para qué sirve el orgasmo
[Dinitia Smith] Sin orgasmo, el hombre no eyacula. ¿Para qué sirve en las mujeres?
Los científicos evolucionistas no han tenido nunca dificultades a la hora de explicar el orgasmo masculino, estrechamente relacionado a la reproducción.
Pero la lógica darwiniana detrás del orgasmo femenino sigue siendo elusiva. Las mujeres pueden tener relaciones sexuales e incluso quedar embarazadas -haciendo su parte para la perpetuación de la especie- sin vivir un orgasmo. Así que, ¿cuál es su propósito en la evolución?
En las últimas cuatro décadas los científicos han presentado una variedad de teorías, diciendo, por ejemplo, que el orgasmo estimula a las mujeres a tener sexo y, por eso, a reproducirse o que lleva a las mujeres a preferir a hombres más fuertes y sanos, maximizando las posibilidades de supervivencia de los vástagos.
Pero en un nuevo libro, la doctora Elisabeth A. Lloyd, profesora de epistemología y biología en la Universidad de Indiana, analiza 20 teorías importantes y demuestra sus carencias. El orgasmo femenino, dice en el libro El caso del orgasmo femenino: Prejuicios en la ciencia de la evolución' [The Case of the Female Orgasm: Bias in the Science of Evolution], no tiene ninguna función en absoluto en la evolución.
Más bien, Lloyd dice que la teoría más convincente fue propuesta en 1979 por el doctor Donald Symons, antropólogo.
Esa teoría sostiene que el orgasmo femenino es simplemente un artefacto -un subproducto del desarrollo paralelo de los embriones masculinos y femeninos en las primeras ocho o nueve semanas de vida.
En ese temprano período, los nervios y tejidos musculares se determinan para varios reflejos, incluyendo el orgasmo, dijo Lloyd. A medida que avanza el desarrollo, las hormonas masculinas saturan el embrión, y se define la sexualidad.
En los niños se desarrolla el pene con el potencial de tener orgasmos y eyacular, mientras que las "mujeres reciben sus tejidos nerviosos para el orgasmo inicialmente teniendo el mismo plan corporal".
Las tetillas de los hombres son igualmente vestigios, indicó Lloyd.
Mientras los pezones de las mujeres tienen un propósito, las tetillas de los hombres parecen simplemente ser residuos de una fase inicial del desarrollo del embrión.
El orgasmo femenino, dijo, "es para divertirse".
Lloyd dijo que los científicos habían insistido en encontrar una función evolutiva del orgasmo femenino en los humanos sea porque tenían intereses creados en creer que la sexualidad de las mujeres debía correr exactamente paralela a la de los hombres o porque estaban convencidos de que todas las características debían ser "adaptaciones", eso es, cumplir alguna función evolutiva.
Las teorías sobre el orgasmo femenino son significativas, agregó, porque "las expectativas de los hombres sobre la sexualidad normal de las mujeres, sobre cómo deben funcionar las mujeres, se construyen en torno a esas nociones".
"Y los hombres son los que responsabilizan inmediatamente a la mujer de su adecuación sexual", continuó Lloyd.
Fundamental para su tesis es el hecho de que las mujeres no tienen automáticamente orgasmos durante el intercurso sexual.
Ella estudió 32 estudios, realizados en un lapso de 74 años, sobre la frecuencia del orgasmo femenino durante la relación sexual.
Cuando la relación no era "asistida", esto es, no era acompañada de estimulación del clítoris, apenas un cuarto de las mujeres del estudio experimentaron orgasmos a menudo o muy a menudo durante el intercurso, concluyó.
Entre un 5 a 10 por ciento no tenía orgasmos. Sin embargo, muchas mujeres quedaron embarazadas.
Las cifras de Lloyd son más bajas que las del doctor Alfred A. Kinsey, que en su libro de 1953, Conducta sexual de la mujer' [Sexual Behavior in the Human Female], halló que de 39 a 47 por ciento de las mujeres dijeron que ellas siempre, o casi siempre, experimentaban orgasmos durante el intercurso sexual.
