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crímenes sectarios en iraq


[Alissa J. Rubin] Una ola de asesinatos de musulmanes sunníes y chiíes hace surgir espectro de guerra civil.
Bagdad, Iraq. Hassan Lami estaba pastoreando sus ovejas en un terreno cubierto de basura en la ciudad cuando seis hombres enmascarados, utilizando armas con silenciadores, le dispararon 30 veces.
Según se pudo determinar, el recién casado de 20 años fue asesinado esa mañana de julio porque era un musulmán chií.

Una semana después, otro hombre de 20 fue asesinado, esta vez por hombres que no se dieron la molestia de llevar máscaras. En su vecindario, la única razón que pudieron pensar sus vecinos sobre su asesinato, fue que Ahmed Dhirgham era un sunní cuyo padre había trabajado para el servicio de inteligencia de Saddam Hussein.
En las últimas seis semanas en el barrio de Ghazaliya, en el borde occidental de Bagdad, donde vivían los dos hombres, más de 30 personas han sido asesinadas en lo que parecen ser ataques puramente sectarios. Aunque otras formas de violencia, como los atentados kamikaze, han desestabilizado a Iraq, muchos temen que los asesinatos chiíes-sunníes sectarios que han escalado en Bagdad y otros lugares estén empujando al país hacia la guerra civil.
La atención de la elite y los medios de comunicación iraquíes se ha concentrado en los intentos de redacción de la constitución, pero el fracaso en refrenar la ola de asesinatos sectarios podría representar una mayor amenaza a la estabilidad del país que el fracaso en alcanzar un consenso constitucional, dijeron varios funcionarios del gobierno iraquí que pidieron no ser nombrados porque no quieren ser vistos como apuntando con el dedo a miembros de otra secta.
"Ahora el gobierno es tan ineficiente en cuanto al control de la situación que la seguridad se ha deteriorado, y así la situación política también se ha deteriorado", dijo un funcionario de gobierno que participó en las negociaciones sobre la constitución.
"Tienen que controlar la seguridad, de otro modo no importará qué hagamos aquí", dijo, hablando desde una oficina en la fuertemente fortificada Zona Verde.
"La gente no quiere constitución: lo que quieren es seguridad", dijo un ex general del ejército iraquí, un sunní que vive en Ghazaliya, hogar de chiíes y sunníes por igual. El hombre, que es conocido en el vecindario como Abu Arabm pidió que no se mencionara su nombre completo, por temor a convertirse en un blanco de asesinos.
Los asesinatos ojo por ojo abruman a muchos vecindarios mixtos de Bagdad, donde sunníes y chiíes vivían en paz. A menudo, la gente asesinada, tal como los dos hombres en Ghazaliya, no tienen nada que ver con política.
Estadísticas del gobierno iraquí muestran que los asesinatos sectarios se han casi duplicado en los últimos 12 meses, a pesar del aumento en la cantidad de agentes de policía en las calles y de patrullas de la guardia nacional iraquí. En julio, casi 700 de los 1.100 cadáveres llevados a la morgue central de Bagdad, mostraban impactos fatales de bala. No se dispone de cifras sobre los que no llegan a la morgue.
"El número de casos de gente tiroteada es enorme", dijo el profesor Abed Razaq Ibaidi, director suplente del Instituto Central de la Medicina Forense en Bagdad, la morgue más grande del país.
Los doctores creen que la mayoría de las víctimas de bala son víctimas de asesinato, porque tienen múltiples heridas de bala, muchas de ellas en el pecho. "La mayor parte de las veces, usan ametralladoras y parece que su uso es intencionado porque... disparan más de una vez en el área del pecho", dijo Ibaidi.
A veces los asesinatos son masacres. En abril se encontraron docenas de cuerpos, muchos de ellos de campesinos sunníes, en el río Tigris al sur de Bagdad. En mayo se descubrieron en una zanja en Bagdad 14 cuerpos de miembros de un clan árabe sunní. En julio se encontraron en un terreno eriazo en un enclave sunní cerca del borde sur de Bagdad, los cuerpos de 12 chiíes.
Los muertos son dejados a la berma de los caminos, en terrenos baldíos, abandonados en coches o minibuses agujereados de bala. Son tantos que el Instituto Central ha casi triplicado su personal de patología de 9 a 25 doctores, y trabajan casi las 24 horas del día.
