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terrorismo y libertad en holanda


[Craig S. Smith] Su teléfono estaba interceptado, su apartamento era vigilado y muchos de sus amigos estaban tras las rejas, de modo que las autoridades holandesas no se sorprendieron cuando resultó que Mohamed Bouyeri, el holandés de padres marroquíes que asesinó este mes al cineasta Theo van Gogh a plena luz del día. Sin embargo, fueron incapaces de impedir el crimen.
Ámsterdam, Holanda. Es un problema al que se enfrentan la mayoría de los gobiernos europeos a medida que el extremismo musulmán se extiende por el continente: cómo detener a militantes sospechosos antes de que actúen, sin pisotear los derechos individuales o exponerse a acusaciones de discriminación.
El gobierno holandés ha sido criticado por perder de vista a Bouyeri cuando se hicieron amenazas de muerte contra van Gogh. Pero arrestarlo habría supuesto considerarlo culpable antes del asesinato, dijo en una entrevista el ministro de Justicia, Jan Piet Hein Donner.
"Se trata de procesos que toman lugar en la cabeza de uno", dijo Donner. "No podemos detener a la gente por llevar la ropa que llevan".
Bouyeri llamó por primera vez la atención de las autoridades holandesas en 2002, después de que abandonara la casa familiar y alquilara un pequeño apartamento de una habitación en la tranquilla calle de Marianne Philips en el distrito de Slotermeer en el oeste de Amsterdam.
El apartamento, en un complejo de edificio de dos pisos en torno a un pequeño parque, se transformó pronto en un lugar habitual de reunión de un grupo de jóvenes musulmanes bajo la tutela de un sirio, Redouan al-Issar, conocido en el grupo como Abu Khaled.
Los jóvenes se destacaban por sus sueltas túnicas árabes y las barbas en un pulcro vecindario donde la mayoría de los vecinos son mayores y holandeses. Los vecinos dicen que fueron siempre amables, aunque con frecuencia recibían a visitantes tarde por la noche.
Issar, del que se cree que tiene 43 años, pidió asilo político en Alemania en 1995 antes de mudarse a Amsterdam. En 2003 se estableció como el líder espiritual del grupo y les hablaba de una "yihad violenta", de acuerdo a informes del servicio secreto mencionados por el ministerio holandés de Justicia en un informe reciente al Parlamento. Issar a menudo alojaba en el estrecho apartamento de Bouyeri.
Pero agentes del servicio secreto estaban más interesados en un estudiante secundario llamado Samir Azzouz, que también asistía a las reuniones en el apartamento y que había sido detenido a principios de 2003 en Ucrania, aparentemente tratando de llegar a Chechenia.
Fue enviado de vuelta a Amsterdam donde asistentes sociales y profesores trataron sin éxito de asesorarle para que aprobara su examen final.
Meses después, agentes secretos españoles informaron a Holanda que habían interceptado comunicaciones entre Azzouz y un marroquí en España del que se sospechaba que estuvo implicado en los atentados kamizake de mayo de 2003 en Casablanca, que causaron la muerte de 45 personas. Una conversación interceptada sugería que Azzouz y varios otros estaban planeando un atentado terrorista.
Las autoridades holandesas encontraron elementos para hacer bombas en posesión de Azzouz y siguen convencidos de que estaban conspirando. Pero Azzouz y los demás detenidos fueron dejados en libertad dentro de diez días por falta de pruebas. Issar, su jefe espiritual, fue deportado finalmente a Alemania.
Desde entonces Holanda ha aprobado una ley que penaliza la conspiración para cometer un acto terrorista. Como el resto de Europa, el país está endureciendo poco a poco sus leyes para reprimir a los terroristas. Donner pidió que se legislara disminuyendo el umbral que se exige a la policía para detener a sospechosos antes de que sean acusados -quiere que la sospecha sea suficiente [motivo de detención].
Dijo que Holanda estaba yendo más allá que muchos países europeos permitiendo a los fiscales utilizar informes del servicio secreto como pruebas sin dar a conocer sus fuentes. "Estamos haciendo cosas que en otros países son impensables", dijo.