Pero Kinsey, dijo Lloyd, incluía orgasmos que eran asistidos por estimulación del clítoris.
Lloyd dijo que no había ninguna duda para ella que el clítoris era una adaptación evolutiva, seleccionada para crear una excitación conducente a la relación sexual y a la reproducción.
Pero, "sin un vínculo con la fertilidad o la reproducción", dijo Lloyd, "el orgasmo no puede ser una adaptación".
No todo el mundo está de acuerdo. El doctor John Alcock, por ejemplo, profesor de biología en la Universidad del Estado de Arizona, criticó una versión anterior de la tesis de Lloyd, discutida en un artículo de 1987 de Stepehn Jay Gould en la revista Natural History.
En una entrevista telefónica, Alcock dijo que no había leído su nuevo libro, pero que todavía sostenía la hipótesis de que el hecho de que "no se experimentara un orgasmo cada vez que una mujer tiene una relación sexual no es evidencia de que no es una adaptación".
"Me pasma la noción de que el orgasmo tenga que ocurrir siempre para que sea una adaptación ", agregó.
Alcock postuló la teoría de que una mujer puede usar el orgasmo "como un modo inconsciente de evaluar la calidad del macho", su adecuación genética y así determinar su conveniencia como padre de sus hijos.
"Bajo esas circunstancias, no esperaríamos que ocurriera todo el tiempo", dijo Alcock.
Entre las teorías discutidas por Lloyd en su libro hay una propuesta en 1993 por los doctores R. Robin Baker y Mark A. Bellis, de la Universidad de Manchester en Inglaterra. En dos artículos publicados en la revista Animal Behaviour, argumentaron que el orgasmo femenino, al crear la succión en el útero, era un modo de manipular la retención de la esperma. Cuando una mujer experimenta un orgasmo antes de la eyaculación del hombre 45 minutos después, retiene más esperma, dijeron.
Además, adelantaron, cuando una mujer tiene una relación sexual con un hombre que no es su pareja habitual, es más probable que tenga un orgasmo en ese período inicial y así retener más esperma, haciendo que el embarazo sea más probable. Postulan que las mujeres buscan otras parejas sexuales para conseguir mejores genes para su descendencia.
Lloyd dijo que el argumento de Baker-Bellis estaba "distorsionado fatalmente porque su muestra es demasiado pequeña".
"En una tabla", dijo, "el 73 por ciento de los datos se basa en la experiencia de una persona".
Hace poco en un mensaje por correo electrónico, Baker escribió que el manuscrito de él y Bellis había "recibido una intensa apreciación de los colegas" antes de su publicación. Había sociólogos entre los lectores, dijo, y ellos observaron que algunas muestras eran pequeñas "pero consideraron que ninguna de esas cosas era fatal para nuestro artículo".
Lloyd dijo que los estudios ponían en entredicho la lógica de esas teorías. Una investigación del doctor Ludwig Wildt y sus colegas de la Universidad de Erlangen-Nuremberg en Alemania en 1998, por ejemplo, constató que en una mujer sana el útero sufre contracciones peristálticas durante el día en ausencia de relación sexual u orgasmo. Eso arroja duda, dice Lloyd, sobre la idea de que las contracciones del orgasmo afecten de algún modo la retención de esperma.
Otra hipótesis, propuesta en 1995 por el doctor Randy Thornhill, profesor de biología en la Universidad de Nuevo México y dos colegas, sostuvieron que era más probable que las mujeres tuvieran orgasmos durante una relación sexual con hombres con rasgos físicos asimétricos. Sobre la base de estudios previos sobre la atracción física, Thornhill dijo que la asimetría podía ser un indicador de adecuación genética.
