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veintiún minutos de infamia


[Christopher Goffard] La agresión sexual filmada en 21 minutos ha dejado vidas fracturadas en el condado de Orange.
Cuando hace cuatro años Gregory Haidl apretó el botón de grabación de su cámara de video manual Sony, otras vidas comenzaron a rebobinarse.
La cinta que hizo cabe fácilmente en el bolsillo de una camisa. Para la ley, lo que muestra es macabramente claro: el hijo de un sheriff del condado de Orange, y dos amigos, todos de 17, agrediendo sexualmente a una chica adolescente inconsciente en una mesa de pool en una casa de Corona del Mar. La filmación de 21 minutos llevó la ruina, directa o indirectamente, a muchas de las vidas que tocó. Nadie pudo predecir su alcance.
La denunciante cayó en las garras de la metanfetamina. La chica que dio la cinta a la policía se cambió de nombre. Tres de los agentes de policía más poderosos del condado de Orange vieron sus carreras abruptamente terminadas o estropeadas. Y el viernes, un juez del Tribunal Superior del condado de Orange los envió finalmente a la cárcel.
"Todos tienen que sufrir, y la mayor parte no es calculable, excepto que es enorme", dijo el abogado John Barnett, que representa a Kyle Nachreiner, uno de los acusados. "Esta es más o menos la definición de una tragedia griega clásica, donde nadie sale ganando. Todo el mundo pierde, y creo que es lo que pasará aquí".
Para una fiesta en julio de 2002, el flaco y lampiño Haidl se reunió con dos amigos y una mesonera de 16 de un restaurante, en el garaje en casa de su padre. La chica bebió demasiado, y de acuerdo a las descripciones del video en el tribunal, los chicos se turnaron con la chica de cuerpo flojo, utilizando un taco de pool, un cigarrillo y una botella de Snapple.
Los fiscales vieron evidencias incontrovertibles de agresión sexual, pero los abogados de la defensa argumentan que la cinta cuenta una historia totalmente diferente: la de una chica que soñaba con ser actriz pornográfica que había consentido en hacer una orgía y que simuló estar inconsciente para dar a la filmación un efecto más dramático. En el juicio, un neurólogo de la defensa analizó minuciosamente la cinta, y dijo que los movimientos de la chica demostraban que estaba consciente. Los miembros del jurado no lograron ponerse de acuerdo, diciendo que la evidencia era ambigua. En el segundo juicio, los jurados condenaron a los tres por penetración sexual, pero no por violación.
Para la denunciante, la tragedia fue desgarradora: un proceso legal de cuatro años durante el cual los abogados de la defensa escudriñaron sus hábitos sexuales, la llamaron una depredadora sexual y llevaron a sus ex amigos al banquillo para que la definieran como una mentirosa crónica.
Aunque conocida públicamente como Jane Doe, la identidad de la víctima era difícilmente un secreto en Rancho Cucamonga, donde vivían ella y los acusados. La defensa envió detectives para investigar su pasado. En el vecindario se repartieron octavillas con su nombre y pidiendo información sobre su familia.
Se vio obligada a cambiar de escuela secundaria. El abogado que la representa en una demanda civil contra los acusados, Sheldon Lodmer, de Beverly Hills, dijo que el caso destruyó su auto-estima y la llevó a las drogas, culminando con su detención en 2004 por posesión de metanfetamina.
Intentó seguir en un instituto, pero estaba demasiado trastornada como para poder continuar. "No creo que haya pasado el primer semestre", dijo Lodmer. "La violación que sufrió no es algo que pueda soportar una mujer, menos aun una niña".
Dijo que Jane Doe, ahora de 20, pasó por un programa de rehabilitación y tiene un trabajo de media jornada. Dijo que hablaría con el juez acerca de la sentencia del viernes.
Después de captar el incidente con su cámara, Haidl dejó la cinta en una casa de Newport Beach que era alquilada por amigos suyos. Lindsay Picou, 18, la novia de uno de los inquilinos, se quedó tan horrorizada con la filmación que la sacó de la casa envuelto en una toalla, la escondió en su coche y luego se la entregó a un agente de policía.
"Ellos sabían que había un problema, que no hicieron nada. No querían ser delatores", dijo el fiscal Chuck Middleton, sobre los adolescentes que miraron el video. "Pero Picou se impactó muchísimo con lo que vio y decidió hacerlo".
