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casi un gran escape


[Steve Fainaru y Anthony Shadid] Prisioneros iraquíes casi logran repetir el Gran Escape.
Campamento Bucca, Iraq. En las oscuras horas antes del amanecer, grupos de 10 reclusos trabajaban a 5 metros debajo del Recinto 5 de la cárcel estadounidense más grande de Iraq. Los hombres trabajaban en turnos de cinco minutos, excavando con palas hechas de postes de tiendas y sacando la tierra a la superficie en galones de agua de 5 litros, atados a una cuerda de 6 metros. Los metían en sacos que habían sido usados para entregar sus raciones de pan diario y lo esparcían subrepticiamente en una cancha de fútbol.
El Batallón 105 de la Policía Militar, encargado de la administración del Campo Bucca en el agobiante desierto del extremo sur de Iraq, sabía que estaba pasando algo: Imperceptible al ojo desnudo, los cambios de color de la cancha fueron percibidos por un satélite. Además, la tierra excavada estaba taponando las duchas y las dos docenas de retretes portátiles. Misteriosamente, el consumo de agua en el recinto había subido bruscamente.
Horas antes de la planeada fuga de la prisión el 24 de marzo, un informante sopló a los americanos, que entonces pasaron una excavadora por el Recinto 5. Lo que descubrieron fue impresionante: un túnel completo que se extendía durante 108 metros, más largo que una cancha de fútbol.
Las paredes de los túneles era lisas y fuertes como cemento, esculpidas con agua y, según creen los estadounidenses, leche. La salida, al otro lado de la valla del recinto, estaba camuflada con un cartón color arena.
El hallazgo de lo que llegó a conocerse como el túnel del ‘Gran Escape' fue un momento seminal para los americanos encargados de la custodia de la explosiva población carcelaria de Iraq. Subrayó el hecho de que los guardias no estaban solamente custodiando a más de 6.000 detenidos, sino, a su manera, luchando contra un enemigo que mostraba en el interior de una cárcel rodeada de alambres de púas la misma flexibilidad que en la mayoría de las acciones en la calle. Para los reclusos, la guerra no había terminado.
"Fue una operación militar. Estaba muy bien organizada, y se llevó a cabo con gran disciplina", dijo Mohammed Touman, 27, un recluso liberado el 27 de mayo. "Si hubiesen escapado sólo 200, habría sido un tremendo golpe para los americanos".
El coronel James Brown, comandante de la Brigada 18 de la Policía Militar, que supervisa los centros de detención militares americanos en Iraq, dijo que la fuga habría sido una de las más grandes en la historia de las prisiones norteamericanas.

Amplia Red de Detención
Desde la invasión norteamericana de marzo de 2003, las fuerzas armadas han dicho que han detenido a más de 40.000 personas. Hoy, la población en tres cárceles estadounidenses -Bucca, Abu Ghraib y Camp Cropper- es de 10.600, el doble del año pasado.
Muchos de los detenidos liberados expresaron asombro sobre las razones de su detención; incluso el oficial norteamericano encargado de Bucca, el coronel Austin Schmidt, calculó que 1 de 4 reclusos "quedaron quizás enganchados en una redada" o fueron víctimas de venganzas personales.
"Esto es como Chicago en los años 30: Si no te gusta alguien, lo delatas", dijo. "Y cuando el sistema judicial iraquí lo descubre, se marcha a casa. Pero toma un tiempo".
El Campo Bucca está en uno de los lugares más inhóspitos de Iraq -un desierto con temperaturas de 55 grados Celsius y rugientes vientos, a unos minutos de la frontera de Kuwait. Los detenidos viven en tiendas de lona o en recintos de madera contrachapada con aire acondicionado, con tejados de hojalata; cada uno alberga a 20 prisioneros.
La mayoría de los prisioneros sunníes y chiíes son mantenidos en recintos separados. En el área chií, están a cargo unos 20 clérigos. Aplican una estricta justicia. Por romper las reglas, a los reclusos se les priva de comida o golpea en la planta de los pies con una pértiga. En los más numerosos recintos sunníes, los reclusos eligen a un líder de entre sus filas.
"Nos organizamos nosotros mismos", dijo Hassan Challoub, un recluso chií de Bagdad que fue dejado en libertad el mes pasado.

