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corrupción y asesinatos en iraq


[James Glanz] Asesinatos provocan búsqueda de fondos perdidos.
Bagdad, Iraq. El asesinato de Fern Holland, una trabajadora de derechos humanos de Oklahoma, sigue sin resolver y tan misterioso como cuando se encontró su cuerpo acribillado por balas en un desolado tramo de una calle cerca de una de las ciudades santas del sur de Iraq en marzo de 2004.
Ahora investigadores federales están tratando de resolver un segundo misterio: ¿qué paso con los cientos de miles de dólares en dinero contante entregados por las autoridades americanas a la señorita Holland y a Robert J. Zangas, un oficial de prensa que murió en el mismo ataque cerca de Karbala, en los días previos a sus muertes?
Archivos económicos del recinto administrado por Estados Unidos en Hilla, la ciudad iraquí donde trabajaban Holland y Zangas, han determinado que gran parte o todo ese dinero -entregado para cosas como programas para formar a iraquíes en gobernabilidad democrática y construcción de centros para los derechos de la mujer que Holland estaba montando- se ha perdido o su utilización ha sido inadecuadamente justificada después de sus muertes.
Los investigadores estadounidenses están tratando de determinar si ese dinero fue robado como parte de la red de sobornos, extorsión, robos y conspiración que han descrito en una serie de acusaciones y documentos judiciales que describen la corrupción de funcionarios estadounidenses en Hilla en 2003 y 2004, de acuerdo a funcionarios involucrados en la pesquisa. Ese caso de corrupción, centrado en las proyectos de reconstrucción, ha resultado en cuatro detenciones, y se esperan más.
Los homicidios de Holland, una abogado de 33 años y tenaz defensora de los derechos de la mujer, y de Zangas, 44, ex teniente coronel de la Marina de Pittsburgh, recibieron amplia atención en ese momento debido en parte a que fueron los primeros civiles del gobierno de la ocupación estadounidense, llamado la Autoridad Provisional de la Coalición, que murieron en Iraq.
Una intérprete iraquí, Salwa Oumanshi, también murió en el ataque. Sus asesinatos ocurrieron antes de un importante estallido de violencia insurgente que convirtió la ocurrencia de esos episodios en una trágica rutina. Se cree que un grupo de iraquíes con uniformes de la policía fueron los responsables del ataque, pero hasta el momento no se ha acusado a nadie públicamente.
Ninguna de las acusaciones de corrupción ha mencionado a Holland o Zangad y no hay indicaciones de que los detenidos en ese caso sean sospechosos de sus muertes. Pero siguiendo la pista de un tortuoso rastro de recibos, vales, facturas y órdenes de compra indicando que Holland y Zangas recibieron más de 320 mil dólares contantes para su trabajo para el gobierno en las dos últimas semanas de sus vidas, los investigadores han determinado que los cuatro arrestados en el caso de corrupción han tenido algún rol en el manejo de esos dineros o estuvieron involucrados de algún modo en los proyectos de Holland.
Uno de ellos, Robert J. Stein, ex funcionario de la ocupación estadounidense en Hilla, se declaró culpable en febrero de cinco cargos de soborno, conspiración y otros cargos, y podría ser condenado hasta 30 años de cárcel. Stein entregó dinero a Holland y Zangas y estuvo implicado en responder por ese dinero después de sus muertes.
El otro estadounidense detenido en el caso de corrupción, Philip H. Bloom, un hombre de negocios que estaba trabajando en Iraq, apareció en documentos de contratación que implicaban que algunos proyectos de Holland fueron modificados después de su muerte. El mes pasado se declaró culpable de tres cargos de conspiración, soborno y lavado de dinero. Dos oficiales de la reserva del ejército, la teniente coronel Debra Harrison y el teniente coronel Michael Wheeler, que supervisaba los proyectos en Hilla, han sido detenidos y acusados de aceptar sobornos.
Un abogado de Bloom, John N. Nassikas III, se negó a hacer comentarios. Los abogados de Stein, de la coronel Harrison y del coronel Wheeler no devolvieron las llamadas telefónicas pidiendo comentarios.
En el centro del caso de corrupción, dicen los fiscales, había una trama en la que Stein y los otros funcionarios había destinado al menos 8.6 millones de dólares en contratos de reconstrucción a compañías controladas por Bloom a cambio de millones de dólares en sobornos, joyas y otros favores. Stein también se declaró culpable de los cargos federales de haber usado el dinero para comprar subametralladoras, lanzagranadas y otras armas en Estados Unidos.
Los investigadores que trazan el flujo de dinero hacia Holland y Zangad están examinando la posibilidad de que Stein y otros aprovecharan sus muertes para robar más dinero, de acuerdo a funcionarios familiarizados con la investigación.
El Inspector General Especial de la Reconstrucción de Iraq, que está investigando la corrupción en Hilla, proporcionó copias de algunos de los documentos que trazan el dinero, y describió otros después de que un periodista del New York Times preguntara sobre un párrafo de uno de los informes publicados del despacho sobre el mal uso de dinero recuperado "de la oficina de un agente pagador que fue asesinado en el terreno".