Familias de las minorías étnicas en vecindarios como Ghazaliya están vendiendo sus casas y mudándose a lugares donde son mayoría. Con sólo evidencias anecdóticas, no está claro si esto se convertirá en un éxodo. La familia de Hassan Lami es una de las quiere marcharse: Ha puesto en venta su casa.
Una vez que la gente empiece a mudarse, la marea de inestabilidad será difícil de detener, dijo Ed Joseph, investigador del Wilson Institute, que trabajó en Bosnia-Herzegovina durante la guerra en ese país en los Balcanes a mediados de los años noventa.
Dijo que la probabilidad de la guerra civil aumenta si después de los ataques contra una comunidad, otros miembros de la minoría empiezan a huir, como hicieron los musulmanes en Bosnia después de que las aldeas fueran atacadas por soldados serbios.
"Una vez que la gente se marcha en masa, deben encontrar un lugar dónde ir", dijo. "Se marchan hacia lugares más seguros... donde está a cargo ‘gente como ellos'. Y entonces, a su vez, las hostilidades atacan a las minorías en las áreas donde han encontrado refugio.
"La cuestión es: ¿Cómo reacciona una comunidad cuando matan a uno de los suyos? Si no huyen, si se quedan y luego encargan un asesinato en represalia... será posiblemente menos probable que haya una guerra civil.
"Pero si empiezan a marcharse, se cuidan", agregó. "Hay grandes peligros. La gente en los Balcanes se dio cuenta de eso demasiado tarde: Una vez que comienza el desplazamiento, no hay vuelta atrás".
De momento, el clero chií ha pedido moderación en medio de los atentados suicidas que han atacado a grandes muchedumbres de chiíes, como el ataque en Musayyib a mediados de julio, que mató a 90 personas. Pero parece que algunos chiíes están buscando vengarse.
Lo que también complica el asunto son las alianzas confesionales de los servicios de seguridad. El ministerio del Interior y la policía son predominantemente chiíes, mientras que el ejército iraquí y algunas otras unidades y oficiales del ministerio de Defensa son sunníes. Y los asesinos se disfrazan a veces de agentes de seguridad, haciéndose difícil determinar si se trata de unidades falsas.
El vecindario de Ghazaliya ofrece una inquietante imagen del espacio local del terrorismos sectario. Entrar en Ghazaliya es entrar en un mundo en el que hombres amrados pueden matar a familias a voluntad y familias que venden con pérdidas las casas donde han vivido siempre o las abandonan antes que correr el riesgo de convertirse en las próximas víctimas.
Ghazaliya fue construido como una comunidad dormitorio para miembros del ejército y de los servicios secretos iraquíes; tiene al menos un 85 por ciento de sunníes, la minoría dominante de Iraq bajo Hussein.
El telón de fondo de los recientes asesinatos es la pelea en el barrio sobre la construcción de una mezquita. La pelea empezó casi inmediatamente después de la invasión norteamericana, cuando imanes chiíes llegaron al barrio y repartieron permisos a los residentes chiíes para construir una hussainiya -el nombre chií para mezquitas de barrio. El sitio escogido por los chiíes ya había sido reservado por los sunníes, que tenían sus propios planes para construir una mezquita allá.
Pero los chiíes empezaron la construcción y un popular doctor sunní local protestó. Poco después, fue asesinado por pistoleros que irrumpieron en su clínica después de que saliera el último paciente.
En el otoño de 2004, chiíes del barrio invitaron a peregrinos que se dirigían a la ciudad santa de Karbala a que pararan a comer y tomar té. Más de 1.000 chiíes se reunieron en la mezquita recién construida -un acto que los sunníes del barrio consideraron como una provocativa demostración de fuerza destinada a recordarles que ahora eran los chiíes los que estaban en el poder.
Pocas semanas después, fue asesinado un carnicero chií. Había estado planeando construir una segunda hussainiya.
"Un día después mataron a otro chií, de nombre Amar, y luego empezamos a olvidar cuántos habían sido asesinados", dijo Ahmed Najim, un vecino hasta que se mudara con su familia a otro lugar, hace dos meses. Najim, que todavía trabaja en la hussainiya como empleado de la limpieza, acompañó a la familia Lami a una entrevista con el reportero.
