guía de las pachamamas
[Lisa Richardson] Publican guía de viajes para visitar lugares de culto de divinidades femeninas en el mundo, a través de la historia.
Entrar al apartamento de la autora Karen Tate, en Venice, es como descubrir una pirámide intacta. En las paredes, en gabinetes de curiosidades -en todas partes- hay artefactos de estilo egipcio y diosas grandes y pequeñas, con diademas y panes de oro. Una estatua de Sekmet de 1 metro 80 guarda la entrada (aunque Tate dice que la diosa con cabeza de león en el trono es provisional, y que pronto será trasladada a su jardín en el desierto).
Como defensora de la espiritualidad femenina, Tate ha viajado a gran parte del mundo, visitando lugares donde se veneraba a figuras de la mitología antigua, como Isis, Astarté, Artemis y Diana. Gran parte de sus objetos de arte provienen de esos viajes.
Ahora ha escrito un libro, ‘Sacred Places of Goddess: 108 Destinations’, para ayudar a los buscadores del ‘divino femenino’ en su viaje por los mismos senderos.
El interés en el divino femenino ha aumentado espectacularmente en tiempos modernos. Nadie lleva la cuenta de cuántos son los cultores de las divinidades femeninas en Estados Unidos, pero ha surgido toda una industria para satisfacer sus deseos. Hay libros y boletines sobre diosas, sitios en la red y tiendas especializadas. También hay un bullente negocio en viajes turísticos hacia las diosas.
El intenso interés, según cree Tate, se explica en parte porque el mundo ha perdido el equilibrio. Las guerras, la violencia y el desprecio por la naturaleza son el resultado del patriarcado que suprime los valores femeninos más espirituales relacionados con la curación, la nutrición y el sustento, dice.
La veneración de las diosas contribuye a restaurar el equilibrio que, escribe Tate, existía hace miles de años.
"Al principio, Dios era una mujer, y de su vientre creó todo lo que hay; así, ella es todas las cosas y todas las cosas son ella... Eso era verdad hace 30 mil años, y para millones de personas sigue siendo verdad hoy", escribe en su libro.
Sentada en su sillón con uno de sus dos gatos en el regazo, agrega: "Si crees en un dios que es alguien que da a luz, ¿no debería ser una mujer y no un hombre, no debería ser al menos, una pareja?"
Tate, que nació en Nueva Orleans, se llama a sí misma una católica desvinculada.
"Nunca me sentí realmente atraída por el catolicismo; no es una religión muy cálida ni muy acogedora -al menos, no como me lo enseñaron a mí", dice.
Se mudó a Los Angeles a los 30 y, por un capricho, tomó un curso en el Learning Annex, titulado ‘Encontrando el rostro femenino de Dios’. Fue toda una revelación.
"Me sentí enfadada", dice. "Sentí que me habían estado engañando durante treinta años".
Pero incluso antes de que empezara a estudiar la espiritualidad femenina, Tate se había sentido atraída por las imágenes de diosas. De niña, en lugar de leer los libros del doctor Seuss, hojeaba libros sobre mitología egipcia.
"Recuerdo que de niña me asombraban esas reliquias antiguas", dice.
‘Sacred Places’, publicado por el Consortium of Collective Consciousness, de San Francisco, es parte de una serie de guías de viajes que se especializan en rutas espirituales.
"La gente que viaja frecuentemente busca algo más en sus viajes, antes que pasárselo sentada en las piscinas sorbiendo mai tais", dice el fundador, Brad Olsen.
Su investigación de mercado mostró que la mayoría de los viajeros compran 2.4 libros por vacaciones: una guía de viaje general y un libro de arte o de historia del arte o alguna otra cosa.
"Eso significa que compran ‘Lonely Planet’ o’Let’s Go’, y luego algo más. Es a esa gente a la que queremos llegar", dice.
Lydia Ruile, de Goddess Tours en Denver lleva a grupos de diez a cuarenta personas a sitios en Inglaterra; a Florencia, Italia; a Turquía y otros países.
"Las mujeres están sedientas de historias diferentes y de modos de conectarse con lo espiritual", dice.
Ruile ha visitado muchos de los lugares que aparecen en el libro de Tate, como guía y como peregrina.
