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moderación sobre iraq


[John F. Burns y Eric Schmitt] Generales ofrecen una sobria perspectiva de la guerra iraquí.
Bagdad, Iraq. Jefes militares norteamericanos en Bagdad y Washington entregaron el miércoles una sobria, nueva evaluación de la guerra de Iraq, aumentando el ambiente de ansiedad que llevó a la ministro de Asuntos Exteriores Condoleezza Rice a Bagdad el fin de semana pasado para consultas con el nuevo gobierno.
En entrevistas y reuniones informativas esta semana, algunos de los generales se apartaron de sugerencias recientes, algunas hechas por los mismos oficiales, de que tendencia positivas en Iraq podrían permitir una importante reducción de las 138.000 tropas estadounidenses más tarde este año o a principios de 2006. Un oficial sugirió el miércoles que la intervención militar norteamericana podría durar "muchos años".
El general John P. Abizaid, el más importante oficial americano en Oriente Medio, dijo en una reunión en Washington que uno de los problemas era el decepcionante progreso en formar unidades policiales lo suficientemente cohesivas como para montar una amenaza efectiva para los insurgentes y permitir que las tropas americanas se empiecen a retirar del combate. El general Abizaid, que habla directamente con el presidente Bush y el ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld, estuvo en Washington esta semana para una reunión de comandantes regionales.
En Bagdad un oficial de alta jerarquía dijo el miércoles en una reunión de antecedentes que los 21 atentados con coches-bomba en Bagdad hasta el momento este mes casi llegaba a los 25 de todo el año pasado.
Contra esto, dijo, ha habido una pausa en actividades insurgentes en Bagdad en días recientes después de meses en que ocurrieron algunos de los atentados más sangrientos, una tendencia que sugiere que la presión norteamericana, incluyendo la captura de importantes fabricantes de bombas, ha dejado a los insurgentes incapaces de montar ofensivas prolongadas. Pero el oficial dijo que a pesar de los recientes éxitos norteamericanos en el desmantelamiento de células insurgentes, que han resultado en la detención de 1.100 sospechosos solamente en Bagdad en los últimos 180 días, el logro de los objetivos americanos en Iraq no estaba garantizado.
"Creo que esto todavía podría fracasar", dijo el oficial en la reunión, refiriéndose a la intervención americana en Iraq. "Es más probable que sea exitosa, pero podría fracasar".
El oficial dijo que dependía mucho del éxito del nuevo gobierno en estimular la confianza pública entre los iraquíes. Dijo que sondeos recientes realizados por la Universidad de Bagdad habían mostrado que la confianza había disminuido fuertemente, a 45 por ciento, de un 85 por ciento inmediatamente después de las elecciones. "Para que la resistencia pueda triunfar, la gente tiene que creer que el gobierno no podrá sobrevivir", dijo. "Cuando estás en medio del conflicto, estás tratando de encontrar pilares contra los que apoyarte". Otro problema mencionado por el oficial superior en Bagdad fue la prohibición del nuevo gobierno de allanar las mezquitas, anunciada el lunes, que el oficial americano dijo que esperaba que fuera revisada después de reuniones a alto nivel el miércoles entre comandantes norteamericanos y funcionarios iraquíes.
El oficial dijo que la prohibición fue anunciada por el nuevo ministro de Defensa, Sadoun al-Dulaimi aparentemente sin mayor aprobación del gobierno, y sería remplazada por una medida "más moderada". Para elevar el nivel de confianza pública, dijo el oficial, el nuevo gobierno necesitaría detener los atentados de la resistencia y responder ante la impaciencia popular mejorando los servicios públicos como la electricidad, que son ahora peores, para muchos iraquíes, que el año pasado. Pero enfatizó la necesidad de cautela -y el tiempo que puede tomar completar la misión americana aquí-, algo que se oye a menudo en conversaciones privadas con oficiales americanos en Iraq.
"Creo que se logrará en el largo plazo, incluso si toma años, muchos años", dijo. En una nota personal agregó que él, como muchos soldados americanos, han pasado largos períodos de servicio relacionados con Iraq, y dijo: "Creemos en la misión que tenemos. Creemos en esto porque estamos en ello, y si aliviamos la presión sobre la resistencia y sacamos el zapato de su garganta, el país podría fracasar y caer en la guerra civil y el caos".
Hace apenas semanas, en la secuela de las elecciones, los generales americanos presentaron una visión más optimista, que estaba relacionada con un aumento de la confianza iraquí que ahora un comandante en Bagdad describe como euforia. Pero esta semana, cinco oficiales de alto rango, hablando separadamente en el Pentágono y en Bagdad, y a través de un intercambio por correo electrónico desde Bagdad con un periodista en Washington, se extendieron con inusual candor y detalle sobre problemas que enfrenta la guerra.
Al insistir en no ser identificados los tres oficiales en Bagdad estaban acatando una medida del Pentágono que exige que los comandantes americanos en Bagdad pongan "una cara iraquí" a la guerra, queriendo decir que deben ser los comandantes iraquíes los que hablen con la prensa, no los americanos. Esa medida ha sido cuestionada hace poco por importantes americanos en Iraq, que dijeron que los comandantes iraquíes no habían dado el paso adelante y habían creado un vacío de información que ha permitido los exitosos ataques insurgentes, no su fracaso, para dominar la cobertura periodística.
