árabes sobre asalto de faluya
[Neil Macfarquhar] El mundo árabe ha reaccionado con ambivalencia. Las horribles represalias, secuestros y decapitaciones han minado severamente la simpatía internacional por la resistencia.
El Cairo, Egipto. Cuando un miembro musulmán del Parlamento en Bahrain propuso el jueves condenar el asalto encabezado por los norteamericanos contra la ciudad de Faluya, uno de sus 39 colegas rechazó indignado la idea, considerando que apoyaba a los "terroristas" en Iraq, y se desató un acalorado debate. Al final, se alcanzó un compromiso: una declaración condenando la muerte de civiles inocentes.
El incidente representa la profunda ambivalencia en el mundo árabe sobre el asalto de la ciudad de Faluya, el bastión de la resistencia iraquí.
"La gente tiene sentimientos encontrados", dijo Sawsan Shair, un columnista y analista político de Bahrain. Pocos árabes apoyan la ocupación, pero tampoco quieren apoyar a gente a la ven como matones leales a Saddam Hussein y muyahedines de ojos desorbitados de todo el mundo.
Un grupo de clárigos saudíes emitió una declaración llamando a los árabes a apoyar la yihad contra la ocupación norteamericana, y ha habido editoriales en periódicos criticando el asalto. Pero también hay indicios de un cierto distanciamiento de los insurgentes iraquíes; un comentarista de un debate en un canal de televisión utilizó la prosaica palabra "contratistas" para referirse a los insurgentes que estaban en Faluya.
Hasta el momento, la reacción pública al asalto de la ciudad ha sido apagada, especialmente en comparación con la explosión emocional y el fuerte aumento de sentimientos anti-norteamericanos durante el mayor ataque contra Faluya en la primavera.
Una razón es que esta operación es al menos en parte un proyecto iraquí, en el que el primer ministro interino Ayad Allawi es el que hace la mayoría de las declaraciones sobre el asalto, al que ha definido como una lucha contra los partidarios de Hussein y los seguidores de Osama Bin Laden.
Además, el derramamiento de sangre fomentada por la resistencia en los últimos meses -incluyendo atentados con coches-bomba que han matado a niños y la matanza de jóvenes agentes de policía iraquíes- ha diluido el apoyo hacia los insurgentes, aunque la presencia norteamericana sigue siendo aborrecida.
"La participación local iraquí es más visible que en el pasado", dijo Mustafa B. Hamarneh, director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania, en Amán. "Ese es uno de los principales factores, el hecho de que hay generales iraquíes, tropas iraquíes en el terreno".
Además, informes preliminares han dicho que la mayoría de los civiles han abandonado Faluya antes de que comenzara el asalto, y la resistencia fue mucho más leve que lo que se esperaba. "Si recuerdas bien, la opinión pública árabe cambió mucho durante la invasión, cuando hubo una feroz resistencia en Umm Qasr", dijo Hamarneh, refiriéndose a la sureña ciudad portuaria donde tuvieron lugar los primeros enfrentamientos serios cuando empezó la invasión. "No ha habido historias heroicas en Faluya".
Otro factor es que debido a que los norteamericanos ocuparon un hospital en Faluya, la televisión y los diarios no han podido mostrar imágenes de mujeres y niños ensangrentados siendo trasladados a los pabellones de emergencia. Al Yasira, el canal de televisión en lengua árabe, también dice en casi todos sus boletines que su oficina en Iraq fue cerrada por el gobierno interino. Dada la escasez de imágenes, la estación utilizó parte de su tiempo de su telediario global para mostrar una serie de fotografías del combate tomadas de la página web del New York Times.
Al mismo tiempo, mucho de la atención árabe se ha concentrado en otro lugar: en Yaser Arafat, que murió el jueves por la mañana.
Finalmente, esta es la última semana del ramadán, cuando las familias están sea ocupadas en la compra de regalos para caracteriza el fin del mes de ayuno, o pegadas a la pantalla de la televisión mirando reportajes especiales y concursos de preguntas sobre el ramadán.
