viajeros musulmanes
[Alan Riding] En un país remoto: Occidente.
Barcelona, España. Desde la conquista mora de España hasta la adicción de posguerra al petróleo de Oriente Medio, Europa ha estado ocupada con el mundo musulmán durante más de mil años. Sin embargo, es extraordinaria la poca atención que ha prestado Europa, durante gran parte de este período, a cómo era percibida por los musulmanes.
Ahora, Occidente visto desde Oriente', una innovadora exposición en Barceloma, trata de hacer enmiendas. Expone la compleja relación de amor y odio, caracterizada por atracciones y repulsiones cíclicas, cercanía y hostilidad. Y llega a una sorprendente conclusión: "Los orientales han prestado mucho menos atención a los europeos que nosotros a ellos".
La exhibición, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona hasta el 25 de septiembre antes de viajar a Valencia, nació del supuesto choque de civilizaciones' de después del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, su premisa es que la crisis actual sobre el fundamentalismo islámico es simplemente otro capítulo de una historia muy antigua.
"El islam y Europa parecen constituir dos entidades separadas que son antagónicas, irreconciliables, radicalmente diferentes", dice el catálogo. "Ahora que millones de habitantes de origen musulmán viven en Europa, la historia que queremos contar es otra".
Es verdad que un tema tan vasto puede difícilmente ser cubierto en una sola exposición armada en torno a textos, objetos e imágenes históricas. Pero como dice Jordi Balló, el director de exposiciones del centro: "Hemos visto tantas exhibiciones sobre la fascinación de Occidente con el Oriente... Nosotros mismos hicimos una llamada Fantasías en un harén'. Este es un intento de ver las cosas desde el otro lado".
Por definición, tenía que ser montada por un musulmán. Así que el centro cedió el control de la exposición a Abdelwahab Meddeb, tunecino de París, poeta, escritor, profesor universitario y más recientemente autor de La enfermedad del islam' (Basic Books) -un análisis del fundamentalismo islámico. A su vez, reclutó a nueve artistas y cinco escritores del mundo musulmán para contribuir con una visión contemporánea a Occidente visto por Oriente'.
Para los objetivos de esta exposición, el Occidente es principalmente Europa, con Estados Unidos como un recién llegado, mientras el Oriente es el mundo islámico. Incluso aquí, sin embargo, las líneas son borrosas porque Meddeb y los artistas invitados se montaron a horcajadas en la división.
"En todo lo que hago o escribo, trato de decir lo que siento, que soy profundamente occidental y oriental, que soy hijo de una genealogía doble", dijo Meddeb, refiriéndose a su vida en París. "Me crié en este espíritu. Y con el surgimiento del fundamentalismo islámico, trato de demostrar que el Oriente y Occidente son reconciliables".
Para explorar esta premisa, la exposición se centra en lo que llama "sondeos arqueológicos", empezando con mapas y escritos de un geógrafo árabe del siglo 12, Al-Idrisi. Estaba al servicio del rey siciliano Rogerio II, que expulsó a los musulmanes de la isla pero retuvo en su corte a intelectuales musulmanes. No está claro lo lejos que viajó al-Idrisi, pero escribió con admiración sobre las 1.200 iglesias de Roma, 1.000 baños públicos y "el palacio de un príncipe llamado Papa".
Incluso antes Sicilia era un importante cruce de caminos. En Palermo se exhibe una página de una versión árabe-griega del Evangelio de San Lucas, así como la inscripción en una tumba del siglo 11 en griego, latín, hebreo y árabe. Para ilustrar las cruzadas, Meddeb escogió a Usama Ibn al-Munqidh, un noble sirio que peleó contra los invasores cristianos pero que, en su autobiografía, describió a los occidentales como "enemigos con los que se puede ser amigos".
La proximidad física -y religiosa- del cristianismo y la imaginería religiosa musulmana, especialmente en el modo en que algunos artistas musulmanes tomaron de prestado de la tradición cristiana la representación gráfica de escenas de la vida del profeta (aunque en algunos casos la cara de Mahoma era borrada para adaptarse a la prevaleciente iconofobia). Hacia el siglo 16, los gobernantes otomanos mismos se mostraban ansiosos de ser pintados al estilo occidental.
Pero fue sólo en el siglo 19 que el modo de vida occidental empezó a transformar al Oriente musulmán, no sólo a través de la tecnología, arquitectura y moda, sino también con intromisiones en filosofía y política. La respuesta fue ambivalente: algunos líderes musulmanes adoptaron los nuevos modos, con fotografías en esta exposición que registran sus "grandes excursiones" por Europa, pero los llamados occidentalistas también empezaron a oponerse al dominio europeo.
Luego, en 1928, con la creación de la Hermandad Musulmana en Egipto, se crearon las condiciones para la continuada guerra entre el mundo moderno y el tradicional en gran parte del mundo musulmán. Y desde entonces, dice el catálogo, "la historia de los países musulmanes ha estado marcada por la línea divisoria que separa las tendencias pro-occidentales y anti-occidentales".
