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gobierno chií oculta asesinatos


[Ellen Knickmeyer] Autoridades chiíes ordenan ocultar asesinatos arbitrarios cometidos por tropas del ministerio del Interior aparentemente en una especie de venganza por atentado todavía no esclarecido contra santuario chií.
Bagdad, Iraq. Días después de que el atentado con bomba contra un santuario chií desencadenara una ola de asesinatos contra sunníes, supuestamente en venganza, el más importante partido chií de la coalición gobernante de Iraq ordenó al ministerio de Salud dejar de contar a los ejecutados, de acuerdo a un funcionario del ministerio familiarizado con el conteo de los muertos.
El funcionario, que habló a condición de mantener el anonimato debido a que temía por su seguridad, dijo que un representante del partido chií, el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, ordenó que los hospitales y morgues sigan catalogando las muertes causadas por atentados o enfrentamientos con los rebeldes, pero no los asesinatos ejecutados por medio de ejecuciones.
Una declaración de esta semana del departamento de derechos humanos de Naciones Unidas en Bagdad respalda la versión del funcionario del ministerio de Salud. El departamento dijo que había recibido información sobre la principal morgue de Bagdad -donde se lleva a las víctimas de tiroteos- que indicaban que "el actual director suplente está bajo presión del ministerio del Interior de no revelar esa información y de minimizar el número de bajas".
La oficina de Naciones Unidas dijo que no había confirmado la información sobre la morgue y que de momento había sido incapaz de obtener un conteo de las bajas de parte de las autoridades iraquíes.
Portavoces del ministerio de Salud y del Consejo Supremo -comúnmente conocido por sus iniciales SCIRI- negaron que se hubiese dictado una orden para alterar el conteo de las muertes.
Los secuestros y asesinatos de hombres sunníes, usualmente de un balazo en la nuca, han venido ocurriendo con creciente frecuencia en el último medio año y son ampliamente reconocidos como obra de las milicias religiosas y escuadrones de la muerte chiíes del gobierno que presuntamente operan bajo el alero del SCIRI en el ministerio del Interior. En particular, las milicias chiíes han sido acusadas de secuestrar y ejecutar a una enorme cantidad de hombres sunníes inmediatamente después de la destrucción de la mezquita de Askariya el 22 de febrero, un venerado santuario chií en la norteña ciudad de Samarra.
Después de un momento de calma en los últimos días, los secuestros y asesinatos volvieron a cobrar ímpetu nuevamente en Bagdad el miércoles. La policía encontró al oeste de Bagdad un minibús que contenía los cuerpos de 18 hombres atados y estrangulados, y 50 empleados de una firma de seguridad iraquí fueron secuestrados en el lado este de la ciudad.
El Washington Post informó el 28 de febrero que más de 1.300 víctimas de tiroteos habían sido llevadas a la morgue en los primeros seis días después del atentado de Samarra. La cifra fue entregada por un trabajador de la morgue, que se negó a ser identificado.
El primer ministro Ibrahim al-Jafari negó esa información, diciendo que la violencia contra los sunníes se había cobrado 379 vidas en la semana después del atentado contra el santuario. El general George W. Casey Jr., el comandante estadounidense en Iraq, calificó de exagerado e impreciso el informe del Post. Un e-mail enviado esta semana a funcionarios militares norteamericanos pidiendo informaciones actualizadas sobre el número de bajas no fue respondido.
Pero durante la semana pasada, varios ministerios oficiales se negaron a entregar un desglose de esas 379 muertes, o dijeron que no podían, y varias inconsistencias en sus versiones ponen en duda la versión del gobierno.
Además del trabajador de la morgue, tres fuentes -el funcionario del ministerio de Salud, el funcionario del ministerio del Interior y un funcionario internacional en Bagdad- involucrados en el conteo o seguimiento del creciente número de muertes, estimaron el total en mil o más, aunque ninguno superó la cifra de mil trescientos. Dos de las fuentes dijeron que la presión de los líderes de gobierno chiíes para no mencionar los asesinatos por ejecución han resultado en informes de Jafari con un número de bajas más bajo.
El funcionario internacional dijo que "tipos del ministerio de Salud" habían contado mil muertes antes de que Jafari ordenara que fueran negadas. "Para el 28 de febrero, incluso para el 1 de marzo, esa era la cifra que se conocía, y que era casi oficial", dijo el funcionario internacional. "Luego el gobierno dio a conocer" su cifra más baja.
"Tienen miedo", dijo el funcionario.
Las autoridades de la morgue dicen ahora que ellos recibieron solamente 250 cadáveres entre el 22 y el 28 de febrero, lo que significa 35 muertes por día, cifra apenas mayor que el promedio de 30 cuerpos por día que se conoce desde mediados del año pasado. Y ahora no está claro si el gobierno incluye en esas cifras los asesinatos por ejecución.
