¿amigo o enemigo?
[Richard A. Oppel Jr.] La resistencia iraquí no sólo usa los uniformes de la policía para tender emboscadas a las tropas norteamericanas. También muchos policías son miembros de la resistencia.
Ramadi, Iraq. Los soldados norteamericanos se dirigieron a la comisaría de policía de Al Farouk en Ramadi el domingo, pero no encontraron a ningún agente. Tampoco quedaba mucho de la comisaría.
En lugar de eso, los soldados se asombraron al encontrar el cascarón de un edificio -con trozos de barras de concreto arqueados hacia abajo por lo que parecía haber sido una inmensa explosión- donde hasta hacía poco trabajaban 50 agentes de policía. Los vecinos contaron a los soldados que los agentes se habían marchado hacía cinco o seis días, y que habían oído una estruendosa explosión en la noche.
"Este edificio recibió un fuerte impacto", dijo el capitán Christian Lewis of Dover, Delaware, a medida que se hacía camino entre trozos de yeso, vidrio y cemento. A primera vista, parecía que el edificio había sido solamente saqueado, los enchufes y cables arrancados de sus paredes. Pero entonces los soldados vieron que la explosión había derrumbado el segundo piso y abierto boquetes en las paredes exteriores. "Como si los muje' hubieran sacado a los tipos y puesto una bomba", dijo el capitán Lewis, refiriéndose a los muyahedines como muje' un término usado para referirse a los insurgentes musulmanes de Iraq.
En el grandioso plan de los militares norteamericanos, la comisaría de policía, una de las seis en Ramadi, debería estar desbordada de agentes trabajando y adiestrándose para que los iraquíes tomaran la tarea de las tropas norteamericanas de mantener el orden en su país. Al menos, eso es parte de la estrategia del éxito norteamericano de tres pasos en Iraq: las tropas norteamericanas terminarán con los insurgentes y combatientes extranjeros; prepararán al país para las elecciones nacionales; y adiestrarán a la policía y Guardia Nacional iraquíes para que puedan encargarse de mantener el orden.
Pero en los bastiones de la resistencia como Ramadi, la realidad es poco prometedora: en el mejor de los casos, los policías son irresponsables y tienen miedo. En el peor, son corruptos y colaboran con los insurgentes. De cualquier modo, la experiencia en Ramadi sugiere que no importa lo bien que resulten los dos primeros pasos de los norteamericanos, puede pasar mucho tiempo antes de que logren el tercero.
"Está claro que nuestras expectativas con ellos están muy por encima de su idea del deber y del trabajo", dijo el teniente coronel Justin Gubler, comandante del Primer Batallón de Infantería del Ejército Nº503, estacionado en un campamento llamado Puesto de Avanzada de Combate cerca del centro de Ramadi. "La policía iraquí está intimidada hasta tal punto que no se aparecen a trabajar".
El coronel Gubler dijo que las cosas se habían puesto tan malas que cuando los norteamericanos atacaron Faluya, se le dijo a la policía de Ramadi que no se aparecieran por el trabajo "para que podamos distinguirlos" de los vengativos insurgentes que se disfrazan de agentes de policía, dijo. Un modo seguro de saber cuando un coche es un coche-bomba kamikaze, agregó, es cuando los agentes iraquíes se niegan a revisar el vehículo. "De algún modo, lo saben".
Las tropas norteamericanas reciben advertencias periódicas acerca de la policía iraquí antes de pasar con sus todoterrenos blindados por las peligrosas calles de Ramadi. En la sesión informativa sobre una misión para visitar la comisaría Al Farouk, por ejemplo, un joven teniente dijo a los soldados que era seguro que habría algún choque si un policía iraquí sacaba un lanzagranadas. "Si un policía dispara, disparamos de vuelta", dijo.
No es que los soldados necesiten consejos: hace una semana un agente de policía iraquí -o un impostor con uniforme y coche de policía- hirió a quince soldados con un camión de carrocería abierta de siete toneladas justo en la puerta principal del Puesto de Avanzada de Combate. El atacante había estado dirigiendo el tráfico en un cruce cerca de la base durante unos 20 minutos, con su patrullero aparcado a poca distancia. Después de revisar el camión, se subió y lo hizo detonar.
Según su experiencia, dijo el coronel Gubler, los guardias nacionales iraquíes en la región son apenas mejor, aunque un agente de la Guardia Nacional que conoció era diferente: era un teniente coronel a cargo de un batallón de la guardia nacional cerca de Faluya, a 50 kilómetros al este de Ramadi. Ese comandante, dijo el coronel Gubler, "era muy bueno, pero fue capturado en Faluya y le cortaron la cabeza". Dijo que creía que los subordinados del comandante había sido probablemente cómplices del asesinato, que se cometió en agosto.