"Creo que ha hecho un gran trabajo contando las historias de esos sitios, y explicando cómo llegar a ellos y cómo comportarse en ellos", dice Ruile. "Es un buen libro de viaje".
‘Sacred Places’ empieza en Europa y Asia Menor y se traslada hacia las Américas.
Tate eligió los sitios basándose en su significado histórico, espiritual o cultural o por su riqueza material. El libro es una guía de fácil consulta que proporciona información de fondo sobre la importancia de los sitios, en la antigüedad o en tiempos modernos. Algunos capítulos tienen advertencias contra el deterioro de algunos sitios; los llama ‘alertas Gaya’, en homenaje a la diosa griega que personifica a la Tierra.
Algunas asociaciones son familiares -Chipre con Afrodita, el Partenón con Atenas y Egipto con Isis. Otros son sitios donde el cristianismo, el judaísmo o el islam han retomado lugares de cultos paganos y donde las divinidades femeninas han sido absorbidas o suplantadas por esas tradiciones, dice Tate.
"No es algo feminista, eso de que las mujeres quieran retomarlo todo", dice. "Se trata de que el mundo vuelva a estar equilibrado, porque lo femenino se ha perdido y ha sido subyugado. Si las mujeres fueran simplemente iguales, el mundo sería muy diferente".
El interés en las divinidades femeninas es el fruto de dos movimientos femeninos que recorrieron Estados Unidos, dice Sabina Magliocco, antropóloga y experta en folclore de Cal State Northridge.
El primero culminó a principios del siglo 20, cuando las mujeres lograron el sufragio, y el segundo surgió en los años sesenta y setenta, cuando las mujeres lucharon por la paridad política y económica con los hombres. La paridad espiritual es el siguiente paso lógico, dice, agregando que el movimiento no se limita a círculos paganos.
"Hay mujeres de las religiones convencionales. El catolicismo y el judaísmo, se están esforzando para que las religiones tradicionales abarquen tanto lo femenino como lo masculino. Es verdad que cuando se traduce la Biblia al inglés, Dios es un ‘él’", dice. "En hebreo no es ni una cosa ni la otra. Dios está más allá de la feminidad y la masculinidad".
La Reforma Protestante desalentó el culto de María y de las santas, dice Magliocco. "Pero la consecuencia fue que se desechó todo modo femenino de relacionarse con lo divino y se acopló con una filosofía teológica que reflejaba una sociedad centrada en lo masculino", dice.
El clamoroso bestseller de ‘El Código Da Vinci’ convirtió el aumento del interés en las divinidades femeninas en una marea con su teoría sobre la verdadera identidad de María Magdalena, dice.
Aunque llama al libro una "melancólica re-interpretación de la historia", demuestra sin embargo el fuerte anhelo de las divinidades femeninas, dice Magliocco.
Sin embargo, advierte contra la idea de identificar el culto de las divinidades femeninas con la paridad social de las mujeres.
"Tenemos montones de evidencias de sociedades en las que las divinidades femeninas eran adoradas al mismo tiempo que las mujeres eran excluidas del poder -como la India moderna, y Grecia y Roma de la época antigua".
Para Tate, la amplia observancia de la espiritualidad femenina restauraría la pieza perdida del puzzle teológico -no anulando las otras religiones, sino agregándose a ellas. Para ella, el culto de las diosas es arquetípico, no específico.
Así, en India se venera a Kali, de la tradición hindú, y en Irlanda Santa Brígida. Se venera a Isis, así como a la madre de Jesús, María. En realidad, escribe Tate, en algunos lugares las últimas dos imágenes se han fundido: En Francia, donde se encuentran Madonnas de varios siglos de antigüedad en algunas catedrales, las investigaciones de los iconos han demostrado que eran originalmente representaciones de Isis, remodeladas para acomodarse con el cristianismo.
Algunos sitios se encuentran en lugares inesperados, como el parque industrial en Irvine, hogar del Goddess Temple, en el condado de Orange. Fue fundado en 2002 con seis miembros, y ahora cuenta con cien, dice la fundadora Ava Park.
