bush adicto al 11 de septiembre
[Thomas I. Friedman] El mal uso del 11 de septiembre irrita a muchos estadounidenses. La guerra contra el terrorismo se ha usado como excusa de una política conservadora que ha transformado la vida de todos los días al punto de hacer irreconocible el país. Y ha introducido una cuña entre Estados Unidos y el mundo, su propia identidad histórica y el sentido común. Bush sólo promete un futuro de más represión y más guerras, y más terroristas.
No sé si reír o llorar cuando oigo al presidente y al vice-presidente aporrear a John Kerry por decir que espera que Estados Unidos pueda finalmente volver a ser un país donde "los terroristas no sean el centro de nuestras vidas, sino una molestia". Que el presidente Bush y Cheney digan que esa declaración es una prueba de que Kerru no está preparado para dirigir el país dice en realidad más sobre ellos que sobre Kerry. Excúsenme, no sé cómo piensan los que me leen, pero yo sueño con volver a los días en que el terrorismo era sólo una molestia en nuestras vidas.
Si dependiera de mí, preferiría no vivir el resto de mi vida con que la diferencia entre un buen y un mal día dependa de si Seguridad Interior me diga que tenemos código rojo' o código naranja'. El otro día, para entrar a la oficina en Washington del Fondo Monetario Internacional, tuve que mostrar mi carné de identidad, esperar a una escolta y rellenar un formulario de una página sobre mí mismo y el motivo de mi visita. Le dije a mi anfitrión: "Mire, no vengo a pedir un préstamo. Sólo quiero entrevistar a alguien". De algún modo, en el camino nos pusimos a exagerar y ahora hemos perdido el sentido de las proporciones.
Es por eso que Kerry tocó en realidad un tema que preocupa a muchos estadounidenses: que esta guerra contra el terrorismo nos está transformando a nosotros y a nuestra sociedad, cuando se suponía que se trataba de erradicar a los terroristas y transformar sus sociedades.
Las respuestas del equipo de Bush a las cavilaciones de Kerry son significativas porque lo dicen todo sobre lo adicto que se ha hecho el gobierno al 11 de septiembre. El presidente ha usado el tema del terrorismo para fines políticos -tratando de transformarlo en una cuña en temas como el aborto, las armas o los derechos de los homosexuales- para dar cohesión a su electorado republicano e imponer su propio programa político. Pero es precisamente esta explotación del 11 de septiembre lo que lo ha, a él y al país, descarrilado, porque no solamente ha introducido una cuña entre republicanos y demócratas, sino también entre Estados Unidos y el resto del mundo, entre Estados Unidos y su propia identidad histórica, y entre el presidente y el sentido común.
Explotando las emociones en torno al 11 de septiembre, Bush adoptó -sin tener para ello el mandato de los electores- un programa de extrema derecha sobre los impuestos, el medio ambiente y otros temas sociales y nos llevó al mundo del 12 de septiembre. Al hacerlo, Bush se transformó en el presidente que más ha dividido y polarizado al país en la historia moderna.
Al usar el 11 de septiembre para justificar la guerra contra Iraq sin el respaldo de Naciones Unidas, Bush también introdujo una enorme cuña entre Estados Unidos y el resto del mundo. Yo simpatizo con el presidente cuando dice que no habría conseguido nunca el consenso de Naciones Unidas para adoptar una estrategia que atacara la raíz del terrorismo, vale decir re-estructur los regímenes árabes-musulmanes que lo nutren -a empezar por Iraq.
Pero al politizar el 11 de septiembre Bush introdujo una cuña entre él mismo y el sentido común cuando trató de implementar su estrategia iraquí. Después de fracasar en encontrar armas de destrucción masivas en Iraq, comenzó a depender tanto de la justificación de la guerra de Iraq como la respuesta al 11 de septiembre -una campaña para llevar democracia y libertad al mundo árabe-musulmán- que se negó a ver la realidad de Iraq. El presidente parece estar diciéndose a sí mismo: "Algo tan bueno y justo como deshacerse de Saddam no puede salir mal". Mucho después de que se hizo obvio para cualquiera que visitara Iraq que nunca tuvimos tropas suficientes como para mantener el orden, Bush simplemente ignoró la realidad. Cuando se le presionó sobre Iraq, buscó cobertura en el 11 de septiembre y cómo este requería "decisiones difíciles" -como si la difícil decisión de declarar la guerra a Iraq, en nombre del 11 de septiembre, lo hiciera inmune a las críticas sobre su conducción de la guerra.
Finalmente, la politización del 11 de septiembre introdujo una cuña entre nosotros y nuestra historia. El equipo de Bush ha transformado a este país en Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo'. "Bush sólo parece estar en estado de expresar nuestra rabia, no nuestras esperanzas", dijo el experto en Oriente Medio, Stephen P. Cohen. "Su visión se concentra en un Estados Unidos cuyo rol en el mundo es negar la negación de los terroristas. Pero Estados Unidos ha sido siempre más la afirmación de algo positivo que otra cosa. Eso es lo que hemos perdido. Más allá de Afganistán, ha estado mucho mejor en destruir que en construir".