Funcionarios iraquíes negaron que las cifras de muertes hayan sido manipuladas.
"Creo que es muy improbable, muy extraño, que funcionarios políticos hayan impuesto sus propias opiniones al ministerio", dijo Qasim Yahiya, un portavoz del ministerio de Salud.
Haitham al-Husseini, portavoz del SCIRI, dijo: "¿Cómo podría el SCIRI presionar a las autoridades o al pueblo? No creo que usted crea eso. ¿Cómo podría ir el SCIRI y ordenar a un funcionario que haga una cosa u otra?"
"Esto es parte de la campaña con la que los enemigos de Iraq y del pueblo iraquí están tratando de confundir", dijo Husseini. "Y esto es parte de su campaña de mentiras sobre el ministerio del Interior y de lo que está pasando y también para desviar la atención de la gente de los crímenes que están cometiendo contra civiles".
Los conteos ampliamente divergentes reflejan la crítica sensibilidad política en momentos en que la guerra de tres años en Iraq está sufriendo un cambio fundamental: los asesinatos por ejecución del tipo de los cometidos por la policía y milicias chiíes del gobierno están matando más iraquíes que los atentados contra blancos oficiales y civiles de los rebeldes sunníes.
Desde el 30 de enero de 2005, cuando Iraq realizó sus primeras elecciones parlamentarias desde el derrocamiento del presidente Saddam Hussein hace dos años, la mayoría chií ha controlado al bloque político más grande del país en el parlamento y las posiciones más importantes en el gabinete. El SCIRI es el miembro dominante de la coalición chií gobernante y acapara varias carpetas claves, incluyendo la del ministerio del Interior, que controla a la policía iraquí.
El ministerio de Salud, que controla la morgue y los hospitales oficiales de Bagdad, está en manos de un partido religioso encabezado por Moqtada al-Sáder, el clérigo chií cuya milicia, el Ejército Mahdi, organizó dos revueltas armadas contras las fuerzas estadounidenses en 2004. Desde el atentado en Samarra, el Ejército Mahdi ha sido ampliamente acusado de secuestrar y asesinar a hombres sunníes. Las familias que recogían cuerpos en la morgue la semana pasada describieron a hombres de ropas negras, asociados a las milicias de Sáder, como los que llegaron a casas y mezquitas sunníes y se llevaron a los hombres.
La organización de Sáder ha negado toda conexión con los asesinatos, diciendo que los crímenes eran cometidos por gente vestida de negro para echar la culpa al Ejército Mahdi.
En la morgue de Bagdad, donde las paredes están decoradas con fotografías de Sáder, periodistas del Post vieron cuerpos desbordando los pasillos y salas durante la semana que siguió al atentado en Samarra. Los cuerpos llevados a la morgue son invariablemente víctimas de tiroteos y otros circunstancias que deben ser investigadas; los asesinados en atentados y ataques de proyectiles y morteros son llevados al hospital porque se considera clara la causa de la muerte.
Un periodista del Post que visitó la morgue el mediodía del 23 de febrero después del atentado contra la mezquita y antes de que la violencia subsecuente alcanzara su punto más álgido, contó los cuerpos de 84 hombres de edades entre los 12 y 60 años. Todos murieron violentamente -la morgue maneja la mayoría de las muertes más violentas que exigen una investigación policial- y funcionarios de la morgue contaron separadamente a la agencia de noticias Frances-Presse en ese momento que en las primeras horas después del atentado ochenta personas habían sido asesinadas.
Cuatro días después, otro periodista del Post que fue a la morgue se enteró por trabajadores que la morgue tenía más de 200 cuerpos que no habían sido reclamados.
Funcionarios de la morgue y del ministerio de Salud dicen que los trabajadores de la morgue apenas pueden mantener el ritmo de la llegada de los cuerpos. La compañía farmacéutica controlada por el gobierno prestó al ministerio "seis o siete" tráilers refrigerados para hacer frente a la situación, de acuerdo a un funcionario del ministerio. Los cuerpos que no son reclamados son enterrados en cementerios de Bagdad, Nayaf y Karbala.
En total, dijo el funcionario del ministerio de Salud, en los primeros seis días de violencia han muerto más de mil personas, aunque no está claro si la cifra sólo cubre las muertes en Bagdad o en todo Iraq.
Durante varios días después del atentado en Samarra, el gobierno impuso un toque de queda diurno al ya tradicional toque de queda nocturno en Bagdad en un intento de sofocar el derramamiento de sangre. Durante el último fin de semana, se vieron pocos vehículos en las calles de Bagdad, excepto los vehículos oficiales, y fuerzas de seguridad y hombres armados vestidos de negro.
