escuela dos veces quemada
[Guido de Vries] Por segunda vez se provoca un incendio en una escuela musulmana turca en Uden. Grupos fascistas detrás de atentado.
Uden, Holanda. Quién toca la escuela, toca a los niños y padres y a toda la comunidad.
Es la primera frase de la carta de protesta que colgaba ayer en la puerta de la escuela básica musulmana turca Bedir, de Uden. La directora de la escuela J. van der Voort, no sabe quién es el autor, "pero él o ella sabe cómo en dar en el clavo", dice. "Podemos saber mejor que nadie el daño que causa un atentado semejante. No se trata de algunas mesas y sillas [que se quemaron] sino del daño emocional".
Van der Voort está sentada junto a la pizarra en una sala de clases de Bedir. Su escuela se ubica desde hace algunos meses en la Aldetienstraat, luego de que el antiguo edificio (en Landschrijversveld) fuera consumido por las llamas el 9 de noviembre, tras un atentado. Casi se repitió el drama cuando la noche del primer día de pascua desconocidos arrojaron contra le escuela una botella con material inflamable. "Qué tengan el coraje de volver a hacerlo, después de que la prensa de todo el mundo prestara atención al asunto", dice la directora, sacudiendo la cabeza.
El incendio de ayer fue controlado rápidamente debido a que un agente de la comisaría de policía cercana oyó la alarma de la escuela y llamó a los bomberos. El daño se limitó a una ventana rota, un par de sillas y algunas manchas de fuego, según la policía, que, según se desprendió hoy, detuvo el domingo a un joven de 17 años.
Los gozan con la violencia de este tipo, están sometidos a la bestia en sí mismos. ¡No él o ella, sino la bestia los domina!.
Es la segunda frase de la carta de protesta en la puerta de la escuela de Uden. B. Sahin ha leído la carta. Es padre de dos niños (de cinco y nueve) que siguen clases en la escuela Bedir. "No sé qué tengo que decirles a mis hijas", dice, en el pasillo de la escuela. "Después del gran incendio le dije a las niñas: No temáis nada, la nueva escuela está junto a la comisaría, y los bomberos están cerca'. Esos argumentos ya no podré usarlos".
Poco después del atentado el primer día de pascua, el alcalde de Uden, J. Kersten, intentó calmar en el ayuntamiento a los padres y profesores involucrados. Estaban, según ella, "todavía más consternados" que la primera vez. "No tanto por el alcance, sino porque es la segunda vez que ocurre. Nadie pensó que podía ocurrir". La directora de la escuela Van der Voort: "Las madres turcas preguntaron a Kersten: ¿Qué tengo que decir mañana a mis hijos?' Ella no respondió. Intervino un agente: Dígasle la verdad, cuénteles lo que ha ocurrido'. Me pareció bien".
El autor no es más que un idiota peón de su propia agresión, y no logra nada.
Es la penúltima frase de la carta de protesta en la puerta de la escuela de Ude. "En noviembre los hechores causaron más daño que un mar de llamas", dice, convencido, Sahin. "Mis dos niñas pasaron algunas noches insomnes y no se atrevían a quedarse solas en casa. Hemos debido hablar mucho".
El médico de la empresa, un pediatra y un asistente social están hace meses en negociaciones con una parte de los profesores y alumnos, dice Van der Voort. "Han tenido una experiencia muy traumática. Algunos niños se han puesto agresivos, tienen miedo del incendio y se sienten inseguros. Y algo más: ¿Cómo debemos explicar a nuestros alumnos que los sospechosos del incendio de noviembre todavía están libres?"
En enero, durante la fiesta del sacrificio, tuvo algunas esperanzas. "Invitamos a los alumnos y docentes de todas las escuelas básicas de Uden para mostrarles lo normal que era nuestra escuela. No oímos todo el día más que observaciones positivas: aquí hay niños normales, tienen los mismos libros que nosotros, y las profesoras son holandesas". Con todo, hemos estado los últimos meses "recogiendo los escombros", dice la directora de escuela. "Se estaba deteriorando y ahora pasa esto".
