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mujeres contra la sharia


[Alissa J. Rubin y Asmaa Waguih] Luchando por preservar sus derechos en Iraq. Después de observar la erosión de sus libertades, activistas intentan remplazar la ley islámica por la civil en la constitución.
Bagdad, Iraq. La amarillenta fotografía muestra a una mujer con un vestido hasta las rodillas, sin mangas. Su pelo corto ondea en la brisa. Lleva unas elegantes gafas oscuras para protegerse del resplandor del verano.
La época es principios de los años sesenta. Podría estar en el aeropuerto John F. Kennedy en Estados Unidos, pero es en Iraq, cuando era gobernado por uno de sus caudillos militares.
Hoy, pocas mujeres iraquíes se atreverían a llevar un vestido semejante.
La mayoría cubre sus brazos hasta las muñecas. Sólo unos mechones sobresalen de los pañuelos de cabeza. Las faldas llegan a menudo hasta los tobillos.
Jinan Mubarak examinó la fotografía y sacudió su cabeza.
"No puedo llevar lo que en esa época llevaba mi madre. Es realmente triste", dijo. "Entonces las mujeres vivíamos en mejores condiciones. Ahora, empeoran todos los días".
Como muchas activistas por los derechos de la mujer en Iraq, Mubarak se ha zambullido en la lucha de su vida para asegurarse de que la nueva constitución iraquí, que debe ser completada el 15 de agosto, al menos preserve los derechos que tienen las mujeres ahora. Está lejos de ser claro si ella y sus hermanas lo lograrán.
Los partidos islámicos chiíes en el país, con el tácito apoyo de millones de mujeres devotas, están intentando implantar la ley islámica en lugar del código civil que ahora gobierna áreas como el matrimonio, divorcio, tutoría de los hijos y herencias.
Un borrador de la constitución publicado el sábado en el diario del Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Iraq, uno de los dos más importantes partidos chiíes, dice que hombres y mujeres son iguales "en conformidad con las disposiciones de la ley islámica". Juristas y activistas de los derechos de la mujer ven la disposición como un modo de remplazar jueces laicos por clérigos, y el código civil por leyes religiosas.
Aunque la mayor parte de los debates sobre la constitución divide a los iraquíes a lo largo de líneas sectarias y étnicas, el problema de los derechos de la mujer revela una importante falla en la política del país.
"Existe un conflicto entre el laicismo y la religión a la hora de redactar la nueva constitución", dijo Najla Ubeidi, abogada y miembro de la Liga de Mujeres Iraquíes, uno de los grupos de mujeres más antiguos del país. Ubeidi, como muchos otros, ve la constitución como una lucha por el alma iraquí, un test de si se convertirá en una sociedad avanzada que utiliza los talentos de todos sus ciudadanos o en una que excluye a más de la mitad de su población.
"Durante los años sesenta se quiso realmente mejorar la situación de la mujer", dijo Ubeidi. "Llevábamos lo que queríamos, salíamos cuando queríamos, volvíamos a casa cuando queríamos, y la gente nos juzgaba por nuestra conducta".
El tratamiento que daba el gobierno iraquí a las mujeres mejoró marcadamente en 1959 con la aprobación de su ley de "condición personal", que fundía principios de la sharia con interpretaciones jurídicas occidentales de problemas de familia. Cuando el Partido Baaz y más tarde Saddam Hussein asumieran el poder, dejaron esa ley intacta, y a pesar de las atrocidades de su régimen, Hussein respaldaba un fuerte papel de las mujeres en el gobierno y patrocinaba un estado laico. Hacia los años noventa, Hussein había empezado a reducir el papel de las mujeres y a descansar más pesadamente en una retórica religiosa, pero las mujeres conservaron sus derechos civiles.