Sin embargo, Lloyd dijo que esas conclusiones no eran viables porque "sólo cubren a una minoría de mujeres, el 45 por ciento, que dicen que, a veces sí, otras no, experimentan orgasmo durante la relación sexual".
"Excluye a las mujeres a los dos lados del espectro", dijo. "El 25 por ciento que dice que experimentan orgasmos en la relación sexual casi siempre y el 30 por ciento que dice que no lo experimentan nunca o rara vez bajo cualquier circunstancia".
En una entrevista telefónica, Thornbill dijo que no había leído el libro de Lloyd, pero que el hecho de que no todas las mujeres experimentaran orgasmo durante la relación sexual apoyaba su teoría. "Existen patrones del orgasmo diferentes con hombre preferidos y no preferidos", dijo.
lloyd también criticó el trabajo de Sarah Blaffer Hrdy, profesora emérita de antropología de la Universidad de California, en Davis, que estudia la conducta de los primates y las estrategias reproductivas de las hembras.
Los científicos han documentado que el orgasmo ocurre en algunas hembras primates; en otros mamíferos el orgasmo es una pregunta abierta.
En el libro de 1981 La mujer que nunca evolucionó' [The Woman That Never Evolved], la doctora Hrdy sostiene que el orgasmo evolucionó en primates no humanos como un modo, de la hembra, de proteger a su descendencia de la depredación de los machos.
Señala que los monos langures tienen una alta tasa de mortalidad infantil, con un 30 por ciento de decesos debido a que los bebés son matados por los machos que no sus padres. Los machos langures, dice, no matan a los bebés de las hembras con las que han copulado.
En los macacos y los chimpancés, dijo, las hembras están condicionadas por las sensaciones placenteras de la estimulación del clítoris para copular con parejas múltiples hasta que experimentan un orgasmo. Así, los machos no saben qué crías son las suyas y cuáles no y no les atacan.
Hrdy también rechaza la idea de que el orgasmo femenino sea un artefacto del desarrollo temprano paralelo de los embriones masculinos y femeninos.
"Estoy convencida", dijo, "de que la selección del clítoris está separada de la del pene en los machos".
Al criticar la visión de Hrdy, Lloyd disputa la idea de que los períodos más largos de la relación sexual conducen a una mayor incidencia de orgasmos, algo que si es verdad, puede proporcionar una racional evolutiva para el orgasmo femenino.
Pero Hrdy dijo que su trabajo no implicaba nada en absoluto para el orgasmo femenino de los humanos. "Mi hipótesis es silenciosa", dijo.
Una posibilidad, dijo Hrdy, es que el orgasmo en las mujeres pueda haber tenido una función adaptativa en nuestros ancestros prehumanos.
"Pero nos separamos de nuestros ancestros primates comunes hace unos 7 millones de años", dijo.
"Quizás la razón por la que el orgasmo es tan errático es que se está acabando", dijo Hrdy. "Nuestros descendientes en las naves espaciales se preguntarán luego a cuento de qué venía todo el barullo".
La cultura occidental está imbuida de imágenes de la sexualidad femenina, de mujeres en los espasmos de la relación sexual y alcanzando aparentemente cumbres de placer que parecen raros, sino imposibles, para la mayoría de las mujeres en sus vidas día a día.
"Las versiones de nuestro pasado evolutivo nos dicen cómo funcionan las varias partes de nuestro cuerpo", dijo Lloyd.
Si a las mujeres, dijo, se les dice que es "natural" tener orgasmos toda vez que se tiene una relación sexual y que los orgasmos las ayudarán a quedar embarazadas, entonces se sentirán inadecuadas o inferiores o anormales cuando no lo experimentan.
"Poner de pie la teoría de la evolución acarrea potencialmente serias consecuencias sociales y políticas para las mujeres", dijo Lloyd. "E indirectamente para los hombres".