Sin embargo, mientras hoy en los medios de comunicación se libra una guerra de imágenes, el arte puede servir como interlocutor. Marjane Satrapi, la autora iraní de Persepolis', un aclamado cómic autobiográfico, pintó para esta exposición un alegre mural titulado The Magnificent Occident'. En el catálogo observó: "Dado que toda vez que habláis de nosotros es para evocar Las mil y una noches' o el terrorismo, sería interesante ver si tenemos las ideas tan fijas como vosotros".
Khosrow Hassanzadeh, otro artista iraní, dio su respuesta mirándose en un espejo occidental: presentó un autorretrato y retratos de miembros de su familia, cada identificado por su nombre, nacionalidad, edad y profesión, bajo el título Terrorista', como si estuvieran en un letrero de Se Busca'.
Shadi Ghadirian, también de Irán, ofreció una visión satírica de cómo ella veía el Occidente, fotografiándose en ropas occidentales, luego borrando toda evidencia de piel. Gracias a los censores iraníes, explicó en el texto de la exposición, así es como creció, viendo a mujeres occidentales en revistas importadas. El video marroquí de la artista Bouchra Khalili ajustó cuentas vistiéndose con un traje tradicional en París, pidiendo a hombres occidentales que se presentasen a un casting y sacándose el traje en público.
El fotógrafo argelino de París, Touhami Ennadre, que estaba en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, ha centrado su trabajo en Estados Unidos en los afro-americanos, a los que llama genéricamente El Otro'. Para 11 de Septiembre', una fotografía de la exposición aquí, Ennadre dijo que había sacado expresamente los detalles del atentado terrorista para concentrarse en "la esencia universal del drama".
Acompañando la exposición con monitores de televisión, las entrevistas con cinco escritores musulmanes proporcionan una especie de continuos comentarios. A todos se les pide que respondan a las mismas preguntas sobre sus opiniones sobre Occidente, entre ellas, qué les gusta (aplaudieron la racionalidad y la eficiencia) y qué no (lamentaron la pobreza de las relaciones humanas).
Sin embargo, la respuesta más original vino de Sorour Kasmai, una escritora iraní. A la pregunta por qué el Occidente es democrático y el Oriente a menudo despótico, respondió: "Creo que en Occidente existe la democracia porque el Occidente inventó la novela. Y el despotismo reina en el Oriente porque el Oriente se hizo con la poesía. La novela desarrolla la imaginación democrática porque ofrece varias rutas, varios destinos, mientras la poesía es despótica".
3 de septiembre de 2005
©new york times
©traducción mQh
Ahora, Occidente visto desde Oriente', una innovadora exposición en Barceloma, trata de hacer enmiendas. Expone la compleja relación de amor y odio, caracterizada por atracciones y repulsiones cíclicas, cercanía y hostilidad. Y llega a una sorprendente conclusión: "Los orientales han prestado mucho menos atención a los europeos que nosotros a ellos".
La exhibición, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona hasta el 25 de septiembre antes de viajar a Valencia, nació del supuesto choque de civilizaciones' de después del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, su premisa es que la crisis actual sobre el fundamentalismo islámico es simplemente otro capítulo de una historia muy antigua.
"El islam y Europa parecen constituir dos entidades separadas que son antagónicas, irreconciliables, radicalmente diferentes", dice el catálogo. "Ahora que millones de habitantes de origen musulmán viven en Europa, la historia que queremos contar es otra".
Es verdad que un tema tan vasto puede difícilmente ser cubierto en una sola exposición armada en torno a textos, objetos e imágenes históricas. Pero como dice Jordi Balló, el director de exposiciones del centro: "Hemos visto tantas exhibiciones sobre la fascinación de Occidente con el Oriente... Nosotros mismos hicimos una llamada Fantasías en un harén'. Este es un intento de ver las cosas desde el otro lado".
Por definición, tenía que ser montada por un musulmán. Así que el centro cedió el control de la exposición a Abdelwahab Meddeb, tunecino de París, poeta, escritor, profesor universitario y más recientemente autor de La enfermedad del islam' (Basic Books) -un análisis del fundamentalismo islámico. A su vez, reclutó a nueve artistas y cinco escritores del mundo musulmán para contribuir con una visión contemporánea a Occidente visto por Oriente'.
Para los objetivos de esta exposición, el Occidente es principalmente Europa, con Estados Unidos como un recién llegado, mientras el Oriente es el mundo islámico. Incluso aquí, sin embargo, las líneas son borrosas porque Meddeb y los artistas invitados se montaron a horcajadas en la división.
"En todo lo que hago o escribo, trato de decir lo que siento, que soy profundamente occidental y oriental, que soy hijo de una genealogía doble", dijo Meddeb, refiriéndose a su vida en París. "Me crié en este espíritu. Y con el surgimiento del fundamentalismo islámico, trato de demostrar que el Oriente y Occidente son reconciliables".