Ola Religiosa
Desde la invasión norteamericana hace casi dos años y medio, Iraq se ha hecho abiertamente más religioso. Aunque Iraq fue durante largo tiempo el país más secular de Oriente Medio, el derrocamiento de Hussein desencadenó una ola de sentimientos religiosos, especialmente entre la comunidad chií, que Hussein reprimió brutalmente. En algunas regiones conservadoras las mujeres han sido atacadas por no llevar la larga túnica negra abaya y no cubrirse completamente la cabeza que es la norma entre las mujeres musulmanas devotas aquí.
Aunque pocas mujeres justifican esos ataques, muchas aceptan la preeminencia de ley religiosa sobre la laica. Las opiniones de las mujeres iraquíes sobre la sharia son complejas y diversas, y muchas mujeres chiíes educadas apoyan primero la ley islámica. Si las mujeres trabajan en organizaciones islámicas o participan en política a través de partidos islámicos, su lealtad es primero hacia la política islámica, durante muchos años reprimida por Hussein, y recién entonces a las mujeres.
Las activistas de los derechos de la mujer reconocen que la gran mayoría de las mujeres iraquíes, especialmente las que viven en las afueras de Bagdad, sabe poco o nada sobre el debate constitucional. Si se les pregunta, dicen las activistas, esas mujeres probablemente no harían objeciones a que se remplace el código civil por la ley islámica. Especialmente en el sur chií, las mujeres han tendido a buscar en su fe, sus clérigos y sus tribus apoyo y protección ante las crueldades de Hussein y la pérdida de sus hombres durante la guerra de Iraq-Irán en los años ochenta.
Para ellas, la ley islámica ofrecía certidumbres en épocas inciertas.
"Prefiero mucho más la sharia para cuestiones personales", dijo Salama Khafaji, miembro de la nueva Asamblea Nacional. "Tengo mucho miedo de cosas como que hombres y mujeres son iguales: ¿Qué quiere decir cuando se trata de la tutoría de los hijos? Una mujer quiere criar a su hijo aunque su marido se divorcie de ella".
Khafaji agregó que si una mujer quería estar segura de sus derechos en el matrimonio y el divorcio, podría exigir que sus demandas sean incorporadas en el contrato matrimonial -una práctica permitida por la ley islámica. Pero no todas las familias ni todos los clérigos admiten necesariamente las exigencias de una mujer.
Para las mujeres laicas, y hay muchas, la idea de ser gobernadas por clérigos es impensable.
"Queremos una constitución civil que separe la ley de la religión y que no interfiera en los asuntos privados de la gente", dijo Hanna Edward, directora de la Asociación Al Amal iraquí, un grupos de derechos humanos y de la mujer.
El mes pasado, grupos de mujeres dirigidos por activistas que han pasado años en el territorio secular kurdo en el norte de Iraq donde las mujeres disfrutan de toda una gama de derechos, lanzaron una campaña de boicot nacional. Han organizado conferencias y sentadas y enviado equipos a 12 provincias para informar a las mujeres sobre la constitución.
Su objetivo es convencer a los hombres más poderosos del país -los que presiden los principales partidos políticos- para impedir que el sistema actual sea cambiado por la ley islámica. Se han reunido con el nuevo embajador norteamericano Zalmay Khalilzad y el embajador de Naciones Unidas Ashraf Jehangir Qazi, que apoyan resueltamente derechos iguales para las mujeres bajo la ley civil.
Notablemente ausentes de la lista de personas con las que se han reunido son líderes chiíes. "Dicen que están ocupados o viajando fuera del país", dijo Shirok Abbayachi, un ingeniero civil que volvió a Iraq el año pasado para trabajar sobre problemas de la mujer. "Creo que no les gustamos".
Las activistas creen que pueden casi seguramente conseguir algunas concesiones si tuvieran más tiempo para movilizar a las mujeres, pero temen que las profundas sospechas en política que datan de la época de Hussein dificulten que la gente se comprometa rápidamente.
"Las mujeres de Iraq están despertando, pero elevar la conciencia toma tiempo", dijo Edward, una activista de derechos de la mujer que vivió en Siria y Kurdistán durante el régimen de Hussein.