22 de septiembre de 2005
17 de mayo de 2005
©new york times
©traducción mQh
Pero la lógica darwiniana detrás del orgasmo femenino sigue siendo elusiva. Las mujeres pueden tener relaciones sexuales e incluso quedar embarazadas -haciendo su parte para la perpetuación de la especie- sin vivir un orgasmo. Así que, ¿cuál es su propósito en la evolución?
En las últimas cuatro décadas los científicos han presentado una variedad de teorías, diciendo, por ejemplo, que el orgasmo estimula a las mujeres a tener sexo y, por eso, a reproducirse o que lleva a las mujeres a preferir a hombres más fuertes y sanos, maximizando las posibilidades de supervivencia de los vástagos.
Pero en un nuevo libro, la doctora Elisabeth A. Lloyd, profesora de epistemología y biología en la Universidad de Indiana, analiza 20 teorías importantes y demuestra sus carencias. El orgasmo femenino, dice en el libro El caso del orgasmo femenino: Prejuicios en la ciencia de la evolución' [The Case of the Female Orgasm: Bias in the Science of Evolution], no tiene ninguna función en absoluto en la evolución.
Más bien, Lloyd dice que la teoría más convincente fue propuesta en 1979 por el doctor Donald Symons, antropólogo.
Esa teoría sostiene que el orgasmo femenino es simplemente un artefacto -un subproducto del desarrollo paralelo de los embriones masculinos y femeninos en las primeras ocho o nueve semanas de vida.
En ese temprano período, los nervios y tejidos musculares se determinan para varios reflejos, incluyendo el orgasmo, dijo Lloyd. A medida que avanza el desarrollo, las hormonas masculinas saturan el embrión, y se define la sexualidad.
En los niños se desarrolla el pene con el potencial de tener orgasmos y eyacular, mientras que las "mujeres reciben sus tejidos nerviosos para el orgasmo inicialmente teniendo el mismo plan corporal".
Las tetillas de los hombres son igualmente vestigios, indicó Lloyd.
Mientras los pezones de las mujeres tienen un propósito, las tetillas de los hombres parecen simplemente ser residuos de una fase inicial del desarrollo del embrión.
El orgasmo femenino, dijo, "es para divertirse".
Lloyd dijo que los científicos habían insistido en encontrar una función evolutiva del orgasmo femenino en los humanos sea porque tenían intereses creados en creer que la sexualidad de las mujeres debía correr exactamente paralela a la de los hombres o porque estaban convencidos de que todas las características debían ser "adaptaciones", eso es, cumplir alguna función evolutiva.
Las teorías sobre el orgasmo femenino son significativas, agregó, porque "las expectativas de los hombres sobre la sexualidad normal de las mujeres, sobre cómo deben funcionar las mujeres, se construyen en torno a esas nociones".
"Y los hombres son los que responsabilizan inmediatamente a la mujer de su adecuación sexual", continuó Lloyd.
Fundamental para su tesis es el hecho de que las mujeres no tienen automáticamente orgasmos durante el intercurso sexual.
Ella estudió 32 estudios, realizados en un lapso de 74 años, sobre la frecuencia del orgasmo femenino durante la relación sexual.
Cuando la relación no era "asistida", esto es, no era acompañada de estimulación del clítoris, apenas un cuarto de las mujeres del estudio experimentaron orgasmos a menudo o muy a menudo durante el intercurso, concluyó.
Entre un 5 a 10 por ciento no tenía orgasmos. Sin embargo, muchas mujeres quedaron embarazadas.
Las cifras de Lloyd son más bajas que las del doctor Alfred A. Kinsey, que en su libro de 1953, Conducta sexual de la mujer' [Sexual Behavior in the Human Female], halló que de 39 a 47 por ciento de las mujeres dijeron que ellas siempre, o casi siempre, experimentaban orgasmos durante el intercurso sexual.
Pero Kinsey, dijo Lloyd, incluía orgasmos que eran asistidos por estimulación del clítoris.
Lloyd dijo que no había ninguna duda para ella que el clítoris era una adaptación evolutiva, seleccionada para crear una excitación conducente a la relación sexual y a la reproducción.
