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espía sale de escondite


[Robin Wright] El mes pasado, Henry ‘Hank' Crumpton, el venerado jefe de operaciones encubiertas de la CIA salió formalmente del anonimato.
Crumpton adquirió una fama casi mítica después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 -siempre anónimamente. Él es el misterioso ‘Henry' en el informe de la comisión 11 de Septiembre, que observa que él presionó persistentemente a la CIA a que hiciera algo más en Afganistán antes de los sensacionales ataques de Osama bin Laden. Dos de sus propuestas claves para localizar a los jefes de al Qaeda fueron rechazadas.
Instalado como jefe de la campaña afgana de la CIA después de los atentados, Crumpton es ‘Hank' en los libros de Gary C. Schroen, ‘First In: An Insider's Account of How the CIA Spearheaded the War on Terror in Afghanistan' y de Bob Woodward, ‘Bush at War'. Ambos libros narran cómo Crumpton diseñó una estrategia en la que trabajaron juntos equipos de elite de la inteligencia y oficiales militares con la oposición afgana para expulsar a los talibanes. El novedoso e inicialmente controvertido método enfatizaba costes humanos y materiales mínimos - evitaba el tipo de prolongada guerra terrestre que perdió la Unión Soviética.
También cambió el modo en que Estados Unidos lucha contra el terrorismo.
"Hank fue un operativo severo, centrado y valiente, y un excelente organizador. Su trabajo era invalorable", dijo el general Tommy Franks, ahora retirado, que estaba a cargo del Comando Central durante la guerra afgana y la invasión inicial de Iraq.
John E. McLaughlin, ex director suplente de la CIA ahora en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad de John Hopkins, agregó: "Es un verdadero héroe americano".
Ahora, después de casi un cuarto de siglo como espía o jefe de estación en al menos cuatro continentes, Crumpton ha emergido de sus trabajos encubiertos para encargarse del trabajo de Coordinador de Antiterrorismo del ministerio de Asuntos Exteriores -con el rango muy público de embajador.
La decisión sorprendió a sus colegas. Crumpton dice que quiso ser espía desde que era niño, cuando escribió por primera vez a la CIA. "Y ellos respondieron -en papel con membrete. En una pequeña comunidad rural en Georgia, recibir una carta de la CIA era algo fenomenal", reflexionó en su primera entrevista desde que asumiera el cargo.
Después de incorporarse a la agencia en 1981, Crumpton hincó sus dientes en Liberia durante su desintegración en guerras tribales. "Fue un buen lugar para empezar, moviéndome en el caos y tratando de entender las diferentes tensiones políticas y tribales", dijo, observando que aprendió más de los insurgentes africanos que de su adiestramiento inicial en casa. "Esa gente trabajaba con nada", dijo.
Desde entonces la mayor parte de su trabajo es todavía secreto, aunque Crumpton estuvo profundamente involucrado en la investigación de los atentados de al Qaeda en 1998 contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, así como en el atentado en 2000 contra el buque de guerra USS Cole en aguas de Yemen, dicen sus colegas.
Se ha especializado en zonas álgidas -y buscaba operativos con aptitudes similares. Cuando se encargó de la operación afgana, Crumpton colgó un letrero en la puerta de su oficina una frase prestada del desaventurado explorador de la Antártica, Ernest Shackleton: "Buscábamos agentes para misiones peligrosas. Con salarios bajos. En climas gélidos. Con largos meses de completa oscuridad. El retorno a salvo siempre incierto".
Crumpton, nacido en Georgia y de voz suave, puede engañar con sus maneras, dicen sus amigos y colegas. "Hay un centelleo en sus ojos, y es un... diablos, es un tipo duro, pero es un buen agente de inteligencia", dijo James Pavitt, ex subdirector de operaciones, el brazo encubierto de la CIA. "No tenía miedo de mirar a la gente en los ojos y decirles que estaban equivocados. Esa era su punto fuerte. Y ese es el tipo de cosas que empezaron a lograr resultados" después de los atentados del 11 de septiembre.
Sus colegas recuerdan cómo Crumpton se agachaba como un jefe de grupo entre el presidente Bush y el vice-presidente Cheney, a examinar mapas, para explicar lo que la CIA estaba haciendo en Afganistán. "No se sentía atemorizado", dijo McLaughlin.
