IMÁN SIGUIÓ LAS REGLAS DEL PROFETA - arjen schreuder
Dar la mano no favorece la integración de los musulmanes. El que da la mano, promueve la hipocresía, según el imán de Tilburgo, Ahmad Salam.
Tilburgo, Holanda. "Prefiero morir antes de cambiar mi religión por saludar a las mujeres dándoles la mano".
Ahí está otra vez. El imán Ahmad Salam, de Tilburgo, llegó a primera plana hoy hace casi dos años por declarar que los hombres pueden golpear a sus mujeres si estas no respetan el compromiso matrimonial y si hablar y dormir separados no funciona. "Golpear es como un medicamento de mal sabor. El último recurso".
Ahora está detrás de su escritorio en la mezquita de la van Suppéstraat, de Tilburgo, para explicar en árabe por qué el sábado pasado se negó a darle la mano a la ministro Rita Verdonk (de Integración). Salam, sirio, llegó hace quince años a Holanda. A pesar de llevar varios años estudiante el holandés, no lo habla lo suficientemente bien como para sostener una conversación con matices sin un intérprete, su hijo. "Para los viejos es muy difícil aprender una nueva lengua", dice su hijo.
La prensa ha transformado el asunto de la mano en algo "demasiado grande", dice el imán. Pero la ministro puedo haber reaccionado de otra manera, dice. "Al hacerse la sorprendida y decirme que éramos iguales, me quiso obligar a hacer a elegir. Espero reunirme con ella dentro de poco para discutir cómo promover la integración. Pero sin necesidad de darle la mano".
La opinión de Salam sobre la integración es clara. "La reunión de varias culturas y religiones con respeto mutuo". Lo que ahora se entiende en Holanda por integración no se parece en nada a su punto de vista. Salam: "Tengo miedo de que la integración en Holanda conduzca a que gente no musulmana determine qué aspectos de nuestra integración podemos practicar".
Según Salam, deben saludarse con la mano aquellos que lo tienen por costumbre. "No condeno a gente no holandesa que se da la mano. Pero lo que pedimos a los holandeses es que nos respeten y nos obligarnos a hacer lo que no queremos".
Los demás imanes sí dieron la mano el sábado a la ministro Verdonk. Deben darse cuenta que con su conducta "cambian" la religión. Salam: "Hay imanes que se saben el Corán de memoria, pero no conocen las leyes del islam". También hay muchos imanes que obedecen el tabú, pero no lo publicitan. "Tampoco le dan la mano al médico o al alguien de la corporación de vivienda si se trata de una mujer".
El darse la mano entre personas de diferente sexo tiene consecuencias perjudiciales entre los musulmanes, opina el imán de Tilburgo. "Hay imanes que saben que el islam prohíbe dar la mano a las mujeres, pero no lo predican. Esos imanes se engañan a sí mismos y a los demás. Al dar la mano, no favorecen la integración, sino sólo la hipocresía y la falsedad. Algunos imanes no dicen la verdad sobre el islam. Se quedan callados cuando se ataca al islam. Eso conduce a una escalada de tensiones entre musulmanes y no musulmanes".
Para que se entienda bien: el imán de Tilburgo condena severamente el asesinato del crítico del islam, Theo van Gogh. "Deplorable. El autor del crimen no conoce bien el islam. Es ignorante". Si el motivo del asesinato fue la película Submission' de la diputado Ayaan Hirsi Ali y Theo van Gogh, ese motivo no se puede justificar de ninguna manera. "Una mala película, pero sobre podemos hablar".
Sobre el tabú de saludar con la mano a una mujer se encuentran "pruebas auténticas" en el islam. Salam: "El profeta dijo: Yo no saludo con la mano a una mujer'. Y debemos respetar al profeta si queremos practicar el islam de verdad". Segunda prueba: "Cuando los acompañantes del profeta lo invistieron dándole la mano, el profeta no admitió que le diera la mano una mujer". Tercera prueba: "El profeta dice: si a alguien le clavan una aguja en la cabeza, es todavía menos terrible que darle la mano a una mujer'".
