acuerdo sobre petróleo
[Dexter Filkins] Líderes iraquíes llegan a acuerdo tentativo sobre el petróleo, removiendo uno de los obstáculos de la constitución.
Bagdad, Iraq. El viernes líderes iraquíes dijeron que habían alcanzado un acuerdo tentativo para dividir la vasta riqueza de petróleo del país entre el gobierno central y las provincias, un avance potencialmente importante en las negociaciones sobre la nueva constitución.
Bajo el acuerdo, los ingresos por el petróleo serán compartidos por el gobierno central y las 18 provincias iraquíes, y lo dividirán gruesamente de acuerdo a sus poblaciones. No estaba claro qué entidad controlaría el dinero, aunque un líder iraquí dijo que sería el gobierno central.
"El acuerdo es que la distribución estaría bajo el control del gobierno federal", dijo el líder Saleh Mutlak, miembro del comité encargado de la redacción de la constitución.
Si se mantiene, el acuerdo constituirá un importante avance en el esfuerzo por completar la constitución. El control de los ingresos del petróleo, que proporciona la mayor parte de los ingresos de Iraq, podría reforzar significativamente el poder del gobierno central sobre las regiones, como Kurdistán y el sur de Iraq, que están pidiendo una mayor autonomía.
La mayoría del petróleo iraquí se concentra en yacimientos petrolíferos en el sur y norte, despertando temores, especialmente entre la población árabe sunní, de que los ingresos puedan caer bajo el control de los árabes chiíes y kurdos. Hasta esta semana, líderes kurdos estaban exigiendo conservar en su área en el norte al menos un 60 por ciento del dinero generado por el petróleo. Un funcionario kurdo dijo el viernes que había dejado caer la exigencia.
"Esta es una fórmula con la que puede estar de acuerdo todo el mundo", dijo Mahmood Othman, un miembro kurdo del comité constitucional.
Los líderes iraquíes siguen fuertemente divididos sobre la cuestión de la autonomía para los chiíes en el sur de Iraq, y los líderes sunníes dicen que las demandas de los líderes chiíes podrían significar la desintegración del país.
La acritud se produjo después de un llamado público para una región autónoma chií por Abdul Aziz al-Hakim, uno de los líderes políticos chiíes más poderosos del país. Dirigentes chiíes ya han impuesto leyes islámicas en muchas regiones del sur de Iraq, incluyendo restricciones a los derechos de las mujeres y en asuntos personales tales como el vestido y el consumo de alcohol.
La más firme oposición a los intentos chiíes de autonomía la hacen dirigentes sunníes. Los sunníes, que constituyen el 20 por ciento de la población de Iraq, dominaron el país durante el gobierno de Saddam Hussein y antes de eso. Con la autonomía kurda en gran parte asegurada en el norte, los sunníes se muestran preocupados de que pueden quedarse con un estado mocho débil y desconectado en el centro del país.
Líderes sunníes dijeron el viernes que habían rechazado una propuesta circulada por el embajador norteamericano en Iraq, Zalmay Khalilzad, que quería superar las divisiones entre ellos y los chiíes. En la propuesta estadounidense, la constitución declararía que Iraq será un estado federal, pero dejará los detalles a los representantes elegidos en diciembre.
Pero dirigentes sunníes la rechazaron, diciendo una legislatura dominada por los chiíes se sentiría libre para avasallar a la minoría sunní.
El desacuerdo sobre la autonomía chií plantea la perspectiva de un rompimiento de las negociaciones sobre la constitución. El comité de redacción no logró entregar a la Asamblea Nacional Iraquí el documento completo a tiempo del plazo del viernes. Según las reglas aprobadas el año pasado, se supone que la Asamblea Nacional debe aprobar la constitución el lunes. Luego sería presentada los votantes, que deberán pronunciarse sobre ella en un referéndum nacional el 15 de octubre.
Además de la autonomía de los chiíes, varios otras temas siguen dificultando a los redactores de la constitución. Entre ellos, el principal es el control sobre la ciudad norteña de Kirkuk, étnicamente dividida. Othamn, el líder kurdo, dijo que había un amplio acuerdo entre dirigentes chiíes y kurdos para incluir un artículo en la constitución que llamaría a revertir la emigración de decenas de miles de árabes en Kirkuk, en gran parte en los años ochenta.
Los árabes que llegaron a Kirkuk ocuparon normalmente las casas de kurdos que huían, que fueron expulsados en masa de la ciudad durante el período de Hussein como presidente de Iraq. Según el acuerdo discutido por Othman, el gobierno iraquí tendría que revertir la "arabización" de Kirkuk para el 15 de diciembre, la fecha de las elecciones nacionales.
Llevar a cabo semejantes repatriaciones masivas antes de las elecciones ciertamente restauraría en la ciudad el control kurdo. Pero trasladar a unos 5.000 a 10.000 familias árabes fuera de la ciudad y reasentarlas podría ser extremadamente difícil.
Othman dijo que esperaba que la cooperación entre dirigentes kurdos y chiíes presionara a los sunníes para llegar a un acuerdo. El viernes no parecía que esta perspectiva fuera posible, especialmente sobre la cuestión de la autonomía chií. En las mezquitas sunníes, incluso los clérigos estaban llamando a los fieles a oponerse a las demandas chiíes.
