piratas somalíes atacan en el mar
[Emily Wax] Piratas modernos atacan por rescates y cargo.
Mombasa, Kenia. Al amparo de la oscuridad frente a la costa de Somalia, una banda de piratas apagó los motores de sus tres pequeñas lanchas, engancharon una escalerilla a un carguero indio y exigieron la rendición de la tripulación, de acuerdo a las víctimas del ataque.
En lugar de espadas y telescopios, los piratas blandieron las modernas herramientas de su oficio: granadas de mano, celulares, gafas infrarrojas y rifles de asalto AK-47. Encerraron a los miembros de la tripulación en la cabina del buque, golpearon a algunos de ellos y exigieron un rescate de medio millón de dólares.
Esperando ser rescatados, la tripulación garabateó la palabra "Ayuda" en tablones de madera y las arrojaron al mar a hurtadillas.
Un barco que los piratas habían intentado ocupar antes envió un mensaje de socorro, que fue retransmitido al USS Winston S. Churchill, un destructor con misiles teledirigidos surcando las aguas cercanas. Tras cinco días, marinos estadounidenses liberaron a la tripulación y diez jóvenes somalíes fueron detenidos y llevados a una cárcel de alta seguridad en Mombasa, Kenia, el puerto más cercano.
La semana pasada, mientras esperaban juicio por el incidente de enero, dos de los acusados se declararon inocentes, diciendo que estaban pescando cuando su lancha se estropeó y estaban tratando de que los llevaran de vuelta a Somalia.
El incidente es uno de un creciente aumento de ataques piratas en las peligrosas aguas frente a la costa de Somalia, un caótico país que desde 1991 no cuenta con policía ni ejército, ni armada ni guardia costera. El año pasado se reportaron 35 ataques piratas en el área, comparados con dos el año anterior, de acuerdo al Buró Marítimo Internacional, un grupo de control con sede en Londres.
"Los tentáculos de la caótica Somalia finalmente tocaron al resto del mundo", dijo Harjit Kelley, un comandante de la armada keniano jubilado que trabaja para un grupo de seguimiento de Naciones Unidas para Somalia. "No les interesa bajo qué bandera están navegando. Y matarán para cobrar rescate y robar el cargo".
Expertos navales dicen que señores de la guerra poderosos en Somalia contratan a pescadores para que cometan actos de piratería, que cobran cientos de miles de dólares en rescates en secuestros de barcos pesqueros del resto del mundo. Los señores de la guerra utilizan el dinero para comprar armas y equipos más sofisticados, dicen los expertos.
La semana pasada, los piratas secuestraron un tanquero y sus 32 tripulantes en un puerto en el sur de Somalia, según informó la Associated Press. No se ha recibido aún ninguna exigencia de rescate.
El mes pasado, dos buques de guerra de la Armada estadounidense devolvieron el fuego de un grupo de piratas sospechosos frente a las costas somalíes e hirieron a cinco, de acuerdo al comandante Jeff Breslau, portavoz de la Fuerza Central de las Fuerzas Navales de Estados Unidos en Bahrain. Diez de los sospechosos están bajo custodia estadounidense en el mar, y dos están siendo tratados por lesiones en un país no revelado, dijo Breslau. Un portavoz de los piratas dijo que los americanos dispararon primero, de acuerdo a boletines de prensa.
En noviembre piratas somalíes atacaron un crucero de lujo de Miami lanzando una granada y disparando con ametralladoras, hiriendo a un tripulante -pero a ninguno de los 115 pasajeros. El buque utilizó un arma acústica que emitió un ruido tan ensordecedor que los piratas huyeron.
En el vestíbulo de una húmeda prisión en Mombasa, dos de los diez piratas somalíes detenidos en el incidente de enero fueron llevados, esposados y en chancletas, a un cuarto de interrogatorios; se veían más demacrados y abatidos que de capa y espada.
"Somos pescadores de tiburones. Nos perdimos en el mar y esperábamos que algún barco nos empujara", dijo en somalí Mohamud Mohamed Hassan, 22, por medio de su abogado, que tradujo la entrevista. "Ahora estamos enfrascados en un caso como de David y Goliat".