La razón detrás del tabú es que el contacto entre los sexos es innecesariamente recargado con un posible principio de libertinaje. "Dar la mano es un contacto físico, del mismo modo que el contacto sexual. Por eso sólo su marido, hermanos y tíos pueden tocar a una mujer". ¿Cómo se acerca entonces un hombre a una mujer? ¿Cómo conoció el imán a su propia esposa? Salam sonríe amable: "Con palabras. Con las palabras puedes conseguir mucho más que con el contacto físico".
Los visitantes de la mezquita de Tilburgo opinan que estuvo "muy bien" que el imán Ahmad Salam se haya negado a saludar con la mano a la ministro el sábado. "Es un signo de respeto hacia la mujer". Los fieles de la mezquita tratan de explicar el asunto. "Se trata de la mujer de otro", traduce el hombre que domina mejor el holandés. "Ahora se dice que el islam oprime a las mujeres. Pero lo contrario es verdad. Antes del islam, la mujer era una esclava. El islam ha logrado que la mujer no viva en la esclavitud". A la mujer hay que verla como si fuera "un diamante", dice uno de los jefes de la mezquita. Los fieles asienten con la cabeza.
Hay excepciones al tabú, dice el imán Ahmad Salam en la mezquita ante las cámaras de televisión. Del mismo modo que se admite el alcohol cuando es el único medio que tiene para mantenerse en vida, también se admite cuando el contacto físico entre gente de sexo opuesto en caso de enfermedad grave o cuando no hay alguien del otro sexo para que cuide de ese enfermo. Mantener la paz con la ministro no hace parte de las excepciones. "La ministro me pide que tome distancia de mi propia religión, después de que yo le dijera porqué no le podía dar la mano".
Hay gente que dice que los imanes como Salam deberían vivir en un pueblo musulmán lo más lejos posible de Holanda. "No", dice Salam. "Un musulmán no cambia de religión como quien se cambia de ropa. El credo se mantiene igual en todas partes".
23 de noviembre de 2004
©nrc
©traducción mQh
Ahí está otra vez. El imán Ahmad Salam, de Tilburgo, llegó a primera plana hoy hace casi dos años por declarar que los hombres pueden golpear a sus mujeres si estas no respetan el compromiso matrimonial y si hablar y dormir separados no funciona. "Golpear es como un medicamento de mal sabor. El último recurso".
Ahora está detrás de su escritorio en la mezquita de la van Suppéstraat, de Tilburgo, para explicar en árabe por qué el sábado pasado se negó a darle la mano a la ministro Rita Verdonk (de Integración). Salam, sirio, llegó hace quince años a Holanda. A pesar de llevar varios años estudiante el holandés, no lo habla lo suficientemente bien como para sostener una conversación con matices sin un intérprete, su hijo. "Para los viejos es muy difícil aprender una nueva lengua", dice su hijo.
La prensa ha transformado el asunto de la mano en algo "demasiado grande", dice el imán. Pero la ministro puedo haber reaccionado de otra manera, dice. "Al hacerse la sorprendida y decirme que éramos iguales, me quiso obligar a hacer a elegir. Espero reunirme con ella dentro de poco para discutir cómo promover la integración. Pero sin necesidad de darle la mano".
La opinión de Salam sobre la integración es clara. "La reunión de varias culturas y religiones con respeto mutuo". Lo que ahora se entiende en Holanda por integración no se parece en nada a su punto de vista. Salam: "Tengo miedo de que la integración en Holanda conduzca a que gente no musulmana determine qué aspectos de nuestra integración podemos practicar".
Según Salam, deben saludarse con la mano aquellos que lo tienen por costumbre. "No condeno a gente no holandesa que se da la mano. Pero lo que pedimos a los holandeses es que nos respeten y nos obligarnos a hacer lo que no queremos".