Picou fue luego vilipendiada por los amigos de los acusados. Se mudó de casa. Se cambió de nombre. "Mi hija fue criada en un hogar cristiano e hizo lo que se supone que tenía que hacer, y no se puede permitir que esto quede sin castigo", dijo una mujer que se identificó como la madre de Picou en una entrevista telefónica. "Han sido cuatro años espantosos".
Entretanto, los acusados -Haidl, Nachreiner y Keith Spann- se han convertido en adultos bajo los focos de los medios de comunicación nacionales, sus caras han cambiado ante millones mientras sus cuerpos rellenaban uniformes de presos. Haidl tiene 20 ahora, Nachreiner y Spann, 21.
Condenados en marzo pasado por agredir sexualmente a la chica, están ahora en la cárcel del condado de Orange. Comparecerán ante Francisco Briseño, el juez del Tribunal Superior, para oír la sentencia el viernes, donde un fiscal pedirá la cárcel para ellos y sus abogados suplicarán clemencia. Haidl puede ser condenado hasta 18 años, Spann hasta 16, y Nachreiner hasta 14.
"Esta es una etapa en sus vidas en que el crecimiento es exponencial, y eso hace todo esto más trágico y más problemático", dijo el abogado de la defensa, Barnett.
Dijo que el caso era único, porque involucraba a tres adolescente de familias relativamente corrientes, sin antecedentes criminales serios y que tuvo un tremendo impacto en la prensa nacional.
Y además el explosivo video. "Tienes un video que es explícito e inquietante, y que es el reflejo de una subcultura que realmente es poco conocida entre la clase media estadounidense", dijo Barnett.
El abogado de Haidl, Al Stokke, dijo que su cliente quiere estudiar negocios cuando salga de la cárcel. De momento, ha sido aislado de los otros reclusos.
"Es hijo de un agente de policía", dijo Stokke.
El abogado de Spann, Peter Morreale, dijo que su cliente "no tenía demasiada experiencia social" cuando se hizo el video. "Estamos hablando de un niño que no ha tenido problemas nunca", dijo. "Debido a lo que pasó cuando tenía 17, será un objetivo permanente".
El video también sacudido los niveles más altos de la policía del condado de Orange. El ayudante de sheriff Don Haidl -padre de Gregory, un millonario que reunión fondos para el sheriff Michael S. Carona- dejó su trabajo en la policía en 2004 para dedicar atención a los juicios de su hijo.
Otro ayudante de sheriff, George Jaramillo, provocó el escrutinio de los fiscales por su conducta en relación con el caso de Haidl. Días después del delito, los detectives de Newport Beach que llegaron a casa de Haidl para interrogarlo encontraron ahí a Jaramillo, en uniforme. El jefe de la policía de Newport Beach acusó a Jaramillo de alentar al padre de Haidl a no permitir que hablara con la policía, estorbando así la pesquisa.
Jaramillo volvió a llamar la atención en octubre de 2003, cuando trató de ocultar un incidente en el que los policías presuntamente capturaron a Haidl con marihuana. Finalmente, Carona despidió a Jaramillo y los fiscales lo acusaron de desfalco de fondos públicos y conflicto de intereses en un asunto no relacionado con el caso.
Carona mismo no fue perdonado. En julio de 2002, el mismo mes que Haidl hizo el video, Carona saltó al estrellato nacional en círculos republicanos después de haber perseguido y capturado al asesino de la niña de cinco años, Samantha Runnion. Desde entonces, sus perspectivas políticas han bajado debido a la publicidad negativa y una avalancha de acusaciones -incluyendo irregularidades en el financiamiento de su campaña y acoso sexual-, provocadas por los problemas de Jaramillo.
El fiscal Chuck Middleton dijo que habría sido difícil presentar cargos contra Haidl, Nachreiner y Spaan si no existiese el video. Sin él, habría sido la palabra de Jane Doe contra la de los acusados.
"Crece y crece", dijo Middleton sobre las vidas afectadas por el caso. "Para mí es increíble. Un montón se debe a la defensa. El modo en que operaron realmente destruyó vidas, a la víctima y a su familia. Ellas no serán nunca las mismas".
El pequeño video tuvo implicaciones tan importantes que pudo haber sido fácilmente escondido en una gaveta o detrás de un sillón.
"Estoy seguro de que a la defensa le habría gustado", dijo Middleton. "Pero no ocurrió así".
Pocas personas han visto el video. En el juicio, el juez Briseño se negó a que fuera visto por el público, a pesar de las súplicas de los medios. Está bajo sello en un sobre de manila en la sala del tribunal del juez de Santa Ana, entre 17 volúmenes de documentos judiciales y tres cajas de evidencias.

9 de marzo de 2006

©los angeles times
©traducción mQh
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