amenaza terrorista y amenaza fascista
columna de mérici
En el clima de temor que vive Holanda tras el asesinato del columnista Theo van Gogh se oyen alharacas histéricas pidiendo que se tomen medidas más duras de represalia, vigilancia y control de la minoría árabe musulmana. Lamentablemente los elementos más extremistas del gobierno propugnan medidas semejantes y han poco menos que llamado a la población a tomar cartas en el asunto. La insólita declaración de guerra' del ministro Zalm (de Interior), el viernes, ha desencadenado una ola de atentados con bomba y otros contra mezquitas, escuelas y locales musulmanes e innumerables actos de intimidación y agresión contra ciudadanos árabes en las calles. El objetivo aparente de esos elementos del gobierno es crear una situación de desorden y caos que les facilite la tarea de seguir adelante con sus planes de acoso y castigo de los musulmanes.
Aunque hay personeros de gobierno más sobrios, ya se habla abiertamente de tomar medidas en el marco de la seguridad interior que no harán previsiblemente más que aumentar el clima de temor y desconfianza hacia las instituciones y autoridades que se extiende entre la población extranjera del país. Muchas de esas medidas son arbitrarias, absurdas algunas, y otras simplemente estúpidas. Así, algunos políticos de simpatías fascistas han pedido que se cierren las mezquitas -en particular una mezquita de Amsterdam que solía visitar Mohammed B., el asesino del columnista, y otra de Eindhoven, que parece visitó alguna vez uno de los cabecillas del grupo que atacó el World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Que el marroquí que mató a van Gogh y el terrorista del 11-9 hayan orado en esos templos los transforma aparentemente en la mente pre-lógica de los fascistas en accesorios y a sus imanes en cómplices de los delitos que estos cometerían posteriormente, es un argumento increíblemente necio.
Tribunales Y No Pistolas
Pero argumentan que la mezquita de Amsterdam -El Tawheed- es un caso aparte porque su imán es fundamentalista y se sospecha de él que predica que la homosexualidad es un pecado, que es anti-norteamericano y anti-judío y que incita al odio. Ya en el pasado la hija de Hitler' (la ministro de Extranjería así llamada en la calle) exigió a la mezquita que retirara de sus libreros un volumen donde se decía aparentemente que había que lanzar a los homosexuales al vacío amarrados de pies y mano con la cabeza hacia abajo. La señora Verdonk se olvidó de mencionar que el mencionado pasaje provenía de un antiguo texto árabe del siglo 14. Tampoco prohibió los estudios bíblicos, cuyo libro sagrado, como el Corán, incluye numerosos pasajes donde la homosexualidad no sale bien parada.
Se protesta que Mohammed, que se sintió insultado por la película Submission' del columnista, debió recurrir a tribunales, y no a la pistola y al cuchillo. Pero los políticos locales no se sienten obligados a recurrir a esos mismos tribunales que recomiendan a la hora de impugnar los dichos aparentemente discriminatorios de los imanes y proponen directamente que sus mezquitas sean cerradas y los imanes, deportados. No se ha demostrado que el imán predique la anti-homosexualidad, ni que en sus prédicas haya incitado al asesinato de homosexuales. No lo creo imposible, pero sí altamente improbable. Y mientras no se incorpore en el Código Penal que oponerse a la guerra contra Iraq y a los norteamericanos, y a la ocupación de Palestina por Israel sean delitos, no veo de qué posibles delitos se acuse a los imanes.
Incitación Al Odio, Libertad De Expresión
Este es un problema grave, que ya han debido enfrentar las autoridades francesas -que a diferencia de la holandesa, digamos de paso, sí tienen funcionarios árabes musulmanes que se enteran de primera mano del contenido de las prédicas de los imanes. Uno de los nuevos delitos, o antiguos, que será castigado o redefinido en las leyes anti-terroristas es "incitar al odio". La ley probablemente no será retroactiva. De ser así, debería llevarse a juicio póstumo al columnista, cuya profesión favorita era justamente incitar al odio. ¿Qué es incitar al odio? Los alemanes habían llegado a una suerte de entendimiento con los fundamentalistas en su país -ser fundamentalista no es un delito, lo mismo que no es un delito, curiosamente, vivir según el Viejo Testamento, que según yo es un compendio de los peores delitos imaginables- que consistía en que, dijeran lo que dijeran, no incitarían a nadie a hacer nada en Alemania. La medida, obviamente, no cuenta con la simpatía de los países vecinos. En Francia los agentes se rompen la cabeza a la hora de determinar cuándo un imán se pasa de la raya: ¿condenar la invasión aliada de Iraq y desear que Alá los mande al infierno, es un delito de "incitación al odio"? ¿Y si los manda al infierno, digamos, un católico, el delito es mayor, menor, o ninguno?