Los demás imanes sí dieron la mano el sábado a la ministro Verdonk. Deben darse cuenta que con su conducta "cambian" la religión. Salam: "Hay imanes que se saben el Corán de memoria, pero no conocen las leyes del islam". También hay muchos imanes que obedecen el tabú, pero no lo publicitan. "Tampoco le dan la mano al médico o al alguien de la corporación de vivienda si se trata de una mujer".
El darse la mano entre personas de diferente sexo tiene consecuencias perjudiciales entre los musulmanes, opina el imán de Tilburgo. "Hay imanes que saben que el islam prohíbe dar la mano a las mujeres, pero no lo predican. Esos imanes se engañan a sí mismos y a los demás. Al dar la mano, no favorecen la integración, sino sólo la hipocresía y la falsedad. Algunos imanes no dicen la verdad sobre el islam. Se quedan callados cuando se ataca al islam. Eso conduce a una escalada de tensiones entre musulmanes y no musulmanes".
Para que se entienda bien: el imán de Tilburgo condena severamente el asesinato del crítico del islam, Theo van Gogh. "Deplorable. El autor del crimen no conoce bien el islam. Es ignorante". Si el motivo del asesinato fue la película Submission' de la diputado Ayaan Hirsi Ali y Theo van Gogh, ese motivo no se puede justificar de ninguna manera. "Una mala película, pero sobre podemos hablar".
Sobre el tabú de saludar con la mano a una mujer se encuentran "pruebas auténticas" en el islam. Salam: "El profeta dijo: Yo no saludo con la mano a una mujer'. Y debemos respetar al profeta si queremos practicar el islam de verdad". Segunda prueba: "Cuando los acompañantes del profeta lo invistieron dándole la mano, el profeta no admitió que le diera la mano una mujer". Tercera prueba: "El profeta dice: si a alguien le clavan una aguja en la cabeza, es todavía menos terrible que darle la mano a una mujer'".
La razón detrás del tabú es que el contacto entre los sexos es innecesariamente recargado con un posible principio de libertinaje. "Dar la mano es un contacto físico, del mismo modo que el contacto sexual. Por eso sólo su marido, hermanos y tíos pueden tocar a una mujer". ¿Cómo se acerca entonces un hombre a una mujer? ¿Cómo conoció el imán a su propia esposa? Salam sonríe amable: "Con palabras. Con las palabras puedes conseguir mucho más que con el contacto físico".
Los visitantes de la mezquita de Tilburgo opinan que estuvo "muy bien" que el imán Ahmad Salam se haya negado a saludar con la mano a la ministro el sábado. "Es un signo de respeto hacia la mujer". Los fieles de la mezquita tratan de explicar el asunto. "Se trata de la mujer de otro", traduce el hombre que domina mejor el holandés. "Ahora se dice que el islam oprime a las mujeres. Pero lo contrario es verdad. Antes del islam, la mujer era una esclava. El islam ha logrado que la mujer no viva en la esclavitud". A la mujer hay que verla como si fuera "un diamante", dice uno de los jefes de la mezquita. Los fieles asienten con la cabeza.
Hay excepciones al tabú, dice el imán Ahmad Salam en la mezquita ante las cámaras de televisión. Del mismo modo que se admite el alcohol cuando es el único medio que tiene para mantenerse en vida, también se admite cuando el contacto físico entre gente de sexo opuesto en caso de enfermedad grave o cuando no hay alguien del otro sexo para que cuide de ese enfermo. Mantener la paz con la ministro no hace parte de las excepciones. "La ministro me pide que tome distancia de mi propia religión, después de que yo le dijera porqué no le podía dar la mano".
Hay gente que dice que los imanes como Salam deberían vivir en un pueblo musulmán lo más lejos posible de Holanda. "No", dice Salam. "Un musulmán no cambia de religión como quien se cambia de ropa. El credo se mantiene igual en todas partes".
23 de noviembre de 2004
©nrc
©traducción mQh
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