cicatrices de srebrenica
[Alissa J. Rubin] Sus cicatrices pueden no cerrar nunca. Las divisiones religiosas y étnicas de Bosnia son tan profundas como en 1995. Serbios continúan apoyando a partidos fascistas.
Osmace, Bosnia-Herzegovina. Tarde en la noche, las tres mujeres descansan sobre una andrajosa manta, cansadas de sus ocupaciones diarias que ahora son sólo de ellas en esta aldea sin hombres.
Son sobrevivientes de la masacre de Srebrenica que empezó el 11 de julio de 1995, cuando tropas serbo-bosnias dominaron la zona segura' declarada por Naciones Unidas y se llevaron a sus maridos y padres, hermanos e hijos. En los siguientes ocho días, en las colinas, los serbios asesinaron a 8.000 hombres y niños musulmanes, la peor masacre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
"Podríamos perdonar que nos hubiesen robado, si no se hubiesen llevado a nuestros jóvenes, nuestros hombres, nuestras vidas", dijo Hasrija Krdzic, 66, que perdió en la masacre y otros incidentes violentos de la guerra, a su marido, dos hermanos y varios sobrinos. Volvió hace dos años a Osmace, su aldea natal, a una media hora de Srebrenica.
Hoy, los únicos hombres de la aldea son un puñado de adolescentes y una pareja de veinteañeros que eran niños cuando ocurrió la carnicería. Así que son en general mujeres las que acarrean leña y la cortan para encender el fuego, trabajan en los huertos y cuidan del ganado.
Sólo unos pocos musulmanes han vuelto a la ciudad de Srebrenica misma, aunque muchos de los serbios que se habían apropiado de casas de musulmanes han sido obligados a desalojarlas por el gobierno. Las dos comunidades tienen panaderías separadas, y cafeterías separadas; los serbios posee la mayoría de las tiendas de alimentación. En resumen, es un lugar arruinado donde la poca gente se mueve como sombra, y musulmanes y serbios viven vidas separadas.
Casi 10 años después del fin de la guerra, Bosnia-Herzegovina sigue siendo un lugar profundamente afligido: dividido étnicamente, dependiente de la ayuda internacional para su supervivencia económica y gobernado por un intendente europeo que puede decretar leyes y despedir a funcionarios bosnios si no logran integrar a las poblaciones croata, serbia y musulmana.
Los retos que enfrenta aquí la comunidad internacional son importantes lecciones para los diplomáticos norteamericanos y británicos en Iraq que se enfrentan ahora a una tarea similar remendando la sociedad civil y superando las fisuras étnicas y religiosas. La principal lección de Bosnia, una década después del violento conflicto personificado por Srebrenica, es que los odios étnicos y religiosos, una vez violentamente desatados, son difíciles de enterrar.
Hay similitudes en las circunstancias de los dos países. Los dos deben encontrar un modo de compartir el poder entre los tres grupos étnicos. En Bosnia, musulmanes, croatas y serbios compiten por el poder; en Iraq, la lucha es entre kurdos, árabes sunníes musulmanes y chiíes musulmanes.
En ambos existen animosidades étnicas y religiosas que habían sido mantenidas bajo control por el ex presidente de Iraq, Saddam Hussein, que fue mucho más brutal que su contraparte yugoslavo, Josip Broz Tito. Los dos países han sufrido intervenciones militares y en ambos las potencias occidentales han empezado a reconstruir el país y mantener la paz.
Pero también hay diferencias. En Bosnia, para cuando la OTAN envió tropas, ya habían muerto 200.000 personas en una guerra civil con tres participantes. En Iraq, el conflicto étnico y religioso estalló después de la invasión de la coalición norteamericana.
Otra llamativa diferencia es la ausencia de violencia en Bosnia desde el fin de la guerra en diciembre de 1995. Desde entonces no ha muerto ni un solo soldado de las fuerzas internacionales como resultado de acciones hostiles, y los asesinatos motivados étnicamente han terminado poco a poco.
