se buscan sunníes
[Ellen Knickmeyer] Clérigos llaman a sunníes a integrarse a las fuerzas armadas. Edicto termina con antigua posición; ayatollah chií hace llamado similar.
Bagdad, Iraq. Decenas de influyentes clérigos sunníes rompieron el viernes con el antiguo boicot y exhortaron a sus seguidores a unirse a las nacientes fuerzas armadas iraquíes.
El edicto, firmado por 64 clérigos y profesionales sunníes, declaró que era necesario unirse a las fuerzas de seguridad para impedir que el país cayera en "las manos de los que han causado el caos y la destrucción y han violado los santuarios".
Fue anunciado por Ahmed Abdul Ghafour Samarrae, un predicador sunní y miembro de la Asociación de Clérigos Musulmanes, que se opuso estridentemente a la presencia militar norteamericana en Iraq y llamó a los sunníes a no colaborar con los ocupantes extranjeros o instituciones iraquíes aliadas a ellos.
El líder espiritual de los mucho más numerosos y unidos chiíes de Iraq, el gran ayatollah Ali Sistani, también llamó el viernes a cooperar con las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes, calificándolo de "deber religioso".
Entretanto, en la norteña ciudad de Samarra, explosivos dañaron un minarete en espiral que era una de las pocas reliquias de las glorias de Iraq del siglo 19 que se libraran de ser destruidas por las hordas mongolas medievales. No está claro qué causó las explosiones, pero testigos dijeron que alguien había colocado una bomba.
El llamado de reclutamiento de los clérigos sunníes -que tiene la autoridad de un edicto religioso, o fatwa- marcó su más abierta colaboración con los líderes de Iraq y sus benefactores extranjeros desde la caída del régimen dominado por los sunníes de Saddam Hussein en abril de 2003. El bloque clerical sunní había rechazado el gobierno post-Hussein como irredimiblemente manchado por sus vínculos con el gobierno y los militares norteamericanos.
Muchos iraquíes saludaron la fatwa como un avance que podría acelerar los esfuerzos por construir fuerzas de seguridad capaces de asumir la responsabilidad de la seguridad del país. Sabah Kadim, portavoz del ministerio del Interior, dijo que el nuevo edicto indica que los sunníes han comprendido "que las fuerzas de seguridad están actuando en defensa de la gente, y no de los norteamericanos".
Sin embargo, otros expresaron su preocupación de que la nueva posición sunní sobre las fuerzas armadas sugiriera que los clérigos buscan menos una alianza con sus rivales chiíes y kurdos y más contrarrestar la posición dominante que tienen esos grupos en las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes.
"Esto refleja... un intento de su parte... de tener influencia en este creciente poder militar, que de hecho delata una falta de fe en la democracia", dijo Wamidh Nadhmi, un declarado sunní que ha estado promoviendo una amplia coalición con el gobierno.
Agregó: "Este proceso debería haber sido precedido de negociaciones para hacer parte del gobierno, para tener algún tipo de diálogo, que no se dio en absoluto".
Hacer de las fuerzas armadas el principal medio para superar las divisiones recuerda los días del régimen militar y "la era de los golpes de estado", dijo Nadhmi.
La fatwa autoriza a los iraquíes a unirse a los militares y a la policía provisto que estas se comprometan a servir al pueblo y "no sean un ojo de los ocupantes", refiriéndose a las fuerzas norteamericanas y extranjeras, dijo Samarrae, el predicador que anunció el edicto durante las oraciones del viernes en Bagdad.
Samarrae es un moderado de la Asociación de Clérigos Musulmanes, pero no quedó claro si el edicto contaba con el respaldo del grupo mismo. El vicepresidente del grupo, Omar Ghalib, se negó a hacer comentarios, diciendo que la asociación sacaría una declaración el sábado.
El grupo de clérigos fue una de las varias organizaciones sunníes que llamó a boicotear las elecciones nacionales del 30 de enero. Mientras que millones de entusiastas chiíes y kurdos participaron en ellas para hacerse con el control del parlamento de 270 escaños, los sunníes en gran parte se quedaron fuera y sólo obtuvieron 17 escaños.
Los políticos dicen que el grupo de clérigos sunníes está ahora participando al menos indirectamente en conversaciones sobre la formación de lo que chiíes y kurdos prometen que será un gobierno de unidad nacional. Pero algunos dirigentes sunníes han dicho que se unirán plenamente al proceso político sólo después de que Estados Unidos anuncie cuándo retirará sus tropas.
