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qué cuesta una sopa de tiburón


[Juan Forero]Su fuente puede desaparecer.
Manta, Ecuador. Todas las mañanas temprano, la fría agua que lengüetea la playa aquí está manchada con sangre roja mientras hombres con camisetas andrajosas, malhumorados y decididos, arrojan a la arena blanca cientos de cadáveres de tiburón.
Utilizando con rápida y certera precisión cuchillos de ocho pulgadas, desmembran a los fuertes depredadores, cortándoles la cabeza, sacándoles grandes trozos de carne, cortando a tajos las colas. Lo más importante es que les corten las aletas -dorsal y pectorales-, un ‘paquete’ que puede reportar cien o más dólares.
"Eso es lo que vale la pena: las aletas", dijo Luis Salto, 57, mientras despedazaba a los tiburones. "Se venden en China".
En realidad, las aletas son exportadas a través de una red semi legal que integra a Hong Kong, Pekín, Taiwán, Singapur y otros lugares de afluencia asiáticos. Allá, por un rebosante cuenco de sopa de aletas de tiburón, que se dice que tiene cualidades medicinales y afrodisíacas, se llega a pagar hasta 200 dólares.
Este pasión por las aletas, dicen biólogos marinos, está despojando a los océanos del mundo de una de sus criaturas más antiguas, amenazando ecosistemas que ya se encuentran afectados por el exceso de pesca. Algunos tiburones, como el pez martillo y el jaquetón blanco, se han reducido hasta en un 70 por ciento en los últimos quince años, mientras otros, como el tiburón oceánico, han desaparecido del Caribe.
"Si vas a cualquier arrecife en el mundo, excepto a aquellos que están realmente protegidos, no encontrarás tiburones", dice Ransom Myers, un biólogo marino de la Universidad de Dalhousie en Halifax, Nueva Escocia. "Su valor es tan grande que tiburones completamente inofensivos, como los tiburones ballenas, son matados por sus aletas".
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estima que en 2003, por cuenta baja, se capturaron unas 856 toneladas de tiburón y sus primos, las rayas y las mantas. Es el triple de la cantidad capturada 50 años antes, cuando la sopa de aleta de tiburón comenzó a convertirse en Asia en un símbolos de prestigio.
En Asia, las aletas se venden hasta por 700 dólares el kilo, llevando el valor de los tiburones a varios miles de dólares. Hace poco, en el enorme mercado de mariscos secos de Sai Ying Pun, en la Isla de Hong Kong, en los puestos de aletas de pescado no faltaban los compradores.
"Servir aletas de tiburón en los banquetes es una tradición china", dijo Chiu Ching-cheung, presidente de la Asociación de Comerciantes de Aletas de Pescado, en Hong Kong. "Sin aletas de tiburón, un banquete chino no vale absolutamente nada".
La sopa de aleta de pescado -que puede llevar champiñones, jamón ahumado, otros mariscos y consomé de pollo o agua, y se deja a fuego lento durante ocho horas- es habitual en las bodas y otras celebraciones. Servida para impresionar a los invitados, se ha hecho popular, dicen ecologistas, a medida que se expande la clase media.
"Para un montón de pescadores, capturar tiburones no era una proposición económica viable porque la carne no tenía valor", dice Peter Knights, presidente de Wild Aid, un grupo ecologista de San Francisco.
"Debido al valor de las aletas, ahora todo eso ha cambiado".
Mientras el movimiento ecologista ha crecido en Asia, con ayuda de estrellas como Jackie Chan y el director Ang Lee, los expertos dicen que la educación de los pescadores sobre el exceso de pesca es una batalla difícil. Ahora que los mares de Asia están agotados, los pescadores se están expandiendo hacia regiones que todavía abundan en tiburones, como las profundas y frías aguas del Pacífico, desde el norte de Perú hasta América Central.
Hace poco, el capitán Nelson Laje, 42, pilotaba un rastreador de 60 toneladas, La Ahijada, en el puerto de Manta, su bodega llena con 150 tintoreras y tiburones zorros, que se encuentran entre los tiburones más comunes del Pacífico. Su tripulación amarraba con cadenas montones de tiburones, que eran izados hacia el desembarcadero para ser lanzados rápidamente a los camiones frigoríficos.
"No quieren que capturemos tiburones, pero los necesitamos para pagar nuestros gastos y ganarnos la vida", dijo Laje. "El tiburón, la pesca, no desaparecerán nunca. La pesca terminará solamente cuando se acabe el agua".
En las aguas de este pequeño país sudamericano se encuentran algunos de los fondos de pesca más ricos del mundo, llenos de todo, desde bonitos hasta peces blancos de todo tipo. Hay aquí hasta 38 especies de tiburones.
Según cálculos prudentes en 2003 Ecuador exportó a China y Hong Kong más de 127 mil kilos de aletas de tiburón, el equivalente de 300 mil tiburones, dos veces más que a mediados de los años noventa. Ecuador prohibió la exportación de aletas de tiburón en2004, debido a las presiones de grupos ecologistas. Pescar tiburones es también ilegal, aunque se permite a los pescadores que posean y vendan tiburones si los capturan incidentalmente.
Pero con recursos de implementación inadecuados y una influyente industria pesquera que se opone a las regulaciones, el gobierno de Ecuador ha sido incapaz de contener la pesca de tiburones, la exportación de sus aletas o la práctica repudiada internacionalmente de finning, en la que se cortan las aletas a los tiburones en alta mar y se desecha el cadáver, dicen ecologistas y el ministerio del Medio Ambiente.
Desde 2004, más de 60 países han prohibido la técnica de finning.
Alfredo Carrasco, funcionario del ministerio del Medio Ambiente que supervisa la administración de recursos naturales, reconoció que la falta de recursos permite las "actividades ilegales". Pero también culpó a los países asiáticos, donde la importación de aletas sigue siendo legal.
Eloy Chiquito, 43, empieza su día a las cinco de la mañana, cuando llega con su cuchillo a la playa de Manta. Chiquito dice que sabe que la población de tiburones se ha reducido. Pero dice que todavía hay días en que se llevan a la playa cientos de tiburones, un signo de que las poblaciones de tiburones siguen siendo abundantes. "Podemos capturar cincuenta o más", dijo.
Cuando Antonio Llambo, un inspector de la Marina, llegó hace poco para advertirles sobre las multas y otras penas, los hombres con los cuchillos apenas si lo miraron. Los compradores no se inmutaron, y siguieron tropezando sobre cadáveres de tiburones con fardos de dólares en sus manos.
"Esa es la dinámica de Ecuador: la gente hace cosas ilegales", dijo Llambo, con una mirada de resignación.

Alyssa Lau contribuyó desde Hong Kong a este reportaje.

5 de enero de 2006

©new york times
©traducción mQh


1 comentario

KW -

Hola, me parece muy interesante este artículo y me gustaría saber cuál es la situación de México sobre este tema, si alguien puede ayudarme al respecto lo agradeceré muchisimo.