asesino en serie en méxico
[Jonathan Clark] Un asesino en serie viene atacando a mujeres mayores en Ciudad de México por más de dos años. Algunos dicen que su caso demuestra la corrupción e ineptitud del sistema judicial.
Ciudad de México, México. Los criminales violentos no son nuevos en esta ajetreada y a menudo agresiva metrópolis de 20 millones de habitantes.
Las páginas de los tabloides despliegan rutinariamente horrendas fotografías de atracos chapuceados y violencia doméstica o relacionada con las drogas. Y la legendaria industria de los secuestros en la capital mexicana ha engendrado figuras tales como "el Mochaorejas" o "el Cortador de Dedos": hombres que envían esas partes de los cuerpos a las familias de las víctimas para obligarles a pagar.
Pero ha aparecido un nuevo criminal, acaparando los titulares y conmocionando todavía más a la sufrida ciudadanía del área metropolitana más grande de América. Conocido popularmente como el Mataviejitas, debido a la edad y sexo de las víctimas, este asesino inaugura una especie no muy conocida en México: el asesino en serie.
Los detectives dicen que el perpetrador es un hombre vestido de mujer, de al menos 35 años, que penetra en las casas de mujeres solitarias y viejas presentándose a sí mismo como una asistente social, enfermera, empleada del municipio o masajista.
Una vez dentro, estrangula a sus víctimas -ha asesinado en los últimos tres años a al menos dos docenas de mujeres- con un artículo de su propio atuendo y escapa con un objeto como ‘recuerdo’ del crimen.
Grupos de defensa de la tercera edad dicen que los asesinatos han arrojado luz sobre un problema social poco discutido: que incluso en una sociedad centrada en la familia, como México, mucha gente mayor vive sola.
Y grupos de ciudadanos y analistas dicen que el asesino a sacado a la luz una preocupación ampliamente reconocida: que la fuerza policial de Ciudad de México está mal equipada para hacer frente al desatado problema de la delincuencia en la capital.
"Un asesino en serie -especialmente uno que ataca a las ancianas- es ciertamente un fenómeno nuevo y muy preocupante", dijo José Antonio Crespo, presidente de un organización privada de ciudadanos por la seguridad pública. "Pero Ciudad de México es una ciudad violenta con un alto grado de procesos inefectivos, corrupción e incluso policías asociados con la delincuencia, de modo que es un terreno fértil en el que pueden surgir personajes como este".
Funcionarios policiales de Ciudad de México, mientras que ocasionalmente logran llevar a algunos criminales a justicia -el Mochaorejas está ahora en prisión- parecen estar poco preparados, superados y a veces sin interés en la captura del Mataviejitas.
De hecho, tomó más de un año de asesinatos y creciente presión de la opinión pública antes de que los funcionarios reconocieran que tenían que vérselas con un asesino en serie.
"Pueden haber tenido razones políticas para no querer reconocer lo que estaba ocurriendo", dijo Ana María Salazar, analista política y experta en seguridad. "Mucha gente se escandalizó cuando el despacho de la procuraduría general insistió en que no se trataba de un asesino en serie".
Ahora la policía ha concluido que 24 asesinatos no resueltos que se remontan hasta febrero de 2003 son en realidad el trabajo de un asesino en serie. Sin embargo, otros sugieren que la cifra real debe estar más cercana a 60 y podría remontarse a los años noventa.
Y a pesar de la insistencia de los funcionarios policiales de que esa medida es innecesaria, algunos grupos están exigiendo que el ayuntamiento nombre a un fiscal especial para investigar los asesinatos -siguiendo el modelo de la fronteriza Ciudad de Juárez, donde en la última década se ha asesinado a más de 300 mujeres.
Las páginas de los tabloides despliegan rutinariamente horrendas fotografías de atracos chapuceados y violencia doméstica o relacionada con las drogas. Y la legendaria industria de los secuestros en la capital mexicana ha engendrado figuras tales como "el Mochaorejas" o "el Cortador de Dedos": hombres que envían esas partes de los cuerpos a las familias de las víctimas para obligarles a pagar.
Pero ha aparecido un nuevo criminal, acaparando los titulares y conmocionando todavía más a la sufrida ciudadanía del área metropolitana más grande de América. Conocido popularmente como el Mataviejitas, debido a la edad y sexo de las víctimas, este asesino inaugura una especie no muy conocida en México: el asesino en serie.
Los detectives dicen que el perpetrador es un hombre vestido de mujer, de al menos 35 años, que penetra en las casas de mujeres solitarias y viejas presentándose a sí mismo como una asistente social, enfermera, empleada del municipio o masajista.
Una vez dentro, estrangula a sus víctimas -ha asesinado en los últimos tres años a al menos dos docenas de mujeres- con un artículo de su propio atuendo y escapa con un objeto como ‘recuerdo’ del crimen.
Grupos de defensa de la tercera edad dicen que los asesinatos han arrojado luz sobre un problema social poco discutido: que incluso en una sociedad centrada en la familia, como México, mucha gente mayor vive sola.
Y grupos de ciudadanos y analistas dicen que el asesino a sacado a la luz una preocupación ampliamente reconocida: que la fuerza policial de Ciudad de México está mal equipada para hacer frente al desatado problema de la delincuencia en la capital.
"Un asesino en serie -especialmente uno que ataca a las ancianas- es ciertamente un fenómeno nuevo y muy preocupante", dijo José Antonio Crespo, presidente de un organización privada de ciudadanos por la seguridad pública. "Pero Ciudad de México es una ciudad violenta con un alto grado de procesos inefectivos, corrupción e incluso policías asociados con la delincuencia, de modo que es un terreno fértil en el que pueden surgir personajes como este".
