investigaba corrupción
[Ashraf Khalil y Thomas S. Mulligan] El periodista free lance asesinado en Iraq estaba escribiendo sobre política Basra -sobre la creciente influencia de extremistas y corrupción. Según testigos, fue asesinado por agentes del gobierno iraquí.
Bagdad, Iraq. El periodista Steven Vincent investigaba los hechos para sus reportajes en las calles de Basra, no en declaraciones oficiales. Pero sabía que las calles de la segunda ciudad de Iraq eran cada vez menos seguras para él.
"Esta no es la municipalidad agradable de 1.5 millones de personas que yo recuerdo", escribió en un artículo el 9 de junio en National Review Online. "Primero, ya no puedo pasear por la calle, parar un taxi o ira a un restaurante por temor a ser detectado como extranjero: El secuestro, por bandas criminales o terroristas, sigue siendo un negocio lucrativo".
Sin embargo, Vincent persistió en una misión personal para descubrir el oscuro bajo vientre político de Basra. Escribió sobre él, y algunos creen que le costó la vida.
El ex escritor de arte fue secuestrado el martes noche en una calle del centro de Basra junto con Nout al Khal, una mujer iraquí que fue durante largo tiempo su asistente e intérprete. El cuerpo de Vincent fue encontrado antes del amanecer, con las manos amarradas, y cinco impactos de bala; Khal está siendo tratada de múltiples heridas a bala en un hospital de Basra.
Docenas de periodistas extranjeros han sido secuestrados o matados en Iraq desde la invasión norteamericana en 2003 para derrocar al presidente Saddam Hussein. Pero la muerte de Vincent tiene nuevas e inquietantes implicaciones; puede no haber sido asesinado porque fuera americano o periodista. Puede haber sido escogido porque estaba revelando la corrupción y tráfico de influencias entre las autoridades políticas, policiales y religiosas de la ciudad.
Múltiples testigos confirman que Vincent y Khal fueron secuestrados por hombres que conducían vehículos policiales.
Un testigo, que se negó a dar su nombre, dijo que reconoció a uno de los secuestradores como un empleado del ministerio del Interior.
"El hombre también me reconoció, después de que yo lo saludara", dijo el testigo. "Me dijo: ¡No te metas! Es nuestro deber'".
Vincent, nativo de San José y durante muchos años residente de la ciudad de Nueva York, era un escritor freelance. Había pasado varios meses trabajando en Basra en un libro mientras escribía historias para el Christian Science Monitor y la National Review, así como para su bitácora en http://www.redzoneblog.com
Vincent y su esposa, Lisa Ramaci-Vincent, era bien considerados en su vecindario en Alphabet City de Manhattan, dijo Joe Evans, un vecino de largo tiempo.
Evans, que ha vivido en el edificio de apartamentos durante 20 años, dijo que él y los Vincent y otros tipos pioneros ocuparon el edificio abandonado de seis pisos, que sólo tenía dos bombillas eléctricas y carecía de servicios. Trabajaron durante mucho tiempo para remodelarlo, con préstamos de organizaciones públicas.
"Steve era un gran tipo, con convicciones muy definidas", dijo Evans.
Recordó que en la mañana de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Vincent subió al techo del edificio de apartamentos y vio el impacto del segundo avión en el World Trade Center.
"Eso cambió su vida", dijo Evans. "Eso lo decidió a ir a Iraq y tratar de descubrir la historia. Su pluma era su arma".
Un entusiasta partidario de la invasión de Iraq, el trabajo de Vincent a menudo desaprobaba lo que consideraba la subsecuente mala conducción de la coalición norteamericana.
En un artículo de opinión del domingo en el New York Times, Vincent criticó el fracaso de Gran Bretaña para hacer frente a la creciente influencia de los partidos religiosos en Basra: "El sector de seguridad reformado está perjudicando a la misma gente que dice servir: al iraquí corriente que quiere simplemente seguir con su vida... La política en Basra [y la vida cotidiana] está cada vez más bajo el control de grupos religiosos chiíes... Reclutados de entre la misma población de hombres de pobre educación y desempleados repletan las filas de esas organizaciones, muchos agentes de policía corrientes conservan una lealtad dual hacia la mezquita y el estado".
Vincent concluye que "los británicos son incapaces o no están dispuestos a hacer algo sobre el asunto".