14 de noviembre de 2004
20 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
En lugar de eso, los soldados se asombraron al encontrar el cascarón de un edificio -con trozos de barras de concreto arqueados hacia abajo por lo que parecía haber sido una inmensa explosión- donde hasta hacía poco trabajaban 50 agentes de policía. Los vecinos contaron a los soldados que los agentes se habían marchado hacía cinco o seis días, y que habían oído una estruendosa explosión en la noche.
"Este edificio recibió un fuerte impacto", dijo el capitán Christian Lewis of Dover, Delaware, a medida que se hacía camino entre trozos de yeso, vidrio y cemento. A primera vista, parecía que el edificio había sido solamente saqueado, los enchufes y cables arrancados de sus paredes. Pero entonces los soldados vieron que la explosión había derrumbado el segundo piso y abierto boquetes en las paredes exteriores. "Como si los muje' hubieran sacado a los tipos y puesto una bomba", dijo el capitán Lewis, refiriéndose a los muyahedines como muje' un término usado para referirse a los insurgentes musulmanes de Iraq.
En el grandioso plan de los militares norteamericanos, la comisaría de policía, una de las seis en Ramadi, debería estar desbordada de agentes trabajando y adiestrándose para que los iraquíes tomaran la tarea de las tropas norteamericanas de mantener el orden en su país. Al menos, eso es parte de la estrategia del éxito norteamericano de tres pasos en Iraq: las tropas norteamericanas terminarán con los insurgentes y combatientes extranjeros; prepararán al país para las elecciones nacionales; y adiestrarán a la policía y Guardia Nacional iraquíes para que puedan encargarse de mantener el orden.
Pero en los bastiones de la resistencia como Ramadi, la realidad es poco prometedora: en el mejor de los casos, los policías son irresponsables y tienen miedo. En el peor, son corruptos y colaboran con los insurgentes. De cualquier modo, la experiencia en Ramadi sugiere que no importa lo bien que resulten los dos primeros pasos de los norteamericanos, puede pasar mucho tiempo antes de que logren el tercero.
"Está claro que nuestras expectativas con ellos están muy por encima de su idea del deber y del trabajo", dijo el teniente coronel Justin Gubler, comandante del Primer Batallón de Infantería del Ejército Nº503, estacionado en un campamento llamado Puesto de Avanzada de Combate cerca del centro de Ramadi. "La policía iraquí está intimidada hasta tal punto que no se aparecen a trabajar".
El coronel Gubler dijo que las cosas se habían puesto tan malas que cuando los norteamericanos atacaron Faluya, se le dijo a la policía de Ramadi que no se aparecieran por el trabajo "para que podamos distinguirlos" de los vengativos insurgentes que se disfrazan de agentes de policía, dijo. Un modo seguro de saber cuando un coche es un coche-bomba kamikaze, agregó, es cuando los agentes iraquíes se niegan a revisar el vehículo. "De algún modo, lo saben".
Las tropas norteamericanas reciben advertencias periódicas acerca de la policía iraquí antes de pasar con sus todoterrenos blindados por las peligrosas calles de Ramadi. En la sesión informativa sobre una misión para visitar la comisaría Al Farouk, por ejemplo, un joven teniente dijo a los soldados que era seguro que habría algún choque si un policía iraquí sacaba un lanzagranadas. "Si un policía dispara, disparamos de vuelta", dijo.
No es que los soldados necesiten consejos: hace una semana un agente de policía iraquí -o un impostor con uniforme y coche de policía- hirió a quince soldados con un camión de carrocería abierta de siete toneladas justo en la puerta principal del Puesto de Avanzada de Combate. El atacante había estado dirigiendo el tráfico en un cruce cerca de la base durante unos 20 minutos, con su patrullero aparcado a poca distancia. Después de revisar el camión, se subió y lo hizo detonar.
Según su experiencia, dijo el coronel Gubler, los guardias nacionales iraquíes en la región son apenas mejor, aunque un agente de la Guardia Nacional que conoció era diferente: era un teniente coronel a cargo de un batallón de la guardia nacional cerca de Faluya, a 50 kilómetros al este de Ramadi. Ese comandante, dijo el coronel Gubler, "era muy bueno, pero fue capturado en Faluya y le cortaron la cabeza". Dijo que creía que los subordinados del comandante había sido probablemente cómplices del asesinato, que se cometió en agosto.
14 de noviembre de 2004
20 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
0 comentarios