Pero, agregó, es importante distinguir entre casos terroristas y casos judiciales normales a la hora de redactar las nuevas leyes, "de modo que no infectemos todo el sistema judicial aligerando las reglas de lo que se considera prueba en estos casos".
Países en Europa con poca experiencia en terrorismo van por detrás de aquellos que, como el Reino Unido, Francia y España, se han enfrentado a la amenaza terrorista en el pasado. La Ley sobre Anti-Terrorismo, Crimen y Seguridad británica permite la detención indefinida de extranjeros sospechosos de actividades relacionadas con el terrorismo.
En España los sospechosos de terrorismo pueden ser detenidos hasta 13 días sin cargos y hasta cuatro años sin juicio. La gente en Francia puede ser encarcelada por asociación con terroristas; una mujer ha estado en la cárcel por cerca de un año a la espera de su juicio por acusaciones de que haber estado enterada de una conspiración de su hijo, el que todavía está siendo investigado.
Pero las leyes más severas afectarán inevitablemente a más musulmanes que al resto de la población, exacerbando las tensiones que ya están polarizando a muchas sociedades europeas.
"El deterioro de las relaciones entre las comunidades pueden en realidad socavar las medidas anti-terroristas, porque reduce la disposición de la gente en estas comunidades a cooperar con la policía y los servicios de inteligencia", dijo Benjamin Ward, abogado de Human Rights Watch.
Las leyes draconianas tampoco pueden sacar de la calla a todos los terroristas potenciales. Varias de las personas implicadas en los atentados con bomba contra los trenes de cercanías en Madrid el 11 de marzo eran conocidas de los servicios secretos.
Con una población musulmana de entre 15 y 20 millones en Europa, la mayoría de los cuales ocupan los eslabones más bajos en sus sociedades adoptadas y muchos de los cuales sienten simpatía por causas militantes, identificar y seguir a un terrorista potencial es una empresa difícil.
Las agencias europeas de inteligencia y policiales han desbaratado varias importantes conspiraciones terroristas, incluyendo el plan de atentar con bomba contra la embajada norteamericana en París en 1999 y la conspiración del mes pasado para atentar contra la Audiencia Nacional de Madrid, el principal tribunal anti-terrorista de España. Pero como demostraron los atentados con bomba en Madrid y el asesinato de van Gogh, es a menudo la gente en la periferia de las redes conocidas la que es más peligrosa.
Bouyeri, por ejemplo, compartía su pequeño apartamento con otro conocido extremista, Nouredine el-Fahtni. Durante un allanamiento del apartamento, la policía encontró un "testamento de un mártir" con el nombre de Fahtni, lo que sugiere que se estaba preparando para morir como combatiente de la causa sagrada.
En un interrogatorio, Fahtni dijo que el testamento de mártir pertenecía en realidad a Bouyeri, y advirtió a los agentes de inteligencia que Bouyeri era adherente de Takfir wal Hijra -Anatema y Exilio-, una ideología que aprueba la violencia extrema en la lucha contra los enemigos del islam.
Pero a pesar de los informes de inteligencia sobre la rápida radicalización de Bouyeri, los agentes no tomaron en serio las declaraciones de Fahtni. Con más de 100 extremistas en la lista de vigilancia, Bouyeri no causaba la impresión de constituir una amenaza inminente.
Azzous y los otros eran considerados más seriamente. Cuando Azzous fue detenido en junio por sospechas de atraco a mano armada, la policía encontró fotografías, mapas y otros materiales en su apartamento que les hicieron creer que estaba planeando un atentado terrorista contra instalaciones del gobierno, incluyendo la planta nuclear del país y un importante aeropuerto.
Varios otros fueron detenidos en el caso y se anunciaron más detenciones en septiembre. Bouyeri también fue arrestado, pero sólo por subirse a un tranvía sin un billete y por resistirse a los agentes cuando lo detuvieron. Fue dejado en libertad. Mató a van Gogh pocas semanas después, dijeron las autoridades.

18 de noviembre de 2004
25 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh

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