¿quién es al zarqawi?
[Jefferson Morley] A pesar de la atención de la prensa a sus tácticas más espantosas -secuestro y decapitación-, la banda de Zarqawi, de unos cientos de milicianos, no son responsables más de que una fracción mínima de la resistencia. Un análisis anterior a su juramento de lealtad a la causa de bin Laden.
Es el nuevo Osama bin Laden, un genio maligno del violento fundamentalismo islámico de cuya cabeza pende una recompensa de 25 millones de dólares y que tiene el don de manipular a la prensa occidental.
En la prensa internacional online, Abu Musab Zarqawi es considerado como un enemigo brutalmente hábil, aunque sobreestimado, de las tropas norteamericanas y británicas que están tratando de aplastar la resistencia iraquí a tiempo antes de las elecciones nacionales iraquíes programadas para enero de 2005.
En el último mes el jordano de 38 años que se cree que se oculta en Faluya, ha organizado un serie de secuestros y decapitaciones grabadas en video que han conmovido al mundo. En el Reino Unido, la tragedia del rehén británico Kenneth Bigley, que fue retenido durante 20 días, ha recibido mucha más cobertura emocional que el secuestro y ejecución de dos guardias privados norteamericanos, cuya historia apareció en las prensa norteamericana el mes pasado.
Retratando a Zarqawi colgado de una percha, el dibujante Amgad Rasmi del diario londinense Al-Awsat sugiere que Estados Unidos quiere echar la culpa de todo lo que ha salido mal en Iraq, a este único hombre.
En Australia, Age lo tiene por "más mito que hombre" y dice que la "información norteamericana, obtenida a través de sobornos, ha sobreestimado seriamente" el papel que desempeña en la insurgencia iraquí. "Estamos pagando unos 10.000 dólares por cada dato a estafadores, delincuentes y oportunistas que venden cuentos y suposiciones sobre Zarqawi como si fueran hechos irrefutables, presentándolo como el cerebro de prácticamente todos los atentados en Iraq", dijo un agente norteamericano no identificado al diario de Sydney.
"Necesitábamos un canalla, alguien identificable que el público pudiera captar, y encontramos uno", dijo la fuente.
Para los comentaristas que están contra la guerra Sami Ramadano, un exiliado iraquí en el Guardain, la atención que presta la prensa a Zarqawi es un "retrato insidioso" del "extendido movimiento de resistencia nacionalista" en Iraq.
Ramadani observa que las tropas encabezadas por los norteamericanos han reconocido 2.700 ataques de los insurgentes en el mes pasado. "¿Y cuántos de estos 2.700 ataques este mes han sido reivindicados por Zarqawi?"", pregunta. "Seis. Seis espantosas y espectaculares decapitaciones adaptadas para capturar la atención de la televisión".
"Del mismo modo que 25 millones de iraquíes fueron reducidos, en la opinión pública, a la amenaza de las armas de destrucción masiva, listas para ser lanzadas en 45 minutos, la resistencia está siendo reducida ahora a un solo matón", escribe.
Nadie pone en duda la habilidad de Zarqawi para captar la atención fuera de toda proporción en relación con el tamaño de sus fuerzas, que se cree que llegan a unos cientos milicianos. La reciente ola de secuestros es "un buen ejemplo de lo que los intelectuales militares llaman una guerra asimétrica", dijo el analista Robin Bhatty, de la organización de Bruselas Grupo Internacional de Crisis, a Middle East Online, un sitio de noticias en la red con sede en el Golfo Pérsico. "El punto flaco de las tropas multinacionales no son las fuerzas armadas ni incluso la policía: es la coalición misma".
Esa es la razón por la que los editores del diario londinense Daily Telegraph, que son partidarios de la guerra, temen el éxito de Zarqawi en cultivar "la impresión de la impotencia occidental" y en alentar "la falsa impresión de que la tragedia de Bigley es de alguna manera la consecuencia de decisiones tomadas por el presidente Bush y más específicamente por Tony Blair".
Michael Gove, columnista del Australian dice que los fundamentalistas islámicos han estado "utilizando cuidadosamente la captura de Bigley para captar la opinión pública británica para llevarla a oponerse a la guerra".
