posibles peleas entre rebeldes
[Solomon Moore] A medida que cambia la dinámica en la frontera, los marines cerca de la ciudad de Husayabah ya no son los únicos objetivos.
Husaybah, Iraq. Los marines asignados al Camp Gannon, en las afueras de esta indómita ciudad donde los insurgentes están bien plantados en la tierra, están acostumbrados a que se les dispare. Así cuando hace poco oyeron balazos de AK-47 y docenas de morteros estallaron en la ciudad, no se sorprendieron.
Esta vez, sin embargo, ellos no eran el blanco.
"Se estaban disparando entre ellos", dijo el capitán Frank Diorio, el comandante del campo.
Desde puestos de observación en el perímetro del campo, los marines han mirado a los insurgentes lanzarse docenas de rondas de mortero unos a otros y balaceras de horas. Y los vecinos de la ciudad, creen aquí las tropas, se han ocasionalmente unido a los combates.
Algunos marines especulan que un grupo de insurgentes puede haber atacado a otra facción. Creen que grupos locales están luchando contra los grupos con militantes extranjeros.
Ubicada en la intersección de la frontera siria y el río Eúfrates, esta antigua ciudad de 30.000 habitantes ha sido durante siglos un cruce de viajeros, comerciantes y contrabandistas, y vive prácticamente independiente de cualquier autoridad nacional.
Tampoco Saddam Hussein logró dominar gran parte de la enorme provincia occidental de Al Anbar, con sus océanos de arena y aisladas tribus árabes sunníes.
En los últimos dos años, dicen los militares norteamericanos, Husaybah se ha transformado en una ruta de pasaje y campos de adiestramiento de los combatientes que llegan desde Siria.
"Los insurgentes obtiene adiestramiento y dinero aquí y luego se trasladan hacia el este", dijo Diorio. "Ahora parece que muchos se quedan aquí. Quieren transformar este área en otra Faluya, pero muchos de los vecinos no quieren saber nada".
El teniente Ronnie Choe, el agente de inteligencia en el campo, dijo que muchos vecinos del área que al principio lucharon junto a los insurgentes ayudándoles a cruzar la frontera se han desilusionado desde entonces de los militantes. Si son ideas de los marines o parte de la realidad no puede ser determinado ahora; y no es aconsejable aventurarse en la ciudad para hacer entrevistas.
"Las tensiones en Husaybah las provocan los combatientes extranjeros que vienen aquí y se quedan aquí. Los muyahedines han incluso amenazado a los imanes", dijo Choe, usando el término local para rebeldes.
Dijo que el mes pasado los insurgentes secuestraron a un clérigo que había leído un sermón el viernes pidiendo a los combatientes extranjeros que dejaran de atacar a los americanos desde Husaybah porque ponían en peligro a los vecinos cuando los marines retornaban el fuego. Choe también describió cómo los combatientes extranjeros habían secuestrado los sermones semanales.
"Oyes una voz leyendo el sermón, y luego continúa otra persona", dijo.
Choe observó que los llamados al teléfono de delaciones estaban aumentando y dijo que esos contactos eran su mejor fuente de inteligencia.
Hace dos semanas, las tropas allanaron una casa en Husaybah y encontraron un alijo de armas. La familia reconoció rápidamente que los insurgentes habían ocultado contrabando en su casa, dijo Diorio.
"Dijeron: Sí, llegaron y metieron las armas aquí. Y antes de partir le dispararon a mi hijo".
La transformación de Husaybah de una ruta insurgente a punto de destino de combatientes extranjeros fue evidente durante al ataque a gran escala contra el Camp Gannon el mes pasado. En ese ataque 30 a 40 insurgentes dispararon sus rifles Kalashnikov y lanzagranadas para desviar la atención de tres vehículos-bomba -una furgoneta, un enorme camión de basura y un camión de bomberos. Los conductores de los dos vehículos más grandes trataron de romper la barrera de seguridad interna del campo.
El ataque fracasó y sólo dos marines quedaron levemente heridos. Pero el alto nivel de planificación y coordinación indicaron la participación de extranjeros y tiempo y recursos, dijeron oficiales norteamericanos. Más tarde Al Qaeda reivindicó su responsabilidad en el ataque.
"Ese ataque nos mostró que ellos tienen la capacidad de organizar ataques de alto nivel", dijo el teniente coronel Timothy S. Mundy, el comandante del batallón en Camp Gannon y la ciudad vecina de Qaim. "Tomó un montón de tiempo y esfuerzo planificar ese ataque, pero no es algo que no pueden hacer".