El llamado de los clérigos el viernes no sólo a no atacar a las fuerzas iraquíes sino unirse a ella "parece ser una nueva posición", dijo Nadhmi.
"Quieren que se vayan los ejércitos extranjeros -todos queremos lo mismo", dijo Kadim, el portavoz del ministerio del Interior. Los sunníes que se oponen a la presencia norteamericana, agregó, se dan cada vez más cuenta de que "no ayuda ser terrorista. Realmente, está dañando a los iraquíes".
En la ciudad sagrada chií de Najaf, el despacho de Sistani emitió una fatwa el viernes declarando que "la cooperación con las fuerzas de orden es un deber religioso", informó la agencia de noticias France-Presse. La declaración dejó en el aire qué considera Sistani que son las "fuerzas de orden".
La explosión en la histórica mezquita de Samarra se produjo un día después de disturbios en la ciudad. El viernes en la mañana un hombre entró a la mezquita con un bolsón y salió corriendo minutos más tarde, de acuerdo a un testigo, Hareth Ahmed Mohammed.
La policía dijo que la explosión subsecuente destruyó un gran pedazo del minarete de 51 metros de alto. La gente en la calle dijo que sólo veían pequeños agujeros.
Construida en 852 en la cúspide del Imperio Abbasid, la mezquita era uno de los pocos sitios que sobrevivieron repetidos ataques de los mongoles a comienzos del siglo 13, que arrasaron con Bagdad y otras ciudades.
Francotiradores estadounidenses han tomado, a veces, posiciones en el minarete. Rehenes capturados por el grupo rebelde dirigido por Abu Musab Zarqawi han descrito haber visto a los milicianos decapitar a otros cautivos en el tejado de la mezquita.
"Lo vi en el telediario... y casi me volví loco", dijo el viernes Ahmed Jasim, propietario de una tienda de bocadillos, después de la explosión. "No puedo imaginar Samarra sin el minarete".
En la norteña ciudad de Kirkuk, el viernes, una bomba colocada en una acera de un campus universitario causó la muerte de una persona e hirió a otras tres, declaró la policía.
Bassam Sebti en Baghdad y Salih Saif Aldeen en Samarra contribuyeron a este reportaje.
2 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh
El edicto, firmado por 64 clérigos y profesionales sunníes, declaró que era necesario unirse a las fuerzas de seguridad para impedir que el país cayera en "las manos de los que han causado el caos y la destrucción y han violado los santuarios".
Fue anunciado por Ahmed Abdul Ghafour Samarrae, un predicador sunní y miembro de la Asociación de Clérigos Musulmanes, que se opuso estridentemente a la presencia militar norteamericana en Iraq y llamó a los sunníes a no colaborar con los ocupantes extranjeros o instituciones iraquíes aliadas a ellos.
El líder espiritual de los mucho más numerosos y unidos chiíes de Iraq, el gran ayatollah Ali Sistani, también llamó el viernes a cooperar con las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes, calificándolo de "deber religioso".
Entretanto, en la norteña ciudad de Samarra, explosivos dañaron un minarete en espiral que era una de las pocas reliquias de las glorias de Iraq del siglo 19 que se libraran de ser destruidas por las hordas mongolas medievales. No está claro qué causó las explosiones, pero testigos dijeron que alguien había colocado una bomba.
El llamado de reclutamiento de los clérigos sunníes -que tiene la autoridad de un edicto religioso, o fatwa- marcó su más abierta colaboración con los líderes de Iraq y sus benefactores extranjeros desde la caída del régimen dominado por los sunníes de Saddam Hussein en abril de 2003. El bloque clerical sunní había rechazado el gobierno post-Hussein como irredimiblemente manchado por sus vínculos con el gobierno y los militares norteamericanos.
Muchos iraquíes saludaron la fatwa como un avance que podría acelerar los esfuerzos por construir fuerzas de seguridad capaces de asumir la responsabilidad de la seguridad del país. Sabah Kadim, portavoz del ministerio del Interior, dijo que el nuevo edicto indica que los sunníes han comprendido "que las fuerzas de seguridad están actuando en defensa de la gente, y no de los norteamericanos".