"Esos bárbaros saben que una historia como la de Bigley puede dominar nuestra imaginación, y explotan no solamente nuestra compasión sino también la adicción de los medios de comunicación a situaciones sensacionalistas del tipo la-vida-pende-de-un-hilo, debe-hacerse-algo, los-ministros-no-hacen-nada", escribe Gove.
En la prensa árabe, el debate se concentra en las tácticas de Zarqawi. La semana pasada, la Asociación Internacional de Académicos Musulmanes, un grupo londinense, denunció el secuestro y asesinato de civiles y pidió la "pronta liberación" de todos los rehenes en Iraq, de acuerdo a Islam Online, un sitio de noticias en la red desde el Golfo Pérsico.
Pero un árabe musulmán no identificado que se reunió hace poco con Zarqawi dijo al diario londinense Al-Hayat que Zarqawi está convencido de que sus operaciones son admisibles según la ley musulmana sharia y que los rehenes "no son realmente rehenes" sino espías que merecen la muerte. La historia, traducida por el Instituto de Investigación sobre los Medios de Comunicación en Oriente Medio MEMRI, también trata las afirmaciones de que el presidente Bush y otros de que Zarqawi tiene una relación de trabajo con Al Qaeda y Osama bin Laden.
"No hay una conexión organizativa entre ellos", dijo la fuente. "Al contrario, muchos jóvenes árabes han dicho que jurarán lealtad a Zarqawi a condición de que jure lealtad al jeque Osama. Dicen que... él solía decir: Hasta hoy no he jurado lealtad al jeque Osama y no actúo como miembro de esa organización".
En la transcripción de un discurso leído por Zarqawi el 11 de septiembre, también traducido por MEMRI destaca un hecho a menudo pasado por alto: Zarqawi no solo hace guerra contra los norteamericanos, sino también contra los kurdos y chiíes. Su enemigo, declaró, es "la coalición satánica tripartita de herejía y engaño en el país de los dos ríos. La primera parte [de la tríada] son los norteamericanos que llevan la bandera de la cruz; la segunda son los kurdos con sus tropas pesh merga... que cuentan con refuerzos de cuadros militares judíos; la tercera son los chiíes, los enemigos de los sunníes..."
En resumen, Zarqawi quiere desencadenar una guerra civil en Iraq. Con la extensión de la violencia en el país, pocos se atreven a decir que no lo logrará.
5 de octubre de 2004
3 de noviembre de 2004
©washington post
©traducción mQh
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En la prensa internacional online, Abu Musab Zarqawi es considerado como un enemigo brutalmente hábil, aunque sobreestimado, de las tropas norteamericanas y británicas que están tratando de aplastar la resistencia iraquí a tiempo antes de las elecciones nacionales iraquíes programadas para enero de 2005.
En el último mes el jordano de 38 años que se cree que se oculta en Faluya, ha organizado un serie de secuestros y decapitaciones grabadas en video que han conmovido al mundo. En el Reino Unido, la tragedia del rehén británico Kenneth Bigley, que fue retenido durante 20 días, ha recibido mucha más cobertura emocional que el secuestro y ejecución de dos guardias privados norteamericanos, cuya historia apareció en las prensa norteamericana el mes pasado.
Retratando a Zarqawi colgado de una percha, el dibujante Amgad Rasmi del diario londinense Al-Awsat sugiere que Estados Unidos quiere echar la culpa de todo lo que ha salido mal en Iraq, a este único hombre.
En Australia, Age lo tiene por "más mito que hombre" y dice que la "información norteamericana, obtenida a través de sobornos, ha sobreestimado seriamente" el papel que desempeña en la insurgencia iraquí. "Estamos pagando unos 10.000 dólares por cada dato a estafadores, delincuentes y oportunistas que venden cuentos y suposiciones sobre Zarqawi como si fueran hechos irrefutables, presentándolo como el cerebro de prácticamente todos los atentados en Iraq", dijo un agente norteamericano no identificado al diario de Sydney.
"Necesitábamos un canalla, alguien identificable que el público pudiera captar, y encontramos uno", dijo la fuente.
Para los comentaristas que están contra la guerra Sami Ramadano, un exiliado iraquí en el Guardain, la atención que presta la prensa a Zarqawi es un "retrato insidioso" del "extendido movimiento de resistencia nacionalista" en Iraq.
