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las cámaras vuelven a rodar


[Edmund Sanders] Libres de Hussein, la televisión y la industria cinematográfica está floreciendo y probando sus límites.
Bagdad, Iraq. El director iraquí Akram Kamel está corriendo contra el sol para terminar la filmación de una escena callejera en Bagdad para sus miniseries de televisión.
La luz diurna es la única luz que tiene. Cuando cae la noche, los actores y el equipo se apresuran a llegar a casa antes del toque de queda y eludir a los criminales, secuestradores y a la espantadiza policía que recorren las calles de la capital.
"¡Quieto todo el mundo! ¡Stand by!", grita Kamel, los ojos fijos en un monitor de video que enmarca a dos actores sentados en el patio de un restaurante. Los personajes empiezan a mostrarse amor, susurrando, cuando dos helicópteros militares norteamericanos volando bajo retumban arriba, apagando el diálogo. "¡Corten!", ladra el director. La actriz da vuelta los ojos.
La escena vuelve a empezar, pero esta vez el altavoz de una mezquita empieza a transmitir las oraciones de la tarde, amortiguando el diálogo. Minutos más tarde, Bagdad se ha hundido en otro corte de luz. Los generadores del vecindario empiezan a retumbar. Kamel se rinde ante la cacofonía.
"Este país no tiene arreglo", dice echando chispas, pasándose las manos por sus ralos cabellos canos.
Filmar en las calles de Bagdad produce sin querer una especie de cinema vérité y directores como Kamel hacen frente a dificultades cuando tratan de revivir la maltratada industria de la diversión.
Después de décadas de censura gubernamental y dos años de ocupación norteamericana, actores, cineastas y productores de televisión están disfrutando de las nuevas libertades artísticas para contar historias sobre los iraquíes -antes y después del derrocamiento de Saddam Hussein- para una audiencia cada vez más hogareña.
Una docena de nuevos canales de televisión privados están produciendo telenovelas, comedias, reality shows y dramas con un sabor distintamente iraquí. Por primera vez la televisión iraquí está abordando problemas de justicia social, corrupción oficial y a veces la vida durante el régimen de Hussein.
El primer largometraje de posguerra del país es ‘Underexposure', que se concentra en la generación perdida de jóvenes artistas que debieron sobrevivir la ocupación norteamericana. Ahora hace su debut en festivales de cine internacionales.
‘Departure', una innovadora serie de televisión que estrenó en abril, hace la crónica de una familia de gángsteres que prospera después de la caída de Bagdad vendiendo antigüedades robadas. Piénsese en ‘Sopranos' con un toque iraquí. Un personaje del programa aterriza en la cárcel días antes de la invasión norteamericana después de emborracharse e insultar a Hussein. Es la primera vez que un programa de diversión iraquí describe negativamente la vida durante el gobierno del dictador.
"El programa muestra lo que llevamos dentro", dijo Mothana Ahmed, 40, dueño de una tienda de alimentación de Bagdad que ha estado observando día tras días el desarrollo del drama. "Todos conocemos los crímenes de Saddam Hussein, pero ver nuestras vidas retratadas en un programa de entretención es excitante y horroroso".
Quizás el éxito de televisión más grande es ‘Caricature', una irreverente comedia del tipo de ‘Saturday Night Alive' que aborda temas que van desde los cortes de electricidad hasta los secuestros y los funcionarios holgazanes. En un sketch un empleado oficial desempleado que perdió su trabajo después de la guerra maldice al antiguo administrador norteamericano L. Paul Bremer III, porque ahora su vida ha sido reducida a llevar al baño a su suegro enfermo.
Otro sketch hace la crónica de la eterna espera de una familia en la cola de una gasolinera; sus hijos crecen y se transforman en adultos y la barba del padre le llega al pecho. En otro, una poca agraciada maestra de una escuela primaria se ve inundada por propuestas de matrimonio después de que su salario en el gobierno subiera de 3 a 200 dólares al mes.