Algunos de los colegas de Vincent creen que el artículo fue la causa de su muerte. Bruce Wolmer, editor jefe de la revista Art & Auction, escribió en una carta abierta: "Nuestro escritor, colega y querido amigo Steven Vincent fue brutalmente asesinado ayer en Basra, Iraq, por lo que se asume que es una milicia religiosa/criminal local. La causa fue aparentemente un artículo de opinión de Steven en el New York Times del domingo".
Mitchell Muncy, editor jefe de Spence Publishing Co. en Dallas, que publicó el libro de Vincent In the Red Zone' el año pasado, dijo que el periodista había logrado mantener un perfil bajo hasta que apareció el artículo. "No era un nombre muy conocido hasta que apareció su artículo el domingo", dijo Muncy. "Desafortunadamente, creo que los tipos malos leyeron el New York Times".
Funcionarios del Pentágono no establecieron una relación directa entre el reportaje de Vincent sobre la presencia de extremistas en las fuerzas de seguridad iraquíes y su subsecuente asesinato.
Es posible que Vincent llamara la atención de sus asesinos simplemente por su inevitable alto perfil -un periodista americano escarbando en temas tabúes en una comunidad relativamente cerrada.
Otros periodistas han tocado los mismos temas, pero ninguno se ha quedado demasiado tiempo ni vivían tan abiertamente y sin precauciones. En sus publicaciones en su bitácora, Vincent hablaba de que andaba en taxis y salía de compras en mercados públicos.
Los escritos de Vincent era a menudo inflexible. En su bitácora, se quejó de los empresarios de Basra acusándoles de la galopante corrupción entre los líderes políticos y empresariales de la ciudad, llegando tan lejos como para nombrar tribus y proyectos específicos. Expresaba su visceral disgusto por el tratamiento de las mujeres en la versión conservadora del islam que se estaba apoderando de la, en el pasado, liberal ciudad portuaria. "Las costumbres beduinas y los edictos religiosos -en resumen, el islam tribal- están triturando los corazones y almas y futuros de miles de mujeres de Basra en las arenas del desierto".
En el artículo de junio en la National Review Online, sopesaba las crecientes restricciones a sus movimientos: "Por razones de seguridad, estoy atado en mi hotel, dependiendo de choferes caros, incapaz de salir a ninguna parte sin una escolta iraquí".
Mencionó un aviso de los británicos: "No deberías estar ahí', me dijo un funcionario de la embajada británica".
Khalil informó desde Bagdad y Mulligan de Nueva York. Mark Mazzetti y Johanna Neuman en Washington y Othman Ghanim en Basra contribuyeron a este reportaje.
4 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
"Esta no es la municipalidad agradable de 1.5 millones de personas que yo recuerdo", escribió en un artículo el 9 de junio en National Review Online. "Primero, ya no puedo pasear por la calle, parar un taxi o ira a un restaurante por temor a ser detectado como extranjero: El secuestro, por bandas criminales o terroristas, sigue siendo un negocio lucrativo".
Sin embargo, Vincent persistió en una misión personal para descubrir el oscuro bajo vientre político de Basra. Escribió sobre él, y algunos creen que le costó la vida.
El ex escritor de arte fue secuestrado el martes noche en una calle del centro de Basra junto con Nout al Khal, una mujer iraquí que fue durante largo tiempo su asistente e intérprete. El cuerpo de Vincent fue encontrado antes del amanecer, con las manos amarradas, y cinco impactos de bala; Khal está siendo tratada de múltiples heridas a bala en un hospital de Basra.
Docenas de periodistas extranjeros han sido secuestrados o matados en Iraq desde la invasión norteamericana en 2003 para derrocar al presidente Saddam Hussein. Pero la muerte de Vincent tiene nuevas e inquietantes implicaciones; puede no haber sido asesinado porque fuera americano o periodista. Puede haber sido escogido porque estaba revelando la corrupción y tráfico de influencias entre las autoridades políticas, policiales y religiosas de la ciudad.
Múltiples testigos confirman que Vincent y Khal fueron secuestrados por hombres que conducían vehículos policiales.
Un testigo, que se negó a dar su nombre, dijo que reconoció a uno de los secuestradores como un empleado del ministerio del Interior.
"El hombre también me reconoció, después de que yo lo saludara", dijo el testigo. "Me dijo: ¡No te metas! Es nuestro deber'".
Vincent, nativo de San José y durante muchos años residente de la ciudad de Nueva York, era un escritor freelance. Había pasado varios meses trabajando en Basra en un libro mientras escribía historias para el Christian Science Monitor y la National Review, así como para su bitácora en http://www.redzoneblog.com
Vincent y su esposa, Lisa Ramaci-Vincent, era bien considerados en su vecindario en Alphabet City de Manhattan, dijo Joe Evans, un vecino de largo tiempo.
