traición en la mafia
[William Glaberson] Entró por la puerta de atrás del tribunal de Brooklyn para arruinar al hombre que dice que es el padrino de una de las cinco familias mafiosas de Nueva York. Y fue al grano de inmediato.
Nueva York, Estados Unidos. "Era el jefe oficial de la familia Bonanno", dijo Salvatore Vitale a una corte federal tan sólo cinco minutos después de la vista preliminar del juicio por crimen organizado y asesinato de Joseph C. Massino, su cuñado.
La última y devastadora traición de Massino, en un caso construido sobre la cooperación sin precedentes con gente de Bonanno, estuvo puntuada por las preguntas en stacatto del fiscal, Greg D. Andres.
¿Cometió usted algún delito, preguntó Andres, por orden de Massino?
Vitale dijo que sí, mirando al fiscal a los ojos, y no al corpulento hombre sentado a la mesa de la defensa al que conoce desde que eran jóvenes en las calles de Nueva York.
"Sí cometí delitos por él", dijo Vitale, siempre evitando la mirada de Massino. "Cometí asesinatos".
Y así empezó lo que se ha dado en llamar el caso más grande de defección en la mafia desde que Salvatore Gravano, el lugarteniente conocido como Sammy el Toro ayudara a enviar a su jefe, John J. Gotti a morir en la cárcel.
Ayer fue solo el comienzo, cuando Vitale declaró como testigo hacia el final del día del juicio. Pero fue suficiente para mostrar lo perjudicial que podía ser el testimonio de Vitale, que se espera que tomará toda la semana.
Mencionó algunos de los delitos que dijo que Massino le había ordenado cometer: "Incendios, secuestros, robo y allanamiento, extorsión, usura". Todo un catálogo de la mafia moderna. Y dijo que los confesaría todos.
Hizo el cuadrangular de los informantes de la mafia: contó al jurado que Massino, 61, le había dado órdenes de matar a ocho hombres. Dio los nombres de los gángsteres asesinados que ahora son conocidos en la sala del tribunal del juez Nicholas G. Garaufis, donde los fiscales han tratado un asesinato tras otro: Sonny Red, Sonny Black, Russell, George.
A veces, Vitale, 56, que habló suave pero convincentemente, tuvo dificultades en recordar a algunos de los hombres que dijo que habían sido eliminados por orden de Massino.
Pero no vaciló cuando contó por qué se había volcado contra Massino, del que dijo que había sido su mejor amigo, el paraninfo de su boda, y quien le enseñó a nadar cuando eran jóvenes.
Dijo que a él lo habían traicionado primero. En los años noventa, dijo, Massino lo aisló de la familia. Conservó su título de lugarteniente, dijo, "pero me aislaron -tenía el título, pero no podía hacer nada".
Al otro lado de la sala del tribunal, en la primera fila, con sus labios apretados, estaba Josephine Massino, la esposa de Massino y hermana de Vitale. Escuchó cuando su hermano trataba de explicar por qué estaba ayudando a los fiscales a poner a su marido en prisión por el resto de su vida.
El hermano, en el programa de protección de testigos, dijo a la corte que en el pasado "no había nada que yo no hiciera por él". Pero entonces, dijo, fue detenido en 2001 y excluido por Massino. Dijo que creía que lo habían abandonado cuando los fiscales cerraban el cerco sobre la familia Bonanno.
"Iban a dejar a mi esposa y a mis hijos en la calle", dijo. Desde su posición en la sala del tribunal, Massino se arrellanó en la silla y suspiró, como si Vitale hubiera hecho algo prohibido.
Si se dio cuenta de la pequeña conmoción, no lo hizo notar. "Es por eso que decidí hacer lo que estoy haciendo hoy", dijo.
Se ha confesado culpable en once asesinatos y accedió a prestar testimonio para el gobierno a cambio de indulgencia.
El abogado de Massino, David Breitbart, dijo que atacará a Vitale por mentiroso y por ser un asesino.
Mientras hacía gala ante Andres de su enciclopédico conocimiento de la familia mafiosa, Vitale se mostró tranquilo. En un traje a la medida, con su cabello salpicado de canas peinado hacia atrás ordenadamente, describió los asesinatos, intrigas y planes del modo en que un contable hablaría de pérdidas y beneficios.
Tomó notes, declaró, sobre los miembros de la mafia en la ciudad y las entregó a los fiscales. Conocía los movimientos de Massino de los últimos 25 años, porque Massino se los contaba. Sabía todo de las posiciones de Massino en el mundo de la mafia, donde los hombres juran guardar los secretos.
