron cumplir con las exigencia financieras y de vivienda de la nueva ley danesa. Se mudaron a Malmö varios meses después.
"Me enamoré de una ciudadana danesa y nos hicieron pasar un mal tiempo", dice Boudal, que sigue clases de sueco y cuida de Elías cuando Aalling da clases en una escuela primaria en Dinamarca. "¿Qué puedes hacer cuando tienes la ley en contra? Necesitamos estabilidad. Me sentí mal como hombre. Tengo un hijo recién nacido y no tengo ni trabajo ni dinero".
El otro día, Aalling y Boudal estaban en el sofá de su apartamiento mientras Elías se ocupaba de sus juguetes. No se ponen de acuerdo sobre el futuro.
"Yo me quedo en Suecia", dice Boudal.
"Me gustaría volver a Dinamarca, pero siento mucha amargura", dice Aalling.
Boudal sonríe. "Y todo", dice, "para estar juntos".

6 de septiembre de 2004
©losangelestimes
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2 comentarios

Alguien -

Sudamerica esta pesimo para vivir ultimamente, y lo se porque soy sudamericana. Las cosas no estan muy bien por aqui. Yo tambien estoy en la misma, mi prometido es danes, y yo latina. A Estados Unidos no puedo ir por la impresionante cantidad de papeles ridiculos que me piden, y a Dinamarca tenemos este problema de la ley. Y si, parece ser que seremos unos mas viviendo con los suecos.

W -

PUEDEN IR A VIVIR A NORTEAMERICA O A SUDAMENRICA