soldados israelíes denuncian crímenes
[Oscar Garschagen] El ejército israelí ha reconocido ayer que este año sus tropas han asesinado este año a 30 palestinos inocentes. El jefe del estado mayor, Ya'alon dice estar preocupado por conservar las normas morales de su ejército.
Tel Aviv, Israel. Los testimonios se han apuntado en paradas de buses frente a bases militares, en estaciones de trenes y en las casas de soldados. Cinco militares israelíes recientemente licenciados han reunido cientos de declaraciones de antiguos colegas sobre maltratos rutinarios cometidos por militares israelíes en territorios palestinos ocupados. Los cinco han fundado un movimiento con el nombre de Romper el silencio' [Shovrim Shtika], que quiere llamar la atención en Israel sobre los maltratos a palestinos, por medio de la publicación de testimonios.
Por ejemplo, el de un sargento de 20 años del batallón de paracaidistas Nº10: "A veces disparamos para divertirnos. Disparamos contra antenas de televisión, contra calderas de agua, que estallan tan bonito. Nuestros chicos roban discos compactos, máquinas dvd, ordenadores portátiles, y buscamos botellas de Johnny Walker y Chivas".
Un sargento de 19 años de una unidad blindada, dijo: "Un oficial quería imponer el orden. Y golpeó a un palestino hasta transformarlo en pulpa. Le pegó con la culata de su rifle: en la cara, en sus testículos; lo escupió, insultó y todo esto frente a hijito del hombre, que no había hecho absolutamente nada".
Un teniente de 20 años de la brigada de Nahal, en Abu Sneina: "Para atemorizar a los árabes nos paseábamos por las calles y disparábamos contra las farolas de calle, contra tiendas y uno de mis soldados arrojó una bomba incendiaria en una tienda. Recuerdo que esa noche nos sentíamos felices; no hay nada como el sonido de las farolas explotando. Lo hicimos todo con una gran sonrisa".
Un soldado de 18 años de la brigada Nahal: "En el campo de refugiados en Nablus hicimos un allanamiento. Había una familia de muchos miembros mirando un partido de fútbol del Campeonato Europeo. Sacamos a la familia de su habitación y dejamos encendida la televisión. Miramos el partido, y en menos de diez minutos estaba toda la compañía mirando. Todo ese tiempo mantuvimos a la familia encerrada".
Estas y cientos de otras declaraciones se pueden leer en la página web hebrea de Romper el silencio'. Esto último lo han logrado los fundadores del movimiento, entre ellos el teniente de la reserva Ziv Maavar, 24, y el sargento mayor de la reserva Yehuda Shaul. Lo que el verano pasado empezó como una exposición de fotos de soldados que han servido en Hebrón y de llaves de coches que nunca fueron devueltas, ha crecido hasta transformarse en un movimiento que incluso el teniente general Ya'alon toma en serio. Ha anunciado medidas severas.
Desde que Yehuda Shaul, 23, fuera extensamente entrevistado en el programa de televisión Feit y se le dedicaran páginas a él y a Ziv Maavar en los diarios Ma'ariv y Ha'aretz, soldados licenciados buscan ellos mismos contacto con Romper el silencio'. Shaul y Maavar no quieren hacer declaraciones on-the-record en una entrevista con un periodista extranjero. "Hemos acordado que nos dirigiremos exclusivamente al público israelí. Si habláramos con periodistas estadounidense u holandeses, perderíamos credibilidad. Sería considerado como una traición al ejército -que es una institución querida y respetada- y, por tanto, de Israel", explica Shaul.
Él es un haredi, un estudiante ultra ortodoxo en una escuela religiosa. Ciertamente no es un quejica de izquierdas demasiado blando como para hacer su servicio en "los territorios".
Lo mismo se puede decir del teniente Ziv Mazaar, una oficial condecorado del cuerpo de blindados, que tras cuatro años y medio de servicio en Nablús y en la Franja de Gaza estudia ahora en la Universidad de Ben-Gurion en Beersheva. Sin querer que se los cite, dejan en claro porqué ella y otros 30 voluntarios controlan y verifican cuidadosamente todas las declaraciones. No tienen motivos políticos no soluciones inmediatas, pero quieren inventariar el problema. La pregunta es naturalmente qué es exactamente el problema: las conductas de los soldados que se aburren, que tienen miedo y que se transforman en megalómanos con rasgos sádicos, o si el problema es la ocupación misma. "Una ocupación corrompe al ejército, por claras que sean las órdenes y severas las penas de las transgresiones", opina el diario Ha'aretz.
Shaul recuerda una respuesta que dio en televisión: "Nuestro objetivo es romper con la apatía de la población israelí. Nuestro objetivo es contar al público lo que viven sus hijos en los territorios. Nuestro objetivo es que se planteen la pregunta sobre qué estamos haciendo allá en realidad?"
Ziv Mazaar señala una cita de Ma'ariv: "No estamos contra el ejército, no decimos que el ejército sea malo. Nosotros somos los malos, nosotros somos los monstruos, somos los violentos, los apáticos, los insensibles. Nosotros, toda nuestra generación, hemos sido enviados a cumplir una misión y por esa misión se tuvo que pagar un precio moral".
