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ahora hay que hacerse a un lado


[Robert Scheer] Después de las excelentes noticias sobre las elecciones, es hora de que Bush piense en retirarse de Iraq.
Las elecciones en Iraq, aunque defectuosas, son muy buenas noticias. Toda vez que la gente se acostumbra a votar en lugar de coger las armas para hacer historia, ellos y el resto del mundo se benefician enormemente.
Que más del 60 por ciento de los votantes inscritos hayan votado a pesar de las espantosas condiciones en un Iraq convulsionado por la guerra, es un testimonio de la enorme valentía de que hacen gala los seres humanos en condiciones de extrema dureza.
También parece que las elecciones son una suerte de reprimenda de los que predicaban una venenosa mezcla de fundamentalismo y violencia nihilista, como fue el caso en las elecciones palestinas del mes pasado. Pero la prueba ahora, en ambas regiones ocupadas, es si se permitirá que la voluntad de los votantes sea algo más que un gesto simbólico.
Es difícil imaginar cómo van los partidos kurdos y chiíes a maquillar el hecho de que la minoría religiosa sunní que gobernó Iraq durante siglos boicoteó en gran parte las elecciones.
Sin embargo, si los líderes recién elegidos pueden usar realmente el poder democrático para el bien común, será un paso importante hacia un Iraq estable y legítimo. Sin embargo, sería increíblemente ingenuo creer que el programa de los elegidos se pueda fundir fácilmente con el de los ocupantes, y que hagan algo para reducir la resistencia.
Informes preliminares indican que la Alianza Unida Iraquí del gran ayatollah Ali Sistani puede haber acumulado una mayoría de los votos. Esto le da poder al líder religioso y político, nacido en Irán y apoyado por Teherán, que se ha mostrado muy firme en su deseo de acelerar el calendario de retirada de las tropas norteamericanas. Y un sondeo de Abu Dhabi TV/Zogby realizado dos días antes de las elecciones dejan claro que en esto representa a la ciudadanía: Un 82 por ciento de los sunníes y 69 por ciento de los chiíes quieren que los militares estadounidenses abandonen el país "inmediatamente o después de que asuma el gobierno elegido".
Uno puede disputar sobre lo rápido que quieren ir, pero no debe haber ninguna duda de que los resultados de las elecciones en Iraq son una victoria histórica para una postura de auto-determinación, más bien de que subordinación. No cometamos errores: Una clara victoria de Sistani no se ajusta al programa neo-conservador de la Casa Blanca de crear un Oriente Medio más flexible.
Claro que el presidente Bush hizo lo correcto en insistir en convocar las elecciones, porque la resistencia sunní no se va a disipar mientras se pueda nutrir de la presencia de la ocupación. Pero este momento positivo le explotará en la cara si se demuestra que no es más una co-optación del fuerte anhelo de la población iraquí de auto-determinación. Para Estados Unidos, actuar de buena fe es esencial en estos momentos. El fin de semana pasado, el país soportó otro embarazoso golpe cuando la BBC informó que los propios auditores de Estados Unidos concluyeron que casi la mitad de todos los ingresos por el petróleo generados desde la invasión no pueden ser encontrados -unos asombrosos 8.8 billones de dólares.
Los votantes iraquíes arriesgaron sus vidas y merecen mucho más que una fachada de democracia o un dictador títere que actúe como el ‘músculo' en la región, como hizo Saddam Hussein durante tantos años. Necesitan que se les entregue un control democrático y transparente de su petróleo, de su economía y de su seguridad. Las elecciones deben ser también la ocasión para empezar la retirada de las tropas norteamericanas y de otros países.
Para ser claro, esto no significa abandonar las responsabilidades que ha tomado Estados Unidos tras aplastar a Iraq durante dos invasiones y una década de sanciones. Deberíamos asegurarnos de se anule la deuda internacional de Iraq y se repare su infraestructura, que costará billones de dólares y tomará muchos años. Pero si se nos pide que nos marchemos, debemos hacerlo, o exponernos a que se diga que la "liberación" no es más que la retórica de una Gran Potencia.
Desgraciadamente, a pesar de nuestras propias tradiciones democráticas, históricamente no hemos sido de gran ayuda cuando países más débiles hacen su historia a través del voto. Aplastamos a los presidentes electos en Vietnam del Sur, Irán, Chile, Nicaragua, Guatemala, Venezuela, Haití y otros países. Sin embargo, si vamos a creer en que la idea fomentada tan elocuentemente por los padres fundadores de este país -y yo creo apasionadamente en ella-, la única esperanza real de la auto-determinación de Iraq es el apoyo de buena fe de la comunidad internacional.
No importa qué pase, va a ser un proceso largo y complicado. Iraq y Oriente Medio han estado congelados políticamente desde hace tiempo. Sin embargo, las cosas se pondrán peor si Estados Unidos no aprenden a salirse del camino.

1 de febrero de 2005
8 de febrero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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