ava gardner, la gata salvaje
[Janet Maslin] Ava Gardner en la biografía de Lee Server.
Cuando un enamorado bisnieto de Charles Darwin declaró que Ava Gardner era "el más alto ejemplar de la especie humana", no hizo más que expresar el consenso existente sobre esta voluptuosa reina del cine. Con extraordinaria unanimidad, los que conocieron a Gardner respaldaron esa descripción.
"Era una chica sexy", dijo George Sidney, que la filmó para una prueba de pantalla con MGM en 1941. "Man, era todo un número", dijo Miles Davis muchos años después. Otros la veían como a "una diosa", "un enigma", "una mujer muy, muy independiente" y "una de esas personas que rompe las reglas todo el tiempo". En cuanto a la muy comentada resistencia parrandera de una mujer que nunca encontró un trago o un torero que no le gustara: "Podía estar toda la noche, sabes. Era una gata salvaje y le gustaba que su pelo flotara y tirar los zapatos y pasarla bien".
Su último biógrafo, Lee Server, no es manirroto cuando se trata de admirar a Gardner. En la introducción de su libro la llama "un peligroso ángel carnal en el onírico paisaje claroscuro del cine negro".
Pero Server, cuyo último libro fue una biografía de Robert Mitchum que estuvo a la altura de su estupendo título (‘Robert Mitchum: Baby, I Don’t Care’), también puede conservar su encanto. Está bien equipado para escribir sobre símbolos del cine, sensuales e inconformistas como estos. No es un voyeur ni una lata. Y como autor de un libro sobre el cine negro, entiende el idioma del cine. Server se refiere a la amnesia como "la versión negra del resfrío común".
‘Ava Gardner: Love Is Nothing’ es un libro seductor que evita los escollos habituales de su territorio. Antes que nada, está el problema de las memorias de la estrella. La autobiografía de Gardner fue publicada póstumamente y redactada por varios escritores, lo que a veces se deja ver. Server hace uso de esta versión sin confiar particularmente en ella y con un guiño hacia la naturaleza apócrifa de muchas historias de la Gardner. Y cuando los hechos no pueden ser comprobados, está dispuesto a imprimir la leyenda, o así lo parece -como historias, por ejemplo, que dicen que "se ocupó de toda la banda cuando el club cerró".
También alegra la bibliografía de su libro con una larga serie de titulares de diarios y revistas que captan el tenor de la fama de la Gardner. Entre ellos: "Ava, Nerviosa, Echada De Hotel Brasil"; "No Hay Nada Entre Nosotros Dice Ava"; " Sinatra Se Marcha, Ava Lanza Besos A Torero". Gardner vivió tanto de su vida bajo este tipo de publicidad que la cobertura en los tabloides se convirtió en parte de ella. (Este libro habría mejorado con mejores fotografías que captasen porqué había tanto escándalo).
"Hay un álbum fotos de la pareja durante la luna de miel que no los muestra corriendo, ni gruñendo, ni avergonzándose, ni encogiéndose", escribe Server sobre el tormentoso matrimonio de Gardner con su tercer marido, Frank Sinatra. "Por supuesto, se realizó desde una distancia, y por detrás". Hablando de esto, el subtítulo del libro, ‘Love Is Nothing’, es sólo una cita parcial, censurada, de Gardner. Ella decía que el amor "no era nada, excepto dolor", y especificó dónde era el dolor.
Su historia empieza en Grabtown, la localidad rural en Carolina del Norte que se hizo famosa por ser el pueblo donde nació. Pero no pasa demasiado tiempo antes de que Server lleve a Gardner a Hollywood, a un contrato con MGM y a su matrimonio con Mickey Rooney. Rooney, que llamó su luna de miel con Gardner "una sinfonía sexual", fue uno de los muchos hombres cuyas memorias se jactan de las proezas de dormitorio con esta guapísima mujer. Le gustaban los besos, y le gustaba contar. "Nunca peleamos en la cama", dijo, se dice, sobre Sinatra. "La pelea empezaba camino al bidet".
