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HÁBITOS CARNÍVOROS DE CHINA ALIMENTAN DEBATE - john m. glionna


En un país donde todas las cosas vivas sirven para comer, los problemas de salud llevan a muchos hacia el vegetarianismo.
La antigua abogado da un respingo ante los escorpiones -todavía con los aguijones-, gusanos de seda y polluelos de gorriones servidos en un pincho como tentempiés en tenderetes callejeros, y la sopa de cabeza de serpiente, pavo real y tejón que se ofrece en los restaurantes.
Hay carnes de animales más domesticados, aunque para ella siguen siendo repugnantes, desde perros y palomas a pulmones de cerdo y sangre de pato cuajada.
A Xia le gustaría que en su país se comieran menos carnes y órganos animales y se adoptase una dieta vegetariana más sana.
"Cuando se trata de la comida", dice, "China necesita entrar al siglo 21".
Xia no es la única que está alarmada por los hábitos alimentarios del país. Expertos internacionales y muchos chinos están preocupados después de un sarpullido de sustos relacionados con la higiene de los alimentos -sustos provocados por cosas como el síndrome respiratorio agudo severo SARS y la leche en polvo adulterada, mercados que venden brotes de habichuelas contaminados por agentes químicos y restaurantes que impregnaban sus platos con semillas de amapola para que los clientes volvieran.
Los brotes de SARS de los últimos dos inviernos atrajeron la atención internacional hacia el tráfico de animales salvajes de China, y los epidemiólogos dijeron que las enfermedades respiratorias pueden deberse al consumo de mapaches, una especie de consumo habitual en el sur de China.
La a veces fatal afección pulmonar, que se extendió a 17 países en cinco continentes, ha disminuido algo, pero nadie sabe por cuánto tiempo -o si el virus de otro brote potencial está esperando su momento en algún otro lugar de la dieta china.
"No desaparecerá tan fácilmente", dice Jeff Gilbery, un investigador de la Organización Mundial de la Salud OMS.
Aunque los partidarios de la salud internacional agradecen la prohibición del gobierno sobre el consumo y tráfico de animales salvajes de la sureña provincia china de Guangdong y de otros lugares, dicen que el mayor desafío es cambiar las actitudes tradicionales que consideran que casi todos los seres vivos son pasto de la sartén.
El apetito de China por los animales atraviesa generaciones. En las áreas pobres los residentes han adaptado su dieta a cualquier cosa sobre la que puedan echar mano, incluyendo gatos e incluso ratas. Los chinos ricos prefieren los platos bizarros y caros -desde pavo real a pangolin, un escamoso pariente del oso hormiguero- por su novedad. Otros comen órganos animales en la creencia de que son medicinas beneficiosas.
"Lo que la gente come es algo cultural", dice Julie Hall, jefe de equipo de investigación del SARS de la OMS en Pekín. "En China es un tema delicado".
Sin embargo, las críticas de la comida también han surgido en China. Este año Pekín abrió una Oficina de Higiene de los Alimentos para investigar fuentes alimentarias potencialmente dañinas, y el gobierno ha decidido consolidar la supervisión e implementación de las reservas de animales salvajes en todo el país.
La perspectiva de contraer SARS ha alarmado a algunos comensales chinos. Aunque el vegetarianismo no es nuevo en China -ha sido parte del budismo durante siglos-, en Pekín se contaba en 2000 con solo un restaurante vegetariano. Ahora se han introducido casi una docena de locales que no sirven carnes, y que son frecuentados por antiguos carnívoros ansiosos por cambiar.
Del mismo modo en un creciente movimiento ‘verde', cientos de cocineros profesionales han firmado un manifiesto en el que se comprometen convencer a los ocho millones de colegas a través de China a que dejen de cocinar animales poco comunes.
La acción fue inspirada por Zhang Xingguo, un joven chef que fue despedido de numerosos restaurantes por negarse a cocinar grullas y otras especies salvajes. Por ir de puerta en puerta convenciendo a otros cocineros, fue recompensado esta primavera con una cena vegetariana en su honor por activistas de grupos de derechos pro-animales.
