Blogia
mQh

decepción de preguerra


[Paul Rogat] Documentos comprometedores.
Es bastante malo que el gobierno de Bush tuviera tan poco apoyo internacional para la guerra de Iraq que su "coalición de la buena voluntad" no significara más que Estados Unidos, Gran Bretaña y el equivalente de los amigos imaginarios de un niño. Pero es todavía peor que, como lo confirman los memoranda británicos de Downing Street, tuvieran tan pocas evidencias de una amenaza verdadera que sabían desde el principio que tendrían que fabricar algunas excusas para declarar la guerra. Lo que todavía es más perjudicial es que ellos empezaron esta guerra incluso antes del voto en el Congreso.
Mientras el congresista John Cinyers organiza audiencias, los medios de prensa están empezando finalmente a cubrir el memorándum de Downing Street. Esta transcripción de una reunión del primer ministro británico el 23 de julio de 2002, cuya legitimidad el gobierno británico ha confirmado, detalla su respuesta a las intenciones del gobierno de Bush de declarar la guerra contra Iraq sin que importara la respuesta de Saddan Hussein, e incluso mientras afirmaban que estaban buscando una solución pacífica.
"Parecía claro que Bush había tomado la decisión de emprender acciones militares incluso si todavía no se había decidido la fecha del ataque", dice el documento. "Pero las pruebas eran escasas. Saddam no estaba amenazando a sus vecinos, y sus arsenales de armas de destrucción masiva eran menores que los de Libia, Corea del Norte o Irán". Como se lee en el documento, "la inteligencia y los hechos fueron ordenados en torno a esa decisión". El documento es perjudicial, especialmente si se le acopla con el testimonio del antiguo escribidor de Bush, Mickey Herskowitz, de que Bush estaba hablando de invadir Iraq ya en 1999. Pero es todavía más inquietante cuando nos enteramos que este gobierno empezó a hacer la guerra contra Iraq mucho antes del ataque oficial de marzo de 2003 -antes de la autorización del congreso norteamericano en octubre de 2002 y antes de la resolución de noviembre de Naciones Unidas exigiendo que Saddam Hussein dejase entrar al país a los inspectores de armas.
Yo sigo de bastante cerca la guerra de Iraq, pero me sorprendió cuando Charlie Clements, ahora director del Comité Unitario Universalista, describió haber estado conduciendo en Iraq meses antes de la guerra "y un edificio simplemente explotó, impactado por un misil lanzado desde 9 kilómetros". "¿Qué hay en ese edificio?", preguntó Clements. "Oh, esa es una compañía de teléfonos". Más tarde, en una conferencia en la Base de la Fuerza Aérea Nellis, en Nevada, Clements oyó a un general norteamericano fanfarronearse "de que había empezado a destruir recursos que podrían ser útiles para resistir a la invasión por lo menos seis meses antes de que se declarara la guerra".
Antes este mes, Jeremy Scahill escribió un convincente artículo en el sitio en la red de The Nation, describiendo un enorme ataque aéreo en septiembre de 2002. "Unos 100 aviones norteamericanos y británicos volaron desde Kuwait sobre el espacio aéreo iraquí", escribe Scahill. "Al menos siete tipos de aviones formaban parte de esta importante operación, incluyendo aviones Strike Eagles F-15 y Tornados de la Fuerza Aérea británica. Lanzaron proyectiles de precisión contra las más importantes instalaciones de defensa anti-aérea de Saddam Hussein en el oeste, allanando el camino de helicópteros de las Fuerzas Especiales que esperaban en Jordania. Ataques anteriores habían sido realizados contra el mando y centros de control iraquíes, sistemas de detección de radar, unidades de la Guardia Revolucionaria, centros de comunicación, y sistemas móviles de defensa anti-aérea. El objetivo del Pentágono era claro: Destruir la capacidad de resistencia de Iraq".
¿Por qué no hablamos de esto? Como señala Scahill, esto ocurrió un mes antes del voto en el congreso, y dos meses antes de la resolución de Naciones Unidas. Supuestamente parte del control de la "zona de exclusión aérea", los bombardeos eran en realidad ataques sistemáticos contra la capacidad de Iraq de defenderse a sí mismo. Estados Unidos no había declarado la guerra. Bush no tenía autorización, ni una hoja de parra. Estaba simplemente atacando a otro país porque había decidido hacerlo. Esta guerra preventiva vació de contenido a nuestro propio congreso, así como a la ley internacional.
La mayoría de los estadounidenses no saben nada de estos ataques de preguerra. En la época había pocas informaciones en la prensa, y siguen habiendo pocas. Los ataques que destruyeron las defensas aéreas de Iraq estuvieron por debajo del radar tanto para la prensa como para los ciudadanos norteamericanos.
Si la cobertura del memorándum de Downing Street continúa aumentando, sospecho que el gobierno tratara de caracterizarlo como simple cháchara de diplomáticos, dentro de la base. Pero no estaban solamente manipulando sus datos de inteligencia para poder atacar sin que importara la respuesta de Saddam Hussein. Estaban no solamente sobornando a los candidatos a aliados para que participaran. Estaban haciendo una guerra que había planeada mucho antes. Pero no se molestaron en informar a la opinión pública americana.

Paul Rogat Loeb es el autor de 'The Impossible Will Take a Little While: A Citizen's Guide to Hope in a Time of Fear'.

21 de junio de 2005
©boston globe
©traducción mQh

0 comentarios