El renacimiento de la diversión es un fenómeno cultural clave para el país, dicen expertos. "El cine documenta las experiencias de una sociedad. Documenta la vida de la gente, de nuestras aspiraciones y nuestros sufrimientos", dijo Sabah Mehdi Musawi, decano de la escuela de cine de la Universidad de Bagdad.
La nueva cosecha de películas y programas de televisión hechos en casa no sólo proporciona un necesario escape para los iraquíes sino también puede ayudarles a entender mejor su realidad."Ver algo en la televisión acerca más al espectador", dijo Alaa Dahan, director de Al Sharqiyah, el canal de televisión por satélite que emite ‘Departure' y ‘Caricature'.
Los telespectadores dicen que están contentos de tener una razón para reír de nuevo.
Adnan Dabagh, 60, es un recalcitrante fan de ‘Caricature' que advierte a los amigos y familia no interrumpirlo durante el programa diario de las siete de la tarde.
"Ese es un tiempo sagrado para mí", dijo un oficial jubilado del ejército iraquí. "Nuestra vida real es tan mala que necesitamos un programa así para reírnos del asunto de una manera que todos podamos entender".
Los nuevos programas están probando las normas religiosas y sociales de Iraq. Las comedias en la red oficial Al Iraqiya han mostrado a jeques borrachos y agentes de policía imbéciles, personajes que no hubieran sido permitidos nunca durante el antiguo régimen.
Los líderes, desde el presidente Bush hasta el antiguo primer ministro iraquí Iyad Allawi, son rutinariamente objetos de burla. Las miniseries de gángsteres de Al Iraqiyah muestran una escena en hombres y mujeres beben y bailan juntos, un conducta escandalosa para la televisión iraquí, que todavía no ha mostrado un beso en la pantalla.
Algunos iraquíes creen que los programas de noticias van demasiado lejos. Hace poco un grupo religioso protestó que ‘Tata Academy' en Al Sumeriya rebajaba la cultura iraquí. El programa, llamado así por los tatas, los deteriorados autobuses públicos hechos en India, programas paródicos de caza de talentos en los que se ridiculizan los estilos de canto y acentos iraquíes. El programa fue brevemente descolgado, pero continuó a petición de los anunciadores.
El ex ministro de electricidad de Iraq, Ayham Samarrai, que es frecuentemente el blanco de chistes de un equipo de comediante en el canal Al Iraqiya, se quejó ante la estación, dijo uno de los actores.
"Nos aconsejó que lo dejáramos tranquilo", dijo Nahe Mahdu, un conocido comediante iraquí. "Por supuesto, eso nos hizo querer hacer más programas sobre él. Así que después de eso subimos la presión".
Antes de la invasión la industria del cine y la televisión iraquí había estado estancada. La producción había llegado a un tope en los años setenta y principios de los ochenta, cuando la Babel Film Co., produjo en profusión sagas patrióticas sobre las supuestas proezas militares de Iraq y dramas históricos sobre los reyes hashemitas que admiraba Hussein. El hijo del dictador, Uday, controlaba el principal canal de televisión, que tenía que someter los guiones y películas a monitores del gobierno antes de salir al aire.
Después de la Guerra del Golfo de 1991 la producción se paralizó durante el embargo de Naciones Unidas. Las importaciones de equipos de cámaras y químicos para los revelados de las películas fueron prohibidas porque los inspectores temían que pudieran ser usados en el espionaje o para hacer armas químicas. La televisión iraquí se transformó en un páramo de reposiciones de Egipto y otros países árabes.
La invasión norteamericana de 2003 le dio el golpe final. La escuela de cine de la Universidad de Bagdad perdió su escuela de cine en un incendio después de que aviones norteamericanos atacaran la emisora de radio de la ciudad universitaria. Los saqueadores se llevaron lo que libró del incendio, dejando atrás sólo una par de máquinas de edición polvorientas y a manivela demasiado grandes como para ser robadas.
