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ladrones de bebés en china


[Peter S. Goodman] Hay parejas estadounidenses ansiosas por adoptar. En China, algunos bebés son secuestrados, para ser vendidos.
Dongguan, China. Una abochornada tarde de julio de 2004, en una calle de concreto que apestaba a aguas de desagüe y químicos de las fábricas de los alrededores, un desconocido saltó desde una furgoneta blanca, arrancó a Fei Mei, un bebé de 16 meses, de los brazos de su prima de ocho, y se subió al coche para alejarse rápidamente.
Esa noche, los padres buscaron a su bebé de cara redonda por toda esta ciudad industrial del sur de China.
"Miramos en todas partes, en todas las esquinas", dice su padre, Xu Mohu. "Pensamos que quizás al tipo no le gustarían las niñas y que la abandonaría".
Antes, esa era una idea razonable. Durante generaciones, en el campo de China a las niñas las dejaban morir de frío o eran abandonadas a las puertas de las casas mientras las familias dedicaban sus escasos recursos a criar niños. Pero en la última década, una ola de extranjeros, la mayoría de ellos estadounidenses, han inundado China con dólares en la mano para adoptar a bebés chinos, un 95 por ciento niñas.
El año pasado, Estados Unidos otorgó casi ocho mil visas a niños nacidos en China, adoptados por padres estadounidenses. Desde 1992, más de que 50 mil niños han salido de China hacia Estados Unidos. Y más de 10 mil niños han aterrizado en otros países, de acuerdo a informes chinos.
El programa de adopción extranjera ha colocado a bebés chinos en familias ansiosas por adoptarlos, generando al mismo tiempo fondos cruciales para los orfelinatos del país. Pero también ha producido una trágica ironía, transformando a las niñas chinas, antes indeseables, en mercaderías tan valiosas que algunos las roban para venderlas.
A la mañana siguiente del secuestro de Fei Mei, sus padres hicieron una denuncia en la comisaría de policía local, donde se enteraron de que esa misma noche, otra bebita había sido raptada en Dongguan.
La persistencia del problema ha quedado más clara en las últimas semanas, con el juicio de una banda de ladrones de niños en Hunan, una provincia vecina.
En noviembre pasado, la policía arrestó a 27 miembros de una banda que, desde 2002, secuestró o compró unos mil niños aquí en la provincia de Guangdong y los vendió a orfelinatos en Hunan por sumas entre 400 y 538 dólares, de acuerdo a informes en los medios de comunicación oficiales chinos y a entrevistas con fuentes familiarizadas con el caso, la mayoría de las cuales hablaron a condición de mantener el anonimato debido a que los funcionarios provinciales han declarado un apagón para los medios. Los orfelinatos colocaron a la mayoría de esos niños en familias extranjeras inconscientes de esos tratos, muchas de ellas estadounidenses, a cambio de contribuciones obligatorias de tres mil dólares por bebé -una suma casi dos veces el ingreso promedio anual en China-, de acuerdo a fuentes familiarizadas con el juicio.
El mes pasado, un tribunal de Hunan sentenció a tres de esos traficantes de niños a 15 años de prisión e impuso penas de tres a trece años a seis otros, informó la agencia de noticias oficial Nueva China. Veintitrés funcionarios del gobierno local en Gengyang, la ciudad en el centro del caso, han sido despedidos. Los abogados de los condenados dijeron que los bebés involucrados eran bebés que habían sido abandonados y luego vendidos a orfelinatos, pero no secuestrados. Piensan recurrir las sentencias.
En la calle donde desapareció Fei Mei, sus padres todavía se preguntan qué ha pasado con su hija.
"Pensamos en ella todo el tiempo", dijo Xu. "Pero es posible que no la veamos nunca más".