"Ese día estaba tratando de ganarme la vida. Cuando una de nuestras lanchas se echó a perder, enganchamos nuestras lanchas a los indios para que nos toaran hasta Mogadishu", dijo Mohamed Abdi Fitah, 18, ajustándose el largo chal de algodón que llevan los hombres somalíes.
Somalia dice que la piratería es apenas una de las tragedias de una larga lista del país.
El país de ocho millones de habitantes no tiene un gobierno efectivo desde 1991, cuando señores de la guerra derrocaron a una dictadura y se hicieron guerra entre sí, rompiendo al país en un mosaico de feudos. Un gobierno de transición formado en 2004 opera desde Kenia y desde la sureña ciudad somalí de Baidoa debido a la falta de seguridad en Mogadishu y gran parte del resto del país.
El mes pasado las luchas entre facciones dejaron en Mogadishu al menos 93 muertos y 200 heridos, de acuerdo a informes de Reuters.
En el sur de Somalia, la peor sequía en una década ha dejado a 2.1 millones de personas dependientes de ayuda alimentaria. En los pozos corren apenas hilitos de agua y las cosechas se marchitaron con el calor después de tres temporadas sin agua de lluvias.
La piratería ha ralentizado la distribución de ayuda alimentaria en la región y ha aumentado el coste de esas operaciones. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas declaró que varios buques con ayuda han sido atacados y que se ha visto obligado a transportar ayuda a través de caminos peligrosos que hierven de puestos de control de milicias.
"Tenemos piratas, tenemos milicias. Este país o lugar ni siquiera tiene estructuras estables. Es como trabajar en un terremoto, aunque no hay terremoto", dijo en una entrevista en Wajid, Somalia, una polvorienta ciudad a 500 kilómetros de la costa Stephanie Savariaud, agente de informaciones de la agencia de Naciones Unidas.
En un incidente del 13 de marzo, un buque de ayuda alimentaria fuego atacado en el puerto somalí de Merca. Nadie resultó herido, pero el buque quedó agujereado de balas.
En otro incidente en junio, el capitán keniata Mohamed Shee, 63, un marino veterano dijo que su barco fue atacado mientras entregaba arroz a las víctimas del tsunami en Somalia. Shee dijo que tres lanchas se acercaron y los piratas engancharon una escalera de metal al barco. Lo abordaron, descalzos y llevando ametralladoras, lanzagranadas y celulares, dijo.
"Nos robaron todo el dinero. Y duró tantos días que mi familia no sabía si yo estaba vivo o muerto", dijo Shee, restregándose su barba salpimentada. "Me entristeció mucho la situación en que quedan los que estaban esperando los alimentos en Somalia".
Finalmente se pagó un rescate, pero el dueño de la embarcación se negó a revelar la cantidad.
El primer ministro Ali Mohammed Gedi dijo en una entrevista que el naciente gobierno de Somalia necesita urgentemente ayuda de Estados Unidos.
"Somos bebés recién nacidos y necesitamos a nuestros padres", dijo Gedi, cuya última visita a Mogadishu terminó con un ataque con granadas que mató a ocho personas. "No basta con nacer, todavía no podemos ponernos de pie. El gobierno de transición agradecerá toda ayuda de Estados Unidos".
El creciente número de ataques piratas puede forzar a Estados Unidos a prestar más atención a Somalia, considerada durante largo tiempo como un centro de actividades de al-Qaeda. Aunque no hay datos de inteligencia que vinculen a los piratas con grupos terroristas, diplomáticos y expertos navales advierten que los piratas podrían ser fácilmente contratados para cometer actos de terrorismo en el mar.
En la vecina Kenia algunos dicen que esperan que el papel de los tribunales de su país en el caso no signifiquen más ataques contra barcos keniatas.
"Cuando estoy en el mar", dijo Shee, "me preocupa que los piratas somalíes ataquen a barcos con la bandera keniata porque piensen que somos los que queríamos meterlos tras las rejas".
Los acusados detenidos en Mombasa volverán este mes a tribunales, y su abogado somalí-keniata, Hassan Abdi, dijo que el caso será el más difícil de su carrera.