Después de Rooney, fue cortejada por Howard Hughes. "Hughes hace que Mickey se vea como un niño que ha sido recién pagado después de repartir el diario", escribe Server. Luego Gardner se casó con Artie Shaw, el renombrado músico y casanova. Pero la domesticidad no se ajustaba con la mujer cuyas escapadas en Roma inspiraron a Federico Fellini.
"A Ava Gardner la primera parte de ‘La dolce vita’ debe haberle parecido como un video casero", escribe Server, enfatizando su vínculo con el personaje espectacularmente lascivo de Anita Ekberg en esa película.
Más tarde rondaría por el mundo de plató en plató, personificando lo exótico y lo indomable en películas como ‘Mogambo’, ‘La condesa descalza’ [The Barefoot Contessa], ‘Cruce de destinos’ [Bhowani Junction] y ‘La maja desnuda’ [The Naked Maja]. Los escritos de Server sobre estas películas son más cultos que inspirados. Pero el autor se inspira en la Gardner misma, que podía mostrarse desdeñosa de su trabajo, y podía distraerse. Llegó a un punto (para ‘La noche de la iguana’ en 1964), en que no se podía confiar en ella después de almuerzo.
Su crónico alcoholismo también se cobró su precio. "Pasó de famosa a escandalosa y ahora era considerada como una amenaza a la sociedad gentil", escribió sobre la conducta de la Gardner, Esther Williams, la estrella de la natación, a principios de los años sesenta.
Evitando todos los datos conocidos de salud de esta época (en un momento su dieta básica incluía barras Hershey, chicle, nubes, palomitas y Jack Daniels) y precipitándose sin restricciones por la vida, Gardner conservó de algún modo la memoria de sí misma en los años sesenta.
Murió en 1990 a los 67, e incluso leer sobre ellos provoca una sensación de pérdida. Su muerte se hace palpable al final del libro de Server, es comprensible. Pasó 500 páginas devolviéndola convincentemente a la vida.
"Era una chica sexy", dijo George Sidney, que la filmó para una prueba de pantalla con MGM en 1941. "Man, era todo un número", dijo Miles Davis muchos años después. Otros la veían como a "una diosa", "un enigma", "una mujer muy, muy independiente" y "una de esas personas que rompe las reglas todo el tiempo". En cuanto a la muy comentada resistencia parrandera de una mujer que nunca encontró un trago o un torero que no le gustara: "Podía estar toda la noche, sabes. Era una gata salvaje y le gustaba que su pelo flotara y tirar los zapatos y pasarla bien".
Su último biógrafo, Lee Server, no es manirroto cuando se trata de admirar a Gardner. En la introducción de su libro la llama "un peligroso ángel carnal en el onírico paisaje claroscuro del cine negro".
Pero Server, cuyo último libro fue una biografía de Robert Mitchum que estuvo a la altura de su estupendo título (‘Robert Mitchum: Baby, I Don’t Care’), también puede conservar su encanto. Está bien equipado para escribir sobre símbolos del cine, sensuales e inconformistas como estos. No es un voyeur ni una lata. Y como autor de un libro sobre el cine negro, entiende el idioma del cine. Server se refiere a la amnesia como "la versión negra del resfrío común".
‘Ava Gardner: Love Is Nothing’ es un libro seductor que evita los escollos habituales de su territorio. Antes que nada, está el problema de las memorias de la estrella. La autobiografía de Gardner fue publicada póstumamente y redactada por varios escritores, lo que a veces se deja ver. Server hace uso de esta versión sin confiar particularmente en ella y con un guiño hacia la naturaleza apócrifa de muchas historias de la Gardner. Y cuando los hechos no pueden ser comprobados, está dispuesto a imprimir la leyenda, o así lo parece -como historias, por ejemplo, que dicen que "se ocupó de toda la banda cuando el club cerró".