Me gustaría que Kerry articulara mejor cómo volverá Estados Unidos a estar en forma. Pero el punto que tocó acerca de poner al terrorismo nuevamente en perspectiva es correcto. Yo quiero un presidente que pueda un día poner el 11 de septiembre en su justo lugar en el calendario: como el día después del 10 de septiembre y de antes del 12 de septiembre. No quiero que sea un día que nos defina. Porque en última instancia el 11 de septiembre gira sobre ellos -los tipos malos-, no sobre nosotros. Nuestro día es el 4 de julio.
14 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh
Si dependiera de mí, preferiría no vivir el resto de mi vida con que la diferencia entre un buen y un mal día dependa de si Seguridad Interior me diga que tenemos código rojo' o código naranja'. El otro día, para entrar a la oficina en Washington del Fondo Monetario Internacional, tuve que mostrar mi carné de identidad, esperar a una escolta y rellenar un formulario de una página sobre mí mismo y el motivo de mi visita. Le dije a mi anfitrión: "Mire, no vengo a pedir un préstamo. Sólo quiero entrevistar a alguien". De algún modo, en el camino nos pusimos a exagerar y ahora hemos perdido el sentido de las proporciones.
Es por eso que Kerry tocó en realidad un tema que preocupa a muchos estadounidenses: que esta guerra contra el terrorismo nos está transformando a nosotros y a nuestra sociedad, cuando se suponía que se trataba de erradicar a los terroristas y transformar sus sociedades.
Las respuestas del equipo de Bush a las cavilaciones de Kerry son significativas porque lo dicen todo sobre lo adicto que se ha hecho el gobierno al 11 de septiembre. El presidente ha usado el tema del terrorismo para fines políticos -tratando de transformarlo en una cuña en temas como el aborto, las armas o los derechos de los homosexuales- para dar cohesión a su electorado republicano e imponer su propio programa político. Pero es precisamente esta explotación del 11 de septiembre lo que lo ha, a él y al país, descarrilado, porque no solamente ha introducido una cuña entre republicanos y demócratas, sino también entre Estados Unidos y el resto del mundo, entre Estados Unidos y su propia identidad histórica, y entre el presidente y el sentido común.
Explotando las emociones en torno al 11 de septiembre, Bush adoptó -sin tener para ello el mandato de los electores- un programa de extrema derecha sobre los impuestos, el medio ambiente y otros temas sociales y nos llevó al mundo del 12 de septiembre. Al hacerlo, Bush se transformó en el presidente que más ha dividido y polarizado al país en la historia moderna.
Al usar el 11 de septiembre para justificar la guerra contra Iraq sin el respaldo de Naciones Unidas, Bush también introdujo una enorme cuña entre Estados Unidos y el resto del mundo. Yo simpatizo con el presidente cuando dice que no habría conseguido nunca el consenso de Naciones Unidas para adoptar una estrategia que atacara la raíz del terrorismo, vale decir re-estructur los regímenes árabes-musulmanes que lo nutren -a empezar por Iraq.
Pero al politizar el 11 de septiembre Bush introdujo una cuña entre él mismo y el sentido común cuando trató de implementar su estrategia iraquí. Después de fracasar en encontrar armas de destrucción masivas en Iraq, comenzó a depender tanto de la justificación de la guerra de Iraq como la respuesta al 11 de septiembre -una campaña para llevar democracia y libertad al mundo árabe-musulmán- que se negó a ver la realidad de Iraq. El presidente parece estar diciéndose a sí mismo: "Algo tan bueno y justo como deshacerse de Saddam no puede salir mal". Mucho después de que se hizo obvio para cualquiera que visitara Iraq que nunca tuvimos tropas suficientes como para mantener el orden, Bush simplemente ignoró la realidad. Cuando se le presionó sobre Iraq, buscó cobertura en el 11 de septiembre y cómo este requería "decisiones difíciles" -como si la difícil decisión de declarar la guerra a Iraq, en nombre del 11 de septiembre, lo hiciera inmune a las críticas sobre su conducción de la guerra.
Finalmente, la politización del 11 de septiembre introdujo una cuña entre nosotros y nuestra historia. El equipo de Bush ha transformado a este país en Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo'. "Bush sólo parece estar en estado de expresar nuestra rabia, no nuestras esperanzas", dijo el experto en Oriente Medio, Stephen P. Cohen. "Su visión se concentra en un Estados Unidos cuyo rol en el mundo es negar la negación de los terroristas. Pero Estados Unidos ha sido siempre más la afirmación de algo positivo que otra cosa. Eso es lo que hemos perdido. Más allá de Afganistán, ha estado mucho mejor en destruir que en construir".
Me gustaría que Kerry articulara mejor cómo volverá Estados Unidos a estar en forma. Pero el punto que tocó acerca de poner al terrorismo nuevamente en perspectiva es correcto. Yo quiero un presidente que pueda un día poner el 11 de septiembre en su justo lugar en el calendario: como el día después del 10 de septiembre y de antes del 12 de septiembre. No quiero que sea un día que nos defina. Porque en última instancia el 11 de septiembre gira sobre ellos -los tipos malos-, no sobre nosotros. Nuestro día es el 4 de julio.
14 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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