"Espero que el caso tenga un juicio correcto basado en las evidencias", dijo Abdi. "Los tribunales keniatas podrían ser utilizados para decir: ‘Piratas, vuestros días están contados’".
En lugar de espadas y telescopios, los piratas blandieron las modernas herramientas de su oficio: granadas de mano, celulares, gafas infrarrojas y rifles de asalto AK-47. Encerraron a los miembros de la tripulación en la cabina del buque, golpearon a algunos de ellos y exigieron un rescate de medio millón de dólares.
Esperando ser rescatados, la tripulación garabateó la palabra "Ayuda" en tablones de madera y las arrojaron al mar a hurtadillas.
Un barco que los piratas habían intentado ocupar antes envió un mensaje de socorro, que fue retransmitido al USS Winston S. Churchill, un destructor con misiles teledirigidos surcando las aguas cercanas. Tras cinco días, marinos estadounidenses liberaron a la tripulación y diez jóvenes somalíes fueron detenidos y llevados a una cárcel de alta seguridad en Mombasa, Kenia, el puerto más cercano.
La semana pasada, mientras esperaban juicio por el incidente de enero, dos de los acusados se declararon inocentes, diciendo que estaban pescando cuando su lancha se estropeó y estaban tratando de que los llevaran de vuelta a Somalia.
El incidente es uno de un creciente aumento de ataques piratas en las peligrosas aguas frente a la costa de Somalia, un caótico país que desde 1991 no cuenta con policía ni ejército, ni armada ni guardia costera. El año pasado se reportaron 35 ataques piratas en el área, comparados con dos el año anterior, de acuerdo al Buró Marítimo Internacional, un grupo de control con sede en Londres.
"Los tentáculos de la caótica Somalia finalmente tocaron al resto del mundo", dijo Harjit Kelley, un comandante de la armada keniano jubilado que trabaja para un grupo de seguimiento de Naciones Unidas para Somalia. "No les interesa bajo qué bandera están navegando. Y matarán para cobrar rescate y robar el cargo".
Expertos navales dicen que señores de la guerra poderosos en Somalia contratan a pescadores para que cometan actos de piratería, que cobran cientos de miles de dólares en rescates en secuestros de barcos pesqueros del resto del mundo. Los señores de la guerra utilizan el dinero para comprar armas y equipos más sofisticados, dicen los expertos.
La semana pasada, los piratas secuestraron un tanquero y sus 32 tripulantes en un puerto en el sur de Somalia, según informó la Associated Press. No se ha recibido aún ninguna exigencia de rescate.
El mes pasado, dos buques de guerra de la Armada estadounidense devolvieron el fuego de un grupo de piratas sospechosos frente a las costas somalíes e hirieron a cinco, de acuerdo al comandante Jeff Breslau, portavoz de la Fuerza Central de las Fuerzas Navales de Estados Unidos en Bahrain. Diez de los sospechosos están bajo custodia estadounidense en el mar, y dos están siendo tratados por lesiones en un país no revelado, dijo Breslau. Un portavoz de los piratas dijo que los americanos dispararon primero, de acuerdo a boletines de prensa.
En noviembre piratas somalíes atacaron un crucero de lujo de Miami lanzando una granada y disparando con ametralladoras, hiriendo a un tripulante -pero a ninguno de los 115 pasajeros. El buque utilizó un arma acústica que emitió un ruido tan ensordecedor que los piratas huyeron.
En el vestíbulo de una húmeda prisión en Mombasa, dos de los diez piratas somalíes detenidos en el incidente de enero fueron llevados, esposados y en chancletas, a un cuarto de interrogatorios; se veían más demacrados y abatidos que de capa y espada.
"Somos pescadores de tiburones. Nos perdimos en el mar y esperábamos que algún barco nos empujara", dijo en somalí Mohamud Mohamed Hassan, 22, por medio de su abogado, que tradujo la entrevista. "Ahora estamos enfrascados en un caso como de David y Goliat".
"Ese día estaba tratando de ganarme la vida. Cuando una de nuestras lanchas se echó a perder, enganchamos nuestras lanchas a los indios para que nos toaran hasta Mogadishu", dijo Mohamed Abdi Fitah, 18, ajustándose el largo chal de algodón que llevan los hombres somalíes.