Esos ataques han provocado pocas bajas norteamericanas, un hecho que no ha pasado desapercibido a los insurgentes detenidos, dijo el capitán Tom Sibley, el agente de inteligencia del batallón.
"Muchos de estos tipos están desilusionados", dijo Sibley. "Nuestros detenidos en el áreas nos lo han dicho". Dijo que muchos de los insurgentes detenidos en la provincia de Al Anbar dicen a los interrogadores que están cansados de pelear.
"Un montón de ellos provienen de familias donde uno o dos o tres hermanos han sido detenidos o matados", dijo Sibley. "Muchos de ellos tienen trabajos normales; están tratando de seguir adelante con sus vidas normales y al mismo tiempo participar en la resistencia. Tienen esposas... y niños que los extrañan".
Pero por otro lado insurgentes recalcitrantes les están presionando para que sigan peleando, dijo Sibley.
"Los tipos de Al Qaeda matan a esa gente si no colaboran", dijo Sibley. "No los tratan bien".
Los marines de Camp Gannon reconocen que muchos vecinos de Husaybah están atrapados en el medio, observando a los dos lados para ver quién conquista el poder. Diorio dijo que los marines piensan quedarse hasta que las fuerzas de seguridad de Iraq se establecieran más tarde en la región.
Entretanto los marines realizan ocasionalmente operaciones de "puestos de observación" en las que un pequeño grupo ocupan una residencia en la ciudad y se queda en la noche para recoger inteligencia. Estas operaciones son raras debido a los riesgos involucrados, tanto para los marines como para la gente con la que entran en contacto.
El capellán de lanceros Karl Smithson, 22, participó hace poco en una de esas operaciones. Viajando antes del amanecer, los miembros del equipo llegaron furtivamente a la casa de una familia iraquí y se encerraron ahí durante 24 horas.
"Supongo que tenían miedo", dijo Smithson.
Después de unos tensos momentos, una de las mujeres que vivía ahí reconoció que hablaba algo de inglés. Sirvió a los hombres comida y té, y Smithson dijo que los marines la convencieron de la idea de que las tropas de Estados Unidos se iniciaban matando a sus parientes era falsa.
Smithson dijo que tiene la sensación de que los vecinos tampoco quieren a los insurgentes, aunque tienen miedo de hablar sobre ellos.
"Me habría gustado comunicarme con ellos más tiempo", dijo. "Pero aquí estamos en el salvaje oeste. Y sé que cuando nos marchemos, todo volverá a ser como antes".
11 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Esta vez, sin embargo, ellos no eran el blanco.
"Se estaban disparando entre ellos", dijo el capitán Frank Diorio, el comandante del campo.
Desde puestos de observación en el perímetro del campo, los marines han mirado a los insurgentes lanzarse docenas de rondas de mortero unos a otros y balaceras de horas. Y los vecinos de la ciudad, creen aquí las tropas, se han ocasionalmente unido a los combates.
Algunos marines especulan que un grupo de insurgentes puede haber atacado a otra facción. Creen que grupos locales están luchando contra los grupos con militantes extranjeros.
Ubicada en la intersección de la frontera siria y el río Eúfrates, esta antigua ciudad de 30.000 habitantes ha sido durante siglos un cruce de viajeros, comerciantes y contrabandistas, y vive prácticamente independiente de cualquier autoridad nacional.
Tampoco Saddam Hussein logró dominar gran parte de la enorme provincia occidental de Al Anbar, con sus océanos de arena y aisladas tribus árabes sunníes.
En los últimos dos años, dicen los militares norteamericanos, Husaybah se ha transformado en una ruta de pasaje y campos de adiestramiento de los combatientes que llegan desde Siria.
"Los insurgentes obtiene adiestramiento y dinero aquí y luego se trasladan hacia el este", dijo Diorio. "Ahora parece que muchos se quedan aquí. Quieren transformar este área en otra Faluya, pero muchos de los vecinos no quieren saber nada".
El teniente Ronnie Choe, el agente de inteligencia en el campo, dijo que muchos vecinos del área que al principio lucharon junto a los insurgentes ayudándoles a cruzar la frontera se han desilusionado desde entonces de los militantes. Si son ideas de los marines o parte de la realidad no puede ser determinado ahora; y no es aconsejable aventurarse en la ciudad para hacer entrevistas.
"Las tensiones en Husaybah las provocan los combatientes extranjeros que vienen aquí y se quedan aquí. Los muyahedines han incluso amenazado a los imanes", dijo Choe, usando el término local para rebeldes.