Costumbres Enraizadas
Contra ellas trabajan las costumbres conservadoras, que desde la invasión norteamericana se han enraizado más.
Las niñas, incluso de familias laicas, rara vez pasan siquiera una noche fuera de casa hasta que se casan, y rara vez se casan sin la bendición explícita de sus familias. Las niñas tienen mucha conciencia de que deben mantener la reputación de la familia, e incluso para las mujeres educadas la trayectoria es igualmente reglamentada: Para cuando una mujer termina la universidad, es probable que se comprometa o lo hará poco después.
"Ahora la hijab es un uniforme, no porque lo quieran las mujeres, sino porque tienen miedo de no llevarla", dijo Edward, una mujer pequeña e intensa que no usa pañuelo de cabeza y es a menudo vista ajetreada en su oficina en el centro con un móvil pegado en la oreja y otro teléfono fijo en la otra.
Ella y otras activistas quieren que los que redactan la constitución presten atención a tres cláusulas de un borrador previo de la constitución:
-La substitución del código civil por la sharia en asuntos de ‘condición personal' -esto es, matrimonio, divorcio, tutoría de los hijos y herencias. En un borrador, la constitución permitiría que cada cual decidiera que su caso sea visto por un tribunal chií, sunní o cristiano. No está claro si un tribunal civil será también una opción. Sobre las herencias la ley religiosa es particularmente punitiva hacia las mujeres, otorgando a una hermana, en general, la mitad de lo que reciben sus hermanos.

-El mandato de que el estado desarrolle la condición de las tribus y "aprovechen sus valores y... tradiciones que no atienten contra nuestros principios religiosos". La gran mayoría de las familias en Iraq tienen relaciones tribales, que pueden sea protegerlas o subyugarlas completamente.
La justicia tribal puede incluir el uso de las mujeres como pagos para resolver conflictos entre tribus. El jefe tribal tiene poder absoluto y puede ordenar que una mujer acusada de adulterio sea asesinada o puede imponer o prohibir una boda. Incluso las mujeres que apoyan la sharia expresan alarma antes párrafos en la constitución que asignan autoridad a las tribus.

-La eliminación de la cuota de 25 por ciento de mujeres en la Asamblea Nacional. La ley administrativa de transición exige que no menos del 25 por ciento de los representantes sean mujeres. Una versión anterior de la constitución eliminaba esa cuota después de dos términos, asegurándose de que las mujeres tendrán menos escaños, porque es improbable que los partidos políticos incluyan demasiadas mujeres en sus listas de candidatos. A pesar de perspectivas inicialmente sombrías el cabildeo de las mujeres parece surtir efecto: La comisión constitucional ya ha restablecido la cuota de 25 por ciento y no ha puesto límites de tiempo a su duración, dicen miembros del comité constitucional.

Safiya Souhail, una de las varias y resueltas organizadoras, obtuvo recientemente permiso para entrar a la cafetería donde almuerzan los miembros de la Asamblea Nacional. Ella y varias otras mujeres usan ahora el espacio diariamente, acorralando a los legisladores.
Si la redacción de la constitución presentada a la Asamblea Nacional desatiende a las mujeres, piensa que puede contar con los kurdos, que son en su mayoría laicos, para que voten por los cambios, así como con miembros del partido de Iyad Allawi, el ex primer ministro interino con quien se reunió hace algunos días. Esos votos todavía no son suficientes para ganar, pero ella y sus colegas piensan trabajar hasta la fecha límite misma.
Mencionó a personajes prominentes con los que se ha reunido: el presidente Jalal Talabani, kurdo; el orador de la Asamblea, Hachim Hassani, sunní; y Foudad Massoun, un importante miembro de la comisión constitucional.
"Todos nos han dado sus votos", dijo. "Hachim Hassani dijo que como orador tenía que firmar la versión definitiva de la constitución, y prometió que no firmaría a menos que se incorporen nuestras demandas".

9 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh


2 comentarios

mQh -

Los comentarios han de ser muy breves. De otro modo, desaparecen.