Shaul y Mazaar han vivido también todo eso: la arrogancia de un soldado de 18 o 19 años que quiere manipular a su gusto a toda una multitud de palestinos, el delicioso sentimiento de poder. Se reconocen en el capitán R., el oficial druso que debe responder por el asesinato de una niña de 13 años en Rafah, Gaza. R. "confirmó" la muerte de la niña disparándole más de diez balas. "Lo que hizo R. allá, lo pudo haber hecho cualquier oficial. Todo oficial reacciona así cuando alguien se acerca a su zona. Ella podía ser una terrorista". O los soldados de elite que el viernes asesinaron en Jenin a un palestino herido y desarmado, miembro de la Yihad Islámica.
Son acontecimientos que los soldados mismos han sacado a la luz y reciben mucha publicidad en la prensa. Según la organización israelí de derechos humanos B'tselem se trata de un problema estructural como consecuencia de una mentalidad en el ejército y de órdenes específicas de disparar en determinadas zonas. B'tselem pide una investigación de las sospechosas circunstancias en que han muerto en los últimos cuatro años 1.600 ciudadanos palestinos. Se investigaron 92 casos, 27 soldados fueron acusados y finalmente sólo 4 fueron condenados.
El jefe del estado mayor Ya'alon reconoció en una entrevista con corresponsales extranjeros que la lucha armada de los palestinos presenta al ejército con "serios problemas morales y éticos". "La detección de los terroristas kamikaze, a veces niños y chiquillas de 15 o 16 años, debe realizarse al mismo tiempo que la mantención de normas morales exigentes", según Ya'alon en la parte pública de la entrevista. En las últimas semanas, tras publicaciones de Romper el silencio' y de una serie de escandalosos incidentes, ha llamado a todos los oficiales de terreno para discutir "estas complejas cuestiones éticas". Han recibido órdenes de mantener severamente "altas normas morales". Oficiales y soldados que transgredan esas normas deben ser tratados con dureza. No sólo el capitán R. debe rendir cuentas, sino también el general de brigada ha sido retirado de sus funciones, porque mintió ante Ya'alon sobre una serie de incidentes en los que palestinos inocentes fueron maltratados o disparados. Además las reglas para abrir fuego y otros métodos han sido refinadas o modificadas y los peligrosos y deprimentes turnos en los puestos de control han sido reducidos a ocho a seis horas.
Ya'alon: "Todo caso en el que hayan muerto ciudadanos palestinos, termina finalmente en mi escritorio, y he tomado medidas duras. Somos el ejército del pueblo. Las normas morales de un soldado son nuestras normas morales y si perdemos nuestra valía ética, nuestro poderío militar se verá minado".
Shaul, en una reacción telefónica: "Ya era tiempo, aunque ha llegado tarde para toda una generación. En todo caso, seguiremos con la recopilación de testimonios".
9 de diciembre de 2004
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
Por ejemplo, el de un sargento de 20 años del batallón de paracaidistas Nº10: "A veces disparamos para divertirnos. Disparamos contra antenas de televisión, contra calderas de agua, que estallan tan bonito. Nuestros chicos roban discos compactos, máquinas dvd, ordenadores portátiles, y buscamos botellas de Johnny Walker y Chivas".
Un sargento de 19 años de una unidad blindada, dijo: "Un oficial quería imponer el orden. Y golpeó a un palestino hasta transformarlo en pulpa. Le pegó con la culata de su rifle: en la cara, en sus testículos; lo escupió, insultó y todo esto frente a hijito del hombre, que no había hecho absolutamente nada".
Un teniente de 20 años de la brigada de Nahal, en Abu Sneina: "Para atemorizar a los árabes nos paseábamos por las calles y disparábamos contra las farolas de calle, contra tiendas y uno de mis soldados arrojó una bomba incendiaria en una tienda. Recuerdo que esa noche nos sentíamos felices; no hay nada como el sonido de las farolas explotando. Lo hicimos todo con una gran sonrisa".
Un soldado de 18 años de la brigada Nahal: "En el campo de refugiados en Nablus hicimos un allanamiento. Había una familia de muchos miembros mirando un partido de fútbol del Campeonato Europeo. Sacamos a la familia de su habitación y dejamos encendida la televisión. Miramos el partido, y en menos de diez minutos estaba toda la compañía mirando. Todo ese tiempo mantuvimos a la familia encerrada".
Estas y cientos de otras declaraciones se pueden leer en la página web hebrea de Romper el silencio'. Esto último lo han logrado los fundadores del movimiento, entre ellos el teniente de la reserva Ziv Maavar, 24, y el sargento mayor de la reserva Yehuda Shaul. Lo que el verano pasado empezó como una exposición de fotos de soldados que han servido en Hebrón y de llaves de coches que nunca fueron devueltas, ha crecido hasta transformarse en un movimiento que incluso el teniente general Ya'alon toma en serio. Ha anunciado medidas severas.