Dijo que el mes pasado los insurgentes secuestraron a un clérigo que había leído un sermón el viernes pidiendo a los combatientes extranjeros que dejaran de atacar a los americanos desde Husaybah porque ponían en peligro a los vecinos cuando los marines retornaban el fuego. Choe también describió cómo los combatientes extranjeros habían secuestrado los sermones semanales.
"Oyes una voz leyendo el sermón, y luego continúa otra persona", dijo.
Choe observó que los llamados al teléfono de delaciones estaban aumentando y dijo que esos contactos eran su mejor fuente de inteligencia.
Hace dos semanas, las tropas allanaron una casa en Husaybah y encontraron un alijo de armas. La familia reconoció rápidamente que los insurgentes habían ocultado contrabando en su casa, dijo Diorio.
"Dijeron: Sí, llegaron y metieron las armas aquí. Y antes de partir le dispararon a mi hijo".
La transformación de Husaybah de una ruta insurgente a punto de destino de combatientes extranjeros fue evidente durante al ataque a gran escala contra el Camp Gannon el mes pasado. En ese ataque 30 a 40 insurgentes dispararon sus rifles Kalashnikov y lanzagranadas para desviar la atención de tres vehículos-bomba -una furgoneta, un enorme camión de basura y un camión de bomberos. Los conductores de los dos vehículos más grandes trataron de romper la barrera de seguridad interna del campo.
El ataque fracasó y sólo dos marines quedaron levemente heridos. Pero el alto nivel de planificación y coordinación indicaron la participación de extranjeros y tiempo y recursos, dijeron oficiales norteamericanos. Más tarde Al Qaeda reivindicó su responsabilidad en el ataque.
"Ese ataque nos mostró que ellos tienen la capacidad de organizar ataques de alto nivel", dijo el teniente coronel Timothy S. Mundy, el comandante del batallón en Camp Gannon y la ciudad vecina de Qaim. "Tomó un montón de tiempo y esfuerzo planificar ese ataque, pero no es algo que no pueden hacer".
Esos ataques han provocado pocas bajas norteamericanas, un hecho que no ha pasado desapercibido a los insurgentes detenidos, dijo el capitán Tom Sibley, el agente de inteligencia del batallón.
"Muchos de estos tipos están desilusionados", dijo Sibley. "Nuestros detenidos en el áreas nos lo han dicho". Dijo que muchos de los insurgentes detenidos en la provincia de Al Anbar dicen a los interrogadores que están cansados de pelear.
"Un montón de ellos provienen de familias donde uno o dos o tres hermanos han sido detenidos o matados", dijo Sibley. "Muchos de ellos tienen trabajos normales; están tratando de seguir adelante con sus vidas normales y al mismo tiempo participar en la resistencia. Tienen esposas... y niños que los extrañan".
Pero por otro lado insurgentes recalcitrantes les están presionando para que sigan peleando, dijo Sibley.
"Los tipos de Al Qaeda matan a esa gente si no colaboran", dijo Sibley. "No los tratan bien".
Los marines de Camp Gannon reconocen que muchos vecinos de Husaybah están atrapados en el medio, observando a los dos lados para ver quién conquista el poder. Diorio dijo que los marines piensan quedarse hasta que las fuerzas de seguridad de Iraq se establecieran más tarde en la región.
Entretanto los marines realizan ocasionalmente operaciones de "puestos de observación" en las que un pequeño grupo ocupan una residencia en la ciudad y se queda en la noche para recoger inteligencia. Estas operaciones son raras debido a los riesgos involucrados, tanto para los marines como para la gente con la que entran en contacto.
El capellán de lanceros Karl Smithson, 22, participó hace poco en una de esas operaciones. Viajando antes del amanecer, los miembros del equipo llegaron furtivamente a la casa de una familia iraquí y se encerraron ahí durante 24 horas.
"Supongo que tenían miedo", dijo Smithson.
Después de unos tensos momentos, una de las mujeres que vivía ahí reconoció que hablaba algo de inglés. Sirvió a los hombres comida y té, y Smithson dijo que los marines la convencieron de la idea de que las tropas de Estados Unidos se iniciaban matando a sus parientes era falsa.
Smithson dijo que tiene la sensación de que los vecinos tampoco quieren a los insurgentes, aunque tienen miedo de hablar sobre ellos.
"Me habría gustado comunicarme con ellos más tiempo", dijo. "Pero aquí estamos en el salvaje oeste. Y sé que cuando nos marchemos, todo volverá a ser como antes".
11 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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