¿Ya no se puede odiar a nadie ni desearle la muerte a nadie? Los delitos de opinión lo son, si acaso, de injurias o calumnias. ¿ O son transgresiones de las leyes contra la discriminación? ¿Se definirá como discriminación tratar a los norteamericanos de demonios? ¿Querrá el gobierno prohibir también las metáforas? Si la declaración de guerra del gabinete no es una metáfora, ¿qué es? ¿Se meterá el gabinete en cana a sí mismo? ¿Sacará de la tumba al cineasta asesinado para meterlo en prisión y deportarlo?
Ciertamente, no me parece a mí una buena idea insultar a nadie (hace tiempo que no lo hago), pero sí puedo entender, por ejemplo, que se mande a alguien al infierno sin tener la intención de ayudar a Satanás en esa loable tarea. También yo digo, de vez en vez, cosas como "ese demonio llamado Bush", y no estoy incitando a nadie a que le indique el camino de vuelta a casa. Conocida la tendencia árabe a la hipérbole, las nuevas leyes transformarán en delicuentes a mucho imanes desprevenidos. Y ya se oyen voces que quieren, además, impedir la "demonización" de los rivales ideológicos. En este momento, me parece que estoy a punto de ser declarado delincuente. Así, la definición de este nuevo delito, y otros, no será una tarea fácil. La amenaza y el peligro a la libertad de expresión y de prensa y de asociación y de reunión son evidentes, e inminentes. Bajo el pretexto de la amenaza terrorista musulmana, el gobierno allana el camino para instalar lo que será de hecho una tiranía bajo la que todo el mundo tendrá un montón de derechos, excepto los árabes; en que los macarras intolerantes y groseros como el cineasta asesinado tendrán la sartén por el mango y carta blanca para insultar y perseguir a quien les plazca.
La Última Provocación De Van Gogh
No saben en el extranjero lo desagradable, odioso, grosero, insolente e intolerante que era este personaje. Sí lo saben los judíos, los musulmanes, los cristianos, los liberales y los comunistas de este país. No es motivo para matarlo, obviamente. Dice una columnista del diario liberal NRC Handelsblad. "Vivo era un gilipollas. Ahora es un gilipollas muerto". Escribe otro columnista, del mismo diario, sobre si borrar o no al cineasta de su agenda telefónica. "Busco su nombre [en mi agenda del móvil]. Presiono Opciones y luego Borrar. ¿Borrar todo? Sí, borrar todo. Theo van Gogh borrado".
Lo peor, sin embargo, es lo que informa, un poco al pasar, el diario amsterdamés Het Parool: que la película Submission', cuyo guión fue escrito con la colaboración de la diputada de origen somalí Hirsi Ali, sobre el maltrato a las mujeres en los países musulmanes, fue aprobada antes de su estreno por los ministros Gerrit Zalm y Johan Remkes, ambos del VVD -un partido que se hace llamar liberal. La última provocación de Theo van Gogh fue financiada por el estado y parece haber formado parte de un plan montado por los ministros de extrema derecha -de Finanzas y del Interior- para zaherir a la comunidad musulmana. Es difícil explicar de otro modo que, según se desprende del relato de la periodista Elsbeth Etty, van Gogh y la diputado somalí hayan pedido la aprobación de esos dos ministros para emitir por televisión esa película. "¡Theo, has pedido permiso al estado!", escribió la periodista en su momento. "Eres un cobarde y un arrastrado". Hasta ahí la muy famosa independencia de que gozaba el cineasta. Con la película, no hizo más que participar en una conspiración preparada por dos ministros de extrema derecha. Y considerando las políticas anti-musulmanas del gobierno, la tarea que se le había asignado a van Gogh era similar a la que un emperador romano hubiese asignado a un bufón de la corte para que cantara soeces mientras se divertían mirando como los leones y otras fieras devoraban a los cristianos en el circo.
