kabul, ciudad en ruinas
[Carlotta Gall] Saliendo de los escombros.
Kabul, Afganistán. En el pasado Kabul era una ciudad legendaria con jardines y huertos frutales, adorada por el emperador mogol Babur y cantada por poetas persas, pero poco de su glorioso pasado es evidente hoy. Barrios enteros siguen entre las ruinas que causaron las guerras de los años noventa, y el auge de la construcción que empezó hace tres años con la llegada de la ayuda occidental, y el regreso de millones de refugiados, han convertido a la ciudad en una mezcolanza de edificaciones caóticas y abarrotadas.
De acuerdo al gobierno afgano, en la ciudad fueron destruidas 63.000 casas y un 63 por ciento de las calles fueron dañadas en las dos décadas de guerra. La infraestructura ha estado tan desdeñada que la ciudad ha retrocedido en términos de servicios e instalaciones. Entretanto, la población ha subido en picado de menos de 1 millón durante el período talibán, que terminó con su derrocamiento a fines de 2001, a 3 o 4 millones hoy -nadie lo sabe con certeza-, convirtiéndola en la ciudad de más rápido crecimiento en esta parte de Asia.
¿Qué se puede hacer con una ciudad destruida por la guerra? El ministro de desarrollo urbano del país, Muhammed Yousuf Pashtun, meditaba hace poco mientras cenaba. ¿Demolerla y crear una ciudad nueva de edificios altos como Beirut o Dubai, como propuso un arquitecto hace poco? ¿Tratar de revivir la antigua ciudad, aunque la gente y su modo de vida hayan cambiado? Se supone que es el trabajo de Pashtun decidir sobre esos asuntos, y lo están jalando de todos lados.
"El estilo afgano tradicional puede no ser suficiente para el siglo 21, pero deberíamos definitivamente conservar su ambiente", dijo hace poco a un grupo de estudiantes de arquitectura de la Universidad de Columbia que le presentaron ideas para la carretera hacia el aeropuerto de Kabul. "No quiero una Nueva York, pero sí que funcione como Nueva York".
De hecho, el ministro parece tener poco control sobre lo que le está pasando a la capital, e incluso menos sobre las ciudades provinciales de Afganistán.
En Kabul, los donantes extranjeros están financiando una docena de programas para mejorar el suministro de agua y electricidad y la recogida de basura, pero los residentes apenan notan un mejoramiento.
"La ciudad es una vergüenza", dijo Nasir Saberi, un ex subministro del Desarrollo Urbano, que dirige ahora su propia consultora de arquitectura en Kabul.
"Hoy la ciudad se distingue por el caos, la anarquía y la corrupción", concedió Pashtun en una presentación reciente. No sólo están las estructuras en ruinas, sino además el sistema social ha sido fragmentado por la guerra civil y los desplazamientos, que también obstaculizan los esfuerzos de reconstrucción, dijo.
Una de las áreas más amenazadas de Kabul es la vieja ciudad, un laberinto de antiguos santuarios y mezquitas, anidada a los pies de la famosa fortaleza de Bala Hissar. Ya en los años cincuenta, los viejos barrios se habían transformado en barrios bajos. El área quedó todavía más dañada por los bombardeos de guerras intestinas en los años noventa, y fue abandonada por las familias que huyeron. Algunos vecinos han retornado, pero muchos aún no lo hacen, incapaces de reconstruir sus propias casas. Ahora han llegado los urbanistas comerciales, que amenazan con demoler el casco histórico de la ciudad.
Pashtun, y algunos fans del viejo Kabul, obtuvo un aplazamiento de la ejecución en 2002, cuando el presidente Hamid Karzai ordenó paralizar todas las nuevas edificaciones en la ciudad vieja hasta que se completara un plan de desarrollo.
El despacho del alcalde, presionado y cortejado por los urbanistas, es sin embargo partidario de la modernización. "El ministerio lleva tres años trabajando en este plan", dijo el alcalde Ghulam Sakhi Noorzad. "Se conservarán algunas cosas, y luego el resto puede ser moderno, con edificios de cinco o seis pisos, o incluso más si la gente puede pagarlo".
