amsterdam necesita extranjeros
A continuación dos artículos de Het Parool donde se señala la importancia de los extranjeros en la economía amsterdamesa. Los autores son dos catedráticos de economía, y abogan por la apertura de las fronteras, por una política tolerante con la inmigración.
"ABRAMOS LAS FRONTERAS A LOS EXTRANJEROS" - michiel couzy
Ámsterdam necesita extranjeros. Ellos procuran nueva actividad, en un momento en que la población autóctona envejece. Los argumentos económicos aportan nueva luz al debate sobre integración: "Deberíamos estar locos de contentos de tener tantos extranjeros".
En el debate en torno al lugar que ocupan los musulmanes en la sociedad holandesa se manejan pocos argumentos de carácter económico. Y es una pena, opina Justus Veenman, catedrático de sociología económica en la Erasmus Universiteit de Rótterdam.
"Tendríamos que estar locos de contentos con la cantidad de extranjeros", asegura. "La población autóctona está envejeciendo".
Un acercamiento económico ofrece nueva luz en el debate. La política de cerrar las fronteras de Holanda y de limitar la inmigración atenta contra las reglas de la economía.
El envejecimiento de la población y la escasez de especialistas en el mercado laboral obligan a Holanda precisamente a abrir las fronteras. "En la selección y desarrollo debemos fijarnos más en el nivel de formación laboral de los extranjeros. En este momento trabajan en cosas que están por debajo de su nivel de educación", según Veenman.
La economía amsterdamesa depende en gran parte de los turcos, marroquíes, surinameños y otras minorías étnicas. Y en los próximos años dependerá aún más de estos grupos. En 2030 los extranjeros serán la mayoría de la población amsterdamesa. Y si en términos económicos quedan ellos atrás, toda la ciudad quedará atrás.
Veenman señala que la posición económica de los extranjeros mejora. Las cifras que ofrecen las diversas instituciones amsterdamesas confirman lo dicho.
El desempleo entre los turcos y marroquíes ha descendido desde 2001. Entre los holandeses, sin ambargo, ha aumentado el desempleo. Los ingresos de las minorías aumenta y el nivel de formación mejora.
"La segunda generación de extranjeros está mejor preparada para la vida en Holanda que sus padres", explica Veenman.
Llama la atención las prestaciones de los turcos. Presentan un rendimiento muy bueno en el mercado laboral y han visto aumentar muchísimo sus ingresos durante los últimos años. El departamento de Investigación y Estadísticas (O+S) del ayuntamiento de Ámsterdam dispone de unas cifras, aún no publicadas, según las cuales una familia turca en 2003 contaba en 2003 con una media de 1.600 euros para gastar. Eso es un 61 por ciento más que en 1997.
Los marroquíes también mejoraron sus ingresos, si bien algo menos. Una familia marroquí de Ámsterdam se tiene que salvar el mes con un unos 1.400 euros por término medio. Son los el grupo étnico que cuenta con menos dinero mensual de toda la ciudad.
Simone Crok, investigadora de O+S, dice que los turcos han mejorado tanto por su mejor nivel de vida, que en tanto se ha visto aumentado. "Nos fijamos en el trabajo, las propiedades y la participación". En este aspecto los marroquíes puntúan un poco más bajo.
Veenman dice que los empleadores toman antes a turcos que a marroquíes. "Es porque la imagen de los marroquíes es peor. Según algunos estudios los empleadores han tenido peores experiencias con los marroquíes".
Las mejoras son alentadoras; pero insuficientes. La mayoría de los marroquíes y turcos en edad laboral sólo tienen la enseñanza primaria.
El desarrollo de estos grupos podría ser más rápido, asegura Veenman. "Pero para ello no tenemos que hacer tantos recortes presupuestarios en políticas que afectan a los grupos marginados. Holanda necesita extranjeros; por lo cual tenemos que invertir en ellos".