Este verano el número de asesinatos aumentó fuertemente. A cualquiera que se le pregunte en las calles de Ghazaliya, responderá que conoce a alguien que fue matado.
Pintadas garabateadas hace poco en una muralla del barrio cerca del pequeño centro comercial donde la familia Lami tenía su carnicería, decían: "Mataremos a 99 chiíes de aquí; llevamos 16".
El día que los miembros de la familia hablaron con el periodista, la cifra había subido a 21. A principios de septiembre, el número de bajas se había elevado a 25, incluyendo a un visitante de la hussainiya, que fue asesinado a la mañana siguiente de haber regalado a la mezquita 24 ventiladores. En el mismo período dos sunníes más fueron asesinados en el vecindario.
Entre los asesinados en las últimas semanas se encontraba Sadek Khafaji, 36, empleado de la limpieza en la hussainiya. Fue matado poco después de la puesta de sol mientras trataba de reparar los cables que iban desde un generador del barrio hacia la mezquita, dijo Najim, 24, que era cercano del hombre asesinado.
En contraste, la mayoría de los sunníes atacados en Ghazaliya estaban asociados con el antiguo régimen, dijeron vecinos del barrio. Sunníes del barrio creen que los asesinados estaban en listas negras compiladas por la Brigada Báder, una milicia chií aliada con el partido chií más importante, el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, y que son adiestradas por la Guardia Revolucionaria Iraní.
"Báder llegó con listas de nombres de oficiales iraquíes, especialmente oficiales de la fuerza aérea iraquí que tripularon bombarderos durante la guerra Irán-Iraq; en sus listas también había baazistas de alto rango. El asesinato sistemático de esa gente ya empezó", dijo Abu Arab, el ex general que vive en Ghazaliya. Rara vez sale de casa y se encuentra habitualmente en la parte de atrás, en un cuarto sin ventanas.
"Un piloto que vivía a unos 150 metros de mí fue matado porque había hecho misiones durante la guerra Iraq-Irán", dijo.
A principios de agosto, hombres armados atacaron a feligreses en una mezquita sunní en el barrio poco después de las oraciones del mediodía, dijo Abu Mohammed, otro ex general del ejército iraquí que había pasado a charlar con Abu Arab y también pidió que no se mencionara su nombre completo.
"Todos sabemos que la gente no lleva sus armas a la mezquita, así que abrieron fuego cuando estaban saliendo de las oraciones", dijo. "Mataron al imán y a varios otros".
En Ghazaliya, los sunníes creen que son los chiíes los que los están matando y los chiíes creen que son los sunníes, aunque vecinos sunníes dicen que ellos todavía hablan con sus vecinos chiíes y viceversa. Pero la generosidad está menguando.
La madre de Dhirgham, aturdida en la puerta de su casa, acusó a los chiíes, maldiciendo a Abdelaziz Hakim, el líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, y a la Brigada Báder.
"Todo sale de la salvaje cabeza de Al Hakim y de las milicias Báder", dijo la entristecida madre, que no quiso decir su nombre. "No es justo".
La familia Lami hace acusaciones similares contra los sunníes, aunque sus comentarios son más velados.
"Las mezquitas sunníes del barrio no han condenado estos asesinatos", dijo Qassim Lami, 40, hermano del pastor asesinado.
"El presidente Bush dijo, refiriéndose al 11 de septiembre, que cualquiera que no simpatice con nosotros está contra nosotros", dijo. "Esos sunníes no los están condenando, así que están contra nosotros".
Su madre asintió. "La gente que nos hace esto, son todos de Ghazaliya, todos nuestros vecinos son sunníes", dijo Nooriya Mussawi Lami.
La familia Lami y dos amigos dejaron el hotel donde nos habíamos reunido para la entrevista sobre Ghazaliya. Los dos hombres pararon en recepción y recogieron las pistolas que habían entregado al entrar.
Ahmed Najim sonrió tenso mientras metía su arma en el pantalón.
"Sólo recuerda", dijo, "que mañana te pueden decir que estoy muerto".

Caesar Ahmed y Suhail Hussain contribuyeron a este reportaje.

12 de septiembre de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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