el uso de la sharia
[Tariq Ramadan] Intelectuales musulmanes llaman a una moratoria de la sharia.
La aplicación del código penal musulmán (conocido ampliamente por la mal comprendida palabra sharia) en las sociedades musulmanas es uno de los temas más polémicos en el diálogo entre Occidente y el mundo musulmán. La imposición de castigos corporales, lapidación y ejecución en nombre de textos religiosos sobre toda una sociedad es inaceptable. Todos debemos condenar prácticas represivas que son aplicadas sin un proceso legal debido.
El mundo musulmán, por su parte, envía mensajes contradictorios. Una minoría de intelectuales, figuras prominentes y activistas musulmanes condenan fuertemente esos castigos, mientras algunos gobiernos tratan de legitimar su carácter islámico aplicando interpretaciones represivas de textos y fuentes religiosas. Una importante discusión sobre la sharia está tomando lugar en el mundo musulmán, pero un debate fructífero debe todavía ver la luz.
Algunas poblaciones musulmanas reivindican la aplicación estricta de la sharia, pero la mayoría de los ulemas, o clérigos musulmanes, insisten en que esos castigos "no son casi nunca aplicables", debido a las dificultades para establecer las condiciones necesarias. Pero evitan expresarse claramente para no perder su credibilidad ante las masas.
El debate se ha transformado en un caso de estudio de las relaciones entre civilizaciones y culturas. ¿Debería uno exigir que todo el mundo musulmán condene estas prácticas? ¿No es posible ponerse de acuerdo sobre valores universales en los que el respecto básico por la dignidad humana no sea negociable, al mismo tiempo que se reconoce la diversidad y especificidad de las referencias religiosas, culturales e históricas?
La propuesta de una moratoria sobre el castigo corporal, la lapidación y la pena de muerte provoca oposición de todas las partes. Algunos en Occidente dicen: "¡Eso es inaceptable, no es suficiente!", mientras en el mundo musulmán se exclama: "¡Esto es inaceptable, es una traición a nuestros textos sagrados!"
El llamado a una moratoria se dirige necesariamente al mundo musulmán desde dentro de su propio marco de referencia. Estamos convencidos de que una evolución de la mentalidad sólo es posible sobre la base de un dinámica social interna.
En nombre de principios islámicos debería dictarse una moratoria inmediata en el mundo musulmán. Primero, los ulemas no se ponen de acuerdo sobre la interpretación de la autenticidad de los textos que se refieren a esos preceptos o sobre los contextos políticos y sociales en los que serían aplicables. En segundo lugar, la aplicación punitiva de la sharia es usada hoy por regímenes autoritarios para maltratar a las mujeres, a los pobres y a los opositores políticos en un vacío cuasi-legal. La conciencia musulmana no puede aceptar esta injusticia. En tercer lugar, las sociedades musulmanas, sin un acceso directo a muchos de los textos relevantes, tienden a creer que la devoción por el islam exige una aplicación estricta y visible del castigo, parcialmente en oposición "a Occidente". Es necesario oponerse a ese rumbo formalista.
Los ulemas, los intelectuales y los musulmanes socialmente comprometidos reconocen que es necesario un urgente debate interno y que las injusticias llevadas a cabo bajo pretextos religiosos son inaceptables. La llamada a una moratoria tiene una doble ventaja: Significaría la suspensión inmediata de esas prácticas en nombre de la justicia en el islam y el inicio de un proceso de reflexión sobre cómo aplicar la sharia hoy.
La evolución del pensamiento no puede tomar lugar sin este debate. Permitiría al universo intelectual musulmán reconciliarse a sí mismo con la esencia de su mensaje de justicia, igualdad y pluralismo, antes que seguir obsesionados por la aplicación formalista de castigos severos en nombre de la frustración o de sentimientos de marginación perpetuados por el dominio de Occidente. Es necesario abrir el debate y replicar con el imperativo islámico de la ijtihad (exégesis crítica de los textos religiosos).
Las condenas unilaterales que uno escucha en Occidente no contribuirán a que las cosas avancen. Al contrario, los musulmanes están convencidos del carácter islámico de esas prácticas mediante el rechazo de Occidente sobre la base de un razonamiento simplista que estipula que mientras menos sea Occidente, más será el islam. Es necesario escapar de esta perversión.
Entretanto, los gobiernos e intelectuales occidentales tienen la responsabilidad de permitir que el mundo musulmán se involucre tranquilamente en este debate dentro del islam. La reivindicación de universalidad en el Occidente no debe ir en detrimento de una comprensión de las referencias culturales y religiosas del Otro, la lógica de su sistema de pensamiento, y el sendero que conduce a una comprensión universal mutua.
A nivel político, es imperativo que cesen las denuncias selectivas -sea un país pobre o rico, aliado o enemigo. La injusticia debe rechazarse sin concesiones. Al final, los caminos que llevan al diálogo y al encuentro exigen la voluntad de cuestionar nuestras propias certidumbres.