La agitación que ha brotado tras la muerte de Theo van Goghdificulta el asunto. "No es buena la tendencia a la segregación", dice Veenman. "Las próximas generaciones no va a participar económicamente, mientras que precisamente es tan importante".
13 noviembre 2004
©Het Parool
©traducción mQh
DEBEMOS DAR LAS GRACIAS A LOS EXTRANJEROS - ton damen
Ámsterdam tiene que cuidar a su población extranjera como si fuera hueso de santo. El gran grupo de marroqíes, turcos y surinameños constituyen el aceite engrasador de la economía local. Están haciendo resurgir las encantadoras empresas a pequeña escala en el paisaje urbano, lo cual es de un valor incalculable.
Esto dice Arnold Heertje, profesor de economía. "Los extranjeros están volviendo a dar vida a una serie de oficios tradicionales de un modo muy interesante", dice. "En las ciudades tenemos mucho que agradecer, en términos económicos, a los extranjeros; sobre todo a los marroquíes y turcos. La integración económica es infinitamente más importante que la integración cultural".
Ámsterdam, a decir de Heertje, no podría existir sin extranjeros. "Nuestra economía occidental se centra demasiado únicamente en centros comerciales, supermercados, polígonos empresariales y aparcamientos".
Per, según Heertje, hay algo más que el dinero. Determinados profesiones y servicios, que habían desaparecido, otra vez han surgido. "Sólo hay que darse una vuelta por el barrio De Pijp, uno de los más populares de Ámsterdam. Vas a encontrar que de nuevo hay panaderías tradicionales, regentadas por marroquíes. Pero también tienes modistos, repartidores, verduleros, carniceros".
También tienes extranjeros que inician pequeñas empresas, y te van a casa a arreglarte el ordenador. También hay marroquíes y turcos que colocan su negocio en el mercado". Y los snackbars y cafeterías cada vez con más frecuencia los llevan extranjeros de diverso origen. A los marroquíes no les gusta comer fuera de casa; y sin embargo también están empezando a abrir restaurantes".
"Sin querer ser despectivo, yo diría que el mozo de los recados, en el buen sentido de la palabra, ha sido introducido de nuevo. A los extranjeros no se les caen los anillos por empezar a trabajar como ayudantes".
La pizzerías contratan a jóvenes marroquíes porque a los jóvenes autóctonos sus padres no les dejan estar fuera de casa después de las 10. Heertje: "Los extranjeros tienen un mayor sentido de las necesidades de una economía de las 24 horas'".
Ámsterdam desperdicia muchas oportunidades, según Heertje. La ciudad, según él, podría hacer infinitamente más por ayudar a los extranjeros y por comunicarles todo lo contentos que estamos con ellos".
"También tienes desempleados, y jóvenes sinvergüenzas, pero frente a esto tú te encuentras con el repartidor de periódicos también, que tal vez no esté culturalmente integrado, pero el periódico te llega a casa. Eso es muy importante".
Los extranjeros procuran también una constante tensión de los precios. Heertje: "Eso es fantástico. Uno tiene más opciones. Hay extranjeros que te vienen a casa a arreglar la lavadora por realmente tarifas bajas. Es muy de apreciar. Nuevos servicios a cambio de precios bajos. Uno no se encuentra únicamente abrumado con lujo, esnobismo y altos precios. Por ejemplo te encuentras con sitios donde puedes comer por 6 euros".
Según Heertje, Ámsterdam se lo monta peor que ciudades como Londres y París. "Nuestra ciudad no se maneja bien con la herencia cultural. Se derriban muchos edificios; hay demasiada edificación nueva". Heertje desea que Ámsterdam ofrezca precisamente en el corazón de la ciudad espacio a los marroquíes y turcos. No hay que echarlos. "¿A dónde deberían irse? ¿Al Bijlmer [en las afueras de Ámsterdam, un barrio de edificios modernos que se transforma poco a poco en un guetto], tal vez?".
La actual inestabilidad política conduce a que una gran responsabilidad recaiga en los políticos. "Los políticos nacionales deben tomar medidas drásticas, pero en Ámsterdam tienen que dirigirse a ellos y mostrarles aprecio y agradecimiento. Son imprescindibles".
