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AUMENTA APOYO A RESISTENCIA EN IRAQ - bradley graham


La serie de importantes ofensivas militares de los últimos meses, que culminó con el asalto de Faluya, ha proporcionado a comandantes estadounidenses aquí el sentimiento de haber ganado terreno contra la violenta resistencia iraquí, aunque no pronostican una victoria fácil y siguen preocupados sobre la creciente campaña de intimidación. Se cree que la resistencia adoptará nuevas tácticas.
Bagdad, Iraq. En realidad, oficiales de alto rango dicen que los militantes están bien armados y financiados, y probablemente evitarán concentrarse en algún lugar tras la pérdida de su más importante santuario en Faluya. Los oficiales dicen que creen que los insurgentes realizarán operaciones y ataques esporádicos de manera más descentralizada al tiempo que incrementan las amenazas y la violencia contra los iraquíes que trabajan en el gobierno o en las fuerzas de seguridad, o que de otro modo colaboran con los norteamericanos.
"Creemos que van a cambiar sus tácticas", dijo el general de brigada del Ejército John DeFreitas III, el más importante oficial de la inteligencia estadounidense en Iraq. "Probablemente no volverán a concentrarse. Lucharán en pequeños equipos. Creemos que están adoptando tácticas de guerrilla -pequeños comandos, ataques sorpresivos".
El domingo los insurgentes mataron a 17 civiles iraquíes cuando se presentaban a trabajar en unas instalaciones del Ejército estadounidense cerca de la ciudad de Tikrit, dijeron los militares. Cuatro soldados y guardias nacionales iraquíes murieron en otros dos ataques en el centro-norte de Iraq.
La dispersión y las tácticas de guerrilla de los militantes, dicen oficiales estadounidenses, obligarán a las tropas norteamericanas a llevar a cabo operaciones más clásicas de contra-insurgencia, como batidas focalizadas, similares a las recientes barridas en la región norte de la provincia de Babil realizadas por los marines estadounidenses. Esas operaciones intensivas en las que participan grandes cantidades de soldados, son la razón detrás de la decisión anunciada la semana pasada de incrementar las fuerzas norteamericanas en Iraq a 150.000 efectivos.
Pero mientras los militares norteamericanos tienen planes de acosar a los militantes cuando intenten re-agruparse, los comandantes parecen frustrados por su incapacidad de terminar con las intimidaciones. Una evaluación interna de la estrategia norteamericana en Iraq, preparada por el general del Ejército George W. Casey Jr., el comandante norteamericano de mayor jerarquía en Iraq, concluyó la semana pasada que no existían "balas de plata" para solucionar este problema.
Se responsabiliza a la campaña de intimidación de socavar el desarrollo de las fuerzas de seguridad iraquíes efectivas, especialmente de la policía local, así como de coartar al gobierno interino iraquí, restringir el desarrollo económico y crear situaciones de inseguridad.
Baazistas Despiertan Sospechas
Un total de 338 iraquíes asociados con las nuevas estructuras de gobierno o con los estadounidenses han sido asesinados desde el 1 de octubre según cifras militares norteamericanas. Estas incluyen a 35 jefes de policía, alcaldes y funcionarios de nivel medio. Oficiales norteamericanos sospechan en Mosul, donde se encontraron el pasado mes 136 cadáveres, que la campaña especialmente violenta y masiva contra miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes ha sido realizada por combatientes del antiguo partido dominante pan-arabista.
"Después de fracasar en su plan de ‘decapitar' al gobierno interino iraquí, la resistencia parece concentrarse en ‘ahuecarla'", se lee en el informe de Casey.
Datos de un sondeo recabados por los militares estadounidenses muestran que la confianza del público sigue siendo frágil y que muchos iraquíes deben todavía aceptar resueltamente la legitimidad del gobierno, de acuerdo a oficiales familiares con los sondeos.
Sin embargo, comandantes norteamericanos de alta jerarquía aquí siguen convencidos de que sus estrategias militares y políticas para Iraq son las adecuadas, de acuerdo a entrevistas con más de una docena de generales en los últimos días.
Los oficiales dijeron que se sienten estimulados por las evidencias de una mayor seguridad y estabilidad en el sur de Iraq, las provincias chiíes, desde el asalto a Nayaf en agosto contra las milicias del clérigo radical Moqtada Sáder. También dicen que las elecciones del próximo mes están en general en buen camino, con más de 200 organizaciones políticas inscritas y con las inscripciones de votantes en la mayor parte del país. Las notables excepciones son las provincias sunníes de Anbar, que incluyen a Faluya y Ramadi, y Nineveh, que abarca a Mosul.