¿Qué hacer ahora? Van der Voort vio hace poco una emisión de Zembla', sobre Uden. En el programa quedó claro que en el ayuntamiento de Brabant hace años hay tensiones entre los jóvenes. "No pueden mostrar comprensión unos de otros", dice. "Lo que ha ocurrido ahora puede volver a ocurrir mañana", teme. "Tenemos todos un gran problema". Dice que Uden debe "unirse". "Ayuntamiento, policía, escuela, padres -todos deben participar en un plan de seguridad".
Van der Voort es apoyada por Marcel, padre de uno de los tres sospechosos del atentado pirómano contra la mezquita de Uden (en la noche del 6 al 7 de noviembre) y contra una escuela, el 9 de noviembre. Marcel ("mi hijo y los otros dos no tienen nada que ver con el incendio de pascua, ¡estaban con arresto domiciliario!") dice que "en todo Holanda, en Gelderland, Brabant del Este y específicamente Uden" pasan cosas "que los padres no controlan".
Entre los jóvenes hay algunos "muy intolerantes", dice. "En nuestro ayuntamiento los grupos luchan entre sí. El enfrentamiento no es tanto entre extranjeros y nativos -en el primer incendio también había extranjeros implicados- sino entre nativos y musulmanes. En eso participan escolares de escuelas secundarias. Marcel cree que el alcalde no conoce el problema. "Tienen los atentados como incidentes. Han escrito a 200 personas, con las que quieren hablar. Le he pedido que venga alguna vez a hablar con los jóvenes implicados. Pero no lo hace, lo escabulle".
Sahin, cuyos dos hijos son alumnos de la escuela Bedir, no piensa que Uden pueda terminar con el problema. "Aquí pasa algo que no pasa en otros ayuntamientos. Algo malo. Cerremos la escuela y marchémonos", dice, junto a la puerta de la escuela. La carta de protesta ondea con el desconocido que en su última frase se dirige al autor: "No eres valiente, y no despiertas admiración".
29 de marzo de 2005
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
Es la primera frase de la carta de protesta que colgaba ayer en la puerta de la escuela básica musulmana turca Bedir, de Uden. La directora de la escuela J. van der Voort, no sabe quién es el autor, "pero él o ella sabe cómo en dar en el clavo", dice. "Podemos saber mejor que nadie el daño que causa un atentado semejante. No se trata de algunas mesas y sillas [que se quemaron] sino del daño emocional".
Van der Voort está sentada junto a la pizarra en una sala de clases de Bedir. Su escuela se ubica desde hace algunos meses en la Aldetienstraat, luego de que el antiguo edificio (en Landschrijversveld) fuera consumido por las llamas el 9 de noviembre, tras un atentado. Casi se repitió el drama cuando la noche del primer día de pascua desconocidos arrojaron contra le escuela una botella con material inflamable. "Qué tengan el coraje de volver a hacerlo, después de que la prensa de todo el mundo prestara atención al asunto", dice la directora, sacudiendo la cabeza.
El incendio de ayer fue controlado rápidamente debido a que un agente de la comisaría de policía cercana oyó la alarma de la escuela y llamó a los bomberos. El daño se limitó a una ventana rota, un par de sillas y algunas manchas de fuego, según la policía, que, según se desprendió hoy, detuvo el domingo a un joven de 17 años.
Los gozan con la violencia de este tipo, están sometidos a la bestia en sí mismos. ¡No él o ella, sino la bestia los domina!.
Es la segunda frase de la carta de protesta en la puerta de la escuela de Uden. B. Sahin ha leído la carta. Es padre de dos niños (de cinco y nueve) que siguen clases en la escuela Bedir. "No sé qué tengo que decirles a mis hijas", dice, en el pasillo de la escuela. "Después del gran incendio le dije a las niñas: No temáis nada, la nueva escuela está junto a la comisaría, y los bomberos están cerca'. Esos argumentos ya no podré usarlos".