Los comandantes militares internacionales en Bosnia entraron "con una fuerza literalmente aplastante", dijo el alto representante Paddy Ashdown, y el resultado es que "los asuntos de seguridad rara vez llegan a mi escritorio... Estamos en la fase de construcción del estado".
Los comandantes de la OTAN han destacado 60.000 tropas en Bosnia, un país con una población de apenas más de 3.5 millones de personas. Para una fuerza comparable en Iraq, deberían haberse estacionado más de 360.000 tropas en mayo de 2003, cuando el presidente Bush declaró que la guerra había terminado. En lugar de eso, algo más de un tercio de esas tropas estaban en el país. Y aunque Estados Unidos ha agregado tropas, los niveles siguen siendo todavía proporcionalmente mucho menores que en Bosnia.
El gran logro de Bosnia, al menos aparentemente, ha sido el esfuerzo para revertir los desplazamientos de casi 2 millones de personas en campañas de limpieza étnica'. "Lograr que volvieran a sus casas habría sido imposible sin seguridad, que para la mayoría de la gente quería decir la seguridad de que no habría más asesinatos.
En docenas de entrevistas con serbios y musulmanes, nadie dijo que temiera la violencia de sus vecinos, pero una mirada más detenida reveló una imagen menos optimista.
En general son personas mayores las que han retornado a sus casas; la gente más joven sólo volvió a reconstruir sus casas y venderlas luego a cualquiera que perteneciera al grupo étnico mayoritario de la localidad. La escasez de gente joven en las aldeas de Bosnia significa que cuando muera la generación de residentes más viejos, también se acabará con ellos la diversidad étnica del área.
"Manifiestamente hay menos multi-etnicidad que antes de la guerra. ¿Falta mucho todavía? Sí, pero lo que ya ha ocurrido es bastante extraordinario", dijo Ashdown, indicando que las estadísticas de Naciones Unidas dicen que 1 millón de personas desplazadas han vuelto a sus casas, aunque la cifra no dice cuántos se han quedado.
No es así como lo ven los bosnios. Aunque musulmanes, serbios y croatas a veces viven lado a lado en las grandes ciudades o en villorrios vecinos en el campo, dicen que viven en mundos diferentes. Los matrimonios inter-étnicos e inter-confesionales que antes de la guerra era algo frecuente han desaparecido casi por completo.
Los musulmanes han desarrollado "una conciencia de su identidad como nación y conciencia de su religión", dijo el columnista liberal Gojko Beric, un serbo-bosnio que vive en un vecindario mixto de Sarajevo, la capital predominantemente musulmana.
Antes de la guerra, la mayoría de los bosnios musulmanes, especialmente los de Sarajevo, rara vez asistían a las oraciones, excepto durante la mayoría de los festivos religiosos del año, y tenían amigos de diferentes grupos. Pocas mujeres llevaban el pañuelo de cabeza.
Hoy, el llamado musulmán a las oraciones resuena en los altavoces de todas las mezquitas cinco veces al día -un recordatorio de que el grupo más grande del país sigue un credo diferente al de la minoría serbia, que son cristianos ortodoxos, y croatas, que son católicos.
Beric, que defendió fervientemente a los musulmanes durante la guerra, escribiendo columnas sobre los ataques contra Sarajevo por las que fue puesto en la picota por sus compatriotas serbios, describió cómo sus vecinos musulmanes piensan ahora que tienen más en común con otros musulmanes que han llegado recientemente a su edificio de apartamentos, que con él.
"Nadie me necesita", dijo Beric, triste.
"Los musulmanes no me necesitan -en la guerra me necesitaron para verificar lo que estaba pasando en Sarajevo. Los serbios piensan que soy un traidor, y no les agrado tampoco a los croatas. Mi identidad es nadie y nada".
Los sentimientos nacionalistas se han fortalecido en Bosnia en los últimos cinco años, y los tres partidos más nacionalistas dominan la escena política. Todos se definen como los más capaces en defender los derechos de "su gente". Los partidos más moderados e inter-étnicos, apoyados por la comunidad internacional, lo lograron ganar el voto popular.