A los que dicen que el cristianismo, el judaísmo y el islam honran a las mujeres y que Dios no tiene género, Park replica que esas religiones están meramente apoyando de boquilla a las divinidades femeninas.
"Si haces de Dios un ‘el’ o ‘ella’ todo el tiempo, ¿cómo podrían sentir las mujeres la divinidad dentro de sí mismas cuando saben que no son hombres?"
Como defensora de la espiritualidad femenina, Tate ha viajado a gran parte del mundo, visitando lugares donde se veneraba a figuras de la mitología antigua, como Isis, Astarté, Artemis y Diana. Gran parte de sus objetos de arte provienen de esos viajes.
Ahora ha escrito un libro, ‘Sacred Places of Goddess: 108 Destinations’, para ayudar a los buscadores del ‘divino femenino’ en su viaje por los mismos senderos.
El interés en el divino femenino ha aumentado espectacularmente en tiempos modernos. Nadie lleva la cuenta de cuántos son los cultores de las divinidades femeninas en Estados Unidos, pero ha surgido toda una industria para satisfacer sus deseos. Hay libros y boletines sobre diosas, sitios en la red y tiendas especializadas. También hay un bullente negocio en viajes turísticos hacia las diosas.
El intenso interés, según cree Tate, se explica en parte porque el mundo ha perdido el equilibrio. Las guerras, la violencia y el desprecio por la naturaleza son el resultado del patriarcado que suprime los valores femeninos más espirituales relacionados con la curación, la nutrición y el sustento, dice.
La veneración de las diosas contribuye a restaurar el equilibrio que, escribe Tate, existía hace miles de años.
"Al principio, Dios era una mujer, y de su vientre creó todo lo que hay; así, ella es todas las cosas y todas las cosas son ella... Eso era verdad hace 30 mil años, y para millones de personas sigue siendo verdad hoy", escribe en su libro.
Sentada en su sillón con uno de sus dos gatos en el regazo, agrega: "Si crees en un dios que es alguien que da a luz, ¿no debería ser una mujer y no un hombre, no debería ser al menos, una pareja?"
Tate, que nació en Nueva Orleans, se llama a sí misma una católica desvinculada.
"Nunca me sentí realmente atraída por el catolicismo; no es una religión muy cálida ni muy acogedora -al menos, no como me lo enseñaron a mí", dice.
Se mudó a Los Angeles a los 30 y, por un capricho, tomó un curso en el Learning Annex, titulado ‘Encontrando el rostro femenino de Dios’. Fue toda una revelación.
"Me sentí enfadada", dice. "Sentí que me habían estado engañando durante treinta años".
Pero incluso antes de que empezara a estudiar la espiritualidad femenina, Tate se había sentido atraída por las imágenes de diosas. De niña, en lugar de leer los libros del doctor Seuss, hojeaba libros sobre mitología egipcia.
"Recuerdo que de niña me asombraban esas reliquias antiguas", dice.
‘Sacred Places’, publicado por el Consortium of Collective Consciousness, de San Francisco, es parte de una serie de guías de viajes que se especializan en rutas espirituales.
"La gente que viaja frecuentemente busca algo más en sus viajes, antes que pasárselo sentada en las piscinas sorbiendo mai tais", dice el fundador, Brad Olsen.
Su investigación de mercado mostró que la mayoría de los viajeros compran 2.4 libros por vacaciones: una guía de viaje general y un libro de arte o de historia del arte o alguna otra cosa.
"Eso significa que compran ‘Lonely Planet’ o’Let’s Go’, y luego algo más. Es a esa gente a la que queremos llegar", dice.
Lydia Ruile, de Goddess Tours en Denver lleva a grupos de diez a cuarenta personas a sitios en Inglaterra; a Florencia, Italia; a Turquía y otros países.
"Las mujeres están sedientas de historias diferentes y de modos de conectarse con lo espiritual", dice.
Ruile ha visitado muchos de los lugares que aparecen en el libro de Tate, como guía y como peregrina.
"Creo que ha hecho un gran trabajo contando las historias de esos sitios, y explicando cómo llegar a ellos y cómo comportarse en ellos", dice Ruile. "Es un buen libro de viaje".
‘Sacred Places’ empieza en Europa y Asia Menor y se traslada hacia las Américas.