Para explorar esta premisa, la exposición se centra en lo que llama "sondeos arqueológicos", empezando con mapas y escritos de un geógrafo árabe del siglo 12, Al-Idrisi. Estaba al servicio del rey siciliano Rogerio II, que expulsó a los musulmanes de la isla pero retuvo en su corte a intelectuales musulmanes. No está claro lo lejos que viajó al-Idrisi, pero escribió con admiración sobre las 1.200 iglesias de Roma, 1.000 baños públicos y "el palacio de un príncipe llamado Papa".
Incluso antes Sicilia era un importante cruce de caminos. En Palermo se exhibe una página de una versión árabe-griega del Evangelio de San Lucas, así como la inscripción en una tumba del siglo 11 en griego, latín, hebreo y árabe. Para ilustrar las cruzadas, Meddeb escogió a Usama Ibn al-Munqidh, un noble sirio que peleó contra los invasores cristianos pero que, en su autobiografía, describió a los occidentales como "enemigos con los que se puede ser amigos".
La proximidad física -y religiosa- del cristianismo y la imaginería religiosa musulmana, especialmente en el modo en que algunos artistas musulmanes tomaron de prestado de la tradición cristiana la representación gráfica de escenas de la vida del profeta (aunque en algunos casos la cara de Mahoma era borrada para adaptarse a la prevaleciente iconofobia). Hacia el siglo 16, los gobernantes otomanos mismos se mostraban ansiosos de ser pintados al estilo occidental.
Pero fue sólo en el siglo 19 que el modo de vida occidental empezó a transformar al Oriente musulmán, no sólo a través de la tecnología, arquitectura y moda, sino también con intromisiones en filosofía y política. La respuesta fue ambivalente: algunos líderes musulmanes adoptaron los nuevos modos, con fotografías en esta exposición que registran sus "grandes excursiones" por Europa, pero los llamados occidentalistas también empezaron a oponerse al dominio europeo.
Luego, en 1928, con la creación de la Hermandad Musulmana en Egipto, se crearon las condiciones para la continuada guerra entre el mundo moderno y el tradicional en gran parte del mundo musulmán. Y desde entonces, dice el catálogo, "la historia de los países musulmanes ha estado marcada por la línea divisoria que separa las tendencias pro-occidentales y anti-occidentales".
Sin embargo, mientras hoy en los medios de comunicación se libra una guerra de imágenes, el arte puede servir como interlocutor. Marjane Satrapi, la autora iraní de Persepolis', un aclamado cómic autobiográfico, pintó para esta exposición un alegre mural titulado The Magnificent Occident'. En el catálogo observó: "Dado que toda vez que habláis de nosotros es para evocar Las mil y una noches' o el terrorismo, sería interesante ver si tenemos las ideas tan fijas como vosotros".
Khosrow Hassanzadeh, otro artista iraní, dio su respuesta mirándose en un espejo occidental: presentó un autorretrato y retratos de miembros de su familia, cada identificado por su nombre, nacionalidad, edad y profesión, bajo el título Terrorista', como si estuvieran en un letrero de Se Busca'.
Shadi Ghadirian, también de Irán, ofreció una visión satírica de cómo ella veía el Occidente, fotografiándose en ropas occidentales, luego borrando toda evidencia de piel. Gracias a los censores iraníes, explicó en el texto de la exposición, así es como creció, viendo a mujeres occidentales en revistas importadas. El video marroquí de la artista Bouchra Khalili ajustó cuentas vistiéndose con un traje tradicional en París, pidiendo a hombres occidentales que se presentasen a un casting y sacándose el traje en público.
El fotógrafo argelino de París, Touhami Ennadre, que estaba en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, ha centrado su trabajo en Estados Unidos en los afro-americanos, a los que llama genéricamente El Otro'. Para 11 de Septiembre', una fotografía de la exposición aquí, Ennadre dijo que había sacado expresamente los detalles del atentado terrorista para concentrarse en "la esencia universal del drama".
Acompañando la exposición con monitores de televisión, las entrevistas con cinco escritores musulmanes proporcionan una especie de continuos comentarios. A todos se les pide que respondan a las mismas preguntas sobre sus opiniones sobre Occidente, entre ellas, qué les gusta (aplaudieron la racionalidad y la eficiencia) y qué no (lamentaron la pobreza de las relaciones humanas).
Sin embargo, la respuesta más original vino de Sorour Kasmai, una escritora iraní. A la pregunta por qué el Occidente es democrático y el Oriente a menudo despótico, respondió: "Creo que en Occidente existe la democracia porque el Occidente inventó la novela. Y el despotismo reina en el Oriente porque el Oriente se hizo con la poesía. La novela desarrolla la imaginación democrática porque ofrece varias rutas, varios destinos, mientras la poesía es despótica".
3 de septiembre de 2005
©new york times
©traducción mQh
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