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mundo preocupado con bush dos


1 El resto del mundo ve con preocupación un nuevo mandato de Bush. 2 Con recelo y esperanza, el Medio Oriente anticipa más cambios. 3 EEUU mantendrá alto número de fuerzas en Iraq tras elecciones.

París, Francia. Los franceses lo ven como un vaquero tosco, un estadista jactancioso embutido en su sombrero texano que dispara primero y pregunta después.
Y no están solos. Desde Berlín hasta Pekín, el presidente estadounidense George W. Bush ha sido el blanco del desprecio generalizado durante su primer término debido a su imagen de hombre empecinado, más interesado en actuar que en consultar. Ahora, en vísperas del nuevo año, muchos se preparan para su segundo período con una mezcla de cautela, frustración y resignación.
Después que se les negó la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva con un nuevo gobierno encabezado por el demócrata John Kerry, naciones como Francia -desairada y marginada en un amargo distanciamiento transatlántico- sólo pueden alentar la esperanza de que Bush arroje una sombra menos ominosa en los próximos cuatro años.
La ansiedad y el suspenso subyacen a un hecho tan evidente como irritante: les guste o no, Estados Unidos, la única superpotencia en pie, todavía tiene la última palabra en todo, desde el calentamiento global hasta la paz en el Medio Oriente.
"La vieja Europa enfrenta a Bush de nuevo", tituló el diario francés Le Figaro un editorial en que imploró que el segundo término de Bush sea más conciliatorio que el primero. Francia y Alemania -que también chocó con Washington en torno a la invasión de Iraq- "reciben el segundo mandato de Bush con prudencia y suspicacia", escribió el columnista Luc de Barochez.
"Alientan la esperanza de que, al igual que las segundas presidencias de Reagan y Clinton, el segundo mandato del ocupante de la Casa Blanca -al contrario que el primero- se caracterice por un deseo de cooperación internacional", afirmó.
Bush ha prometido visitar Europa poco después de su inauguración el 19 de enero. Los franceses y los alemanes observarán muy atentamente para ver si sólo se limita a ir a Gran Bretaña para hacer rancho aparte con el primer ministro Tony Blair, su mayor aliado en la guerra, o si toma la iniciativa de restañar las relaciones con escalas en París y Berlín.
Si Bush sólo viaja a Londres o Bruselas, daría "una mala señal", dijo Eberhard Sandschneider, del Instituto de Investigación del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores. Al igual que muchos europeos, Sandschneider espera que Bush haga suyo el lema acuñado por su padre de establecer vínculos "más afables y gentiles" con los líderes mundiales.
"Sería de gran ayuda para reparar relaciones, especialmente con París, si se decidiera a venir", dijo. Agregó que una cosa es telefonear a los cancilleres extranjeros, "pero a veces es útil sentarse con otro con una taza de café por medio".
Las naciones alienadas de Europa no son las únicas que se preguntan qué significara el canto de victoria republicano de "¡Cuatro años más!" para el resto de la comunidad internacional.
Israelíes y palestinos, en gran medida ignorados durante el primer término presidencial de Bush, podrían ser los más beneficiados -o perjudicados- por su reelección. Aunque este momento parezca al menos propicio para la paz, muchos parecen no estar convencidos de que Bush sepa cómo resolver un conflicto que se ha arrastrado y agravado durante décadas.
Pese al apoyo que otorga Bush al gobierno de mano dura del primer ministro israelí Ariel Sharon, los israelíes están recelosos de su apoyo a la independencia plena de los palestinos. Estos, a su vez, lo consideran anti-árabe debido a la invasión de Iraq y a su negativa a negociar con Yaser Arafat.
En Asia también hay dudas sobre las ambiciones de Bush y su agenda después de una guerra preventiva que el vicepresidente chino Qian Qichen criticó recientemente como "una guerra opcional, no necesaria".
Haciéndose eco de la opinión mundial generalizada que no vacila en ridiculizar a Bush y que todavía no puede comprender cómo los estadounidenses lo mantuvieron en la Casa Blanca, Quian atacó duramente al líder estadounidense en un comentario periodístico en que lo acusó de intentar "gobernar todo el mundo por la fuerza".
Pero el desafío más inmediato radica en Europa, donde el desprecio a Bush es profundo y donde se ha generalizado la costumbre de manifestar desdén por su gobierno.
En París, las gélidas relaciones franco-estadounidenses han generado un nuevo periódico clandestino, L'Anti-Americain, repleto de comentarios venenosos y una dosis de sátira irreverente contra Estados Unidos.
"¡Francia ofrece asilo político a estadounidenses!" proclamó el número inaugural en diciembre sobre una foto de Bush retocada para hacerlo simular un gesto grosero. "¡Todos somos anti-estadounidenses!" dice en el recuadro de los créditos.
No es que los líderes europeos del pasado y el presente no hayan hecho lo posible para superar el estancamiento.
El presidente francés Jacques Chirac, quien chocó pública y reiteradamente con Bush durante este año en torno a Iraq y a la gestión turca por incorporarse a la Unión Europea, escribió una carta dirigida al "Estimado George" felicitándolo por su reelección y manifestando su deseo de que ambas naciones encuentren los medios "para reforzar la amistad franco-estadounidense".
Un ex canciller francés, Hubert Vedrine, comentó irónicamente que la victoria de Bush dejaría al mundo entero con una "resaca". Pero otro, Herve de Charette, instó recientemente a Francia a olvidarse de lo pasado para "renovar el diálogo estratégico con los estadounidenses" como socios en un continente en el que ambos países desean incrementar el comercio y la seguridad.
El canciller federal alemán Gerhard Schroeder, también ansioso por mejorar relaciones con Estados Unidos, ha pasado del dicho al hecho lanzando un programa para entrenar a soldados y policías iraquíes fuera de Iraq como alternativa a la participación directa en la ocupación.
Pero Schroeder, al igual que muchos europeos resentidos de haber perdido su voz en los asuntos mundiales, insiste en el derecho a criticar la política de Washington sin que se le considere automáticamente anti-estadounidense.
"Espero que se den cuenta de que uno puede ganar las guerras solo, pero no la paz", advirtió Schroeder.