Pero, "sin un vínculo con la fertilidad o la reproducción", dijo Lloyd, "el orgasmo no puede ser una adaptación".
No todo el mundo está de acuerdo. El doctor John Alcock, por ejemplo, profesor de biología en la Universidad del Estado de Arizona, criticó una versión anterior de la tesis de Lloyd, discutida en un artículo de 1987 de Stepehn Jay Gould en la revista Natural History.
En una entrevista telefónica, Alcock dijo que no había leído su nuevo libro, pero que todavía sostenía la hipótesis de que el hecho de que "no se experimentara un orgasmo cada vez que una mujer tiene una relación sexual no es evidencia de que no es una adaptación".
"Me pasma la noción de que el orgasmo tenga que ocurrir siempre para que sea una adaptación ", agregó.
Alcock postuló la teoría de que una mujer puede usar el orgasmo "como un modo inconsciente de evaluar la calidad del macho", su adecuación genética y así determinar su conveniencia como padre de sus hijos.
"Bajo esas circunstancias, no esperaríamos que ocurriera todo el tiempo", dijo Alcock.
Entre las teorías discutidas por Lloyd en su libro hay una propuesta en 1993 por los doctores R. Robin Baker y Mark A. Bellis, de la Universidad de Manchester en Inglaterra. En dos artículos publicados en la revista Animal Behaviour, argumentaron que el orgasmo femenino, al crear la succión en el útero, era un modo de manipular la retención de la esperma. Cuando una mujer experimenta un orgasmo antes de la eyaculación del hombre 45 minutos después, retiene más esperma, dijeron.
Además, adelantaron, cuando una mujer tiene una relación sexual con un hombre que no es su pareja habitual, es más probable que tenga un orgasmo en ese período inicial y así retener más esperma, haciendo que el embarazo sea más probable. Postulan que las mujeres buscan otras parejas sexuales para conseguir mejores genes para su descendencia.
Lloyd dijo que el argumento de Baker-Bellis estaba "distorsionado fatalmente porque su muestra es demasiado pequeña".
"En una tabla", dijo, "el 73 por ciento de los datos se basa en la experiencia de una persona".
Hace poco en un mensaje por correo electrónico, Baker escribió que el manuscrito de él y Bellis había "recibido una intensa apreciación de los colegas" antes de su publicación. Había sociólogos entre los lectores, dijo, y ellos observaron que algunas muestras eran pequeñas "pero consideraron que ninguna de esas cosas era fatal para nuestro artículo".
Lloyd dijo que los estudios ponían en entredicho la lógica de esas teorías. Una investigación del doctor Ludwig Wildt y sus colegas de la Universidad de Erlangen-Nuremberg en Alemania en 1998, por ejemplo, constató que en una mujer sana el útero sufre contracciones peristálticas durante el día en ausencia de relación sexual u orgasmo. Eso arroja duda, dice Lloyd, sobre la idea de que las contracciones del orgasmo afecten de algún modo la retención de esperma.
Otra hipótesis, propuesta en 1995 por el doctor Randy Thornhill, profesor de biología en la Universidad de Nuevo México y dos colegas, sostuvieron que era más probable que las mujeres tuvieran orgasmos durante una relación sexual con hombres con rasgos físicos asimétricos. Sobre la base de estudios previos sobre la atracción física, Thornhill dijo que la asimetría podía ser un indicador de adecuación genética.
Sin embargo, Lloyd dijo que esas conclusiones no eran viables porque "sólo cubren a una minoría de mujeres, el 45 por ciento, que dicen que, a veces sí, otras no, experimentan orgasmo durante la relación sexual".
"Excluye a las mujeres a los dos lados del espectro", dijo. "El 25 por ciento que dice que experimentan orgasmos en la relación sexual casi siempre y el 30 por ciento que dice que no lo experimentan nunca o rara vez bajo cualquier circunstancia".