Ramadani observa que las tropas encabezadas por los norteamericanos han reconocido 2.700 ataques de los insurgentes en el mes pasado. "¿Y cuántos de estos 2.700 ataques este mes han sido reivindicados por Zarqawi?"", pregunta. "Seis. Seis espantosas y espectaculares decapitaciones adaptadas para capturar la atención de la televisión".
"Del mismo modo que 25 millones de iraquíes fueron reducidos, en la opinión pública, a la amenaza de las armas de destrucción masiva, listas para ser lanzadas en 45 minutos, la resistencia está siendo reducida ahora a un solo matón", escribe.
Nadie pone en duda la habilidad de Zarqawi para captar la atención fuera de toda proporción en relación con el tamaño de sus fuerzas, que se cree que llegan a unos cientos milicianos. La reciente ola de secuestros es "un buen ejemplo de lo que los intelectuales militares llaman una guerra asimétrica", dijo el analista Robin Bhatty, de la organización de Bruselas Grupo Internacional de Crisis, a Middle East Online, un sitio de noticias en la red con sede en el Golfo Pérsico. "El punto flaco de las tropas multinacionales no son las fuerzas armadas ni incluso la policía: es la coalición misma".
Esa es la razón por la que los editores del diario londinense Daily Telegraph, que son partidarios de la guerra, temen el éxito de Zarqawi en cultivar "la impresión de la impotencia occidental" y en alentar "la falsa impresión de que la tragedia de Bigley es de alguna manera la consecuencia de decisiones tomadas por el presidente Bush y más específicamente por Tony Blair".
Michael Gove, columnista del Australian dice que los fundamentalistas islámicos han estado "utilizando cuidadosamente la captura de Bigley para captar la opinión pública británica para llevarla a oponerse a la guerra".
"Esos bárbaros saben que una historia como la de Bigley puede dominar nuestra imaginación, y explotan no solamente nuestra compasión sino también la adicción de los medios de comunicación a situaciones sensacionalistas del tipo la-vida-pende-de-un-hilo, debe-hacerse-algo, los-ministros-no-hacen-nada", escribe Gove.
En la prensa árabe, el debate se concentra en las tácticas de Zarqawi. La semana pasada, la Asociación Internacional de Académicos Musulmanes, un grupo londinense, denunció el secuestro y asesinato de civiles y pidió la "pronta liberación" de todos los rehenes en Iraq, de acuerdo a Islam Online, un sitio de noticias en la red desde el Golfo Pérsico.
Pero un árabe musulmán no identificado que se reunió hace poco con Zarqawi dijo al diario londinense Al-Hayat que Zarqawi está convencido de que sus operaciones son admisibles según la ley musulmana sharia y que los rehenes "no son realmente rehenes" sino espías que merecen la muerte. La historia, traducida por el Instituto de Investigación sobre los Medios de Comunicación en Oriente Medio MEMRI, también trata las afirmaciones de que el presidente Bush y otros de que Zarqawi tiene una relación de trabajo con Al Qaeda y Osama bin Laden.
"No hay una conexión organizativa entre ellos", dijo la fuente. "Al contrario, muchos jóvenes árabes han dicho que jurarán lealtad a Zarqawi a condición de que jure lealtad al jeque Osama. Dicen que... él solía decir: Hasta hoy no he jurado lealtad al jeque Osama y no actúo como miembro de esa organización".
En la transcripción de un discurso leído por Zarqawi el 11 de septiembre, también traducido por MEMRI destaca un hecho a menudo pasado por alto: Zarqawi no solo hace guerra contra los norteamericanos, sino también contra los kurdos y chiíes. Su enemigo, declaró, es "la coalición satánica tripartita de herejía y engaño en el país de los dos ríos. La primera parte [de la tríada] son los norteamericanos que llevan la bandera de la cruz; la segunda son los kurdos con sus tropas pesh merga... que cuentan con refuerzos de cuadros militares judíos; la tercera son los chiíes, los enemigos de los sunníes..."
En resumen, Zarqawi quiere desencadenar una guerra civil en Iraq. Con la extensión de la violencia en el país, pocos se atreven a decir que no lo logrará.
5 de octubre de 2004
3 de noviembre de 2004
©washington post
©traducción mQh
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