Después de Afganistán, Crumpton se enfocó cada vez más en cómo redefinir y hacer más eficiente el modo en que se coordinan unas con otras las agencias estadounidenses y cómo se integra la seguridad de Estados Unidos con el resto del mundo. Sus colegas dicen que Crumpton es implacable -a veces inflexible- cuando tiene una idea.
El nuevo libro de Jennifer E. Sims fue publicado después de un encuentro con Crumpton -en la Casa Internacional de Pancakes. "Es increíblemente directo", dijo Sims. "Me llamó diciéndome que me quería ver en la Casa Internacional de Pancakes de Arlington a las 7 de la mañana... Pensé que era raro, pero yo estaba en el norte de Arlington... Probablemente llegó 10 minutos antes que yo. Entré al restaurante y tuvimos una cháchara sobre esto y lo otro y le dije: ‘Así, ¿qué pasa?'"
"Me dijo: ‘Necesitamos hacer profundos cambios en la inteligencia, y lo que necesitamos es una nueva asociación con el pueblo americano...' Me dijo: ‘Necesito un vehículo', y me miró. Yo pensé: ‘Me está reclutando'", recordó Sims, que fue profesora de Crumpton en la Universidad John Hopkins cuando tomó un permiso para sacar su licenciatura. Ella le había puesto un diez. Crumpton, agregó, ha sido el único estudiante que la ha intimidado.
Ese encuentro inicial prosiguió en más sesiones, en varias casas internacionales de panqueques, cuando Crumpton era todavía un espía encubierto, mientras hacían una lista de personas para que contribuyeran a un libro. El resultado, publicado este mes, es ‘Transforming U.S. Intelligence', editado por Sims y el ex agente de operaciones de la CIA, el agente de operaciones de la CIA, Burton Gerber. Crumpton escribió dos capítulos: uno sobre el contraespionaje y la seguridad nacional, el otro con increíbles detalles históricos de la operación afgana.
Crumpton enfatiza cómo la exitosa estrategia en Afganistán incluía componentes económicos y sociales porque los afganos luchaban tanto por honor tribal como por objetivos geopolíticos. El jefe tribal que se alió con Estados Unidos fue recompensado con premios que cayeron del cielo dentro de 72 horas -en la forma de entregas por paracaídas de tiendas, medicina, ropas, Coranes, alimentos y juguetes.
"Normalmente el poder estadounidense se mide en términos de poder cinético, pero el poder de la empatía, honor, prestigio, esperanza e interés material puede complementar el poder crudo y producir una victoria más efectiva y más duradera", escribió.
Crumpton también ha llamado a descansar en fuerzas locales, citando el consejo que dio a sus jefes T.E. Lawrence -Lawrence de Arabia: "No trates de hacer demasiado con tus propias manos. Es mejor que lo hagan tolerablemente los árabes, a que lo hagas tú a la perfección... En realidad, en las extrañísimas condiciones de Arabia, tú trabajo práctico no será tan bueno como creas".
Crumpton, que ha recibido cuatro de las principales medallas de la CIA, fue originalmente llamado Henry Smith en el libro. Después de que aceptara la posición en el ministerio de Asuntos Exteriores aceptó el uso de su nombre verdadero -llevando al editor a insertar rápidamente pedacitos de papel con su verdadera identidad en las pruebas de impresión.
Sus colegas bromean que las casas de panqueques son una buena cobertura para Crumpton, que es un fan de la comida sana y los ejercicios -y prefiere el té al café. Las influencias más importantes en su modo de pensar, dijo, son Sun Tzu, el estrategia militar chino nacido en 500 antes de Cristo, que escribió ‘El arte de la guerra', y el historiador griego Tucídides, que escribió la crónica de la guerra entre Atenas y Esparta en el siglo 5 antes de Cristo.
El método de Crumpton de usar la inteligencia como una herramienta del antiterrorismo es una premisa del consejo de Sun Tzu: "El que es experto en el uso de la fuerza militar reduce a las fuerzas enemigas sin librar batalla", escribió.
A pesar del éxito de su plan en Afganistán, Estados Unidos no capturó a bin Laden durante el término de Crumpton. No le preocupa. Alejandro Magno nunca logró capturar al rey Darío de Persia. Sus propios hombres lo entregaron. Pershing nunca capturó a Pancho Villa", meditó. "Nosotros venceremos. No tengo ninguna duda".

12 de septiembre de 2005
©washington post
©traducción mQh


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