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un asesinato, demasiadas pistas


[Kim Murphy] "No sé por qué ha ocurrido esto", dijo el periodista estadounidense mientras agonizaba en el suelo, en Rusia. ¿Era por lo que había escrito, o por lo que pensaba escribir?
Moscú, Rusia. Era tarde cuando salió de su oficina, pero Paul Klebnikov era el tipo de periodista que tiene siempre más historias que tiempo, y trabajaba siempre hasta tarde. Esa noche, alguien le estaba esperando.
Un pequeño coche negro se acercó a la acera cuando Klebnikov salía a la calle. Asomó el cañón de una pistola. Segundos después, el neoyorquino de 41 años yacía muerto.
Dejó pocas claves sobre sus asesinos -mientras yacía desangrándose sobre el pavimento. "¿Has tenido algún contacto o reuniones o visitas, llamadas por teléfono que puedan tener que ver con esto?", le preguntó Alexander Gordeyev, un colega periodista, mientras se agachaba a su lado. "Me dijo: ‘No, no sé porqué ha ocurrido esto’".
"Dijo que era un ruso, y que llevaba ropas negras; tenía el pelo negro. Y entonces me pidió que tomara contacto con su familia, con su esposa y hermano. Creo que no sabía que estaba muriendo".
El miércoles, dos gángsteres chechenos y sus cómplices de una mafia de asesinos a sueldo, serán enjuiciados por un tribunal de Moscú por el homicidio de Klebnikov hace casi dos años. Pero el juicio, que empezó el mes pasado, tuvo que ser aplazado cuando el juez enfermó, ha hecho surgir tantas preguntas como las que ha resuelto sobre quién quería matar al editor de la recién lanzada edición rusa de la revista Forbes.
¿Lo mataron, como cree la fiscalía, por órdenes del señor de la guerra y empresario Khozh-Akhmed Nukhayev, del que se dice que estaba enfurecido por el libro nada elogioso de Klebnikov sobre su vida, ‘Conversaciones con un bárbaro’ [Conversations With a Barbarian’]?
¿O murió por algo que estaba pensando escribir, atacado por alguien desde las tenebrosas sombras del país de los grandes negocios, el crimen organizado y la política en la Rusia post-soviética?
Es un testamento a la energía, curiosidad y tenacidad de Klebnikov que el número de personajes que hubiesen querido silenciarlo sea alto. El editor y escritor había escrito sobre los bandidos capitalistas y los ulemas corruptos; publicó la primera lista de los cien rusos más ricos de la revista Forbes, en un país donde los gordos gatos multimillonarios tienden a correr a esconderse como cucarachas en la cocina cuando se encienden las luces.
Desde su muerte en julio de 2004, algunas fuentes han apuntado a la gama de historias sobre las que Klebnikov estaba reuniendo materiales -incluyendo la corrupción en la industria automotriz, el lavado de dinero, los vínculos entre la política y el dinero, y la desaparición de millones de dólares en Chechenia.
Con 11 periodistas asesinados en Rusia desde 2000 en atentados de tipo contrato, cualquiera de esas historias podría transformar a Klebnikov en el primer periodista ejecutado por asesinos a sueldo aquí.
"Está demasiado claro que se había puesto en el camino de alguna gente, que lo odiaba", dijo Alexander Solyenitsin, el disidente soviético y novelista laureado con el Premio Nobel, poco después de la muerte de Klebnikov. "Dio su vida por la verdad -y por Rusia, a la que quería honestamente".