Los ministros sabían ciertamente que la declaración de guerra lanzaría a sus partidarios a la calle a quemar mezquitas y otros locales de reunión de los musulmanes. Habrán intuido que grupos musulmanes se echarán a la calle a quemar iglesias y oficinas de gobierno. Es el momento, la oportunidad que esperan los fascistas para declarar su tiranía, argumentando que estamos en peligro.
©mérici
Aunque hay personeros de gobierno más sobrios, ya se habla abiertamente de tomar medidas en el marco de la seguridad interior que no harán previsiblemente más que aumentar el clima de temor y desconfianza hacia las instituciones y autoridades que se extiende entre la población extranjera del país. Muchas de esas medidas son arbitrarias, absurdas algunas, y otras simplemente estúpidas. Así, algunos políticos de simpatías fascistas han pedido que se cierren las mezquitas -en particular una mezquita de Amsterdam que solía visitar Mohammed B., el asesino del columnista, y otra de Eindhoven, que parece visitó alguna vez uno de los cabecillas del grupo que atacó el World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Que el marroquí que mató a van Gogh y el terrorista del 11-9 hayan orado en esos templos los transforma aparentemente en la mente pre-lógica de los fascistas en accesorios y a sus imanes en cómplices de los delitos que estos cometerían posteriormente, es un argumento increíblemente necio.
Tribunales Y No Pistolas
Pero argumentan que la mezquita de Amsterdam -El Tawheed- es un caso aparte porque su imán es fundamentalista y se sospecha de él que predica que la homosexualidad es un pecado, que es anti-norteamericano y anti-judío y que incita al odio. Ya en el pasado la hija de Hitler' (la ministro de Extranjería así llamada en la calle) exigió a la mezquita que retirara de sus libreros un volumen donde se decía aparentemente que había que lanzar a los homosexuales al vacío amarrados de pies y mano con la cabeza hacia abajo. La señora Verdonk se olvidó de mencionar que el mencionado pasaje provenía de un antiguo texto árabe del siglo 14. Tampoco prohibió los estudios bíblicos, cuyo libro sagrado, como el Corán, incluye numerosos pasajes donde la homosexualidad no sale bien parada.
Se protesta que Mohammed, que se sintió insultado por la película Submission' del columnista, debió recurrir a tribunales, y no a la pistola y al cuchillo. Pero los políticos locales no se sienten obligados a recurrir a esos mismos tribunales que recomiendan a la hora de impugnar los dichos aparentemente discriminatorios de los imanes y proponen directamente que sus mezquitas sean cerradas y los imanes, deportados. No se ha demostrado que el imán predique la anti-homosexualidad, ni que en sus prédicas haya incitado al asesinato de homosexuales. No lo creo imposible, pero sí altamente improbable. Y mientras no se incorpore en el Código Penal que oponerse a la guerra contra Iraq y a los norteamericanos, y a la ocupación de Palestina por Israel sean delitos, no veo de qué posibles delitos se acuse a los imanes.
Incitación Al Odio, Libertad De Expresión
Este es un problema grave, que ya han debido enfrentar las autoridades francesas -que a diferencia de la holandesa, digamos de paso, sí tienen funcionarios árabes musulmanes que se enteran de primera mano del contenido de las prédicas de los imanes. Uno de los nuevos delitos, o antiguos, que será castigado o redefinido en las leyes anti-terroristas es "incitar al odio". La ley probablemente no será retroactiva. De ser así, debería llevarse a juicio póstumo al columnista, cuya profesión favorita era justamente incitar al odio. ¿Qué es incitar al odio? Los alemanes habían llegado a una suerte de entendimiento con los fundamentalistas en su país -ser fundamentalista no es un delito, lo mismo que no es un delito, curiosamente, vivir según el Viejo Testamento, que según yo es un compendio de los peores delitos imaginables- que consistía en que, dijeran lo que dijeran, no incitarían a nadie a hacer nada en Alemania. La medida, obviamente, no cuenta con la simpatía de los países vecinos. En Francia los agentes se rompen la cabeza a la hora de determinar cuándo un imán se pasa de la raya: ¿condenar la invasión aliada de Iraq y desear que Alá los mande al infierno, es un delito de "incitación al odio"? ¿Y si los manda al infierno, digamos, un católico, el delito es mayor, menor, o ninguno?
