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actualización sobre iraq


[Adriana Lins de Albuquerque, Michaela O'Hanlon y Amy Unikewicz] Los indicadores de seguridad son magros; los económicos, lentos; y los políticos, frágiles.
Dos meses antes de que Iraq sostenga sus elecciones nacionales, ¿cómo están las cosas? Después del sangriento asalto de Faluya, en el que murieron 50 soldados norteamericanos y muchas veces más esa cantidad de insurgentes, ningún norteamericano necesita que se le recuerde que la situación es muy difícil. De hecho, mientras la operación de Faluya puede tener eventualmente algunos beneficios, todavía no podemos identificar ningún grado objetivo de progreso sostenido en lo que se refiere a la situación de seguridad de Iraq.
Otras tendencias recientes son algo más alentadoras: la ayuda extranjera se está empezando a gastar más rápidamente, aun si una gran parte de ella se destina a la seguridad antes que a la reconstrucción de ciudades y pueblos; las fuerzas de seguridad iraquíes están siendo adiestradas de manera más rigurosa -y están empezando a desempeñarse mejor en el campo de batalla; la calidad general de los servicios públicos está alcanzado finalmente un nivel ligeramente mejor que durante el régimen de Saddam Hussein; la transferencia de soberanía hacia el gobierno interino iraquí ha continuado desviando parte de la indignación anti-norteamericana en las calles; y los iraquíes tienen más confianza en su futuro.
Por otro lado, la popularidad del primer ministro Ayad Allawi ha descendido en los últimos meses, las tasas de desempleo siguen siendo muy altas, los insurgentes continúan atacando oleoductos y comisarías de policía, y las fuerzas de seguridad iraquíes todavía no pueden hacerse cargo de combatir a los insurgentes.
En balance, los datos muestran que las tendencias de seguridad en Iraq son en general magras, las tendencias económicas son prometedoras pero de una paralizante lentitud, y las tendencias políticas, esperanzadoras pero frágiles.

26 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh

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