Al otro lado del mundo, en Jenison, Michigan, Susan y Gordon Toering metieron a su hija en cama y se preguntaron de dónde venía realmente. Adoptaron a Stacie en agosto de 2005, en un orfelinato de Hengyang. Los papeles de los trámites de adopción de la agencia decían que había sido abandonada. Pero las fuentes familiares con el juicio y dos abogados de la defensa dicen que los directores del orfelinato falsificaron los informes para causar la impresión de que los bebés comprados habían sido abandonados, permitiéndoles obtener la autorización del gobierno para ser adoptados por familias extranjeras.
Los Toering ya tenían tres otros hijos. Son cristianos evangélicos, y adoptaron en China llevados por la idea de que debían a niños que lo necesitaran.
"Si hay alguna madre que sufre porque le han robado a su bebé, es algo muy malo", dijo Susan Toering. "¿Soy responsable de esto? ¿Es por mí que otros pueden decir que hay un mercado para los bebés?"
Los que han estudiado el programa de adopción extranjera en China dicen que su explotación a manos de traficantes no es un resultado sorprendente en este país que todavía vive la transición del comunismo al capitalismo, donde cualquier cosa que rinda beneficios es rápidamente comercializada.
"Es un sistema corrupto", dice Brian Stuy, un vecino de Salt Lake City, que ha adoptado a tres niñas chinas y gestiona Research-China.org, que traza el origen de esos niños. "El sistema funciona con dinero, y no hay controles ni nada que pongo coto a la codicia".
Una agencia estatal en Pekín, el Centro Chino para Asuntos de Adopción CCAA, coloca a niños chinos disponibles con familias prospectivas. Los extranjeros que quieren adoptar a un bebé deben solicitar a través de una agencia certificada por el CCAA. El proceso implica muchos honorarios, el más alto cuando los padres parten hacia la provincia donde han adoptado a un bebé: Pagan tres mil dólares en contante, normalmente en billetes de cien, y usualmente al director del orfelinato.
El CCAA se negó a ceder una entrevista. De acuerdo a sus estatutos, el dinero es entregado a orfelinatos como rembolsos por el cuidado brindado a los niños adoptados. Pero como muchos servicios oficiales en China, los orfelinatos son proclives al abuso económico.
"Quizás de un cinco a un diez por ciento de lo que entregan los gobiernos central, provincial y local en realidad llega a los niños", dijo una socorrista occidental que ha trabajado con orfelinatos chinos durante una década y que habló a condición de conservar el anonimato por temor a poner en peligro las relaciones de su organización con el gobierno chino.
Una ex trabajadora de un orfelinato en China central, dijo que había observado como algo normal que los miembros del personal se llevaban en carros los bienes donados por las organizaciones de ayuda: equipos médicos, mantas, alimentos para bebés", dijo.
Ese es el sistema que absorbe las ganancias de las adopciones extranjeras. Han surgido industrias enteras para ofrecer servicios a la gente involucrada. Agencias de viaje ofrecen giras turísticas a familias adoptivas extranjeras en Pekín, y luego las trasladan hacia las provincias donde harán las adopciones. Hay cuartos de juguetes en los hoteles de cinco estrellas de las ciudades que se han convertido en centros de adopción, sus vestíbulos a menudo llenos de extranjeros con niños chinos. En torno al hotel White Swan en Guangzhou, la ciudad por la que deben pasar todas las familias para obtener un visado estadounidense para un niño, las calles están llenas de tiendas de alquiler de cochecitos y de tiendas de ropa de seda para bebés con relieves de motivos chinos. El hotel da a cada familia adoptiva una muñeca especialmente fabricada por Mattel -‘Going Home Barbie’, una figura de plástico que lleva un bebé chino.
Asumiendo que cada familia que ha adoptad a un bebé chino ha pagado al menos tres dólares, el año pasado los estadounidenses inyectaron unos 24 millones de dólares en orfelinatos chinos. En muchos casos, el dinero es bien utilizado.
"En el pasado, el nivel de vida era muy bajo", dice Marcia Ma, coordinadora del Proyecto Esperanza, que proporciona ayuda médica a orfelinatos en todo China. "Si visitabas un orfelinato, había mal olor; los niños andaban sucios. Pero ahora hay equipos nuevos para tratamientos médicos y hay mejor higiene".
Pero algunos directores de orfelinatos ha usado las ganancias de las adopciones extranjeras para construir beneficiosas residencias para la tercera edad, de acuerdo a socorristas y funcionarios de orfelinatos. Y un director de un orfelinato en China central utilizó las ganancias extranjeras para enviar a su hija a estudiar en Suiza, de acuerdo a un ex colega.
Poco de eso es evidente para los extranjeros, a los que sólo se les permite visitar los mejores orfelinatos. Cuando los Toering fueron a Hunan para elegir a Stacie en agosto pasado, quisieron visitar el orfelinato del condado de Hengyang, pero les negaron el permiso.
"Como madre, yo tenía que saber dónde había estado viviendo ella durante los últimos diez meses", dijo Toering. "El guía dijo que el orfelinato no estaba a la altura y que no nos dejarían visitarlo".
Muchas familias adoptivas en China mencionan un historial de tratos transparentes con el CCAA y la inmediata disponibilidad de bebés sanos.
"Muchos provienen de áreas rurales donde las madres no tienen dinero para comprar cigarrillos o alcohol", dice Lindsay Yeakley, directora de asuntos públicos de Great Wall China Adoption, de Austin, una organización sin fines de lucro que ha colocado a unos cinco mil niños chinos en hogares estadounidenses en la última década.
Las familias adoptivas se enorgullecen de ayudar a familias pobres. Pero el crecimiento del programa de adopción extranjera ha impedido que algunos huérfanos chinos encuentren hogar en China. Con cada nuevo bebé ahora de un valor potencial de tres mil dólares para los directores de orfelinato, muchas instituciones han levantado barreras para las adopciones domésticas, de acuerdo a fuentes familiarizadas con el proceso.