Tate eligió los sitios basándose en su significado histórico, espiritual o cultural o por su riqueza material. El libro es una guía de fácil consulta que proporciona información de fondo sobre la importancia de los sitios, en la antigüedad o en tiempos modernos. Algunos capítulos tienen advertencias contra el deterioro de algunos sitios; los llama ‘alertas Gaya’, en homenaje a la diosa griega que personifica a la Tierra.
Algunas asociaciones son familiares -Chipre con Afrodita, el Partenón con Atenas y Egipto con Isis. Otros son sitios donde el cristianismo, el judaísmo o el islam han retomado lugares de cultos paganos y donde las divinidades femeninas han sido absorbidas o suplantadas por esas tradiciones, dice Tate.
"No es algo feminista, eso de que las mujeres quieran retomarlo todo", dice. "Se trata de que el mundo vuelva a estar equilibrado, porque lo femenino se ha perdido y ha sido subyugado. Si las mujeres fueran simplemente iguales, el mundo sería muy diferente".
El interés en las divinidades femeninas es el fruto de dos movimientos femeninos que recorrieron Estados Unidos, dice Sabina Magliocco, antropóloga y experta en folclore de Cal State Northridge.
El primero culminó a principios del siglo 20, cuando las mujeres lograron el sufragio, y el segundo surgió en los años sesenta y setenta, cuando las mujeres lucharon por la paridad política y económica con los hombres. La paridad espiritual es el siguiente paso lógico, dice, agregando que el movimiento no se limita a círculos paganos.
"Hay mujeres de las religiones convencionales. El catolicismo y el judaísmo, se están esforzando para que las religiones tradicionales abarquen tanto lo femenino como lo masculino. Es verdad que cuando se traduce la Biblia al inglés, Dios es un ‘él’", dice. "En hebreo no es ni una cosa ni la otra. Dios está más allá de la feminidad y la masculinidad".
La Reforma Protestante desalentó el culto de María y de las santas, dice Magliocco. "Pero la consecuencia fue que se desechó todo modo femenino de relacionarse con lo divino y se acopló con una filosofía teológica que reflejaba una sociedad centrada en lo masculino", dice.
El clamoroso bestseller de ‘El Código Da Vinci’ convirtió el aumento del interés en las divinidades femeninas en una marea con su teoría sobre la verdadera identidad de María Magdalena, dice.
Aunque llama al libro una "melancólica re-interpretación de la historia", demuestra sin embargo el fuerte anhelo de las divinidades femeninas, dice Magliocco.
Sin embargo, advierte contra la idea de identificar el culto de las divinidades femeninas con la paridad social de las mujeres.
"Tenemos montones de evidencias de sociedades en las que las divinidades femeninas eran adoradas al mismo tiempo que las mujeres eran excluidas del poder -como la India moderna, y Grecia y Roma de la época antigua".
Para Tate, la amplia observancia de la espiritualidad femenina restauraría la pieza perdida del puzzle teológico -no anulando las otras religiones, sino agregándose a ellas. Para ella, el culto de las diosas es arquetípico, no específico.
Así, en India se venera a Kali, de la tradición hindú, y en Irlanda Santa Brígida. Se venera a Isis, así como a la madre de Jesús, María. En realidad, escribe Tate, en algunos lugares las últimas dos imágenes se han fundido: En Francia, donde se encuentran Madonnas de varios siglos de antigüedad en algunas catedrales, las investigaciones de los iconos han demostrado que eran originalmente representaciones de Isis, remodeladas para acomodarse con el cristianismo.
Algunos sitios se encuentran en lugares inesperados, como el parque industrial en Irvine, hogar del Goddess Temple, en el condado de Orange. Fue fundado en 2002 con seis miembros, y ahora cuenta con cien, dice la fundadora Ava Park.
A los que dicen que el cristianismo, el judaísmo y el islam honran a las mujeres y que Dios no tiene género, Park replica que esas religiones están meramente apoyando de boquilla a las divinidades femeninas.
"Si haces de Dios un ‘el’ o ‘ella’ todo el tiempo, ¿cómo podrían sentir las mujeres la divinidad dentro de sí mismas cuando saben que no son hombres?"
11 de febrero de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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