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enfermero condenado a perpetua


[John O’Neil] Mató a más de 40 pacientes.
Nueva Jersey, Estados Unidos. Charles Cullen, el enfermero que confesó haber matado a unos 40 pacientes de la unidad de cuidados intensivos colocándoles inyecciones fatales, fue sentenciado hoy en Nueva Jersey a pasar el resto de su vida en prisión sin posibilidad de libertad anticipada por la muerte de 22 víctimas.
Cullen, 46, se declaró culpable el año pasado después de admitir una serie de asesinatos en hospitales de Nueva Jersey y Pensilvania entre 1988 y 2003. Los fiscales han contado 29 muertes, siete de las cuales ocurrieron en Pensilvania, y seis intentos de homicidio.
La declaración de culpable permitió a Cullen evitar la pena de muerte. A cambio, proporcionó a los detectives con información sobre los asesinatos.
El juez Paul W. Parker, del Tribunal Superior del condado de Somerset, exoneró a Cullen por "los homicidios cobardes y crueles de inocentes y enfermos" antes de sentenciarlo a 11 sentencias perpetuas consecutivas, que entregan un período combinado de inelegibilidad para la libertad condicional de 397 años.
"La malvada dimensión de sus crímenes requiere la más completa medida de disuasión que permite la ley", dijo.
Cullen se mantuvo silencioso durante la lectura de la sentencia, mirando al suelo. Cuando en anteriores ocasiones se le dio la oportunidad de decir algo, dijo, con una voz apenas audible: "No tengo nada que decir".
"¿Por qué?", preguntó el juez Parker.
Cullen siguió en silencio, con los ojos clavados en la mesa frente a él.
"¿No me oye?", preguntó el juez. "¿Me quiere decir que prefiere no hablar?"
Cullen farfulló afirmativamente
Las vistas televisadas empezaron con declaraciones de familiares de las víctimas. Los familiares a menudo combinaron tristes recuerdos de las muertes con declaraciones de su odio por Cullen y rabia con los hospitales que lo contrataron sin chequear sus antecedentes. Cullen había sido hospitalizado por trastornos mentales varias veces y había intentado suicidarse en varias ocasiones, dijo el juez Parker.
Muchos dijeron que consideraban la cadena perpetua adecuada, incluyendo algunos que dijeron que sufriría más viviendo su vida en la cárcel que si fuera condenado a muerte. "Ya que ha intentado el suicidio, la pena de muerte no habría sido el castigo conveniente", dijo Melissa Strenko, cuyo hermano de 21 años, Michael, fue asesinado por Cullen con una inyección de norepinefrine mientras se recuperaba de la extirpación de su bazo. En lugar de eso, dijo, debería ser condenado a cadena perpetua por cada víctima, sin la posibilidad de salir de la cárcel, y mantenido en la población carcelaria general sin privilegios, ni aun en el caso de buena conducta.
Pero Deborah Yetter-Medina, la nieta de Mary Natoli, la segunda víctima de Cullen, dijo: "Quiero que muera mañana".
El caso ante el juez Parker implicó homicidios en cuatro condados que se consolidaron con la declaración de culpabilidad de Cullen. Los fiscales de cada condado pidieron al juez Parker que impusiera sentencias de vida consecutivas por cada víctima, incluso reconociendo que con dos sentencias de cadena perpetua, que eran posibles con la confesión inicial de Cullen sobre sus homicidios en el condado de Somerset, era suficiente para impedir que saliera de la cárcel antes de su muerte.
"Aquí hay un propósito más alto", dijo Tim Van Hise, del despacho del fiscal del condado de Somerset. "No sería apropiado que alguien creyera que la vida de una víctima en esta serie de homicidios sea menos valiosa que otras".
El juez Parker sentenció a Cullen a un total de nueve sentencias de por vida consecutivas, cada una con 30 años de inelegibilidad para la libertad anticipada, por homicidios en los condados de Warren, Hunterdon, y Essex, además de 127 años de inelegibilidad para la libertad condicional por las dos condenas perpetuas consecutivas por los homicidios en el condado de Somerset.
"La significación de estas sentencias es que usted pasará en prisión el resto de su vida natural", le dijo a Cullen.
Cullen será sentenciado más tarde por otros siete homicidios a los que ha sido vinculado en Pensilvania.
Cullen, que ha tratado de no salir durante las vistas, estaba sentado inexpresivamente en la atiborrada sala del tribunal durante todo el procedimiento, hasta que se le ordenó que se levantara para oír la sentencia. Durante gran parte del día pareció tener los ojos cerrados, un hecho que enfureció a varios de los familiares que hablaron. "¡Me estás oyendo!", le gritó uno.