En la ciudad de Kunming el año pasado, He Fen y su marido decidieron adoptar a una niña. Pero cuando se acercaron al director del orfelinato local, él les dijo que necesitaban el respaldo de una compañía estatal importante o de una institución de gobierno, dijo, lo que dejaba fuera a su marido -que es comerciante. Tenían de pagar 750 dólares.
"Los extranjeros de Estados Unidos y Europa adoptan muchos bebés de China, y todo lo que tienen que hacer es pagar", dijo. "¿Por qué es tan difícil para los chinos?"
Mucho antes de la llegada de la adopción extranjera, el tráfico de bebés era una problema en China. Algunos niños eran vendidos para prostituirlos. Otros -la mayoría niños- eran comprados o secuestrados, y luego vendidos a parejas sin niños. Pero las recientes revelaciones sobre el tráfico de bebés en Guangdong y Hunan muestran que una industria clandestina ha dado con uno de las conexiones más lucrativas que conectan a traficantes en China con familias en el extranjero.
Ubicada en Hunan central, el lugar de nacimiento de Mao Tse-tung, Hengyang es una ciudad desolada. Las fábricas abandonadas parecen desprovistas de vida. El hollín mancha las paredes de las destartaladas viviendas.
Funcionarios locales rechazaron la petición de entrevistas. Pero fuentes familiarizadas con el juicio confirmaron informes en la prensa oficial de que el centro del tráfico de bebés era el orfelinato del condado de Hengyang, un edificio de tres pisos, de tejas blancas, detrás de una muralla de ladrillos.
El primer signo de que algo no marchaba bien, fue la riqueza que empezó a hacerse ver, según un abogado asociado a la fiscalía y a gente que viven cerca del orfelinato. Los empleados empezaron a construir nuevas casas. El director atravesaba los embarrados caminos del área en un sedán con chofer. Estaban comprando bebés a los traficantes, y luego los vendían a otros orfelinatos para ser adoptados en el extranjero, de acuerdo a una fuente de la fiscalía. Los traficantes de Guangdong estaban secuestrando y vendiendo bebés, y luego trasladándolos a Hengyang, en autobús y por tren, dijo el abogado. Escogían a hijos de trabajadores inmigrados, en la suposición de que esas familias serían tomadas menos en serio por la policía.
En noviembre pasado, un desconocido escapó con la hija de siete meses de Li Meilan, mientras jugaba en una guardería en Donguan, una ciudad industrial en Guangdong. Li provenía de una aldea de la provincia de Jiangxi, una de las más pobres de China. La policía la trató con desprecio. "Se comportaron como si hubiese perdido a un perro".
Yuan Baishun, abogado de uno de los sentenciados en el caso -Chen Ming, director del orfelinato del condado de Hengdong, en Hengyang- dijo que ninguna de las setenta o más bebitas cuyos casos fueron presentados por la fiscalía habían sido secuestradas. Más bien, dijo Yuan, habían sido abandonadas y luego vendidas en transacciones que contaron con la mediación de una mujer llamada Liang Guihjong, que vivía en el sudoeste de Guangdong.
"La señora Liang era bien conocida en el lugar porque era una mujer cariñosa y que se ocupaba de los bebés abandonados", dijo Yuan.
De acuerdo a Yuna, en 2001 otro de los sentenciados, Duan Meilin, llevó a algunas de las bebés al Instituto de Bienestar Social del condado de Changning, un orfelinato de Hengyang que puede ocuparse de adopciones extranjeras. En los años siguientes Liang y Duan juntos transfirieron más de mil bebitas a los orfelinatos, dijo Yuan.