El reportero Matt Surman, de la AP en Berlín, contribuyó a este artículo

15 de diciembre de 2004
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CON RECELO Y ESPERANZA, EL MEDIO ORIENTE ANTICIPA MÁS CAMBIOS

El Cairo, Egipto. Hasta el optimista más empedernido podría desesperarse por la violencia y la incertidumbre que han acosado a iraquíes, israelíes y palestinos. Pero, por otra parte, el cínico más irreductible debería admitir que la región también ha dado pasos prometedores -antes inconcebibles- cuando agoniza el año.
Aunque sólo el tiempo dirá si habrán de prevalecer la esperanza o el horror, el cierre del 2004 anticipa cambios. En gran medida serán impulsados, a veces con consecuencias imprevisibles, por un Estados Unidos que manifiesta preocupación por la amenaza que imponen las armas cada vez más poderosas en la región, las rivalidades ancestrales y los deseos largamente reprimidos de mayor libertad política.
Iraq espera construir una democracia verdadera con las elecciones fijadas para el 30 de enero. Pero este plan podría descarrilarse por la violencia, en gran medida lanzada por los incondicionales de Saddam Hussein y otros iraquíes humillados por la presencia de las fuerzas de ocupación.
Justificada o no, la imagen que se ha asociado con el Iraq post-Saddam no es sólo la guerra de los nacionalistas contra los ocupantes, sino también la de hombres encapuchados que aúllan "¡Dios es grande!" mientras descargan el filo de sus alfanjes en la nuca de rehenes con los ojos vendados.
Para los enmascarados, muchos de ellos árabes no iraquíes que se han filtrado desde la destitución de Saddam, Iraq es menos una nación que un campo de batalla en una guerra entre el islam agraviado y los ‘cruzados' de Occidente.
En octubre el jordano Abu Musab al-Zarqawi, sindicado como jefe terrorista y a cuyos secuaces se atribuyen numerosas decapitaciones de rehenes en Iraq, manifestó en la internet su lealtad al jefe de al-Qaida Osama bin Laden, arquitecto de los ataques del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos.
Aunque los extranjeros como Zarqawi puedan ser minoría en Iraq, su influencia se multiplica por la conexión que se atribuyen con bin Laden y por su presencia en la internet y la televisión vía satélite.
Los vecinos de Iraq, que desde el comienzo se opusieron a la invasión, temen que sus propios extremistas se inspiren en el caos prevaleciente en Iraq. Arabia Saudí, país natal de bin Laden, vio un aumento en el 2004 de ataques atribuidos a al-Qaida o sus simpatizantes.
Las autoridades saudíes respondieron reprimiendo o tratando de ‘comprar' a los extremistas. Y también experimentaron con otra estrategia: permitir un debate público hasta entonces sin precedente sobre el papel de la religión en el reino.
La familia gobernante tolera desde hace mucho la influencia de una variante particularmente conservadora e intolerante del islam a cambio del apoyo político de los clérigos. Ahora, los comentaristas se preguntan si el islam estilo saudí genera la violencia extremista, y los funcionarios del gobierno están predicando moderación religiosa.
La tentativa apertura saudí estuvo acompañada de reformas políticas. En febrero, en la capital Riad se inició una serie de votaciones para concejos municipales. La votación, primera de todo tipo desde unas pocas a nivel municipal en los años 60, es significativa. Pero los reformistas ya están reclamando más, incluyendo el derecho de las mujeres al voto.
Estados Unidos, que reconoció en octubre que no existían las armas nucleares, químicas y biológicas que el presidente George W. Bush esperaba encontrar en Iraq, teme que su credibilidad ya deteriorada se termine de destruir si no se efectúan elecciones en Iraq el 30 de enero.
Pero Iraq podría no ser precisamente el escenario de las anticipadas elecciones de enero que presagien el modelo de democracia que Estados Unidos ha prometido en el Medio Oriente.
Son en cambio los palestinos, con su votación del 9 de enero para elegir al sucesor de Yaser Arafat, quienes podrían ofrecer las mejores esperanzas para una transición pacífica y duradera de un gobierno unipersonal a un gobierno del pueblo.
Arafat, que murió en noviembre, fue un símbolo de la identidad de su pueblo durante cuatro décadas. Pero también fue dictatorial y hermético, y los palestinos se aferran a la votación del 9 de enero como una oportunidad no sólo de cambiar a un líder, sino también de política.
Estados Unidos se sumó a Israel en su menosprecio por Arafat considerándolo incapaz de asociarse a las negociaciones de paz israelíes-palestinas, y le insistió en que instrumentase reformas.
Ahora, las autoridades estadounidenses dicen avizorar una nueva oportunidad de revivir el proceso de paz, gestión que los líderes árabes han insistido hasta el cansancio como el único medio de revertir el sentimiento anti-estadounidense y restablecer la fe en las intenciones de Estados Unidos.
Mientras tanto Washington siguió insistiendo en reformas, y la presencia de sus soldados en Iraq les parece a muchos aquí un recordatorio de que Estados Unidos actuará si no se cumplen sus demandas.
En Egipto, el país árabe más populoso y estrecho aliado de Estados Unidos, una reestructuración del gabinete en julio instaló un núcleo de tecnócratas que prometió una virtual revolución económica. Pero activistas pro-democráticos desconfiaron del argumento de los tecnócratas de que la creación de empleos y el descarte de los vestigios del socialismo deberían preceder a una mayor libertad de los egipcios para tener voz y voto en la elección de sus líderes.
Los activistas se preocupan más todavía por los indicios de que el presidente Hosni Mubarak desea una transferencia del poder poco democrática a su hijo Gamal.
En el Líbano, miles de estudiantes y otros opuestos a la presencia siria han desafiado las prohibiciones de su gobierno a protestar, envalentonados por una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que en efecto exigió a Siria el retiro de sus fuerzas del Líbano y el fin de su influencia sobre la política libanesa.
En otro escenario, el desafío fue contra Estados Unidos.
Irán niega las acusaciones estadounidenses de que tenga un programa de armas nucleares y apeló al apoyo europeo para impedir que Washington presione en busca de sanciones de la ONU.
El estancamiento pareció un eco de los preparativos bélicos para la invasión de Iraq, con las acusaciones estadounidenses de que otro miembro del ‘Eje del mal' estaba mintiéndole al resto del mundo.