13 noviembre 2004
©Het Parool
©traducción mQh
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Ámsterdam necesita extranjeros. Ellos procuran nueva actividad, en un momento en que la población autóctona envejece. Los argumentos económicos aportan nueva luz al debate sobre integración: "Deberíamos estar locos de contentos de tener tantos extranjeros".
En el debate en torno al lugar que ocupan los musulmanes en la sociedad holandesa se manejan pocos argumentos de carácter económico. Y es una pena, opina Justus Veenman, catedrático de sociología económica en la Erasmus Universiteit de Rótterdam.
"Tendríamos que estar locos de contentos con la cantidad de extranjeros", asegura. "La población autóctona está envejeciendo".
Un acercamiento económico ofrece nueva luz en el debate. La política de cerrar las fronteras de Holanda y de limitar la inmigración atenta contra las reglas de la economía.
El envejecimiento de la población y la escasez de especialistas en el mercado laboral obligan a Holanda precisamente a abrir las fronteras. "En la selección y desarrollo debemos fijarnos más en el nivel de formación laboral de los extranjeros. En este momento trabajan en cosas que están por debajo de su nivel de educación", según Veenman.
La economía amsterdamesa depende en gran parte de los turcos, marroquíes, surinameños y otras minorías étnicas. Y en los próximos años dependerá aún más de estos grupos. En 2030 los extranjeros serán la mayoría de la población amsterdamesa. Y si en términos económicos quedan ellos atrás, toda la ciudad quedará atrás.
Veenman señala que la posición económica de los extranjeros mejora. Las cifras que ofrecen las diversas instituciones amsterdamesas confirman lo dicho.
El desempleo entre los turcos y marroquíes ha descendido desde 2001. Entre los holandeses, sin ambargo, ha aumentado el desempleo. Los ingresos de las minorías aumenta y el nivel de formación mejora.
"La segunda generación de extranjeros está mejor preparada para la vida en Holanda que sus padres", explica Veenman.
Llama la atención las prestaciones de los turcos. Presentan un rendimiento muy bueno en el mercado laboral y han visto aumentar muchísimo sus ingresos durante los últimos años. El departamento de Investigación y Estadísticas (O+S) del ayuntamiento de Ámsterdam dispone de unas cifras, aún no publicadas, según las cuales una familia turca en 2003 contaba en 2003 con una media de 1.600 euros para gastar. Eso es un 61 por ciento más que en 1997.
Los marroquíes también mejoraron sus ingresos, si bien algo menos. Una familia marroquí de Ámsterdam se tiene que salvar el mes con un unos 1.400 euros por término medio. Son los el grupo étnico que cuenta con menos dinero mensual de toda la ciudad.
Simone Crok, investigadora de O+S, dice que los turcos han mejorado tanto por su mejor nivel de vida, que en tanto se ha visto aumentado. "Nos fijamos en el trabajo, las propiedades y la participación". En este aspecto los marroquíes puntúan un poco más bajo.
Veenman dice que los empleadores toman antes a turcos que a marroquíes. "Es porque la imagen de los marroquíes es peor. Según algunos estudios los empleadores han tenido peores experiencias con los marroquíes".
Las mejoras son alentadoras; pero insuficientes. La mayoría de los marroquíes y turcos en edad laboral sólo tienen la enseñanza primaria.
El desarrollo de estos grupos podría ser más rápido, asegura Veenman. "Pero para ello no tenemos que hacer tantos recortes presupuestarios en políticas que afectan a los grupos marginados. Holanda necesita extranjeros; por lo cual tenemos que invertir en ellos".
La agitación que ha brotado tras la muerte de Theo van Goghdificulta el asunto. "No es buena la tendencia a la segregación", dice Veenman. "Las próximas generaciones no va a participar económicamente, mientras que precisamente es tan importante".