Zahra Breshna, una retornada afgana de Alemania con un diploma de arquitectura y ahora asesora en el ministerio de Desarrollo Urbano, están trabajando en ese plan de desarrollo. Su idea es salvar lo que queda y recrear una comunidad que pueda construir y utilizar sus entornos para prosperar por medio del turismo y las artes y oficios tradicionales. "La gente quiere quedarse a vivir aquí", dijo. "Si urbanizamos, perderán todo".
"No es solamente un ideal estético; se trata de preservar el modo de vida de la gente, que representa su religión, su clima y su historia", dijo, parada en el patio del santuario más venerado de Kabul, del siglo 7, Ashukhan-o-Arufan -literalmente, el santuario "de los amantes e intelectuales".
"Si sólo tuviéramos las ruinas, nadie creería que Kabul tuvo lugares bellos en el pasado", dijo Breshna, cuya tesis doctoral giraba sobre las bellezas de la vieja Kabul.
Sin embargo, Breshna y el ministerio de Desarrollo Urbano puede estar perdiendo la carrera para salvar el casco histórico. Propietarios y urbanistas están esquivando las reglamentaciones y comprando casas en ruinas y convirtiéndolas en locales comerciales.
El Fondo para la Cultura aga Khan, dirigida por el multimillonario líder de la secta musulmana ismaelita, está financiando la reparación y restauración de los edificios más valiosos de la vieja ciudad, esperando salvar lo que pueda.
Así muchas ciudades de la región han sido pobremente urbanizadas o deficientemente gestionadas, y perder el legado urbano de Afganistán (que era una parte importante de la Ruta de la Seda) sería una gran pérdida histórica para el mundo, dijo Jolyon Leslie, arquitecto y manager del fondo Aga Khan en Kabul.
"Si salvamos esas islas de tejido histórico, entonces el resto se desarrollará de modo apropiado", dijo. En algunos de los barrios más destartalados de la vieja ciudad, los carpinteros y contratistas están trabajando en el proyecto de Aga Khan, reparando minuciosamente las viejas mezquitas, santuarios y casas con patios, reproduciendo los intrincados grabados en madera de estilo mogol de los balcones y cortinas interiores, y pavimentando e instalando sistemas de drenaje en las estrechas calles.
Nasir, 24, contratista y vecino que estaba hace poco cubriendo con barro una vieja casa con patio como parte de un proyecto, lo dijo así: "Es nuestra tradición y es bueno mantenerla así".
27 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
De acuerdo al gobierno afgano, en la ciudad fueron destruidas 63.000 casas y un 63 por ciento de las calles fueron dañadas en las dos décadas de guerra. La infraestructura ha estado tan desdeñada que la ciudad ha retrocedido en términos de servicios e instalaciones. Entretanto, la población ha subido en picado de menos de 1 millón durante el período talibán, que terminó con su derrocamiento a fines de 2001, a 3 o 4 millones hoy -nadie lo sabe con certeza-, convirtiéndola en la ciudad de más rápido crecimiento en esta parte de Asia.
¿Qué se puede hacer con una ciudad destruida por la guerra? El ministro de desarrollo urbano del país, Muhammed Yousuf Pashtun, meditaba hace poco mientras cenaba. ¿Demolerla y crear una ciudad nueva de edificios altos como Beirut o Dubai, como propuso un arquitecto hace poco? ¿Tratar de revivir la antigua ciudad, aunque la gente y su modo de vida hayan cambiado? Se supone que es el trabajo de Pashtun decidir sobre esos asuntos, y lo están jalando de todos lados.
"El estilo afgano tradicional puede no ser suficiente para el siglo 21, pero deberíamos definitivamente conservar su ambiente", dijo hace poco a un grupo de estudiantes de arquitectura de la Universidad de Columbia que le presentaron ideas para la carretera hacia el aeropuerto de Kabul. "No quiero una Nueva York, pero sí que funcione como Nueva York".
De hecho, el ministro parece tener poco control sobre lo que le está pasando a la capital, e incluso menos sobre las ciudades provinciales de Afganistán.
En Kabul, los donantes extranjeros están financiando una docena de programas para mejorar el suministro de agua y electricidad y la recogida de basura, pero los residentes apenan notan un mejoramiento.