Sin embargo, otros expresaron su preocupación de que la nueva posición sunní sobre las fuerzas armadas sugiriera que los clérigos buscan menos una alianza con sus rivales chiíes y kurdos y más contrarrestar la posición dominante que tienen esos grupos en las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes.
"Esto refleja... un intento de su parte... de tener influencia en este creciente poder militar, que de hecho delata una falta de fe en la democracia", dijo Wamidh Nadhmi, un declarado sunní que ha estado promoviendo una amplia coalición con el gobierno.
Agregó: "Este proceso debería haber sido precedido de negociaciones para hacer parte del gobierno, para tener algún tipo de diálogo, que no se dio en absoluto".
Hacer de las fuerzas armadas el principal medio para superar las divisiones recuerda los días del régimen militar y "la era de los golpes de estado", dijo Nadhmi.
La fatwa autoriza a los iraquíes a unirse a los militares y a la policía provisto que estas se comprometan a servir al pueblo y "no sean un ojo de los ocupantes", refiriéndose a las fuerzas norteamericanas y extranjeras, dijo Samarrae, el predicador que anunció el edicto durante las oraciones del viernes en Bagdad.
Samarrae es un moderado de la Asociación de Clérigos Musulmanes, pero no quedó claro si el edicto contaba con el respaldo del grupo mismo. El vicepresidente del grupo, Omar Ghalib, se negó a hacer comentarios, diciendo que la asociación sacaría una declaración el sábado.
El grupo de clérigos fue una de las varias organizaciones sunníes que llamó a boicotear las elecciones nacionales del 30 de enero. Mientras que millones de entusiastas chiíes y kurdos participaron en ellas para hacerse con el control del parlamento de 270 escaños, los sunníes en gran parte se quedaron fuera y sólo obtuvieron 17 escaños.
Los políticos dicen que el grupo de clérigos sunníes está ahora participando al menos indirectamente en conversaciones sobre la formación de lo que chiíes y kurdos prometen que será un gobierno de unidad nacional. Pero algunos dirigentes sunníes han dicho que se unirán plenamente al proceso político sólo después de que Estados Unidos anuncie cuándo retirará sus tropas.
El llamado de los clérigos el viernes no sólo a no atacar a las fuerzas iraquíes sino unirse a ella "parece ser una nueva posición", dijo Nadhmi.
"Quieren que se vayan los ejércitos extranjeros -todos queremos lo mismo", dijo Kadim, el portavoz del ministerio del Interior. Los sunníes que se oponen a la presencia norteamericana, agregó, se dan cada vez más cuenta de que "no ayuda ser terrorista. Realmente, está dañando a los iraquíes".
En la ciudad sagrada chií de Najaf, el despacho de Sistani emitió una fatwa el viernes declarando que "la cooperación con las fuerzas de orden es un deber religioso", informó la agencia de noticias France-Presse. La declaración dejó en el aire qué considera Sistani que son las "fuerzas de orden".
La explosión en la histórica mezquita de Samarra se produjo un día después de disturbios en la ciudad. El viernes en la mañana un hombre entró a la mezquita con un bolsón y salió corriendo minutos más tarde, de acuerdo a un testigo, Hareth Ahmed Mohammed.
La policía dijo que la explosión subsecuente destruyó un gran pedazo del minarete de 51 metros de alto. La gente en la calle dijo que sólo veían pequeños agujeros.
Construida en 852 en la cúspide del Imperio Abbasid, la mezquita era uno de los pocos sitios que sobrevivieron repetidos ataques de los mongoles a comienzos del siglo 13, que arrasaron con Bagdad y otras ciudades.
Francotiradores estadounidenses han tomado, a veces, posiciones en el minarete. Rehenes capturados por el grupo rebelde dirigido por Abu Musab Zarqawi han descrito haber visto a los milicianos decapitar a otros cautivos en el tejado de la mezquita.
"Lo vi en el telediario... y casi me volví loco", dijo el viernes Ahmed Jasim, propietario de una tienda de bocadillos, después de la explosión. "No puedo imaginar Samarra sin el minarete".
En la norteña ciudad de Kirkuk, el viernes, una bomba colocada en una acera de un campus universitario causó la muerte de una persona e hirió a otras tres, declaró la policía.
Bassam Sebti en Baghdad y Salih Saif Aldeen en Samarra contribuyeron a este reportaje.
2 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh
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