Las observaciones de los generales, que enfatizan la flexibilidad de la resistencia pero también los éxitos americanos e iraquíes en su desmantelamiento, sugiere que los comandantes americanos han visto una oportunidad tras el viaje de la ministro Rice para inyectar su propia nota de realismo en el debate público. En conversaciones con los nuevos líderes chiíes, instó a iniciativas más convincentes para acercarse a la descontenta minoría árabe sunní, advirtiendo que el éxito en la guerra requería de una estrategia política que alentara al menos a algunos grupos insurgentes sunníes a girar hacia la paz.
Los generales dijeron que la construcción de las fuerzas iraquíes ha sido más decepcionante de lo que habían admitido previamente, contribuyendo a la ausencia de toda fuerza iraquí cuando un grupo de batalla de los marines de 1.000 miembros montaron una ofensiva la semana pasada contra bastiones insurgentes al noroeste del desierto, a lo largo de la frontera con Siria.
Oficiales americanos dijeron que habían matado a 125 rebeldes, con la pérdida de unos 14 estadounidenses, pero reconocieron que la falta de tropas suficientes puede haber ayudado a que muchos insurgentes escaparan cruzando la frontera o volviendo hacia el interior de Iraq. La ofensiva en la frontera estaba envuelta durante el fin de semana de un aire de decepción de que algunos de los objetivos más amplios no fueran alcanzados -incluyendo posiblemente la captura de Abu Musab al-Zarqawi, el militante islámico que es el hombre más buscado por las fuerzas americanas en Iraq.
El general Abizaid, cuyos cuarteles del Comando Central supervisa la guerra, dijo que la policía iraquí -unos 65.000 de los 160.000 iraquíes que están siendo adiestrados y equipados en el proyecto estadounidense de construir las fuerzas de seguridad- están "retrasadas"en su capacidad de soportar un mayor peso del esfuerzo bélico. Responsabilizó a la tendencia entre los policías iraquíes a operar como individuos antes que como unidades cohesivas, y dijo que los hacía más vulnerables ante las intimidaciones de los insurgentes.
Otro oficial norteamericano, en un mensaje por correo electrónico desde Bagdad, sugirió un problema más amplio en la preparación de fuerzas iraquíes capaces de encargarse de gran parte de la guerra, que era la meta del Pentágono cuando ordenó un reordenamiento completo el año pasado del proyecto de re-adiestramiento. Dijo que los contingentes de tropas iraquíes y de agentes de policía que terminan su adiestramiento eran sólo una medida del éxito.
"Todos miran la cantidad de fuerzas iraquíes y se rascan la cabeza, pero es más complejo que eso", dijo. "Ciertamente no queremos que las tropas participen en combates antes de estar preparadas para ello, como en Faluya", la batalla de noviembre pasado que proporcionó a los comandantes americanos su primera experiencia con las unidades iraquíes, la mayor parte altamente adiestradas unidades de fuerzas especiales, que podrían contribuir significativamente a la ofensiva americana.
Una de las revelaciones más francas de los comandantes implicó el aumento de los atentados con coches-bomba, la principal arma insurgente en ataques de las pasadas tres semanas que han matado a casi 500 personas en el centro y norte de Iraq, la mitad de ellas soldados iraquíes, agentes de policía y reclutas.
La semana pasada el teniente general David H. Petraeus, el principal instructor americano en Iraq, defendió a las fuerzas de seguridad iraquíes diciendo en un mensaje electrónico: "Están operando efectivamente con las fuerzas de la coalición -y, en algunos casos, están operando individualmente- en el intento de detectar las locaciones donde se ocultan vehículos cargados de explosivos".
El oficial que se reunió con periodistas en Bagdad dijo que en mayo hubo 21 atentados con coche-bomba en la capital, y 126 en los pasados 80 días. En todo el año pasado, dijo, no hubo más que 25 atentados con coche-bomba en Bagdad.
[El jueves un pistolero mató a balazos a un alto funcionario iraquí del ministerio del Petróleo, Ali Hameed, en Bagdad, informó la Associated Press, citando a un funcionario de la policía].
El oficial dijo que la inteligencia militar americana tenía información de que la ofensiva de atentados con coches-bomba había sido ordenada en una reunión de alto nivel de insurgentes en Siria en los últimos 30 días, y que los informes indicaban que en una de esas reuniones puede haber estado Zarqawi, el militante nacido en Jordania que fue nombrado por Osama bin Laden antes este año como comisario de Al Qaeda en Iraq. En declaraciones en sitios islámicos de la red, grupos leales a Zarqawi han reivindicado responsabilidad de muchos de los atentados con coche-bomba.
El oficial dijo que en dos de recientes atentados en Bagdad, los investigadores encontraron indicaciones de que los hombres que conducían los coches habían sido amarrados con cinta adhesiva antes de los atentados. Dijo que el pie de uno de los atacantes, en un atentado contra un mercado la semana pasada que mató a 22 personas al sur de Bagdad, había sido encontrado amarrado al acelerador del vehículo. En otro caso, dijo el oficial, las manos del atacante habían sido amarradas al volante del coche.
La implicación era que los que organizan los atentados querían asegurarse de que los vehículos continuarían avanzando hacia sus objetivos incluso si los conductores eran matados por fuego americano o iraquí.
Al llegar a un almuerzo con periodistas después de una reunión con ministros iraquíes y comandantes militares, el oficial dijo que esperaba que el gobierno tomara medidas tempranas para revisar el anuncio del ministro de defensa de prohibir los allanamientos de mezquitas y escuelas religiosas. La revisión de esas medidas, dio a entender el oficial estadounidense, permitiría que las tropas iraquíes, respaldadas por los americanos, allanaran mezquitas donde sean usadas como bastiones insurgentes.

John F. Burns informó desde Bagdad y Eric Schmitt desde Washington. Richard A. Oppel Jr. contribuyó desde Bagdad.

20 de mayo de 2005
©new york times
©traducción mQh

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