Desde que Yehuda Shaul, 23, fuera extensamente entrevistado en el programa de televisión Feit y se le dedicaran páginas a él y a Ziv Maavar en los diarios Ma'ariv y Ha'aretz, soldados licenciados buscan ellos mismos contacto con Romper el silencio'. Shaul y Maavar no quieren hacer declaraciones on-the-record en una entrevista con un periodista extranjero. "Hemos acordado que nos dirigiremos exclusivamente al público israelí. Si habláramos con periodistas estadounidense u holandeses, perderíamos credibilidad. Sería considerado como una traición al ejército -que es una institución querida y respetada- y, por tanto, de Israel", explica Shaul.
Él es un haredi, un estudiante ultra ortodoxo en una escuela religiosa. Ciertamente no es un quejica de izquierdas demasiado blando como para hacer su servicio en "los territorios".
Lo mismo se puede decir del teniente Ziv Mazaar, una oficial condecorado del cuerpo de blindados, que tras cuatro años y medio de servicio en Nablús y en la Franja de Gaza estudia ahora en la Universidad de Ben-Gurion en Beersheva. Sin querer que se los cite, dejan en claro porqué ella y otros 30 voluntarios controlan y verifican cuidadosamente todas las declaraciones. No tienen motivos políticos no soluciones inmediatas, pero quieren inventariar el problema. La pregunta es naturalmente qué es exactamente el problema: las conductas de los soldados que se aburren, que tienen miedo y que se transforman en megalómanos con rasgos sádicos, o si el problema es la ocupación misma. "Una ocupación corrompe al ejército, por claras que sean las órdenes y severas las penas de las transgresiones", opina el diario Ha'aretz.
Shaul recuerda una respuesta que dio en televisión: "Nuestro objetivo es romper con la apatía de la población israelí. Nuestro objetivo es contar al público lo que viven sus hijos en los territorios. Nuestro objetivo es que se planteen la pregunta sobre qué estamos haciendo allá en realidad?"
Ziv Mazaar señala una cita de Ma'ariv: "No estamos contra el ejército, no decimos que el ejército sea malo. Nosotros somos los malos, nosotros somos los monstruos, somos los violentos, los apáticos, los insensibles. Nosotros, toda nuestra generación, hemos sido enviados a cumplir una misión y por esa misión se tuvo que pagar un precio moral".
Shaul y Mazaar han vivido también todo eso: la arrogancia de un soldado de 18 o 19 años que quiere manipular a su gusto a toda una multitud de palestinos, el delicioso sentimiento de poder. Se reconocen en el capitán R., el oficial druso que debe responder por el asesinato de una niña de 13 años en Rafah, Gaza. R. "confirmó" la muerte de la niña disparándole más de diez balas. "Lo que hizo R. allá, lo pudo haber hecho cualquier oficial. Todo oficial reacciona así cuando alguien se acerca a su zona. Ella podía ser una terrorista". O los soldados de elite que el viernes asesinaron en Jenin a un palestino herido y desarmado, miembro de la Yihad Islámica.
Son acontecimientos que los soldados mismos han sacado a la luz y reciben mucha publicidad en la prensa. Según la organización israelí de derechos humanos B'tselem se trata de un problema estructural como consecuencia de una mentalidad en el ejército y de órdenes específicas de disparar en determinadas zonas. B'tselem pide una investigación de las sospechosas circunstancias en que han muerto en los últimos cuatro años 1.600 ciudadanos palestinos. Se investigaron 92 casos, 27 soldados fueron acusados y finalmente sólo 4 fueron condenados.
El jefe del estado mayor Ya'alon reconoció en una entrevista con corresponsales extranjeros que la lucha armada de los palestinos presenta al ejército con "serios problemas morales y éticos". "La detección de los terroristas kamikaze, a veces niños y chiquillas de 15 o 16 años, debe realizarse al mismo tiempo que la mantención de normas morales exigentes", según Ya'alon en la parte pública de la entrevista. En las últimas semanas, tras publicaciones de Romper el silencio' y de una serie de escandalosos incidentes, ha llamado a todos los oficiales de terreno para discutir "estas complejas cuestiones éticas". Han recibido órdenes de mantener severamente "altas normas morales". Oficiales y soldados que transgredan esas normas deben ser tratados con dureza. No sólo el capitán R. debe rendir cuentas, sino también el general de brigada ha sido retirado de sus funciones, porque mintió ante Ya'alon sobre una serie de incidentes en los que palestinos inocentes fueron maltratados o disparados. Además las reglas para abrir fuego y otros métodos han sido refinadas o modificadas y los peligrosos y deprimentes turnos en los puestos de control han sido reducidos a ocho a seis horas.
Ya'alon: "Todo caso en el que hayan muerto ciudadanos palestinos, termina finalmente en mi escritorio, y he tomado medidas duras. Somos el ejército del pueblo. Las normas morales de un soldado son nuestras normas morales y si perdemos nuestra valía ética, nuestro poderío militar se verá minado".
Shaul, en una reacción telefónica: "Ya era tiempo, aunque ha llegado tarde para toda una generación. En todo caso, seguiremos con la recopilación de testimonios".
9 de diciembre de 2004
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
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