El abogado de Duan, Zhu Xiayun, confirmó que su cliente había participado en las ventas, pero dijo que ninguna de las bebés había sido secuestrada. La madre de Duan, Chen Zhiding, dijo que su hijo recibía 36 dólares por cada bebé. Un abogado de Liang, que también fue sentenciado, se negó a hacer comentarios.
Pero fuentes familiarizadas con la investigación dijeron que muchas bebés fueron secuestradas. El tribunal dictaminó que el director del orfelinato del condado de Hengdong "estaba al tanto del hecho de que había comprado bebés que habían sido secuestrados", de acuerdo al veredicto, que fue leído al Washington Post. Los directores de otros seis orfelinatos del condado de Hengyang conspiraron con las oficinas de Asuntos Civiles locales para redactar informes policiales que decían que los bebés habían sido abandonados, de acuerdo a fuentes de la fiscalía y a abogados de la defensa.
Antes de 2004 el orfelinato del condado de Hengyang no formaba parte del programa de adopciones extranjeras y vendía hasta 30 bebés sanos al mes a orfelinatos locales participantes, por unos mil dólares cada uno, de acuerdo a una fuente de la fiscalía y a abogados de la defensa. Vecinos dicen que una noche despertaron con el ruido de bebés que lloraban, y que eran metidos en grupos de seis y hasta doce en una furgoneta.
El orfelinato del condado de Hengdong colocó a 288 bebés en familias adoptivas extranjeras entre octubre de 2002 y noviembre de 2005, de acuerdo a una bitácora descrita por los abogados de la defensa. El orfelinato del condado de Changning colocó unos 250 bebés en familias extranjeras en el mismo período, dijo la fuente.
En el otoño de 2004, el orfelinato del condado de Hengyang obtuvo el derecho a participar en el programa de adopciones extranjeras. Funcionarios estadounidenses se negaron a revelar el número de visados emitidos a niños adoptados por familias estadounidenses a través de esa institución. De acuerdo a Stuy, el investigador, los listados en los diarios provinciales, de niños abandonados, sugieren que las adopciones extranjeras en ese orfelinato variaban de cero a diez al mes durante la mayor parte de 2005, y luego subieron abruptamente a 29 en octubre.
Dónde están ahora esos niños sigue siendo un misterio.
En una declaración escrita, funcionaros de la embajada estadounidense dijeron que ellos buscaron inmediatamente un informe del CCAA de noviembre, después de las detenciones. El CCAA les aseguró que "el asunto estaba siendo tratado adecuadamente", pero rechazaron peticiones de detalles mientras se investigaba el caso. Funcionarios americanos dijeron que tratarían de organizar nuevos encuentros.
Great Wall, la agencia de adopciones de Texas, ha colocado a muchos niños de orfelinatos de Hengyang en hogares americanos. Se negó a decir si ha encontrado evidencias de participación de traficantes en sus adopciones.
Mientras Stacie Toering crece en Michigan, ella y sus padres pueden no enterarse nunca si fue o no abandonada en la calle de Fengao, en el condado de Hengyang una mañana de octubre, cuando tenía dos meses, como dice el informe policial, o si fue vendida o arrebatada de los brazos de su madre.
"Es simplemente terrible, es escalofriante", dice Gordon Toering. "Si no podemos encontrar una respuesta, viviremos toda la vida con la duda".

Eva Woo contribuyó a este reportaje.

11 de marzo de 2006
©washington post
©traducción mQh
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2 comentarios

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Patience is most bitter, yet most sweet the fruit it birth

karen -

eso es muy malo de su parte malditos ladrones ojala no hubieran exisidos ojala les den su merecido