Al menos un representante del SCIRI visitó el ministerio de Salud, dijo el funcionario del ministerio. El 27 de febrero, dijo el funcionario del ministerio, un representante del partido dijo a los empleados del ministerio que en adelante las víctimas de asesinatos sectarios no asociados con los atentados de los rebeldes no serían registrados. En lugar de eso, sus nombre serían solamente apuntados en las paredes de la morgue para que las familias pudieran retirar sus cuerpos.
Contactado una segunda vez esta semana, el funcionario del ministerio se negó hablar más, y dijo: "Olvídese de lo que le conté".
Abdul Razzaq Kadhumi, portavoz del primer ministro, se negó el miércoles a presentar un desglose de la cifra de 379 ejecuciones entregada por Jafari. "Son obviamente actos cometidos por terroristas, por los saddamitas y baazistas, contra civiles, y las víctimas son todas víctimas del terrorismo", dijo.
Kadhumi se negó a dar el número de contacto de la sala de operaciones de Jafari, donde dijo que se había llegado a esa cifra. Refirió la pregunta a la sala de operaciones de los ministerios de Defensa e Interior, que dijo que tenían sólo una cifra de los "terroristas" asesinados -35- desde el 22 de febrero al 1 de marzo, y no había víctimas civiles ni de las fuerzas de seguridad.
El jueves, el portavoz del ministerio de Salud, Yahiya, mostró a un periodista del Post lo que dijo que era el conteo oficial, confidencial, que el ministerio de Salud envía todos los días al primer ministro. El documento de dos páginas incluía solamente dos categorías de muerte: "operaciones militares" y "atentados terroristas".
Yahiya dijo que no sabía si el conteo del ministerio incluía los cuerpos que aparecían en las morgues de Bagdad y las capitales regionales de Iraq, después de ser torturados y matados. "Siempre hay peleas entre las tribus", dijo Yahiya. "No tenemos ni idea de si esas personas fueron ejecutadas o matadas en venganzas personales".
El director interino de la morgue de Bagdad, Qais Hassan, dijo que la morgue envía al ministerio de Salud diariamente las cifras, pero solamente desglosadas en cuanto a la causa de la muerte, sin detalles sobre el tipo de atentado en el que murió cada persona. Hassan negó que se lo haya presionado para manipular las cifras de los muertos.
Hassan se convirtió en director interino después de que el director anterior, Faik Bakir, abandonara el país en los últimos meses. Funcionarios internacionales dijeron que huyó del país tras recibir amenazas tanto de rebeldes como de las fuerzas del gobierno por investigaciones de muertes sospechosas. Bakir sacó una declaración el fin de semana negando esa versión y diciendo que tenía un permiso médico aprobado de cuatro meses.
Hassan también dijo que los camiones refrigerados habían sido prestados al estado por la compañía farmacéutica para hacer frente al flujo de cadáveres que llegaban a la morgue desde el atentado contra la mezquita. Sin embargo, dijo que se trataba de tres camiones, no de seis o siete. "Fue un trabajo abrumador, pero lo hicimos", dijo.
El lunes, dos camiones con tráilers refrigerados Thermo King estaban aparcados en un sitio entre el ministerio de Salud y la morgue, y un tercer tráiler refrigerado fue visto el fin de semana pasado en un otro aparcamiento a un lado de la morgue. Los dos estacionamientos estaban cerrados. Desde la distancia, no había signos claros de que estuvieran siendo usados.
Choferes del ministerio de Salud dijeron el lunes que dos de los camiones refrigerados habían sido llevados al estacionamiento del ministerio durante la violencia que siguió al atentado contra la mezquita, y que los otros dos tráilers también fueron llevados allá. Los conductores dijeron que vieron cuerpos en esos tráilers. Sus informes no pudieron ser verificados independientemente.
El domingo, cuando un periodista del Post visitó brevemente la oficina de la morgue cinco cuerpos fueron entrados de una ciudad justo en las afueras de Bagdad. Todos eran hombres bien vestidos, todos tenían las manos amarradas y todos habían sido matados de un balazo en la nuca. Los funcionarios de la morgue llevaron los cuerpos a uno de los tráilers refrigerados. En las noticias no se mencionó ninguna de las muertes.
El acceso a la morgue fue limitado, en agudo contraste con la escena el 27 de febrero cuando se permitió que los hombres entraran a la morgue a buscar familiares entre los cadáveres ensangrentados y angustiados familiares se arremolinaban en torno a la pantalla de un ordenador que mostraba fotos de los muertos no identificados.
El fin de semana las familias fueron mantenidas fuera de la puerta y debieron identificarse antes de ver las fotos en el ordenador. No se permitió el acceso a la morgue misma. Un hombre vestido de negro y con un radio controlaba a la muchedumbre.

9 de marzo de 2006
©washington post
©traducción mQh
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