Ayer Salvatore Vitale empezó a contar al jurado lo que él sabía.
29 de junio de 2004
17 de enero de 2005
©new york times
©traducción mQh
La última y devastadora traición de Massino, en un caso construido sobre la cooperación sin precedentes con gente de Bonanno, estuvo puntuada por las preguntas en stacatto del fiscal, Greg D. Andres.
¿Cometió usted algún delito, preguntó Andres, por orden de Massino?
Vitale dijo que sí, mirando al fiscal a los ojos, y no al corpulento hombre sentado a la mesa de la defensa al que conoce desde que eran jóvenes en las calles de Nueva York.
"Sí cometí delitos por él", dijo Vitale, siempre evitando la mirada de Massino. "Cometí asesinatos".
Y así empezó lo que se ha dado en llamar el caso más grande de defección en la mafia desde que Salvatore Gravano, el lugarteniente conocido como Sammy el Toro ayudara a enviar a su jefe, John J. Gotti a morir en la cárcel.
Ayer fue solo el comienzo, cuando Vitale declaró como testigo hacia el final del día del juicio. Pero fue suficiente para mostrar lo perjudicial que podía ser el testimonio de Vitale, que se espera que tomará toda la semana.
Mencionó algunos de los delitos que dijo que Massino le había ordenado cometer: "Incendios, secuestros, robo y allanamiento, extorsión, usura". Todo un catálogo de la mafia moderna. Y dijo que los confesaría todos.
Hizo el cuadrangular de los informantes de la mafia: contó al jurado que Massino, 61, le había dado órdenes de matar a ocho hombres. Dio los nombres de los gángsteres asesinados que ahora son conocidos en la sala del tribunal del juez Nicholas G. Garaufis, donde los fiscales han tratado un asesinato tras otro: Sonny Red, Sonny Black, Russell, George.
A veces, Vitale, 56, que habló suave pero convincentemente, tuvo dificultades en recordar a algunos de los hombres que dijo que habían sido eliminados por orden de Massino.
Pero no vaciló cuando contó por qué se había volcado contra Massino, del que dijo que había sido su mejor amigo, el paraninfo de su boda, y quien le enseñó a nadar cuando eran jóvenes.
Dijo que a él lo habían traicionado primero. En los años noventa, dijo, Massino lo aisló de la familia. Conservó su título de lugarteniente, dijo, "pero me aislaron -tenía el título, pero no podía hacer nada".
Al otro lado de la sala del tribunal, en la primera fila, con sus labios apretados, estaba Josephine Massino, la esposa de Massino y hermana de Vitale. Escuchó cuando su hermano trataba de explicar por qué estaba ayudando a los fiscales a poner a su marido en prisión por el resto de su vida.
El hermano, en el programa de protección de testigos, dijo a la corte que en el pasado "no había nada que yo no hiciera por él". Pero entonces, dijo, fue detenido en 2001 y excluido por Massino. Dijo que creía que lo habían abandonado cuando los fiscales cerraban el cerco sobre la familia Bonanno.
"Iban a dejar a mi esposa y a mis hijos en la calle", dijo. Desde su posición en la sala del tribunal, Massino se arrellanó en la silla y suspiró, como si Vitale hubiera hecho algo prohibido.
Si se dio cuenta de la pequeña conmoción, no lo hizo notar. "Es por eso que decidí hacer lo que estoy haciendo hoy", dijo.
Se ha confesado culpable en once asesinatos y accedió a prestar testimonio para el gobierno a cambio de indulgencia.
El abogado de Massino, David Breitbart, dijo que atacará a Vitale por mentiroso y por ser un asesino.
Mientras hacía gala ante Andres de su enciclopédico conocimiento de la familia mafiosa, Vitale se mostró tranquilo. En un traje a la medida, con su cabello salpicado de canas peinado hacia atrás ordenadamente, describió los asesinatos, intrigas y planes del modo en que un contable hablaría de pérdidas y beneficios.
Tomó notes, declaró, sobre los miembros de la mafia en la ciudad y las entregó a los fiscales. Conocía los movimientos de Massino de los últimos 25 años, porque Massino se los contaba. Sabía todo de las posiciones de Massino en el mundo de la mafia, donde los hombres juran guardar los secretos.
Ayer Salvatore Vitale empezó a contar al jurado lo que él sabía.
29 de junio de 2004
17 de enero de 2005
©new york times
©traducción mQh
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