Despertaba sólo cuando le hablaba su abogado, y respondía con movimientos de cabeza.
Después de meses de maniobras jurídicas, Cullen dejó caer abruptamente sus objeciones para asistir a las vistas. En respuesta, el juez Armstrong dijo que "estaba dispuesto" a ayudar a Cullen a cumplir con su deseo de donar un riñón a un amigo enfermo.
Durante la primera mitad de la vista en Somerville, los familires describieron a sus víctimas, sus vidas y legados, y su angustia y furia al enterarse de que sus muertes, que habían pensado que eran accidentales, eran de hecho actos premeditados.
Lucille Gall, hermana del reverendo Florian J. Gall, que fue asesinado en 2003, describió sus sentimientos durante el segundo entierro de su hermano, que había sido exhumado como parte de la pesquisa.
"Fue peor que la primera vez, porque sabíamos que había sido asesinado", dijo.
Gall, que dijo era es enfermera, fue uno de los muchos familiares que dijeron lo asombrados que estaban de que un miembro de la profesión médica hubiese usado su acceso a gente enferma para matarlos.
"Se nos enseña a cuidar de los otros, y usted violó esa confianza colocada en nuestra profesión", dijo.
Varios otros familiares hablaron sobre su pérdida de confianza en la profesión médica y su rabia con el Centro Médico de Somerset, donde ocurrieron muchos de los homicidios.
"No entendemos cómo ocurrió", dijo el padre de Michael Strenko, Thomas E. Strenko. "Estamos muy apenados por cómo el hospital contrató a Charles Cullen, que tenía un largo historial de problemas mentales, y lo colocaron en una posición tan delicada".
"Que alguien con esos problemas haya sido capaz de saltar de hospital en hospital durante 15 años desafía toda confianza", dijo. "Nos indigna que nadie haya impedido que Charles Cullen matara a mi hijo".
El hijo de Frances Agoada, que sobrevivió un intento de homicidio de Cullen, suplicó al ex enfermero que explicara cómo había sido capaz de cometer esos asesinatos y ocultarlos durante tanto tiempo.
"Todavía puedes hacer algo bueno con tu vida", dijo el hijo, que dijo que como médico sabe "cómo funcionan las cosas en los hospitales".
"Dínos como lo hiciste -a quién engañaste, quién hizo la vista gorda", dijo. "Nuestro sistema médico tiene una enfermedad, tú eres parte de ella".
Varios familiares llamaron hoy a que los hospitales adopten sistemas de chequeos de antecedentes obligatorios, que habrían detenido en una etapa temprana la serie de asesinatos de Cullen.
Varias familias de víctimas han presentado demandas civiles contra el Centro Médico de Somerset, aunque fue el hospital el que empezó la investigación al tomar contacto con la policía después de despedir de Cullen en 2003.
El fiscal general de Nueva Jersey, Peter C. Harvey, dijo que cree que los asesinatos no eran una "campaña publicitaria" y que Cullen creía que estaba "apresurando lo inevitable" en pacientes que debían soportar dolores y que iban a morir.
Pero muchos familiares dijeron hoy que las víctimas habían estado recuperándose, como Strenko, o tenían buenas prognosis. Otros dijeron que Cullen no había tenido contacto con las víctimas sino cuando entró a sus habitaciones a ponerles esas inyecciones fatales.
Sin embargo, otros se refirieron a la práctica de Cullen de visitar a los familiares cuando recibían la noticia de las muertes, que a veces entregaba él mismo.
"Este espantoso recuerdo se ha hecho todavía peor por el conocimiento de que Christopher Cullen rondaba en los pasillos de la unidad de cuidados intensivos observando el sufrimiento de los familiares de sus víctimas", dijo Annell Simco, cuyo marido, Melvin J. Simco, fue una de las víctimas de Cullen.
Thomas Strenko recordó cómo Cullen, al que no había encontrado nunca, le había dicho que su hijo estaba muriendo. Expresó su gratitud de que la vista de hoy daba "la oportunidad a Christopher Cullen de que se enfrentara una vez más a nuestro odio".
Otro pariente denunció a Cullen y sus abogados "por orquestar una bizarra versión del concurso de televisión ‘Hagamos un trato’ [Let’s Make a Deal]", regateando información sobre los pacientes que mató. Un fiscal del condado de Hunterdon, donde Cullen trabajó durante dos años a mediados de los años noventa, dijo al juez que Cullen había confesado haber cometido cinco asesinatos allá en 1996, sólo después de haber sido confrontado con pruebas que los detectives había reunido después de enterarse de las muertes en otros lugares.

2 de maro de 2006
©new york times
©traducción mQh
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