"Esta es una guerra, y en las guerras hay días buenos y malos", dijo Casey en una entrevista. "Pero el éxito no se mide día por día. Es un proceso constante de ir hacia adelante y al mismo tiempo controlando lo que sale mal".
Como un síntoma del daño causado a la resistencia por la operación de Faluya, los oficiales norteamericanos indican un fuerte descenso en el número de ataques en el país, de más de 130 al día al comienzo de la ofensiva a principios de noviembre hasta cerca de 60 ahora. Pero oficiales de la inteligencia estadounidense creen que el número de ataques remontará nuevamente antes de las elecciones nacionales del 30 de enero.
Los planes de intensificar la persecución de los insurgentes por medio de ataques dirigidos aumentarán la necesidad de datos de inteligencia oportunos sobre sus escondites, dijeron oficiales.
"No queremos que nos falte gente para las operaciones nocturnas", dijo el general de brigada Carter Ham, que dirige la fuerza especial responsable del área de Mosul al norte de Iraq. "El reto es tener esos datos".
Pero los oficiales observaron que factores lingüísticos y culturales limitan la capacidad de las tropas estadounidenses de comunicarse con los iraquíes y obtener datos de inteligencia operacionales.
"Estos datos los vamos a obtener de los iraquíes", dijo Casey. "Se conocen a sí mismos, y tenemos que hacer uso de eso".
Otros oficiales, sin embargo, dijeron que el reconstituido servicio de inteligencia iraquí está pobremente organizado y sin recursos. Sus capacidades son inmaduras y tomará tiempo desarrollarlas, dijeron los oficiales.
Uno de los aspectos claves de la resistencia que los comandantes estadounidenses vigilan estrechamente es el alcance de la cooperación entre antiguos miembros del Partido Baaz y combatientes musulmanes radicales. Los baazistas son el principal grupo de oposición, de acuerdo a analistas militares, pero los signos de que están cerrando alianzas tácticas sueltas con elementos más radicales se han hecho evidentes en los últimos meses.
Se sospecha que esas alianzas explican al menos algunos de los recientes ataques en Mosul, la tercera ciudad de Iraq, donde la fuerza policial colapsó durante un ataque el mes pasado. Algunos oficiales norteamericanos están preocupados de que Mosul, o parte de esta, se transformen posiblemente en un nuevo bastión insurgente, aunque el tamaño más grande de la ciudad y su prosperidad la hace menos vulnerable que Faluya.
En algunas otras áreas sunníes, los analistas de inteligencia estadounidenses han visto indicaciones últimamente de baazistas que reconsideran sus alianzas con los elementos musulmanes radicales.
"Están re-evaluando sus opciones", dijo DeFreitas.
La resistencia baazista se centra en algunos líderes claves, dicen oficiales norteamericanos, y todavía no alcanza las dimensiones de una resistencia popular sunní. Pero los oficiales advirtieron que una creciente distanciamiento político podría conducir a un crecimiento de la resistencia.
Especialistas en inteligencia estadounidenses sospechan que los baazistas están aplicando una estrategia global para las elecciones. Si no pueden impedir la votación a través de ataques e intimidación, tratarán de socavar los resultados infiltrando los partidos políticos con sus propios candidatos, dicen los analistas.
Apelando A Los Sunníes
La mejor manera de derrotar a la resistencia, dijeron varios oficiales de alta jerarquía, no reside en la fuerza militar.
"Creo que el gobierno, como resultado de la operación de Faluya, tiene más tiempo para negociar", dijo DeFreitas. "Si el gobierno fracasa en incorporar a más sunníes en el proceso político, el continuado descontento aumentará el apoyo de la resistencia".
La capacidad del gobierno iraquí de contribuir con su parte a la seguridad y a los proyectos de reconstrucción sigue siendo cuestionable. Mientras que hay algunos ministros y funcionarios capaces, dijeron los oficiales, el funcionamiento de los ministerios ha sido desigual y el poder sigue estando concentrado en la oficina del primer ministro Ayad Allawi.