"La mayoría de nuestros archivos, la historia del cine iraquí, se perdieron en las llamas", dijo Musawi, el decano, parado ante varias pilas de rollos de películas oxidados que es lo que queda de la colección. La escuela posee una sola cámara de video Sony, que permanece guardada con candado en un armario la mayor parte del tiempo porque nadie sabe cómo compartirla entre 200 estudiantes.
Después de la guerra la venta de antenas parabólicas -que antes eran ilegales- subió en picado y los iraquíes por primera vez tuvieron acceso a programas de todo el mundo, desde taquilleras películas de Hollywood hasta pornografía italiana.
"Al principio la gente estaba ansiosa de ver el mundo exterior", dijo Dahan, de Al Sharqiyah, el canal de televisión que ahora sólo emite programas producidos en Iraq. "Al año después estaban hartas, y ahora quieren ver algo local".
Tras la caída de Bagdad, el cineasta Oday Rasheed corrió al ministerio del Cine a recoger una película que los censores habían considerado demasiado radical. Encontró edificios en llamas y unos saqueadores robando películas Kodak de 35 milímetros vencidas.
Compró 80 latas y empezó a filmar una película sobre un cineasta y otros artistas recorriendo las calles de Bagdad, buscando significación en medio de la ocupación americana.
Convenció a la Eastman Kodak Co. a revelar gratis el metraje. La Babel Film Co., que seguía cerrada y sin presupuesto, prestó al joven director cámaras y otros equipos.
Tituló su película ‘Underexposure' para ajustarse a las películas vencidas y mostrar las confusiones y aislamiento de su generación antes y después de la guerra.
"Estamos viviendo vidas subexpuestas", dijo Rasheed.
"Estamos atrapados en el medio. Es fácil entrar y salir. Pero no lo construir algo nuevo".
La película se ha mostrado en festivales en Dinamarca, China y Alemania, pero de momento ha sido incapaz de mostrarla a los iraquíes porque la mayoría de los teatros siguen cerrados debido a problemas de seguridad.
Además, los cineastas iraquíes comparten una preocupación con los productores menos conocidos de Hollywood: La falta de dinero para hacer y distribuir sus propias películas. El nuevo gobierno iraquí carga con otros desafíos y es improbable que haya inversión privada dadas las sombrías expectativas de que los iraquíes vuelvan pronto al cine.
"Dinero. Todo gira sobre el dinero", dijo Heider Minathar, un actor convertido en director que está tratando de reunir 150.000 dólares para una saga sobre un dictador parecido a Hussein.
Algunos canales de televisión están comenzando a hacer beneficios, dicen los gerentes, aunque la venta de publicidad en Iraq ha sido irregular. ‘Tata Academy' es uno de los programas que hace dinero. El controvertido programa fue comprado por 18.000 dólares por un canal de televisión, que a su vez gana 5 millones de dólares en publicidad, dijo Kamel, que producía el programa.
Kamel dice que exigirá más en su próximo programa, una miniserie sobre dos mellizos que se reúnen después de haber sido separados cuando uno de los padres escapara del régimen de Hussein, dejando al otro atrás.
De momento, Kamel y otros están descubriendo que hay límites a su libertad. Mencionar el nombre de Hussei todavía es tabú en la televisión. La mayoría de los programas se sitúan en el Iraq de posguerra y hacen sólo breves referencias al antiguo régimen.
La reciente serie ‘Departure' fue la primera en describir la vida antes de la invasión norteamericana, pero comienza sólo 10 días antes de la guerra y se refiere a Hussein como "el presidente".
"Mucha gente no está todavía dispuesta a mirar el pasado", dijo Dahan. "Todavía no llegamos a eso".
Kamel dijo que sacó una referencia directa a Hussein de un guión que había accedido recientemente a filmar.
"Olvida a Saddam", dijo. "Está muerto".

Caesar Ahmed contribuyó a este reportaje.

9 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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