Motín en la Prisión
El 1 de abril empezó en el Recinto 3, donde están los chiíes, un motín que duró cuatro días,
Challoub, conocido como Abu Hala, 45, era un comandante del Ejército Mahdi en agosto, cuando las tropas norteamericanas atacaron a los milicianos en Ciudad Sáder, una barriada chií al este de Bagdad. En Bucca, era el segundo en el mando del Recinto 3. Dijo que la mañana del 3 de abril había observado cómo los guardias americanos trataban de sacar a 10 prisioneros del patio, entre ellos cuatro clérigos de la dirección chií del recinto. Los guardias tendieron a los hombres en el suelo, amarraron sus manos a la espalda y, dijo, pusieron sus botas sobre las espaldas de los clérigos.
"Como musulmán, cuando ves tratado de esa manera a tu profesor, tú, por supuesto, te indignas. Como chií, debes respetar a los clérigos", dijo Challoub hace poco en Bagdad.
Los comandantes americanos negaron que los detenidos fueran obligados a tenderse en el suelo o que los soldados los hayan aplastado con sus botas.
Repentinamente, todo lo que los americanos habían dado a los reclusos en los meses previos se volvió contra ellos, de acuerdo a guardias y a un video del motín puesto a disposición por los militares. El cemento había sido cincelado de la base de concreto de un poste de una tienda; cientos de piezas habían sido guardadas en una tienda que los reclusos usaban como mezquita y que los militares habían prohibido a los guardias. Los detenidos usaron tablas para defenderse. Lanzaron calcetines rellenos con un cóctel de excrementos, tierra y un desinfectante para las manos de acción retardada, dijo los norteamericanos.
Los detenidos usaron hondas hechas con la lona de las tiendas. Los más diestros, dijo Brown, podían arrojar pedazos de cemento a través de la ventana de una caja de banco. Los norteamericanos dispararon con balas de goma y gas lacrimógeno, pero no lograron para la cascada de proyectiles desde el patio.

Violencia Inverosímil
"La violencia fue absolutamente increíble", dijo el teniente primero Shawn Talmadge, un vendedor de camiones de bomberos de Richmond, Virginia.
Challoub dijo que cuatro cientos prisioneros habían participado en el motín. Muchos gritaban: "¡No hay más que un Dios!"
Al cuarto día del motín, los americanos llamaron a un helicóptero Black Hawk, según muestra el video. Excavadoras y 200 soldados fuertemente armados rodearon el recinto. Los reclusos chiíes finalmente se rindieron.
De acuerdo a ex presos sunníes, los trabajos en el túnel empezaron en enero, debajo del suelo de madera de una tienda de lona. En el punto álgido, había unos 200 presos participando en el intento de fuga, dijeron detenidos.
Para los americanos, fue una guerra contra el tiempo. Durante días habían detectado que algo marchaba mal. Además de las duchas y retretes taponados, un informante había insinuado que estaban construyendo un túnel. Un agente de inteligencia se reunió nuevamente con el informante. Esta vez reveló que había un túnel en el Recinto 5 y que estaba completado.
Inmediatamente los norteamericanos trasladaron a los reclusos a otro área de detención y aplanaron el recinto. A pocos minutos se derrumbó el túnel.
Desde el motín y el descubrimiento del túnel, los militares americanos han reparado Camp Cropper. Ya casi no hay tiendas, que han sido remplazadas por construcciones con fundamentos de concreto que son casi imposibles de excavar o de utilizar como arma. Los recintos han sido divididos en cuadrantes, limitando los movimientos y comunicación de los detenidos.

29 de agosto de 2005
©chicago tribune
©traducción mQh

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