Los bosnios liberales, tanto serbios como musulmanes, dicen que 10 años después de la guerra, ha habido pocos intentos de reconciliación.
"Nadie en Sarajevo o Banja Luka ha ofrecido la mano de la reconciliación", dijo Branko Todorovic, que dirige el Comité Helsinki de Derechos Humanos en la República de Srpska, la parte dominada por los serbios en Bosnia. Banja Luka es la capital. "La generación más joven es más nacionalista, más extrema en términos religiosos y étnicos que la generación que participó en la guerra. Mi generación fue criada en una tradición de tolerancia, con un montón de matrimonios mixtos, y sin embargo participó en una violenta guerra".
La mayoría de la gente joven en la República de Srpska han crecido sin haber conocido nunca a un musulmán. Sarajevo para ellos es lo mismo que un país extranjero. El hijo de 12 de Todorovic, y los amigos de su hijo, animan a los equipos de fútbol de las vecinas Serbia y Montenegro, y no de Bosnia.
La mejor esperanza de estabilidad en Bosnia puede ser el inicio de un proceso de admisión a la Unión Europea, de modo que la gente se vea a sí misma como europea antes que como croatas, musulmanes o serbios. "Lo que mantiene unida a esta región es la esperanza de integrarse a Europa... Si eso fracasa, esta región volverá a su estado natural de confrontación y conflicto", dijo Ashdown.
Pero con los países de la Unión Europea crecientemente divididos sobre la admisión de nuevos miembros, no está claro que Bosnia obtenga luz verde.
Srebrenica mismo es un ejemplo en alienación y acechantes odios. La población del pueblo se ha reducido dramáticamente, apenas hay fábricas o trabajos en el área y la mayoría de la gente joven quiere marcharse del lugar.
Los serbios en Srebrenica dicen que en la guerra los dos lados cometieron atrocidades. Creen que sufrieron tanto como los musulmanes.
"Todos aceptamos la culpa, pero ellos sólo culpan a un lado, a los serbios, mientras que los lados cometieron crímenes", dijo Rajko Misatovic, 64, que se ganaba la vida como taxista. "También hubo genocidio de los serbios".
Misatovic, como otros serbios de Srebrenica, vive con una magra pensión en un destartalado edificio de apartamentos con un techo que gotea. Interrogado sobre su nacionalidad, uno de los colegas pensionistas de Misatovic respondió meditativamente antes de que Misatovic pudiera responder: "Nunca bosnio". Misatovic asintió, agregando: "Somos serbo-bosnios".
En los años de después de la guerra, los serbios ocuparon las casas de los musulmanes de Srebrenica y de aldeas cercanas como Osmace. Pero en los últimos cinco años, Naciones Unidas y la policía local comenzaron un intenso intento por desalojarlos para cumplir con el requerimiento de que las propiedades fuesen devueltas a sus propietarios legítimos. Los serbios a menudo incendiaron y bombardearon las casas que dejaban para que los musulmanes tuvieran que reconstruirlas.
Las mujeres de Osmace miraron intrigadas cuando se les preguntó sobre la reconciliación con los serbo-bosnios. Comparando la vida de antes y después de la guerra, Krdzic, 66, se esforzó por expresar la enormidad de la diferencia.
"Yo tenía 100 ovejas y dos vacas y ahora...", su voz se apagó y apartó la vista, embarazada.
"Ahora tengo una cordero y una oveja, y no tengo con qué esquilarlos. Y, y, en la aldea faltan 100 hombres".
La municipalidad de Srebrenica, que incluye las aldeas circundantes, tenía una población de 38.000 habitantes. Hussein Hadzic, 72, presidente de la comunidad musulmana, calcula que la población ha disminuido en un 80 por ciento.
Él volvió a Srebrenica hace tres años; reconstruyó su casa con la ayuda de sus hijos, y volvió a plantar su huerto.
