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urnas enemigas de insurgentes


También Los Angeles Times apuesta porque las elecciones sean realizadas en enero. Su postergación no es garantía de seguridad.
Las elecciones en Iraq deberían proceder hacia la votación del 30 de enero, a pesar de los continuados enfrentamientos y los llamados de una coalición de 17 partidos políticos iraquíes para su postergación. Las expectativas sobre los objetivos de las elecciones disminuyen cada vez más, pero un retraso sólo empeoraría las cosas, dando a los insurgentes una voz decisiva sobre cuándo -si alguna vez- deberían realizarse.
Las elecciones perjudicarán la causa de las guerrillas, privándolas de la denuncia de que el gobierno del país fue impuesto por los invasores y que no tienen por tanto legitimidad. Las urnas por sí mismas no terminarán con los atentados kamikaze de los insurgentes, ni con las decapitaciones y ataques contra las tropas norteamericanas. Pero iniciaría el proceso de instalar un gobierno elegido por los iraquíes, lo que, junto a mayores contingentes de soldados y policías adiestrados, podría sentar las bases para la retirada de los cerca de 140.000 soldados norteamericanos en el país.
El gran ayatollah Ali Sistani, la figura religiosa más reverenciada de Iraq así como el más poderoso clérigo chií, ha argumentado durante meses que las elecciones deben ser realizadas según el programa. Los chiíes constituyen alrededor del 60 por ciento de la población y probablemente obtendrán buenos resultados en las elecciones. Los kurdos, cuyos dos principales partidos han vacilado sobre el retraso de la votación, constituyen el 20 por ciento. Han tenido más de una década de experiencia política local y de autonomía porque Estados Unidos les protegió de las tropas de Saddam Hussein tras la Guerra del Golfo de 1991.
Durante Hussein, la población sunní no kurda, un 20 por ciento del total, ocupaba las funciones más importantes. Los líderes sunníes están comprensiblemente preocupados de que sea hora de un ajuste de cuentas. Pero la amenaza de varios grupos políticos sunníes de boicotear las elecciones del 30 de enero es una locura. El grupo radical palestino Hamas boicoteó las elecciones de 1996 cuando se eligió a YasserArafat como presidente y se instaló la Autoridad Palestina; muchos líderes de Hamas han lamentado posteriormente su pérdida de influencia.
La mayoría de los atentados en Iraq ocurren en los bastiones sunníes al norte y oeste, como en Faluya, Ramadi y Samarra, donde sería difícil proteger los locales de votación y los votantes. La falta de seguridad ha impedido a los funcionarios que incluso distribuyan los formularios de inscripción en Mosul y en algunos suburbios de Bagdad.
Parece seguro que no todos los votantes en Iraq tendrán la oportunidad de depositar su voto en enero. Problemático como es, si la mayoría de los votantes elige a una asamblea nacional en general representativa, y si logra redactar una Constitución permanente, millones de iraquíes obtendrán interés en su país. Las elecciones también allanarían el terreno para una eventual retirada de las fuerzas estadounidenses, cuya presencia indigna a los iraquíes al mismo tiempo que les asegura que no estallará una guerra civil.
Los más importantes líderes religiosos y políticos iraquíes se reunirían esta semana para discutir sobre la unidad, y "quizás sobre las elecciones", de acuerdo a un portavoz del primer ministro interino Iyad Allawi. Es un signo esperanzador, pero las elecciones son demasiado importantes como para un "quizás". Allawi debería instar a los grupos sunníes a no boicotearlas, y los líderes chiíes deberían plegarse a ese esfuerzo. Una asamblea que represente a todos los grupos iraquíes es la mejor garantía para redactar un proyecto de gobierno que garantice los derechos de las minorías y alcance un consenso sobre problemas importantes, como el rol del islam y las relaciones entre el gobierno central y las provincias.
30 de noviembre de 2004
1 de diciembre de 2004
©los angeles times
©traducción mQh

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