15 de diciembre de 2004
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EEUU MANTENDRÁ ALTO NÚMERO DE FUERZAS EN IRAK TRAS ELECCIONES

Bagdad, Iraq. El mando militar estadounidense mantendrá el elevado número de sus fuerzas en Iraq hasta las elecciones generales del 30 de enero y "un poco más", dijo el martes el general Richard Myers, jefe del Estado Mayor Conjunto.
Hace dos semanas, el mando estadounidense indicó que las fuerzas de seguridad iraquíes no podrían proteger adecuadamente la votación y anunció que elevó el número de soldados de 138.000 a unos 150.000 para mediados de enero - cifra levemente superior que durante los momentos álgidos de la invasión del 2003.
La mayor parte de ese aumento será lograda al prolongar hasta marzo la estancia de más de 10.000 infantes de marina y soldados que en un principio deberían haber vuelto a sus bases estadounidenses en enero.
Desde entonces, la incógnita más notable ha sido si la cuantía de la tropa será entonces reducida nuevamente.
"Nuestro nivel de fuerzas será de 150.000 durante las elecciones y poco después", dijo Myers durante una visita a Iraq.
Preguntado por la fecha precisa en que serán reducidas nuevamente esas fuerzas, respondió que "ello dependerá de los acontecimientos en el teatro de operaciones".
De los comicios saldrá una asamblea de 275 miembros que designará un gobierno y redactará una nueva constitución. De ser adoptada en un referéndum el próximo año, la constitución será la base legal de otras elecciones generales a fines del 2005.
Mientras que los chiís respaldan la consulta electoral, muchos sunís pidieron su postergación debido a la virulencia de la insurgencia iraquí. La habilitación de los votantes ni siquiera ha comenzado en algunas zonas sunníes dominadas por la violencia insurgente.
Myers dijo que las elecciones generales iraquíes del 30 de enero deben ser realizadas conforme al calendario programado.
"Lo único que lograría su retraso es dar la ventaja a las mismas personas que facilitan o participan en la insurgencia", agregó.

15 de diciembre de 2004
©univisión

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