Klebnikov nació de padres rusos inmigrantes en Estados Unidos y creció como americano, pero viajó por todo el mundo para sus reportajes y estaba fascinado por el país de sus padres. Sacó su doctorado en la London School of Economics escribiendo sobre el Partido Comunista soviético y el desarrollo rural en la Rusia de principios del siglo 20, y viajó a Rusia durante los explosivos años del primitivo capitalismo de los años noventa para preparar la edición estadounidense de Forbes. Fijó residencia en Moscú a principio de 2004, dejando a su familia en Estados Unidos, sabiendo que tendría que trabajar duro para lanzar la nueva revista.
Klebnikov era atractivo al estilo clásico, con una greña de pelo negro e intensos ojos. Sus colegas lo describen tanto como romántico sobre Rusia como implacable en cuanto a sus defectos. Los rusos, que a menudo se muestran estirados con los extranjeros y profundamente cariñosos con los amigos íntimos, parecieron encontrar en Klebnikov a un americano que les gustaba y en el que podían confiar. Era invitado por igual a las cocinas y suites multinacionales, ninguna de las cuales son de fácil acceso para los periodistas norteamericanos.
"Tenía que saber cómo funcionaban las cosas en Rusia. Junto con quizás unos pocos periodistas, y realmente no había más de un puñado, tenía un excelente olfato para lo que estaba pasando", dijo su hermano, Michael Klebnikov, que vive en Nueva York.
"Entendía las intrigas -para usar la frase de Churchill, todas las guerras que se estaban librando debajo de la alfombra", dijo, refiriéndose al comentario de Churchill de que observar la política rusa era "como mirar a dos perros peleando debajo de la alfombra".
"Cuando empezó el proceso de privatización, fue muy rápido en reconocer el inmenso robo que era, al mismo tiempo que se daba cuenta de la lógica que había detrás", dijo.
Los fiscales no han presentado ninguna evidencia sobre por qué creen que Nukhayev, un adinerado hombre de negocios y personaje del crimen organizado cuya simpatía hacia los insurgentes musulmanes que luchan contra Rusia ha aumentado poco a poco, ordenó el asesinato de Klebnikov. Bajo la ley rusa, el gobierno no necesita hacer públicas sus evidencias sino hasta el momento en que Nukhayev sea llevado a juicio. Pero de Nukhayev no se ha sabido nada últimamente y algunos creen que puede haber muerto cuatro meses antes que Klebnikov, en un tiroteo con militantes chechenos.
¿Ordenó el asesinato de Klebnikov antes o después?
"Es una hipótesis demasiado conveniente", dijo Gordeyev, editor interino del Newsweek ruso, sobre la teoría de la fiscalía. "No tengo claro por qué se pondría el tipo tan furioso como para mandar a matarlo. Definitivamente no tiene nada que ver con el libro. Fue publicado hacía ya un año y medio antes de que fuera asesinado. Y creo que Nukhayev andaba buscando a alguien que escribiera un libro en respuesta al de Klebnikov, lo que quiere decir que tenía la intención de resolver sus diferencias de manera literaria, no con un asesinato".
Otra pregunta inmediata que surge en torno al caso del gobierno es que todos los acusados son chechenos, aunque Klebnikov dijo que su agresor era un ruso.
Klebnikov puede haberse equivocado -muchos chechenos se parecen a los rusos étnicos-, pero algunos sostienen que los chechenos son una presa fácil en la Rusia de hoy.
Hay tres hombres acusados -sólo dos de ellos del homicidio de Klebnikov, así como del asesinato, trece días antes, del ex primer ministro de Chechenia, Yan Sergunin.
Los dos acusados, Kazbek Dukuzov y Musa Vakhayev, están también acusados de varios otros delitos de extorsión y chantaje cometidos por una banda originaria de la ciudad chechena de Urus-Martan. El tercer acusado, un notario público de Moscú, Fail Sadretdinov, está acusado de complicidad con la banda. Los tres se han declarado inocentes.
Los fiscales no hay hecho ninguna conexión entre el asesinato de Klebnikov y el de Serguning, excepto para decir que fueron cometidos por los mismos asesinos.
Pero una posible conexión entre las dos víctimas plantea todavía más preguntas sobre por qué acusar a Nukhayev. Dos diarios rusos informaron que Sergunin había actuado como consultor de Klebnikov poco antes de su muerte sobre una historia de lavado de dinero en Chechenia.
"Él no mencionó nunca a Klebnikov, pero después de ser asesinado, al menos dos de mis amigos me dijeron que últimamente, poco antes del asesinato, ellos dos [su marido y Klebnikov] habían hablado sobre algo", dijo en una entrevista la viuda de Sergunin, Kamilla.
El juicio es a puertas cerradas por petición de los fiscales, que han invocado la protección de secretos de estado. Los abogados que han revisado la evidencia dicen que los investigadores tienen un caso convincente.
Los testigos asociaron el arma usada en el asesinato de Dukuzov y Vakhayev, junto con conversaciones por teléfono celular, y el amigo íntimo de uno de los hombres oyó una discusión sobre un "trabajo grande" y el pago de unos 105 mil dólares que venían de Londres, de acuerdo a fuentes familiarizadas con la evidencia.
Un vehículo que puede haber sido usado en el tiroteo tenía una huella dactilar del dedo del corazón de la mano izquierda de Vakhayev, dijeron esas fuentes.
El abogado de Dukuzov, Lyomi Umarov, ha reconocido que su cliente proporcionaba un cierto tipo de "protección" profesional para hombres de negocios en Moscú, pero dijo que nunca cometió ninguno de los crímenes de los que es acusado.