13 noviembre 2004
©Het Parool
©traducción mQh
DEBEMOS DAR LAS GRACIAS A LOS EXTRANJEROS - ton damen
Ámsterdam tiene que cuidar a su población extranjera como si fuera hueso de santo. El gran grupo de marroqíes, turcos y surinameños constituyen el aceite engrasador de la economía local. Están haciendo resurgir las encantadoras empresas a pequeña escala en el paisaje urbano, lo cual es de un valor incalculable.
Esto dice Arnold Heertje, profesor de economía. "Los extranjeros están volviendo a dar vida a una serie de oficios tradicionales de un modo muy interesante", dice. "En las ciudades tenemos mucho que agradecer, en términos económicos, a los extranjeros; sobre todo a los marroquíes y turcos. La integración económica es infinitamente más importante que la integración cultural".
Ámsterdam, a decir de Heertje, no podría existir sin extranjeros. "Nuestra economía occidental se centra demasiado únicamente en centros comerciales, supermercados, polígonos empresariales y aparcamientos".
Per, según Heertje, hay algo más que el dinero. Determinados profesiones y servicios, que habían desaparecido, otra vez han surgido. "Sólo hay que darse una vuelta por el barrio De Pijp, uno de los más populares de Ámsterdam. Vas a encontrar que de nuevo hay panaderías tradicionales, regentadas por marroquíes. Pero también tienes modistos, repartidores, verduleros, carniceros".
También tienes extranjeros que inician pequeñas empresas, y te van a casa a arreglarte el ordenador. También hay marroquíes y turcos que colocan su negocio en el mercado". Y los snackbars y cafeterías cada vez con más frecuencia los llevan extranjeros de diverso origen. A los marroquíes no les gusta comer fuera de casa; y sin embargo también están empezando a abrir restaurantes".
"Sin querer ser despectivo, yo diría que el mozo de los recados, en el buen sentido de la palabra, ha sido introducido de nuevo. A los extranjeros no se les caen los anillos por empezar a trabajar como ayudantes".
La pizzerías contratan a jóvenes marroquíes porque a los jóvenes autóctonos sus padres no les dejan estar fuera de casa después de las 10. Heertje: "Los extranjeros tienen un mayor sentido de las necesidades de una economía de las 24 horas'".
Ámsterdam desperdicia muchas oportunidades, según Heertje. La ciudad, según él, podría hacer infinitamente más por ayudar a los extranjeros y por comunicarles todo lo contentos que estamos con ellos".
"También tienes desempleados, y jóvenes sinvergüenzas, pero frente a esto tú te encuentras con el repartidor de periódicos también, que tal vez no esté culturalmente integrado, pero el periódico te llega a casa. Eso es muy importante".
Los extranjeros procuran también una constante tensión de los precios. Heertje: "Eso es fantástico. Uno tiene más opciones. Hay extranjeros que te vienen a casa a arreglar la lavadora por realmente tarifas bajas. Es muy de apreciar. Nuevos servicios a cambio de precios bajos. Uno no se encuentra únicamente abrumado con lujo, esnobismo y altos precios. Por ejemplo te encuentras con sitios donde puedes comer por 6 euros".
Según Heertje, Ámsterdam se lo monta peor que ciudades como Londres y París. "Nuestra ciudad no se maneja bien con la herencia cultural. Se derriban muchos edificios; hay demasiada edificación nueva". Heertje desea que Ámsterdam ofrezca precisamente en el corazón de la ciudad espacio a los marroquíes y turcos. No hay que echarlos. "¿A dónde deberían irse? ¿Al Bijlmer [en las afueras de Ámsterdam, un barrio de edificios modernos que se transforma poco a poco en un guetto], tal vez?".
La actual inestabilidad política conduce a que una gran responsabilidad recaiga en los políticos. "Los políticos nacionales deben tomar medidas drásticas, pero en Ámsterdam tienen que dirigirse a ellos y mostrarles aprecio y agradecimiento. Son imprescindibles".
13 noviembre 2004
©Het Parool
©traducción mQh
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