"La ciudad es una vergüenza", dijo Nasir Saberi, un ex subministro del Desarrollo Urbano, que dirige ahora su propia consultora de arquitectura en Kabul.
"Hoy la ciudad se distingue por el caos, la anarquía y la corrupción", concedió Pashtun en una presentación reciente. No sólo están las estructuras en ruinas, sino además el sistema social ha sido fragmentado por la guerra civil y los desplazamientos, que también obstaculizan los esfuerzos de reconstrucción, dijo.
Una de las áreas más amenazadas de Kabul es la vieja ciudad, un laberinto de antiguos santuarios y mezquitas, anidada a los pies de la famosa fortaleza de Bala Hissar. Ya en los años cincuenta, los viejos barrios se habían transformado en barrios bajos. El área quedó todavía más dañada por los bombardeos de guerras intestinas en los años noventa, y fue abandonada por las familias que huyeron. Algunos vecinos han retornado, pero muchos aún no lo hacen, incapaces de reconstruir sus propias casas. Ahora han llegado los urbanistas comerciales, que amenazan con demoler el casco histórico de la ciudad.
Pashtun, y algunos fans del viejo Kabul, obtuvo un aplazamiento de la ejecución en 2002, cuando el presidente Hamid Karzai ordenó paralizar todas las nuevas edificaciones en la ciudad vieja hasta que se completara un plan de desarrollo.
El despacho del alcalde, presionado y cortejado por los urbanistas, es sin embargo partidario de la modernización. "El ministerio lleva tres años trabajando en este plan", dijo el alcalde Ghulam Sakhi Noorzad. "Se conservarán algunas cosas, y luego el resto puede ser moderno, con edificios de cinco o seis pisos, o incluso más si la gente puede pagarlo".
Zahra Breshna, una retornada afgana de Alemania con un diploma de arquitectura y ahora asesora en el ministerio de Desarrollo Urbano, están trabajando en ese plan de desarrollo. Su idea es salvar lo que queda y recrear una comunidad que pueda construir y utilizar sus entornos para prosperar por medio del turismo y las artes y oficios tradicionales. "La gente quiere quedarse a vivir aquí", dijo. "Si urbanizamos, perderán todo".
"No es solamente un ideal estético; se trata de preservar el modo de vida de la gente, que representa su religión, su clima y su historia", dijo, parada en el patio del santuario más venerado de Kabul, del siglo 7, Ashukhan-o-Arufan -literalmente, el santuario "de los amantes e intelectuales".
"Si sólo tuviéramos las ruinas, nadie creería que Kabul tuvo lugares bellos en el pasado", dijo Breshna, cuya tesis doctoral giraba sobre las bellezas de la vieja Kabul.
Sin embargo, Breshna y el ministerio de Desarrollo Urbano puede estar perdiendo la carrera para salvar el casco histórico. Propietarios y urbanistas están esquivando las reglamentaciones y comprando casas en ruinas y convirtiéndolas en locales comerciales.
El Fondo para la Cultura aga Khan, dirigida por el multimillonario líder de la secta musulmana ismaelita, está financiando la reparación y restauración de los edificios más valiosos de la vieja ciudad, esperando salvar lo que pueda.
Así muchas ciudades de la región han sido pobremente urbanizadas o deficientemente gestionadas, y perder el legado urbano de Afganistán (que era una parte importante de la Ruta de la Seda) sería una gran pérdida histórica para el mundo, dijo Jolyon Leslie, arquitecto y manager del fondo Aga Khan en Kabul.
"Si salvamos esas islas de tejido histórico, entonces el resto se desarrollará de modo apropiado", dijo. En algunos de los barrios más destartalados de la vieja ciudad, los carpinteros y contratistas están trabajando en el proyecto de Aga Khan, reparando minuciosamente las viejas mezquitas, santuarios y casas con patios, reproduciendo los intrincados grabados en madera de estilo mogol de los balcones y cortinas interiores, y pavimentando e instalando sistemas de drenaje en las estrechas calles.
Nasir, 24, contratista y vecino que estaba hace poco cubriendo con barro una vieja casa con patio como parte de un proyecto, lo dijo así: "Es nuestra tradición y es bueno mantenerla así".
27 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
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