Tariq Ramadan vive en Ginebra. Sus libros incluyen 'Western Muslims and the Future of Islam' [Musulmanes Occidentales y el Futuro del Islam'.
31 de marzo de 2005
©boston globe
©traducción mQh
El mundo musulmán, por su parte, envía mensajes contradictorios. Una minoría de intelectuales, figuras prominentes y activistas musulmanes condenan fuertemente esos castigos, mientras algunos gobiernos tratan de legitimar su carácter islámico aplicando interpretaciones represivas de textos y fuentes religiosas. Una importante discusión sobre la sharia está tomando lugar en el mundo musulmán, pero un debate fructífero debe todavía ver la luz.
Algunas poblaciones musulmanas reivindican la aplicación estricta de la sharia, pero la mayoría de los ulemas, o clérigos musulmanes, insisten en que esos castigos "no son casi nunca aplicables", debido a las dificultades para establecer las condiciones necesarias. Pero evitan expresarse claramente para no perder su credibilidad ante las masas.
El debate se ha transformado en un caso de estudio de las relaciones entre civilizaciones y culturas. ¿Debería uno exigir que todo el mundo musulmán condene estas prácticas? ¿No es posible ponerse de acuerdo sobre valores universales en los que el respecto básico por la dignidad humana no sea negociable, al mismo tiempo que se reconoce la diversidad y especificidad de las referencias religiosas, culturales e históricas?
La propuesta de una moratoria sobre el castigo corporal, la lapidación y la pena de muerte provoca oposición de todas las partes. Algunos en Occidente dicen: "¡Eso es inaceptable, no es suficiente!", mientras en el mundo musulmán se exclama: "¡Esto es inaceptable, es una traición a nuestros textos sagrados!"
El llamado a una moratoria se dirige necesariamente al mundo musulmán desde dentro de su propio marco de referencia. Estamos convencidos de que una evolución de la mentalidad sólo es posible sobre la base de un dinámica social interna.
En nombre de principios islámicos debería dictarse una moratoria inmediata en el mundo musulmán. Primero, los ulemas no se ponen de acuerdo sobre la interpretación de la autenticidad de los textos que se refieren a esos preceptos o sobre los contextos políticos y sociales en los que serían aplicables. En segundo lugar, la aplicación punitiva de la sharia es usada hoy por regímenes autoritarios para maltratar a las mujeres, a los pobres y a los opositores políticos en un vacío cuasi-legal. La conciencia musulmana no puede aceptar esta injusticia. En tercer lugar, las sociedades musulmanas, sin un acceso directo a muchos de los textos relevantes, tienden a creer que la devoción por el islam exige una aplicación estricta y visible del castigo, parcialmente en oposición "a Occidente". Es necesario oponerse a ese rumbo formalista.
Los ulemas, los intelectuales y los musulmanes socialmente comprometidos reconocen que es necesario un urgente debate interno y que las injusticias llevadas a cabo bajo pretextos religiosos son inaceptables. La llamada a una moratoria tiene una doble ventaja: Significaría la suspensión inmediata de esas prácticas en nombre de la justicia en el islam y el inicio de un proceso de reflexión sobre cómo aplicar la sharia hoy.
La evolución del pensamiento no puede tomar lugar sin este debate. Permitiría al universo intelectual musulmán reconciliarse a sí mismo con la esencia de su mensaje de justicia, igualdad y pluralismo, antes que seguir obsesionados por la aplicación formalista de castigos severos en nombre de la frustración o de sentimientos de marginación perpetuados por el dominio de Occidente. Es necesario abrir el debate y replicar con el imperativo islámico de la ijtihad (exégesis crítica de los textos religiosos).
Las condenas unilaterales que uno escucha en Occidente no contribuirán a que las cosas avancen. Al contrario, los musulmanes están convencidos del carácter islámico de esas prácticas mediante el rechazo de Occidente sobre la base de un razonamiento simplista que estipula que mientras menos sea Occidente, más será el islam. Es necesario escapar de esta perversión.
Entretanto, los gobiernos e intelectuales occidentales tienen la responsabilidad de permitir que el mundo musulmán se involucre tranquilamente en este debate dentro del islam. La reivindicación de universalidad en el Occidente no debe ir en detrimento de una comprensión de las referencias culturales y religiosas del Otro, la lógica de su sistema de pensamiento, y el sendero que conduce a una comprensión universal mutua.
A nivel político, es imperativo que cesen las denuncias selectivas -sea un país pobre o rico, aliado o enemigo. La injusticia debe rechazarse sin concesiones. Al final, los caminos que llevan al diálogo y al encuentro exigen la voluntad de cuestionar nuestras propias certidumbres.
Tariq Ramadan vive en Ginebra. Sus libros incluyen 'Western Muslims and the Future of Islam' [Musulmanes Occidentales y el Futuro del Islam'.
31 de marzo de 2005
©boston globe
©traducción mQh
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