Poco después del atentado el primer día de pascua, el alcalde de Uden, J. Kersten, intentó calmar en el ayuntamiento a los padres y profesores involucrados. Estaban, según ella, "todavía más consternados" que la primera vez. "No tanto por el alcance, sino porque es la segunda vez que ocurre. Nadie pensó que podía ocurrir". La directora de la escuela Van der Voort: "Las madres turcas preguntaron a Kersten: ¿Qué tengo que decir mañana a mis hijos?' Ella no respondió. Intervino un agente: Dígasle la verdad, cuénteles lo que ha ocurrido'. Me pareció bien".
El autor no es más que un idiota peón de su propia agresión, y no logra nada.
Es la penúltima frase de la carta de protesta en la puerta de la escuela de Ude. "En noviembre los hechores causaron más daño que un mar de llamas", dice, convencido, Sahin. "Mis dos niñas pasaron algunas noches insomnes y no se atrevían a quedarse solas en casa. Hemos debido hablar mucho".
El médico de la empresa, un pediatra y un asistente social están hace meses en negociaciones con una parte de los profesores y alumnos, dice Van der Voort. "Han tenido una experiencia muy traumática. Algunos niños se han puesto agresivos, tienen miedo del incendio y se sienten inseguros. Y algo más: ¿Cómo debemos explicar a nuestros alumnos que los sospechosos del incendio de noviembre todavía están libres?"
En enero, durante la fiesta del sacrificio, tuvo algunas esperanzas. "Invitamos a los alumnos y docentes de todas las escuelas básicas de Uden para mostrarles lo normal que era nuestra escuela. No oímos todo el día más que observaciones positivas: aquí hay niños normales, tienen los mismos libros que nosotros, y las profesoras son holandesas". Con todo, hemos estado los últimos meses "recogiendo los escombros", dice la directora de escuela. "Se estaba deteriorando y ahora pasa esto".
¿Qué hacer ahora? Van der Voort vio hace poco una emisión de Zembla', sobre Uden. En el programa quedó claro que en el ayuntamiento de Brabant hace años hay tensiones entre los jóvenes. "No pueden mostrar comprensión unos de otros", dice. "Lo que ha ocurrido ahora puede volver a ocurrir mañana", teme. "Tenemos todos un gran problema". Dice que Uden debe "unirse". "Ayuntamiento, policía, escuela, padres -todos deben participar en un plan de seguridad".
Van der Voort es apoyada por Marcel, padre de uno de los tres sospechosos del atentado pirómano contra la mezquita de Uden (en la noche del 6 al 7 de noviembre) y contra una escuela, el 9 de noviembre. Marcel ("mi hijo y los otros dos no tienen nada que ver con el incendio de pascua, ¡estaban con arresto domiciliario!") dice que "en todo Holanda, en Gelderland, Brabant del Este y específicamente Uden" pasan cosas "que los padres no controlan".
Entre los jóvenes hay algunos "muy intolerantes", dice. "En nuestro ayuntamiento los grupos luchan entre sí. El enfrentamiento no es tanto entre extranjeros y nativos -en el primer incendio también había extranjeros implicados- sino entre nativos y musulmanes. En eso participan escolares de escuelas secundarias. Marcel cree que el alcalde no conoce el problema. "Tienen los atentados como incidentes. Han escrito a 200 personas, con las que quieren hablar. Le he pedido que venga alguna vez a hablar con los jóvenes implicados. Pero no lo hace, lo escabulle".
Sahin, cuyos dos hijos son alumnos de la escuela Bedir, no piensa que Uden pueda terminar con el problema. "Aquí pasa algo que no pasa en otros ayuntamientos. Algo malo. Cerremos la escuela y marchémonos", dice, junto a la puerta de la escuela. La carta de protesta ondea con el desconocido que en su última frase se dirige al autor: "No eres valiente, y no despiertas admiración".
29 de marzo de 2005
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
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