En una entrevista telefónica, Thornbill dijo que no había leído el libro de Lloyd, pero que el hecho de que no todas las mujeres experimentaran orgasmo durante la relación sexual apoyaba su teoría. "Existen patrones del orgasmo diferentes con hombre preferidos y no preferidos", dijo.
lloyd también criticó el trabajo de Sarah Blaffer Hrdy, profesora emérita de antropología de la Universidad de California, en Davis, que estudia la conducta de los primates y las estrategias reproductivas de las hembras.
Los científicos han documentado que el orgasmo ocurre en algunas hembras primates; en otros mamíferos el orgasmo es una pregunta abierta.
En el libro de 1981 La mujer que nunca evolucionó' [The Woman That Never Evolved], la doctora Hrdy sostiene que el orgasmo evolucionó en primates no humanos como un modo, de la hembra, de proteger a su descendencia de la depredación de los machos.
Señala que los monos langures tienen una alta tasa de mortalidad infantil, con un 30 por ciento de decesos debido a que los bebés son matados por los machos que no sus padres. Los machos langures, dice, no matan a los bebés de las hembras con las que han copulado.
En los macacos y los chimpancés, dijo, las hembras están condicionadas por las sensaciones placenteras de la estimulación del clítoris para copular con parejas múltiples hasta que experimentan un orgasmo. Así, los machos no saben qué crías son las suyas y cuáles no y no les atacan.
Hrdy también rechaza la idea de que el orgasmo femenino sea un artefacto del desarrollo temprano paralelo de los embriones masculinos y femeninos.
"Estoy convencida", dijo, "de que la selección del clítoris está separada de la del pene en los machos".
Al criticar la visión de Hrdy, Lloyd disputa la idea de que los períodos más largos de la relación sexual conducen a una mayor incidencia de orgasmos, algo que si es verdad, puede proporcionar una racional evolutiva para el orgasmo femenino.
Pero Hrdy dijo que su trabajo no implicaba nada en absoluto para el orgasmo femenino de los humanos. "Mi hipótesis es silenciosa", dijo.
Una posibilidad, dijo Hrdy, es que el orgasmo en las mujeres pueda haber tenido una función adaptativa en nuestros ancestros prehumanos.
"Pero nos separamos de nuestros ancestros primates comunes hace unos 7 millones de años", dijo.
"Quizás la razón por la que el orgasmo es tan errático es que se está acabando", dijo Hrdy. "Nuestros descendientes en las naves espaciales se preguntarán luego a cuento de qué venía todo el barullo".
La cultura occidental está imbuida de imágenes de la sexualidad femenina, de mujeres en los espasmos de la relación sexual y alcanzando aparentemente cumbres de placer que parecen raros, sino imposibles, para la mayoría de las mujeres en sus vidas día a día.
"Las versiones de nuestro pasado evolutivo nos dicen cómo funcionan las varias partes de nuestro cuerpo", dijo Lloyd.
Si a las mujeres, dijo, se les dice que es "natural" tener orgasmos toda vez que se tiene una relación sexual y que los orgasmos las ayudarán a quedar embarazadas, entonces se sentirán inadecuadas o inferiores o anormales cuando no lo experimentan.
"Poner de pie la teoría de la evolución acarrea potencialmente serias consecuencias sociales y políticas para las mujeres", dijo Lloyd. "E indirectamente para los hombres".
22 de septiembre de 2005
17 de mayo de 2005
©new york times
©traducción mQh
7 comentarios
Ana -
ivan -
sera cosa de costumbre, tengo 19 años y que digamos mis relaciones sexuales no son cortas, conozco mi cuerpo, pero realmente me preocupa el no poder alcanzar el placer maximo en mi mujer, mas cuando yo quedo en estado relax total, es muy complicado...
eli -
soy muy cachonda
y mi marido tambien
nos amamos..jejeje
jimena -
jinorca -
Oustivo -
Gracias.
Saludos.
alexandra mora -