¿Ya no se puede odiar a nadie ni desearle la muerte a nadie? Los delitos de opinión lo son, si acaso, de injurias o calumnias. ¿ O son transgresiones de las leyes contra la discriminación? ¿Se definirá como discriminación tratar a los norteamericanos de demonios? ¿Querrá el gobierno prohibir también las metáforas? Si la declaración de guerra del gabinete no es una metáfora, ¿qué es? ¿Se meterá el gabinete en cana a sí mismo? ¿Sacará de la tumba al cineasta asesinado para meterlo en prisión y deportarlo?
Ciertamente, no me parece a mí una buena idea insultar a nadie (hace tiempo que no lo hago), pero sí puedo entender, por ejemplo, que se mande a alguien al infierno sin tener la intención de ayudar a Satanás en esa loable tarea. También yo digo, de vez en vez, cosas como "ese demonio llamado Bush", y no estoy incitando a nadie a que le indique el camino de vuelta a casa. Conocida la tendencia árabe a la hipérbole, las nuevas leyes transformarán en delicuentes a mucho imanes desprevenidos. Y ya se oyen voces que quieren, además, impedir la "demonización" de los rivales ideológicos. En este momento, me parece que estoy a punto de ser declarado delincuente. Así, la definición de este nuevo delito, y otros, no será una tarea fácil. La amenaza y el peligro a la libertad de expresión y de prensa y de asociación y de reunión son evidentes, e inminentes. Bajo el pretexto de la amenaza terrorista musulmana, el gobierno allana el camino para instalar lo que será de hecho una tiranía bajo la que todo el mundo tendrá un montón de derechos, excepto los árabes; en que los macarras intolerantes y groseros como el cineasta asesinado tendrán la sartén por el mango y carta blanca para insultar y perseguir a quien les plazca.
La Última Provocación De Van Gogh
No saben en el extranjero lo desagradable, odioso, grosero, insolente e intolerante que era este personaje. Sí lo saben los judíos, los musulmanes, los cristianos, los liberales y los comunistas de este país. No es motivo para matarlo, obviamente. Dice una columnista del diario liberal NRC Handelsblad. "Vivo era un gilipollas. Ahora es un gilipollas muerto". Escribe otro columnista, del mismo diario, sobre si borrar o no al cineasta de su agenda telefónica. "Busco su nombre [en mi agenda del móvil]. Presiono Opciones y luego Borrar. ¿Borrar todo? Sí, borrar todo. Theo van Gogh borrado".
Lo peor, sin embargo, es lo que informa, un poco al pasar, el diario amsterdamés Het Parool: que la película Submission', cuyo guión fue escrito con la colaboración de la diputada de origen somalí Hirsi Ali, sobre el maltrato a las mujeres en los países musulmanes, fue aprobada antes de su estreno por los ministros Gerrit Zalm y Johan Remkes, ambos del VVD -un partido que se hace llamar liberal. La última provocación de Theo van Gogh fue financiada por el estado y parece haber formado parte de un plan montado por los ministros de extrema derecha -de Finanzas y del Interior- para zaherir a la comunidad musulmana. Es difícil explicar de otro modo que, según se desprende del relato de la periodista Elsbeth Etty, van Gogh y la diputado somalí hayan pedido la aprobación de esos dos ministros para emitir por televisión esa película. "¡Theo, has pedido permiso al estado!", escribió la periodista en su momento. "Eres un cobarde y un arrastrado". Hasta ahí la muy famosa independencia de que gozaba el cineasta. Con la película, no hizo más que participar en una conspiración preparada por dos ministros de extrema derecha. Y considerando las políticas anti-musulmanas del gobierno, la tarea que se le había asignado a van Gogh era similar a la que un emperador romano hubiese asignado a un bufón de la corte para que cantara soeces mientras se divertían mirando como los leones y otras fieras devoraban a los cristianos en el circo.
Los ministros sabían ciertamente que la declaración de guerra lanzaría a sus partidarios a la calle a quemar mezquitas y otros locales de reunión de los musulmanes. Habrán intuido que grupos musulmanes se echarán a la calle a quemar iglesias y oficinas de gobierno. Es el momento, la oportunidad que esperan los fascistas para declarar su tiranía, argumentando que estamos en peligro.
©mérici
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