"Hay una conspiración y una trama para dividir a nuestro país", dijo el clérigo sunní, el jeque Mahmoud al-Sumaidie, dijo a sus seguidores en la mezquita de Umm al-Qura en Bagda. "Eso es lo que quieren nuestros enemigos".
14 de agosto de 2005
©new york times
©traducción mQh
Bajo el acuerdo, los ingresos por el petróleo serán compartidos por el gobierno central y las 18 provincias iraquíes, y lo dividirán gruesamente de acuerdo a sus poblaciones. No estaba claro qué entidad controlaría el dinero, aunque un líder iraquí dijo que sería el gobierno central.
"El acuerdo es que la distribución estaría bajo el control del gobierno federal", dijo el líder Saleh Mutlak, miembro del comité encargado de la redacción de la constitución.
Si se mantiene, el acuerdo constituirá un importante avance en el esfuerzo por completar la constitución. El control de los ingresos del petróleo, que proporciona la mayor parte de los ingresos de Iraq, podría reforzar significativamente el poder del gobierno central sobre las regiones, como Kurdistán y el sur de Iraq, que están pidiendo una mayor autonomía.
La mayoría del petróleo iraquí se concentra en yacimientos petrolíferos en el sur y norte, despertando temores, especialmente entre la población árabe sunní, de que los ingresos puedan caer bajo el control de los árabes chiíes y kurdos. Hasta esta semana, líderes kurdos estaban exigiendo conservar en su área en el norte al menos un 60 por ciento del dinero generado por el petróleo. Un funcionario kurdo dijo el viernes que había dejado caer la exigencia.
"Esta es una fórmula con la que puede estar de acuerdo todo el mundo", dijo Mahmood Othman, un miembro kurdo del comité constitucional.
Los líderes iraquíes siguen fuertemente divididos sobre la cuestión de la autonomía para los chiíes en el sur de Iraq, y los líderes sunníes dicen que las demandas de los líderes chiíes podrían significar la desintegración del país.
La acritud se produjo después de un llamado público para una región autónoma chií por Abdul Aziz al-Hakim, uno de los líderes políticos chiíes más poderosos del país. Dirigentes chiíes ya han impuesto leyes islámicas en muchas regiones del sur de Iraq, incluyendo restricciones a los derechos de las mujeres y en asuntos personales tales como el vestido y el consumo de alcohol.
La más firme oposición a los intentos chiíes de autonomía la hacen dirigentes sunníes. Los sunníes, que constituyen el 20 por ciento de la población de Iraq, dominaron el país durante el gobierno de Saddam Hussein y antes de eso. Con la autonomía kurda en gran parte asegurada en el norte, los sunníes se muestran preocupados de que pueden quedarse con un estado mocho débil y desconectado en el centro del país.
Líderes sunníes dijeron el viernes que habían rechazado una propuesta circulada por el embajador norteamericano en Iraq, Zalmay Khalilzad, que quería superar las divisiones entre ellos y los chiíes. En la propuesta estadounidense, la constitución declararía que Iraq será un estado federal, pero dejará los detalles a los representantes elegidos en diciembre.
Pero dirigentes sunníes la rechazaron, diciendo una legislatura dominada por los chiíes se sentiría libre para avasallar a la minoría sunní.
El desacuerdo sobre la autonomía chií plantea la perspectiva de un rompimiento de las negociaciones sobre la constitución. El comité de redacción no logró entregar a la Asamblea Nacional Iraquí el documento completo a tiempo del plazo del viernes. Según las reglas aprobadas el año pasado, se supone que la Asamblea Nacional debe aprobar la constitución el lunes. Luego sería presentada los votantes, que deberán pronunciarse sobre ella en un referéndum nacional el 15 de octubre.
Además de la autonomía de los chiíes, varios otras temas siguen dificultando a los redactores de la constitución. Entre ellos, el principal es el control sobre la ciudad norteña de Kirkuk, étnicamente dividida. Othamn, el líder kurdo, dijo que había un amplio acuerdo entre dirigentes chiíes y kurdos para incluir un artículo en la constitución que llamaría a revertir la emigración de decenas de miles de árabes en Kirkuk, en gran parte en los años ochenta.
Los árabes que llegaron a Kirkuk ocuparon normalmente las casas de kurdos que huían, que fueron expulsados en masa de la ciudad durante el período de Hussein como presidente de Iraq. Según el acuerdo discutido por Othman, el gobierno iraquí tendría que revertir la "arabización" de Kirkuk para el 15 de diciembre, la fecha de las elecciones nacionales.
Llevar a cabo semejantes repatriaciones masivas antes de las elecciones ciertamente restauraría en la ciudad el control kurdo. Pero trasladar a unos 5.000 a 10.000 familias árabes fuera de la ciudad y reasentarlas podría ser extremadamente difícil.
Othman dijo que esperaba que la cooperación entre dirigentes kurdos y chiíes presionara a los sunníes para llegar a un acuerdo. El viernes no parecía que esta perspectiva fuera posible, especialmente sobre la cuestión de la autonomía chií. En las mezquitas sunníes, incluso los clérigos estaban llamando a los fieles a oponerse a las demandas chiíes.
"Hay una conspiración y una trama para dividir a nuestro país", dijo el clérigo sunní, el jeque Mahmoud al-Sumaidie, dijo a sus seguidores en la mezquita de Umm al-Qura en Bagda. "Eso es lo que quieren nuestros enemigos".
14 de agosto de 2005
©new york times
©traducción mQh
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