"Una cocina sin animales salvajes es un sitio mejor para trabajar", dice Wang Zhong, un chef vegetariano y seguidor de Zhang, que acostumbraba a cocinar serpientes, palomas y tortugas en peligros de extinción. "Es emocionalmente sano".
Un estudio de la Asociación para la Protección Animal de China reveló que en la cocina china se utilizan cientos de especies de animales salvajes, incluyendo muchos que han sido declarados por el gobierno como especies en peligro.
En el mercado nocturno de Donghuamen, Pekín, administrado por el gobierno, los puestos iluminados por fanales venden tentempiés como caballitos de mar, escorpiones y pinchos de serpiente.
Encogiéndose de hombros, el vendedor Zhang Zhongbin mostró una lata bullendo de escorpiones y arrojó tres a la sartén. "Si a los extranjeros no les gusta, pues que no los coman", dijo. "De todos modos, no lo entenderían".
Algunos epidemiólogos chinos dicen que la obsesión del país con la comida va demasiado lejos. Un manjar conocido como gambas borrachas -untadas en alcohol y comidas vivas después de quitarles la cabeza- ilustra los peligros potenciales.
Las gambas "contienen parásitos que son peligrosos si las comes crudas", dice Zu Shuxian, profesor de la Universidad Médica de Anhui, cerca de Shangai, "La gente debería ser más cuidadosa".
Dice que muchos chinos creen que los animales salvajes están libres de agentes químicos para el crecimiento con que supuestamente se alimenta a los animales de granja. "Creen que eso mejorará su salud", dice. Cuando le pregunté a una anciana por qué comía gatos domésticos, me dijo: "Se acerca el invierno. Necesito comer cosas peludas".
La OMS está colaborando con el gobierno chino para implementar nuevos procedimientos sanitarios para prevenir el brote de otra epidemia. También Estados Unidos está preparando un programa conjunto para estudiar las nuevas enfermedades infecciosas y el control de los animales salvajes, dijo un funcionario de la embajada en Pekín.
"Estamos mejorando las comunicaciones con los chinos, pero debemos tener la mente abierta", dice Hall, la funcionaria de la OMS. "Puede que no comamos perros o gatos, pero sí comemos ostras crudas. No debemos apresurarnos a juzgar... Lo que necesitamos es hacer más investigación".
Liu Tong está de acuerdo en que los manjares de uno son las indigestiones de otros.
Administra un restaurante en Pekín llamado ‘Poniéndose Fuerte Con La Cazuela', donde sirve más de 20 tipos de órganos sexuales animales que según él aumentan la virilidad.
"Es una cuestión de cambiar la mentalidad", dice Liu. "Los órganos animales no son tan repugnantes como crees. Los chinos los han estado comiendo desde la época de la dinastía Qing. Si te comes uno, te aseguro que te gustará".
Liu dijo que los productos lácteos norteamericanos son repugnantes para muchos chinos. "A mí me parecía que poner queso en una pizza era asqueroso", dice. "Pero una vez que la comí así, me gustó".
Mientras el origen del SARS sigue siendo un misterio, restaurantes como el de Sherry Xia, ‘El Loto A La Luz De La Luna' están teniendo éxito. El administrador Zhao Gang dice que el ambiente culinario más sano le convenció de renunciar para siempre a la carne.
Cuando sus vecinos talaron recientemente algunos árboles, dejando huérfanos a varios polluelos de gorriones, Zhao fue a su rescate. "Tratamos a los heridos hasta que se recuperaron", dice. "Antes de convertirme al vegetarianismo, habría jugueteado con ellos".
O, confiesa con una amplia y avergonzada sonrisa, los hubiera comido.
Pero incluso Xia sabe que los cambios son lentos en China. Se pregunta si el vegetarianismo llegará a las zonas rurales del país. E incluso en la moderna Pekín muchos habituales del queso de soya todavía fuman mientras comen.
Xia retiró el cartel de ‘No Fumar' cuando los negocios cayeron en picado. "Sólo puedo cambiar un mal hábito chino a la vez".

4 de julio de 2004
27 de septiembre de 2004
©losangelestimes
©traducción mQh

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