También alegra la bibliografía de su libro con una larga serie de titulares de diarios y revistas que captan el tenor de la fama de la Gardner. Entre ellos: "Ava, Nerviosa, Echada De Hotel Brasil"; "No Hay Nada Entre Nosotros Dice Ava"; " Sinatra Se Marcha, Ava Lanza Besos A Torero". Gardner vivió tanto de su vida bajo este tipo de publicidad que la cobertura en los tabloides se convirtió en parte de ella. (Este libro habría mejorado con mejores fotografías que captasen porqué había tanto escándalo).
"Hay un álbum fotos de la pareja durante la luna de miel que no los muestra corriendo, ni gruñendo, ni avergonzándose, ni encogiéndose", escribe Server sobre el tormentoso matrimonio de Gardner con su tercer marido, Frank Sinatra. "Por supuesto, se realizó desde una distancia, y por detrás". Hablando de esto, el subtítulo del libro, ‘Love Is Nothing’, es sólo una cita parcial, censurada, de Gardner. Ella decía que el amor "no era nada, excepto dolor", y especificó dónde era el dolor.
Su historia empieza en Grabtown, la localidad rural en Carolina del Norte que se hizo famosa por ser el pueblo donde nació. Pero no pasa demasiado tiempo antes de que Server lleve a Gardner a Hollywood, a un contrato con MGM y a su matrimonio con Mickey Rooney. Rooney, que llamó su luna de miel con Gardner "una sinfonía sexual", fue uno de los muchos hombres cuyas memorias se jactan de las proezas de dormitorio con esta guapísima mujer. Le gustaban los besos, y le gustaba contar. "Nunca peleamos en la cama", dijo, se dice, sobre Sinatra. "La pelea empezaba camino al bidet".
Después de Rooney, fue cortejada por Howard Hughes. "Hughes hace que Mickey se vea como un niño que ha sido recién pagado después de repartir el diario", escribe Server. Luego Gardner se casó con Artie Shaw, el renombrado músico y casanova. Pero la domesticidad no se ajustaba con la mujer cuyas escapadas en Roma inspiraron a Federico Fellini.
"A Ava Gardner la primera parte de ‘La dolce vita’ debe haberle parecido como un video casero", escribe Server, enfatizando su vínculo con el personaje espectacularmente lascivo de Anita Ekberg en esa película.
Más tarde rondaría por el mundo de plató en plató, personificando lo exótico y lo indomable en películas como ‘Mogambo’, ‘La condesa descalza’ [The Barefoot Contessa], ‘Cruce de destinos’ [Bhowani Junction] y ‘La maja desnuda’ [The Naked Maja]. Los escritos de Server sobre estas películas son más cultos que inspirados. Pero el autor se inspira en la Gardner misma, que podía mostrarse desdeñosa de su trabajo, y podía distraerse. Llegó a un punto (para ‘La noche de la iguana’ en 1964), en que no se podía confiar en ella después de almuerzo.
Su crónico alcoholismo también se cobró su precio. "Pasó de famosa a escandalosa y ahora era considerada como una amenaza a la sociedad gentil", escribió sobre la conducta de la Gardner, Esther Williams, la estrella de la natación, a principios de los años sesenta.
Evitando todos los datos conocidos de salud de esta época (en un momento su dieta básica incluía barras Hershey, chicle, nubes, palomitas y Jack Daniels) y precipitándose sin restricciones por la vida, Gardner conservó de algún modo la memoria de sí misma en los años sesenta.
Murió en 1990 a los 67, e incluso leer sobre ellos provoca una sensación de pérdida. Su muerte se hace palpable al final del libro de Server, es comprensible. Pasó 500 páginas devolviéndola convincentemente a la vida.
Libro reseñado:
Ava Gardner. Love Is Nothing
Lee Server
Ilustrado
551 pp.
St. Martin’s Press
$29.95
17 de abril de 2006
©new york times
©traducción mQh
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eva -