La reconstrucción de la destrozada ciudad de Faluya plantea ahora uno de los mayores retos a la capacidad del gobierno de Bagdad de proporcionar gente y recursos. Pero la semana pasada, oficiales de la Marina estadounidense que supervisan la reconstrucción expresaron en privado su frustración por la ausencia de funcionarios de Bagdad y de técnicos de obras públicas para ayudar a restaurar la electricidad y el agua potable, ayudar en la distribución de combustible y alimentos e instalar una nueva fuerza policial.
Oficiales norteamericanos destacan Nayaf como un modelo para reconstruir las ciudades que han sido blanco de ofensivas militares estadounidenses contra los insurgentes. Desde la batalla para erradicar a las fuerzas de Sáder, la ciudad ha permanecido tranquila y ha mostrado el surgimiento de un liderazgo político y de desarrollo económico.
"De eso se trata con el plan de campaña, de concentrarse en los todos los elementos del poder", dijo el general de división Steve Sergeant, el estratega jefe y planificador del comando militar.
Pero Faluya sufrió considerablemente más daños que Nayaf y carece de una estructura de gobierno local para intervenir y hacerse cargo de la reconstrucción.
"En Faluya será más difícil que en Nayaf", dijo William Taylor, el funcionario de la embajada norteamericana a cargo de los proyectos de reconstrucción.
Las actividades de reconstrucción en Iraq se han duplicado de 469 proyectos, con un valor total de 1.3 billones dólares en agosto, a 1.034 proyectos evaluados en 3 billones de dólares. Una serie de nuevos proyectos está en camino en las ciudades y vecindarios que fueron blanco de ataques norteamericanos en los últimos meses: Nayaf tiene 207 proyectos por un valor total de 30 millones de dólares, Samarra tiene 75 por un valor de 10 millones de dólares, y Ciudad Sáder, de Bagdad, tiene 152 proyectos, de un valor de 209 millones de dólares.
Pero muchos de los proyectos marchan muy lentamente, obstaculizados por la violencia insurgente y trabas burocráticas. Comandantes norteamericanos han expresado en privado su preocupación sobre la falta de progresos visibles y advirtieron que esto estaba alimentando el descontento general y echando combustible a la resistencia. Han propuesto un total de 2.25 billones de dólares para proyectos locales de pequeña escala que aumentarían rápidamente el empleo.
Proyectos Grandes Y De Pequeña Escala
Casey dijo que apoyaba las peticiones y que ha buscado más fondos del gobierno iraquí. Pero también está tratando de garantizar la compleción de algunos importantes proyectos de infraestructura -centrales eléctricas, instalaciones de tratamiento de aguas servidas, plantas de purificación de agua- que eran parte del plan de reconstrucción original.
"No se trata de elegir entre una cosa y otra", dijo. "Hay que hacer las dos. Necesitamos proyectos grandes para orientar el desarrollo a más largo plazo, y necesitamos proyectos de pequeña escala para ayudar a la comunidad y poner a trabajar a la gente".
Uno de los datos del sondeo que varios oficiales citaron como fuente de un mayor optimismo es que la mayoría de los iraquíes cree que este próximo año las cosas marcharán mejor. Pero otros sondeos indican que muchos iraquíes no se sienten comprometidos con el proyecto de un nuevo gobierno democrático. La confianza del público en el gobierno interino aumentó el verano pasado.
En Bagdad, el apoyo sunní a la "oposición nacional armada" era de un 40 por ciento en una encuesta en noviembre, realizada por los militares norteamericanos, después de llegar a 35 por ciento en septiembre. Más iraquíes expresaron a los insurgentes que confianza en el gobierno iraquí, que sólo obtuvo un 35 por ciento de apoyo en noviembre. El apoyo de los ataques contra fuerzas norteamericanas aumentó también de 46 por ciento en septiembre a 51 por ciento en noviembre.
Bajo las circunstancias actuales, una evaluación interna hecha por Casey recomendó cambiar uno de los objetivos militares originales de Estados Unidos, que era suscitar una percepción más "positiva" de las tropas estadounidenses. Retrospectivamente, ese objetivo parece ahora demasiado ambicioso, concluyó la evaluación, agregando que una "tolerancia popular" sería un "objetivo más realista".
"No se trata de ganar los corazones y la mente", dijo Casey. "Se trata de dar a los iraquíes una oportunidad a la que puedan aferrarse".

6 de diciembre de 2004
8 de diciembre de 2004

©washington post
©traducción mQh

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