"Hoy no hay nadie a quien darle los buenos días'; nadie a quien decirle buenas tardes'", dijo Hadzic, que había huido a otra ciudad para cuando la masacre de 1995. "Srebrenica no tiene futuro. Han reconstruido la clínica, la comisaría de policía, pero la gente no vuelve".
11 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Son sobrevivientes de la masacre de Srebrenica que empezó el 11 de julio de 1995, cuando tropas serbo-bosnias dominaron la zona segura' declarada por Naciones Unidas y se llevaron a sus maridos y padres, hermanos e hijos. En los siguientes ocho días, en las colinas, los serbios asesinaron a 8.000 hombres y niños musulmanes, la peor masacre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
"Podríamos perdonar que nos hubiesen robado, si no se hubiesen llevado a nuestros jóvenes, nuestros hombres, nuestras vidas", dijo Hasrija Krdzic, 66, que perdió en la masacre y otros incidentes violentos de la guerra, a su marido, dos hermanos y varios sobrinos. Volvió hace dos años a Osmace, su aldea natal, a una media hora de Srebrenica.
Hoy, los únicos hombres de la aldea son un puñado de adolescentes y una pareja de veinteañeros que eran niños cuando ocurrió la carnicería. Así que son en general mujeres las que acarrean leña y la cortan para encender el fuego, trabajan en los huertos y cuidan del ganado.
Sólo unos pocos musulmanes han vuelto a la ciudad de Srebrenica misma, aunque muchos de los serbios que se habían apropiado de casas de musulmanes han sido obligados a desalojarlas por el gobierno. Las dos comunidades tienen panaderías separadas, y cafeterías separadas; los serbios posee la mayoría de las tiendas de alimentación. En resumen, es un lugar arruinado donde la poca gente se mueve como sombra, y musulmanes y serbios viven vidas separadas.
Casi 10 años después del fin de la guerra, Bosnia-Herzegovina sigue siendo un lugar profundamente afligido: dividido étnicamente, dependiente de la ayuda internacional para su supervivencia económica y gobernado por un intendente europeo que puede decretar leyes y despedir a funcionarios bosnios si no logran integrar a las poblaciones croata, serbia y musulmana.
Los retos que enfrenta aquí la comunidad internacional son importantes lecciones para los diplomáticos norteamericanos y británicos en Iraq que se enfrentan ahora a una tarea similar remendando la sociedad civil y superando las fisuras étnicas y religiosas. La principal lección de Bosnia, una década después del violento conflicto personificado por Srebrenica, es que los odios étnicos y religiosos, una vez violentamente desatados, son difíciles de enterrar.
Hay similitudes en las circunstancias de los dos países. Los dos deben encontrar un modo de compartir el poder entre los tres grupos étnicos. En Bosnia, musulmanes, croatas y serbios compiten por el poder; en Iraq, la lucha es entre kurdos, árabes sunníes musulmanes y chiíes musulmanes.
En ambos existen animosidades étnicas y religiosas que habían sido mantenidas bajo control por el ex presidente de Iraq, Saddam Hussein, que fue mucho más brutal que su contraparte yugoslavo, Josip Broz Tito. Los dos países han sufrido intervenciones militares y en ambos las potencias occidentales han empezado a reconstruir el país y mantener la paz.
Pero también hay diferencias. En Bosnia, para cuando la OTAN envió tropas, ya habían muerto 200.000 personas en una guerra civil con tres participantes. En Iraq, el conflicto étnico y religioso estalló después de la invasión de la coalición norteamericana.
Otra llamativa diferencia es la ausencia de violencia en Bosnia desde el fin de la guerra en diciembre de 1995. Desde entonces no ha muerto ni un solo soldado de las fuerzas internacionales como resultado de acciones hostiles, y los asesinatos motivados étnicamente han terminado poco a poco.
Los comandantes militares internacionales en Bosnia entraron "con una fuerza literalmente aplastante", dijo el alto representante Paddy Ashdown, y el resultado es que "los asuntos de seguridad rara vez llegan a mi escritorio... Estamos en la fase de construcción del estado".