"A veces la palabra de un hombre vale mucho más que cualquier otra cosa, y la gente que rompe su palabra lo paga con su salud o su vida... Él hizo acuerdos con gente de que no los atacaría, que su salud no se vería comprometida", dijo Umarov. "Para poder hacer algo en Moscú, se necesita un cierto grado de audacia".
Pero el abogado dijo que su cliente insistió que en el caso de Klebnikov, él había sido pillado en "una fatídica confluencia de circunstancias, y como abogado no puedo contradecir su posición".
Se negó a discutir el caso en detalle debido a una orden de mordaza. "Sin mencionarlos, puedo decir simplemente que la defensa tienen un gran número de argumentos a favor de la inocencia de los acusados", dijo.
Los acusados han alegado que el caso es una fabricación para encubrir la incapacidad del gobierno, o su falta de voluntad para encontrar a los verdaderos culpables.
En una carta a la familia de Klebnikov, Sadretdinov, el tercer hombre en el juicio, dijo que "cualquier checheno en Rusia es un blanco fácil para los fiscales".
Dijo que los detectives ignoraron a otros personajes vinculados a las investigaciones de Klebnikov, incluyendo al multimillonario exiliado, Boris Berezovsky, sobre el que el periodista había escrito un libro, ‘Padrino del Kremlin’ [Godfather of the Kremlin], y a la multimillonaria esposa del alcalde de Moscú.
Citó un comunicado del FBI contenido en los documentos del caso, diciendo que "aunque Paul era normalmente discreto en sus investigaciones periodísticas, se nos dijo hace poco, sin embargo, que había hablado sobre un proyecto sobre el que habría estado trabajando, que describió como ‘importante y espantoso’, y ‘muy grande’, agregando que tenía ‘materiales comprometedores’ sobre la esposa del alcalde. Sus otros proyectos, en contraste, fueron descritos como ‘asuntos de poca monta’".
Fuentes familiarizadas con el caso dijeron que el FBI había simplemente informado al despacho del fiscal general sobre una especulación sin fundamentos de la familia de Klebnikov. En realidad, dijo una fuente, la familia "no tenía idea" de quién había ordenado el asesinato.
Pero muchos otros han ofrecido otras pistas. Entre ellos se encuentra Karen Nersisyan, una abogada de Moscú que ha pasado años investigando los asesinatos de otros dos periodistas en Togliatti, a unos 800 kilómetros al sudeste de Moscú. Dijo que Klebnikov, que había visitado la ciudad varias veces, había estado indagando sobre los asesinatos poco antes de su muerte.
Togliatti es el Detroit ruso, un centro de la industria automotriz que es la sede de la fábrica, gigantesca y plagada de escándalos, de los coches Lada y Zhiguli, y también el hogar de un red altamente peligrosa formada por la política, el dinero y el crimen organizado.
Valery Ivanov, editor del único diario independiente de Togliatti, había mencionado a los jefes de una prolongada guerra de mafias -originalmente por el control de la fábrica de coches y más tarde por el negocio de repuestos- que ha dejado a la ciudad con enormes pérdidas de dinero y un reguero de más de 500 muertos. Ivanov fue asesinado a balazos en su coche en 2002, el quinto periodista asesinado en Togliatti desde 1995.
Su sucesor y amigo, Alexei Sidorov, estaba determinado a continuar con los reportajes del diario. Dieciocho meses más tarde fue apuñalado a muerte en la calle, con un picahielos. La policía acusó a un hombre del ataque, diciendo que lo hizo borracho, y fue absuelto, en parte gracias a los esfuerzos del abogado de Moscú, Nersisyan, por demostrar que fue asesinado debido a sus investigaciones. La pesquisa policial de paralizada oficialmente.
"Hablé con Klebnikov por teléfono la semana antes de su asesinato", dijo Nersisyan. "Estaba tratando de descubrir algo sobre el caso Togliatti, y me llamó. Hablamos durante 10 o 15 minutos. Le dije que tenía todas las copias de los materiales de los periodistas. Le dije que nos estábamos acercando. Quedamos de acuerdo en que yo iría a Moscú y llevaría las copias del caso".
Nersisyan dijo que era posible que la investigación de Klebnikov del caso provocara a su asesinato.
"Estaba interesado en el fenómeno de que todos los periodistas que murieron allá, murieron después de tratar de indagar más profundamente sobre la economía de la ciudad. Y en realidad ninguno de esos casos había sido resuelto, ninguno", dijo. "Así que, por supuesto, estaba interesado en el papel jugado por las autoridades en todo esto".
"Yo me especializo en los asesinatos de periodistas", agregó. "Y puedo decirte que los periodistas, si son asesinados, no lo son después de haber escrito algo. Normalmente son asesinados porque tienen la intención de escribir algo. He llegado a este conclusión después de diez años de trabajar en casos como estos".
En Nueva York se ha fundado un comité internacional de periodistas, llamado Proyecto Klebnikov, que seguirá las pistas del trabajo de Klebnikov y su muerte para ver hasta dónde lleva.
El juicio por su asesinato es sólo el comienzo, dijo el director del proyecto Richard Behar, un antiguo periodista investigativo para Fortune, Time y Forbes.
La teoría de Nukhayev es "ciertamente posible", dijo. "Pero tiene que haber evidencias. Y no hemos visto ninguna. No sabemos si Nulhayev está vivo, no sabemos si está muerto, y si no lo encuentran, este caso se va a evaporar en el mundo de las tinieblas y nunca volveremos a oír de él otra vez".
14 de febrero de 2006

©los angeles times

©traducción mQh

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