Algunos de los editoriales críticos dijeron que el uso de la fuerza fue prematuro. El gobierno de Siria describió el ataque como "otro capítulo de la terrible carnicería humana" en la ciudad, observando en un editorial en miércoles, en el diario de gobierno Thisreen, que la "ocupación y caos de seguridad en Iraq no sirve los intereses de nadie".
En Egipto, Ahmed Aboul Gheit, el ministro de Asuntos Exteriores, dijo tras una reunión con su contraparte iraquí que debía protegerse a los civiles iraquíes, una reacción muy discreta. "Esperamos que las operaciones actuales o futuras en Faluya u otras ciudades no signifiquen más víctimas civiles", dijo Gheit en una rueda de prensa.
La Liga Árabe calificó la violencia de "lamentable" y dijo que el problema había sido tratado con el secretario general de Naciones Unidas.
Quizás el apoyo más declarado a los que se oponen a los norteamericanos provino de un grupo de 26 clérigos saudíes, incluyendo a algunos de los académicos religiosos más prominentes que en el pasado han criticado fuertemente a su gobierno. "Ningún musulmán debe perjudicar a las fuerzas de la resistencia, nadie debe traicionarlos", dijeron en su declaración.
En Jordania, el principal partido musulmán, que tiene 17 escaños en el Parlamento de 110, emitió una declaración comparando el ataque a una batalla durante las Cruzadas, porque mostraba que los norteamericanos "odian a los árabes y a los musulmanes".
Sin embargo, la impresión general es que la gente no está prestando atención a la batalla. El martes, una caricatura en Al Sharq Al Awsat, un diario publicado en Londres, mostraba una pantalla de televisión llamada Preparaciones para terminar con Faluya', mientras una mano, marcada La calle árabe', aferraba un mando titulado Preparaciones para cambiar el canal'.
Cualquiera sea lo que se sienta sobre Faluya, existe la opinión generalizada en Oriente Medio de que los marines que atacan la ciudad no podrán terminar con la violencia general en Iraq.
"Los desarrollos en Iraq en los últimos meses confirman sin la sombra de una duda que la opción por la fuerza y la violencia no resuelve los problemas", dijo el diario egipcio semi-oficial en un editorial el miércoles. "Proseguir esta opción sólo puede conducir a un mayor deterioro de la situación de seguridad, y una mayor incertidumbre política sobre el futuro de Iraq".
14 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
El incidente representa la profunda ambivalencia en el mundo árabe sobre el asalto de la ciudad de Faluya, el bastión de la resistencia iraquí.
"La gente tiene sentimientos encontrados", dijo Sawsan Shair, un columnista y analista político de Bahrain. Pocos árabes apoyan la ocupación, pero tampoco quieren apoyar a gente a la ven como matones leales a Saddam Hussein y muyahedines de ojos desorbitados de todo el mundo.
Un grupo de clárigos saudíes emitió una declaración llamando a los árabes a apoyar la yihad contra la ocupación norteamericana, y ha habido editoriales en periódicos criticando el asalto. Pero también hay indicios de un cierto distanciamiento de los insurgentes iraquíes; un comentarista de un debate en un canal de televisión utilizó la prosaica palabra "contratistas" para referirse a los insurgentes que estaban en Faluya.
Hasta el momento, la reacción pública al asalto de la ciudad ha sido apagada, especialmente en comparación con la explosión emocional y el fuerte aumento de sentimientos anti-norteamericanos durante el mayor ataque contra Faluya en la primavera.
Una razón es que esta operación es al menos en parte un proyecto iraquí, en el que el primer ministro interino Ayad Allawi es el que hace la mayoría de las declaraciones sobre el asalto, al que ha definido como una lucha contra los partidarios de Hussein y los seguidores de Osama Bin Laden.
Además, el derramamiento de sangre fomentada por la resistencia en los últimos meses -incluyendo atentados con coches-bomba que han matado a niños y la matanza de jóvenes agentes de policía iraquíes- ha diluido el apoyo hacia los insurgentes, aunque la presencia norteamericana sigue siendo aborrecida.