Funcionarios policiales de Ciudad de México, mientras que ocasionalmente logran llevar a algunos criminales a justicia -el Mochaorejas está ahora en prisión- parecen estar poco preparados, superados y a veces sin interés en la captura del Mataviejitas.
De hecho, tomó más de un año de asesinatos y creciente presión de la opinión pública antes de que los funcionarios reconocieran que tenían que vérselas con un asesino en serie.
"Pueden haber tenido razones políticas para no querer reconocer lo que estaba ocurriendo", dijo Ana María Salazar, analista política y experta en seguridad. "Mucha gente se escandalizó cuando el despacho de la procuraduría general insistió en que no se trataba de un asesino en serie".
Ahora la policía ha concluido que 24 asesinatos no resueltos que se remontan hasta febrero de 2003 son en realidad el trabajo de un asesino en serie. Sin embargo, otros sugieren que la cifra real debe estar más cercana a 60 y podría remontarse a los años noventa.
Y a pesar de la insistencia de los funcionarios policiales de que esa medida es innecesaria, algunos grupos están exigiendo que el ayuntamiento nombre a un fiscal especial para investigar los asesinatos -siguiendo el modelo de la fronteriza Ciudad de Juárez, donde en la última década se ha asesinado a más de 300 mujeres.
Aunque la policía ha logrado componer un perfil detallado del modo de operación del asesino, las claves de su identidad y motivos han sido difíciles de dilucidad.
En octubre los investigadores obtuvieron su primer éxito en el caso cuando una persona que se ajustaba a la descripción entró a la casa de una mujer y le entregó un negativo de rayos X en el curso de una conversación. Cuando llegó uno de los hijos de la mujer, el individuo escapó, dejando sus huellas dactilares en el negativo.
Después de compararlas con las huellas de cinco impresiones parciales recuperadas en otras escenas policiales, la policía detuvo a cincuenta transsexuales, los metió en autobuses y los llevó a comisarías para fotografiaros y tomar sus huellas dactilares.
Varios de los detenidos denunciaron maltratos policiales durante la redada. No se encontraron huellas correspndientes.
Otras claves han simplemente confundido a los detectives. Dicen que tres de las víctimas más recientes tenían en sus casas estampas de ‘Retrato de un joven’, una pintura del artista francés del siglo 18, Jean-Baptiste Greuze.
Pero reconocieron no saber qué hacer con las coincidencias.
Sin desarrollos ulteriores en el caso, funcionarios anunciaron en diciembre que estaban investigando la posibilidad de que el asesino, inactivo desde octubre, pueda haberse suicidado.
Pero no había ninguna evidencia específica que sugiriera esa conclusión, admitió el procurador general de Ciudad de México, Bernardo Bátiz.
Antes en 2005, un frustrado Bátiz llamó "brillante" al asesino. Pero Renato Sales Hereida, el detective jefe del caso, lo desautorizó.
"No se necesita mucha inteligencia para sacar ventaja de un grupo social vulnerable", dijo al diario El Universal. "Sus víctimas son esencialmente mujeres abandonadas".
Otros preguntan cuánta inteligencia se necesita para eludir la captura en una ciudad donde la corrupción policial es escalofriante y los delincuentes operan con aparente impunidad.
"Hay una excusa muy conveniente para las autoridades", dijo Crespo. "Pero el problema no es la inteligencia del criminal, sino qué piensan los delincuentes sobre la inteligencia de la policía y de su habilidad para capturarlos".
En octubre los investigadores obtuvieron su primer éxito en el caso cuando una persona que se ajustaba a la descripción entró a la casa de una mujer y le entregó un negativo de rayos X en el curso de una conversación. Cuando llegó uno de los hijos de la mujer, el individuo escapó, dejando sus huellas dactilares en el negativo.
Después de compararlas con las huellas de cinco impresiones parciales recuperadas en otras escenas policiales, la policía detuvo a cincuenta transsexuales, los metió en autobuses y los llevó a comisarías para fotografiaros y tomar sus huellas dactilares.
Varios de los detenidos denunciaron maltratos policiales durante la redada. No se encontraron huellas correspndientes.
Otras claves han simplemente confundido a los detectives. Dicen que tres de las víctimas más recientes tenían en sus casas estampas de ‘Retrato de un joven’, una pintura del artista francés del siglo 18, Jean-Baptiste Greuze.
Pero reconocieron no saber qué hacer con las coincidencias.
Sin desarrollos ulteriores en el caso, funcionarios anunciaron en diciembre que estaban investigando la posibilidad de que el asesino, inactivo desde octubre, pueda haberse suicidado.
Pero no había ninguna evidencia específica que sugiriera esa conclusión, admitió el procurador general de Ciudad de México, Bernardo Bátiz.
Antes en 2005, un frustrado Bátiz llamó "brillante" al asesino. Pero Renato Sales Hereida, el detective jefe del caso, lo desautorizó.
"No se necesita mucha inteligencia para sacar ventaja de un grupo social vulnerable", dijo al diario El Universal. "Sus víctimas son esencialmente mujeres abandonadas".
Otros preguntan cuánta inteligencia se necesita para eludir la captura en una ciudad donde la corrupción policial es escalofriante y los delincuentes operan con aparente impunidad.
"Hay una excusa muy conveniente para las autoridades", dijo Crespo. "Pero el problema no es la inteligencia del criminal, sino qué piensan los delincuentes sobre la inteligencia de la policía y de su habilidad para capturarlos".
10 de enero de 2060
miami herald
©traducción mQh
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