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estacionamiento con sexo


[Corey Kilgannon] De camino a casa.
Hay un angosto estacionamiento en el Parque Cunningham en Queens rodeado de canchas de softball para adultos y fútbol y baloncesto juveniles. A un extremo del terreno, se reúnen los jubilados a practicar golf y madres en minifurgonetas esperan a sus pequeños deportistas.
El otro extremo es popular en otro círculo de perfil más bajo en este paisaje suburbano: homosexuales que buscan sexo. Su campo de acción es el estacionamiento mismo y el objetivo es un encuentro sexual, normalmente rápido y anónimo.

Manhattan puede tener sus bares gays y lugares de encuentro tradicionales como el bosque en el paseo arbolado [Ramble] en Central Park y los muelles del West Village. Pero en el clima menos que tolerante de los suburbios y los municipios fuera de Manhattan, los homosexuales a menudo recurren a cortejarse unos a otros en la relativa seguridad y privacidad de sus coches. Recorren aparcaderos alejados que se convierten en puntos de encuentro bien conocidos en círculos homosexuales, pero desconocidos por el público general.
Los sitios en Long Island incluyen la Two Mile Hollow Beach, en Hampton del Este, el estacionamiento Field 6 en Jones Beach, una parada de descanso cerca de la Salida 52 de la Autopista de Long Island y el aparcadero con transporte público en la Ruta 110 en Melville. Cada uno tiene sus propias normas y a menudo tienen su propio protocolo, desde la posición en el aparcadero hasta el encendido de los focos o intermitentes como llamadas de cortejo.
El estacionamiento en Queens parece especialmente popular entre hombres que llevan vidas ostensiblemente heterosexuales pero que visitan el lugar para tener sexo porque es rápido, fácil y secreto, dicen los habituales. El estacionamiento, junto a la Hollis Hills Terrace al sur de la Avenida 73 en Queens Village, está cerca de varias autopistas importantes y su ubicación ayuda a hacerlo popular entre hombres que viajan diariamente entre la Ciudad de Nueva York y los suburbios, donde a menudo poseen una casa, una hipoteca, una esposa e hijos.
"La gran mayoría de los hombres que vienen aquí son casados", dijo un usuario del estacionamiento de larga data que como otros hombres entrevistados allá recientemente no usaron sus nombres por temores que van desde la vergüenza hasta el miedo a ser agredido como homosexual.
"No creerías la cantidad de homos que hemos visto aquí con anillos de matrimonio, sillitas de bebé en el coche y todo tipo de juguetes en el coche. Van en camino a casa y no quieren verse envueltos en una relación o participar en círculos sociales homosexuales. No invitan a nadie en los bares ni visitan bares homosexuales. Simplemente le dicen a sus esposas: ‘Cariño, está noche volveré algo más tarde'".
Los parroquianos dicen que los hombres casados disfrutan del riesgo y descaro del sexo semi-público, que significa normalmente sexo oral en sus coches u otro tipo de encuentros sexuales en el bosque cercano.
"Algunos no tienen sexo en casa", agregó el hombre. "Algunos dicen: ‘Ni siquiera soy homo. Simplemente estoy aburrido'".
La escena es casi siempre la misma después de las 9 de la noche, cuando se cierra oficialmente el estacionamiento. El angosto espacio tiene dos largas hileras de plazas de aparcadero en los que los hombres estacionan hacia atrás, formando dos hileras de coches frente a frente con un paseo entre ellos.
Los recién llegados pasan por el paseo mientras los otros observan y escudriñan a los otros hombres en los coches, que pueden asomarse y mostrar interés o cerrar la ventana y desviar la vista. Luego, en un dramático parada, el conductor colocará su coche junto al del hombre que le agrada.
Tiene todo el aire de un posicionamiento deliberado, los movimientos y cambios de un juego de ajedrez. El estacionamiento es una pecera y la acción se desarrolla todos los días, como una telenovela. Algunos usuarios antiguos que son abiertamente homosexuales, disfrutan de reunirse a mirar y comentar las excursiones y súplicas que ocurren. El estacionamiento sirve a los solitarios igual que los lascivos, dicen, a buscar amistad y un lugar donde reunirse y socializar.
"Hay tanta soledad entre los homosexuales", dijo un parroquiano del aparcadero. "Un montón de tipo simplemente necesitan a alguien con quien hablar".