Los comandantes de la OTAN han destacado 60.000 tropas en Bosnia, un país con una población de apenas más de 3.5 millones de personas. Para una fuerza comparable en Iraq, deberían haberse estacionado más de 360.000 tropas en mayo de 2003, cuando el presidente Bush declaró que la guerra había terminado. En lugar de eso, algo más de un tercio de esas tropas estaban en el país. Y aunque Estados Unidos ha agregado tropas, los niveles siguen siendo todavía proporcionalmente mucho menores que en Bosnia.
El gran logro de Bosnia, al menos aparentemente, ha sido el esfuerzo para revertir los desplazamientos de casi 2 millones de personas en campañas de limpieza étnica'. "Lograr que volvieran a sus casas habría sido imposible sin seguridad, que para la mayoría de la gente quería decir la seguridad de que no habría más asesinatos.
En docenas de entrevistas con serbios y musulmanes, nadie dijo que temiera la violencia de sus vecinos, pero una mirada más detenida reveló una imagen menos optimista.
En general son personas mayores las que han retornado a sus casas; la gente más joven sólo volvió a reconstruir sus casas y venderlas luego a cualquiera que perteneciera al grupo étnico mayoritario de la localidad. La escasez de gente joven en las aldeas de Bosnia significa que cuando muera la generación de residentes más viejos, también se acabará con ellos la diversidad étnica del área.
"Manifiestamente hay menos multi-etnicidad que antes de la guerra. ¿Falta mucho todavía? Sí, pero lo que ya ha ocurrido es bastante extraordinario", dijo Ashdown, indicando que las estadísticas de Naciones Unidas dicen que 1 millón de personas desplazadas han vuelto a sus casas, aunque la cifra no dice cuántos se han quedado.
No es así como lo ven los bosnios. Aunque musulmanes, serbios y croatas a veces viven lado a lado en las grandes ciudades o en villorrios vecinos en el campo, dicen que viven en mundos diferentes. Los matrimonios inter-étnicos e inter-confesionales que antes de la guerra era algo frecuente han desaparecido casi por completo.
Los musulmanes han desarrollado "una conciencia de su identidad como nación y conciencia de su religión", dijo el columnista liberal Gojko Beric, un serbo-bosnio que vive en un vecindario mixto de Sarajevo, la capital predominantemente musulmana.
Antes de la guerra, la mayoría de los bosnios musulmanes, especialmente los de Sarajevo, rara vez asistían a las oraciones, excepto durante la mayoría de los festivos religiosos del año, y tenían amigos de diferentes grupos. Pocas mujeres llevaban el pañuelo de cabeza.
Hoy, el llamado musulmán a las oraciones resuena en los altavoces de todas las mezquitas cinco veces al día -un recordatorio de que el grupo más grande del país sigue un credo diferente al de la minoría serbia, que son cristianos ortodoxos, y croatas, que son católicos.
Beric, que defendió fervientemente a los musulmanes durante la guerra, escribiendo columnas sobre los ataques contra Sarajevo por las que fue puesto en la picota por sus compatriotas serbios, describió cómo sus vecinos musulmanes piensan ahora que tienen más en común con otros musulmanes que han llegado recientemente a su edificio de apartamentos, que con él.
"Nadie me necesita", dijo Beric, triste.
"Los musulmanes no me necesitan -en la guerra me necesitaron para verificar lo que estaba pasando en Sarajevo. Los serbios piensan que soy un traidor, y no les agrado tampoco a los croatas. Mi identidad es nadie y nada".
Los sentimientos nacionalistas se han fortalecido en Bosnia en los últimos cinco años, y los tres partidos más nacionalistas dominan la escena política. Todos se definen como los más capaces en defender los derechos de "su gente". Los partidos más moderados e inter-étnicos, apoyados por la comunidad internacional, lo lograron ganar el voto popular.
Los bosnios liberales, tanto serbios como musulmanes, dicen que 10 años después de la guerra, ha habido pocos intentos de reconciliación.