Ese agente no identificado era Holland, y los documentos indican que Stein y la coronel Harrison estuvieron a cargo de recuperar el dinero. Uno de esos documentos es un ‘memorándum de constancia' firmado por Stein y la coronel Harrison, diciendo que tras la muerte de Holland 71.099 dólares habían desaparecido de su oficina. Pero eso es sólo parte de los cientos de miles de dólares que no pueden ser trazados.
Los oficiales de prensa de FBI en Iraq y Estados Unidos se negaron a comentar el caso.
Holland y Zangas no son sospechosos de la desaparición del dinero. Y los que conocieron y trabajaron con Holland, cuyos esfuerzos en beneficio de las mujeres le significó reconocimiento, dijo que no era verosímil que ela hubiera perdido la huella de tanto dinero. Adly Hassanein, un funcionario egipcio-americano de la Autoridad Provisional de Gobierno que trabajaba con Holland en Hilla, dijo que era impensable que ella hubiese llevado ese dinero consigo.
"Nunca lo habría hecho, porque no era necesario", dijo Hassanein, que recordó que Stein había dirigido la operación para recuperar dinero del cuarto y oficina de Holland después de su muerte.
En cuanto al memorándum de Stein diciendo que el dinero había desaparecido, Hassanein dijo: "Él estaba tratando de decir que él era una víctima".
Cuatro personas cercanas a Holland dijeron que han sido interrogados por investigadores del FBI y del despacho del inspector general especial.
Entre ellos se encuentran Stephen Rodolf, un abogado de Tulsa que es amigo de la familia Holland; R. Richard Love III, abogado de la familia; Rachel Roe, que conocía a Holland en Iraq y trabajaba en una función similar; y la hermana de Holland, Viola Holland.
Roe dijo que un investigador le preguntó si acaso Holland habría llevado consigo decenas o cientos de miles de dólares en su coche cuando fue asesinada -lo que explicaría posiblemente el agujero. Roe dijo que dijo al investigador: "‘De ningún modo. Fern no era estúpida'".
Pero de acuerdo a los documentos a ella se le entregó una considerable suma de dinero en las semanas anteriores a su muerte. El 7 de febrero Stein aprobó una petición de Holland de 200 mil dólares para un programa de adiestramiento sobre gobernabilidad democrática y derechos humanos para 120 iraquíes en Jordania. Una serie de documentos indican que para el 25 de febrero, Holland había recibido el dinero -la suma precisa fue de 199.044 dólares-, aunque su firma no aparece nunca en los documentos, lo que aumentó las sospechas de los investigadores.
Stein controlaba los desembolsos de casi todo el dinero oficial en Hilla. Había tanto dinero disponible, a menudo en apretados fajos de billetes de cien dólares conocidos como ‘ladrillos', que era guardado en todas partes en el recinto, dijo el inspector general en informes anteriores. Millones de dólares eran guardados en archivadores, en un baúl e incluso en una caja fuerte en un cuarto de baño, descubrieron los investigadores.
Pero el filón principal estaba en una angosta y pesada caja fuerte en el sótano del Hotel Babylon, que servía como la sede del gobierno de la ocupación estadounidense en Hilla. Stein, que pagaba personalmente el dinero de los contratos, indicó en los documentos que él dio el dinero para el programa de formación en gobernabilidad democrática y derechos humanos de Holland el 25 de febrero.
Entretanto, entre el 3 y el 7 de marzo, los archivos indican que Stein pagó a Zangas más de 120 mil dólares para equipos de televisión y formación para programas de medios de comunicación iraquíes que estaba dirigiendo. Todo ese dinero parece haber desaparecido sin dejar huella, ya que ninguno de los documentos recuperado por la oficina del inspector general indica que ha sido gastado en esos programas antes de los asesinatos la tarde del 9 de marzo.
Otro documento que ha llamado la atención de los investigadores es ‘memorándum de constancia' firmado por Stein y la coronel Harrison. Escrito el 23 de junio de 2004. cuando los dos dejaban Iraq al término de sus períodos de servicio en la autoridad provisional, el memorándum lleva como asunto "Fondos recuperados de Fern Holland (fallecida)".
El memorándum dice que la coronel Harrison y otra mujer entraron en la oficina de Holland un día después de su muerte (que la coronel recuerda incorrectamente como el 11 de marzo). "En su oficina recuperamos una caja llena con lo que parece ser una enorme suma de dinero en billetes de cien dólares y algunos billetes más pequeños", dice el memorándum.
El memorándum dice que la caja contenía 125.035 dólares. Pero dice: "De acuerdo a Robert Stein, Fern Holland firmó un recibo por el retiro de 196.044 dólares", refiriéndose a un pago que Holland en realidad no firmó. La inferencia del memorándum es que el dinero perdido está indicado por la diferencia entre lo que se encontró y lo que Stein dice que se pagó. "Esos fondos (71.099 dólares) no se han encontrado", concluye el memorándum.
Pero ese no fue el fin de la historia, concluyó el inspector general. Stein no pudo justificar adecuadamente el dinero en sus archivos, de acuerdo al informe del inspector general, dejando en la oscuridad dónde terminaron exactamente esos 125.035 dólares.

9 de mayo de 2006
©new york times
©traducción mQh
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