El uso del estacionamiento como un paseo homosexual se remonta a los años sesenta, dijeron varios hombres maduros. "Yo pasé aquí los días felices de mi juventud", dijo uno. "Entonces este lugar era un paraíso".
En cuanto el sexo, los habituales dicen que ellos prefieren el estacionamiento a los bares homosexuales porque allí no hay tantas drogas o alcohol y se es más honesto sobre las enfermedades transmitidas sexualmente. Muchos habituales dicen que ellos se marchan juntos o a un motel, porque la fuerte presencia policial hace que tener sexo en el coche o en el bosque sea demasiado arriesgado. Sin embargo, agregan que para algunos, este riesgo sólo aumenta la excitación y encanto del sexo en el lugar.
"No creerías si te digo qué tipos vienen aquí", dijo un hombre de 50, de Queens, que repara calderas y es un visitante habitual. "Vienen jueces, doctores, abogados, bomberos, polis, enfermeros. Son tíos con vidas completamente normales, casados, con buenos trabajos".
Otro grupo de usuarios del estacionamiento es mucho más reacio a hablar sobre el paseo. Estos hombres empiezan a llegar después de las 5 de la tarde, con camisa y corbata, en todoterrenos y elegantes coches deportivos. Tienden a ser un poco nerviosos. A veces sus coches tienen ventanas opacas. Por lo general, se niegan a hablar sobre el estacionamiento con periodistas o dicen simplemente que han venido a leer un libro o relajarse en sus coches.
Mientras que la mayoría de los lotes están alejados de la vista pública, el de Queens está oculto a plena vista. El estacionamiento puede ser encontrado en sitios en internet que publican listados de paseos gay, incluyendo uno que lo describe como un "estacionamiento crucero" que "parece lo suficientemente seguro y privado".
La actividad parece no ser advertida por los que no participan. Incluso los jugadores de softball que llegan después del trabajo y se cambian de camisa junto a sus coches parecen no darse cuenta de la maravillada audiencia que cautivan, ya que la mayoría de los hombres gay no se bajan de sus coches.
Cuando se le preguntó sobre el estacionamiento, el presidente de Amigos del Parque de Cunnigham, Marc A. Haken, dijo que no sabía "absolutamente nada" de que hubiera alguna actividad sexual allá.
Haken dijo que hace algunos años había un conocido punto de encuentro en otro estacionamiento, más adentro en el parque, y que muchos participantes a menudo se retiraban al bosque para sus encuentros sexuales.
"A veces veías a un tipo sentado en un coche y luego aparecía otra cabeza, o se veían en el bosque y tenían sexo allí", dijo. El estacionamiento fue reservado en los últimos años para vehículos oficiales, dijo, y agregó: "Supongo que fue entonces que ellos-odio decir ‘ellos', pero no sé cómo decirlo- se mudaron al otro".
Dijo que no han habido quejas de parte de usuarios del parque ni de residentes.
"Pero no creo que un niño que pase por el estacionamiento en camino a la cancha de fútbol deba ver a unos tipos teniendo sexo oral en un coche", dijo. Una noche reciente, una media docena de madres estaba allí charlando, mientras esperaban que sus hijos terminaran un partido de fútbol. A un tiro de piedra, un grupo de hombres gay comentaban el intento de un hombre recorriendo el estacionamiento en un sedán de color canela, de seducir al guapo del todoterrenos negro aparcado, con ventanas opacas, para que lo siguiera.
"El tipo en el coche marrón es un perro, está siempre por aquí", dijo uno. "Yo nunca vi antes el coche negro. Pero, espera, se va a parar junto a él a ver qué pasa". Poco después, el hombre del sedán color canela se metió al todoterrenos y se cerraron las ventanas.
"Uh, está entrando", dijo el narrador. "Allá vas, muchacha".
Mientras que las reuniones homosexuales adquieren muchas formas en un Queens tan diverso étnicamente, desde el ambiente en el Parque Astoria a los bares gay que atraen a sud- y centroamericanos en Jackson Heights, muchos grupos étnicos tienen severos tabúes contra la homosexualidad.
"La sociedad no nos acepta, y es difícil encontrar gente, sexual o socialmente", dijo un estudiante universitario de 42 años, de Queens, que visitaba el estacionamiento. "Sabes, no todos los homosexuales viven en Manhattan y corren en grupo como en ‘Queer Eye for the Straight Guy' [http://www.lavox.com/voxsex/07-16-2003.php].

21 de septiembre de 2005
©new york times
©traducción mQh


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