Somalia dice que la piratería es apenas una de las tragedias de una larga lista del país.
El país de ocho millones de habitantes no tiene un gobierno efectivo desde 1991, cuando señores de la guerra derrocaron a una dictadura y se hicieron guerra entre sí, rompiendo al país en un mosaico de feudos. Un gobierno de transición formado en 2004 opera desde Kenia y desde la sureña ciudad somalí de Baidoa debido a la falta de seguridad en Mogadishu y gran parte del resto del país.
El mes pasado las luchas entre facciones dejaron en Mogadishu al menos 93 muertos y 200 heridos, de acuerdo a informes de Reuters.
En el sur de Somalia, la peor sequía en una década ha dejado a 2.1 millones de personas dependientes de ayuda alimentaria. En los pozos corren apenas hilitos de agua y las cosechas se marchitaron con el calor después de tres temporadas sin agua de lluvias.
La piratería ha ralentizado la distribución de ayuda alimentaria en la región y ha aumentado el coste de esas operaciones. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas declaró que varios buques con ayuda han sido atacados y que se ha visto obligado a transportar ayuda a través de caminos peligrosos que hierven de puestos de control de milicias.
"Tenemos piratas, tenemos milicias. Este país o lugar ni siquiera tiene estructuras estables. Es como trabajar en un terremoto, aunque no hay terremoto", dijo en una entrevista en Wajid, Somalia, una polvorienta ciudad a 500 kilómetros de la costa Stephanie Savariaud, agente de informaciones de la agencia de Naciones Unidas.
En un incidente del 13 de marzo, un buque de ayuda alimentaria fuego atacado en el puerto somalí de Merca. Nadie resultó herido, pero el buque quedó agujereado de balas.
En otro incidente en junio, el capitán keniata Mohamed Shee, 63, un marino veterano dijo que su barco fue atacado mientras entregaba arroz a las víctimas del tsunami en Somalia. Shee dijo que tres lanchas se acercaron y los piratas engancharon una escalera de metal al barco. Lo abordaron, descalzos y llevando ametralladoras, lanzagranadas y celulares, dijo.
"Nos robaron todo el dinero. Y duró tantos días que mi familia no sabía si yo estaba vivo o muerto", dijo Shee, restregándose su barba salpimentada. "Me entristeció mucho la situación en que quedan los que estaban esperando los alimentos en Somalia".
Finalmente se pagó un rescate, pero el dueño de la embarcación se negó a revelar la cantidad.
El primer ministro Ali Mohammed Gedi dijo en una entrevista que el naciente gobierno de Somalia necesita urgentemente ayuda de Estados Unidos.
"Somos bebés recién nacidos y necesitamos a nuestros padres", dijo Gedi, cuya última visita a Mogadishu terminó con un ataque con granadas que mató a ocho personas. "No basta con nacer, todavía no podemos ponernos de pie. El gobierno de transición agradecerá toda ayuda de Estados Unidos".
El creciente número de ataques piratas puede forzar a Estados Unidos a prestar más atención a Somalia, considerada durante largo tiempo como un centro de actividades de al-Qaeda. Aunque no hay datos de inteligencia que vinculen a los piratas con grupos terroristas, diplomáticos y expertos navales advierten que los piratas podrían ser fácilmente contratados para cometer actos de terrorismo en el mar.
En la vecina Kenia algunos dicen que esperan que el papel de los tribunales de su país en el caso no signifiquen más ataques contra barcos keniatas.
"Cuando estoy en el mar", dijo Shee, "me preocupa que los piratas somalíes ataquen a barcos con la bandera keniata porque piensen que somos los que queríamos meterlos tras las rejas".
Los acusados detenidos en Mombasa volverán este mes a tribunales, y su abogado somalí-keniata, Hassan Abdi, dijo que el caso será el más difícil de su carrera.
"Espero que el caso tenga un juicio correcto basado en las evidencias", dijo Abdi. "Los tribunales keniatas podrían ser utilizados para decir: ‘Piratas, vuestros días están contados’".
2 de abril de 2006
©washington post
©traducción mQh
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