"La participación local iraquí es más visible que en el pasado", dijo Mustafa B. Hamarneh, director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania, en Amán. "Ese es uno de los principales factores, el hecho de que hay generales iraquíes, tropas iraquíes en el terreno".
Además, informes preliminares han dicho que la mayoría de los civiles han abandonado Faluya antes de que comenzara el asalto, y la resistencia fue mucho más leve que lo que se esperaba. "Si recuerdas bien, la opinión pública árabe cambió mucho durante la invasión, cuando hubo una feroz resistencia en Umm Qasr", dijo Hamarneh, refiriéndose a la sureña ciudad portuaria donde tuvieron lugar los primeros enfrentamientos serios cuando empezó la invasión. "No ha habido historias heroicas en Faluya".
Otro factor es que debido a que los norteamericanos ocuparon un hospital en Faluya, la televisión y los diarios no han podido mostrar imágenes de mujeres y niños ensangrentados siendo trasladados a los pabellones de emergencia. Al Yasira, el canal de televisión en lengua árabe, también dice en casi todos sus boletines que su oficina en Iraq fue cerrada por el gobierno interino. Dada la escasez de imágenes, la estación utilizó parte de su tiempo de su telediario global para mostrar una serie de fotografías del combate tomadas de la página web del New York Times.
Al mismo tiempo, mucho de la atención árabe se ha concentrado en otro lugar: en Yaser Arafat, que murió el jueves por la mañana.
Finalmente, esta es la última semana del ramadán, cuando las familias están sea ocupadas en la compra de regalos para caracteriza el fin del mes de ayuno, o pegadas a la pantalla de la televisión mirando reportajes especiales y concursos de preguntas sobre el ramadán.
Algunos de los editoriales críticos dijeron que el uso de la fuerza fue prematuro. El gobierno de Siria describió el ataque como "otro capítulo de la terrible carnicería humana" en la ciudad, observando en un editorial en miércoles, en el diario de gobierno Thisreen, que la "ocupación y caos de seguridad en Iraq no sirve los intereses de nadie".
En Egipto, Ahmed Aboul Gheit, el ministro de Asuntos Exteriores, dijo tras una reunión con su contraparte iraquí que debía protegerse a los civiles iraquíes, una reacción muy discreta. "Esperamos que las operaciones actuales o futuras en Faluya u otras ciudades no signifiquen más víctimas civiles", dijo Gheit en una rueda de prensa.
La Liga Árabe calificó la violencia de "lamentable" y dijo que el problema había sido tratado con el secretario general de Naciones Unidas.
Quizás el apoyo más declarado a los que se oponen a los norteamericanos provino de un grupo de 26 clérigos saudíes, incluyendo a algunos de los académicos religiosos más prominentes que en el pasado han criticado fuertemente a su gobierno. "Ningún musulmán debe perjudicar a las fuerzas de la resistencia, nadie debe traicionarlos", dijeron en su declaración.
En Jordania, el principal partido musulmán, que tiene 17 escaños en el Parlamento de 110, emitió una declaración comparando el ataque a una batalla durante las Cruzadas, porque mostraba que los norteamericanos "odian a los árabes y a los musulmanes".
Sin embargo, la impresión general es que la gente no está prestando atención a la batalla. El martes, una caricatura en Al Sharq Al Awsat, un diario publicado en Londres, mostraba una pantalla de televisión llamada Preparaciones para terminar con Faluya', mientras una mano, marcada La calle árabe', aferraba un mando titulado Preparaciones para cambiar el canal'.
Cualquiera sea lo que se sienta sobre Faluya, existe la opinión generalizada en Oriente Medio de que los marines que atacan la ciudad no podrán terminar con la violencia general en Iraq.
"Los desarrollos en Iraq en los últimos meses confirman sin la sombra de una duda que la opción por la fuerza y la violencia no resuelve los problemas", dijo el diario egipcio semi-oficial en un editorial el miércoles. "Proseguir esta opción sólo puede conducir a un mayor deterioro de la situación de seguridad, y una mayor incertidumbre política sobre el futuro de Iraq".
14 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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