"Nadie en Sarajevo o Banja Luka ha ofrecido la mano de la reconciliación", dijo Branko Todorovic, que dirige el Comité Helsinki de Derechos Humanos en la República de Srpska, la parte dominada por los serbios en Bosnia. Banja Luka es la capital. "La generación más joven es más nacionalista, más extrema en términos religiosos y étnicos que la generación que participó en la guerra. Mi generación fue criada en una tradición de tolerancia, con un montón de matrimonios mixtos, y sin embargo participó en una violenta guerra".
La mayoría de la gente joven en la República de Srpska han crecido sin haber conocido nunca a un musulmán. Sarajevo para ellos es lo mismo que un país extranjero. El hijo de 12 de Todorovic, y los amigos de su hijo, animan a los equipos de fútbol de las vecinas Serbia y Montenegro, y no de Bosnia.
La mejor esperanza de estabilidad en Bosnia puede ser el inicio de un proceso de admisión a la Unión Europea, de modo que la gente se vea a sí misma como europea antes que como croatas, musulmanes o serbios. "Lo que mantiene unida a esta región es la esperanza de integrarse a Europa... Si eso fracasa, esta región volverá a su estado natural de confrontación y conflicto", dijo Ashdown.
Pero con los países de la Unión Europea crecientemente divididos sobre la admisión de nuevos miembros, no está claro que Bosnia obtenga luz verde.
Srebrenica mismo es un ejemplo en alienación y acechantes odios. La población del pueblo se ha reducido dramáticamente, apenas hay fábricas o trabajos en el área y la mayoría de la gente joven quiere marcharse del lugar.
Los serbios en Srebrenica dicen que en la guerra los dos lados cometieron atrocidades. Creen que sufrieron tanto como los musulmanes.
"Todos aceptamos la culpa, pero ellos sólo culpan a un lado, a los serbios, mientras que los lados cometieron crímenes", dijo Rajko Misatovic, 64, que se ganaba la vida como taxista. "También hubo genocidio de los serbios".
Misatovic, como otros serbios de Srebrenica, vive con una magra pensión en un destartalado edificio de apartamentos con un techo que gotea. Interrogado sobre su nacionalidad, uno de los colegas pensionistas de Misatovic respondió meditativamente antes de que Misatovic pudiera responder: "Nunca bosnio". Misatovic asintió, agregando: "Somos serbo-bosnios".
En los años de después de la guerra, los serbios ocuparon las casas de los musulmanes de Srebrenica y de aldeas cercanas como Osmace. Pero en los últimos cinco años, Naciones Unidas y la policía local comenzaron un intenso intento por desalojarlos para cumplir con el requerimiento de que las propiedades fuesen devueltas a sus propietarios legítimos. Los serbios a menudo incendiaron y bombardearon las casas que dejaban para que los musulmanes tuvieran que reconstruirlas.
Las mujeres de Osmace miraron intrigadas cuando se les preguntó sobre la reconciliación con los serbo-bosnios. Comparando la vida de antes y después de la guerra, Krdzic, 66, se esforzó por expresar la enormidad de la diferencia.
"Yo tenía 100 ovejas y dos vacas y ahora...", su voz se apagó y apartó la vista, embarazada.
"Ahora tengo una cordero y una oveja, y no tengo con qué esquilarlos. Y, y, en la aldea faltan 100 hombres".
La municipalidad de Srebrenica, que incluye las aldeas circundantes, tenía una población de 38.000 habitantes. Hussein Hadzic, 72, presidente de la comunidad musulmana, calcula que la población ha disminuido en un 80 por ciento.
Él volvió a Srebrenica hace tres años; reconstruyó su casa con la ayuda de sus hijos, y volvió a plantar su huerto.
"Hoy no hay nadie a quien darle los buenos días'; nadie a quien decirle buenas tardes'", dijo Hadzic, que había huido a otra ciudad para cuando la masacre de 1995. "Srebrenica no tiene futuro. Han reconstruido la clínica, la comisaría de policía, pero la gente no vuelve".
11 de julio de 2005
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Lulu on the bridge -
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