Evans, que ha vivido en el edificio de apartamentos durante 20 años, dijo que él y los Vincent y otros tipos pioneros ocuparon el edificio abandonado de seis pisos, que sólo tenía dos bombillas eléctricas y carecía de servicios. Trabajaron durante mucho tiempo para remodelarlo, con préstamos de organizaciones públicas.
"Steve era un gran tipo, con convicciones muy definidas", dijo Evans.
Recordó que en la mañana de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Vincent subió al techo del edificio de apartamentos y vio el impacto del segundo avión en el World Trade Center.
"Eso cambió su vida", dijo Evans. "Eso lo decidió a ir a Iraq y tratar de descubrir la historia. Su pluma era su arma".
Un entusiasta partidario de la invasión de Iraq, el trabajo de Vincent a menudo desaprobaba lo que consideraba la subsecuente mala conducción de la coalición norteamericana.
En un artículo de opinión del domingo en el New York Times, Vincent criticó el fracaso de Gran Bretaña para hacer frente a la creciente influencia de los partidos religiosos en Basra: "El sector de seguridad reformado está perjudicando a la misma gente que dice servir: al iraquí corriente que quiere simplemente seguir con su vida... La política en Basra [y la vida cotidiana] está cada vez más bajo el control de grupos religiosos chiíes... Reclutados de entre la misma población de hombres de pobre educación y desempleados repletan las filas de esas organizaciones, muchos agentes de policía corrientes conservan una lealtad dual hacia la mezquita y el estado".
Vincent concluye que "los británicos son incapaces o no están dispuestos a hacer algo sobre el asunto".
Algunos de los colegas de Vincent creen que el artículo fue la causa de su muerte. Bruce Wolmer, editor jefe de la revista Art & Auction, escribió en una carta abierta: "Nuestro escritor, colega y querido amigo Steven Vincent fue brutalmente asesinado ayer en Basra, Iraq, por lo que se asume que es una milicia religiosa/criminal local. La causa fue aparentemente un artículo de opinión de Steven en el New York Times del domingo".
Mitchell Muncy, editor jefe de Spence Publishing Co. en Dallas, que publicó el libro de Vincent In the Red Zone' el año pasado, dijo que el periodista había logrado mantener un perfil bajo hasta que apareció el artículo. "No era un nombre muy conocido hasta que apareció su artículo el domingo", dijo Muncy. "Desafortunadamente, creo que los tipos malos leyeron el New York Times".
Funcionarios del Pentágono no establecieron una relación directa entre el reportaje de Vincent sobre la presencia de extremistas en las fuerzas de seguridad iraquíes y su subsecuente asesinato.
Es posible que Vincent llamara la atención de sus asesinos simplemente por su inevitable alto perfil -un periodista americano escarbando en temas tabúes en una comunidad relativamente cerrada.
Otros periodistas han tocado los mismos temas, pero ninguno se ha quedado demasiado tiempo ni vivían tan abiertamente y sin precauciones. En sus publicaciones en su bitácora, Vincent hablaba de que andaba en taxis y salía de compras en mercados públicos.
Los escritos de Vincent era a menudo inflexible. En su bitácora, se quejó de los empresarios de Basra acusándoles de la galopante corrupción entre los líderes políticos y empresariales de la ciudad, llegando tan lejos como para nombrar tribus y proyectos específicos. Expresaba su visceral disgusto por el tratamiento de las mujeres en la versión conservadora del islam que se estaba apoderando de la, en el pasado, liberal ciudad portuaria. "Las costumbres beduinas y los edictos religiosos -en resumen, el islam tribal- están triturando los corazones y almas y futuros de miles de mujeres de Basra en las arenas del desierto".
En el artículo de junio en la National Review Online, sopesaba las crecientes restricciones a sus movimientos: "Por razones de seguridad, estoy atado en mi hotel, dependiendo de choferes caros, incapaz de salir a ninguna parte sin una escolta iraquí".
Mencionó un aviso de los británicos: "No deberías estar ahí', me dijo un funcionario de la embajada británica".
Khalil informó desde Bagdad y Mulligan de Nueva York. Mark Mazzetti y Johanna Neuman en Washington y Othman Ghanim en Basra contribuyeron a este reportaje.
4 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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