ley y caos en iraq 2
[Michael Moss y David Rohde] Finalmente, el adiestramiento de la policía iraquí quedó en manos de asesores de seguridad de una empresa privada.
Los 6.600 adiestradores de la policía no llegaron nunca. Según algunos funcionarios, en los siguientes seis meses llegaron a Iraq apenas 50 asesores, en momentos en que la resistencia cada vez más extendida estaba presentando un conjunto de problemas adicionales, y mucho más letales.
Funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa se acusan mutuamente del desbaratamiento del plan policial.
"Nosotros y DynCorp estábamos listos para ir en junio", dijo un alto funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores involucrado en el proyecto de adiestramiento de la policía que pidió permanecer anónimo debido a que no está autorizado para hacer comentarios. "Pero no se destinó dinero para este fin".
Miller, el ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, dijo que Bremer nunca planteó en Washington la necesidad de contar con adiestradores de campo como un tema importante.
"Si Bremer hubiese dicho en cualquier momento: ‘Acabo de leer un informe y necesitamos 6.600 hombres', habría transformado el asunto en algo candente en casa", dijo Miller. "Pero no lo recuerdo como tema".
Bremer dijo que él había pedido repetidas veces más asesores durante el verano de 2003, pero le dijeron que los otros países no estaban dispuestos a enviar grandes contingentes de agentes de policía, y que DynCorp fue incapaz de enganchar a asesores estadounidenses.
"DynCorp no estaba contratando a nadie", dijo Bremer. "Estábamos haciendo lo que podíamos, con lo que teníamos".
Entretanto, Kerik y dos docenas de agentes de policía estadounidenses jubilados y otros empleados, intentaron reabrir academias y comisarías, verificaron los antecedentes de miles de iraquíes que afirmaban ser agentes de policía y nombraron a nuevos jefes de policía. En todo Bagdad, 2.600 policías militares patrullaron las calles junto con iraquíes, tratando de controlar una ciudad dos veces más grande que Chicago.
Fuera de Bagdad, los comandantes militares estadounidenses, desesperados por la ausencia de apoyo militar, nombraron como nuevos jefes de policía a líderes tribales locales o aceptaron a antiguos partidarios de Hussein arrepentidos. Emprendedores soldados estadounidenses iniciaron programas de adiestramiento policial ad hoc que variaban de tres días a tres semanas.
Trabajando frenéticamente a medida que se intensificaban los ataques de los rebeldes, los asesores lograron recuperar a 40 mil agentes de la policía iraquí en todo el país y reabrieron 35 comisarías de policía en Bagdad. Pero a medida que pasaba el tiempo, quedó claro que dentro de la naciente fuerza de policía iraquí existían grandes problemas. Insurgentes y delincuentes se hacían pasar con éxito por policías, la corrupción era desenfrenada y algunos oficiales nombrados jefes de policía al vuelo eran mirados con recelo por gran parte de la población.
Para agosto, el plan de adiestramiento de terreno se había encogido. Bremer dijo que su equipo, frustrado por la imposibilidad de conseguir suficientes asesores, redujo el objetivo a 3.500 asesores, de una cifra meta original de 6.600. Para septiembre, se buscaba a 1.500 asesores.
Para fines de año, el Departamento de Estado abrió un extenso centro en Jordania que adiestraría a 25 mil reclutas de la policía en los siguientes doce meses, pero pocos asesores de terreno estarían en el lugar para supervisarlos una vez que llegaran a sus puestos.
Al mismo tiempo, ningún funcionario americano dio la alarma públicamente sobre la difícil situación. De hecho, después de pasar tres meses y medio en Iraq, Kerik volvió a Estados Unidos y elogió a la policía durante una rueda de prensa con el presidente Bush en el Jardín Sur de la Casa Blanca.
"Hemos hecho grandes avances", dijo Kerik. "La policía está trabajando".
Funcionarios militares estadounidenses en Iraq, entretanto, se frustraban con el lento paso del proyecto policial dirigido por civiles. En octubre, oficiales estadounidenses anunciaron que sus programas de adiestramiento habían preparado a 54 mil agentes de policía en todo el país y que tenían planeado adiestrar a otros 30 mil en un mes.
Bremer dijo que él se había quejado repetidas veces en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional presididas por Rice, y a las que asistían los ministros del gabinete, de que la calidad del adiestramiento de la policía era deficiente, y estaba más concentrado en la producción de altas cifras.
"Estaban recogiendo chicos de las calles y colocándoles chapas y entregándoles AK-47", dijo Bremer.
Para fines de 2003 los criminales que reinaban en Bagdad hicieron disminuir el apoyo popular a la ocupación estadounidense, dijo Bremer.
"Nosotros éramos el gobierno de Iraq, y la función esencial de cualquier gobierno es la mantención de la ley y el orden", dijo Bremer. "El hecho de que no reprimimos desde el principio, hizo creer a los iraquíes y a los rebeldes que no estábamos en condiciones de mantenerlos".
Burke, el mayor de la Policía del Estado de Massachusetts, dijo que se había impresionado con las ansias de los agentes de policía iraquíes de construir una fuerza profesional nueva, pero horrorizado por el proyecto estadounidense.
"Tuvimos una oportunidad única en los primeros meses", dijo Burke. "La gente estaba muy dispuesta. Hasta los policías sunníes querían un cambio".
Hacia enero de 2004, Bremer mismo veía el programa de adiestramiento de terreno como poco práctico. Con la resistencia con toda su fuerza, los oficiales militares estadounidenses no tenían suficientes tropas para proteger a los asesores civiles destinados a comisarías de policía aisladas, especialmente en el volátil Triángulo Sunní, dijo.
Bryan Whitman, portavoz del Pentágono, dijo que habría sido irresponsable desplegar agentes de policía estadounidenses con armas ligeras y poca experiencia de combate en Iraq.
Bremer y su equipo respaldaron un plan para reducir el número de asesores de campo a 500, de 1.500, y utilizar los fondos restantes para dar cursos de adiestramiento intensivo a altos oficiales de la policía iraquí.
Powell y Richard L. Armitage, entonces subsecretario de estado, dijeron por e-mail y en conferencias telefónicas que los dos apoyaron la reducción. Dijeron que los asesores policiales todavía podrían operar en áreas más seguras fuera del Triángulo Sunní.
Perdieron la pelea en Washington en marzo de 2004. El adiestramiento de terreno de una nueva fuerza policial iraquí -en ese momento estaba formada por unos 90 mil agentes- quedó en manos de 500 contratistas estadounidenses de la DynCorp.
Funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa se acusan mutuamente del desbaratamiento del plan policial.
"Nosotros y DynCorp estábamos listos para ir en junio", dijo un alto funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores involucrado en el proyecto de adiestramiento de la policía que pidió permanecer anónimo debido a que no está autorizado para hacer comentarios. "Pero no se destinó dinero para este fin".
Miller, el ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, dijo que Bremer nunca planteó en Washington la necesidad de contar con adiestradores de campo como un tema importante.
"Si Bremer hubiese dicho en cualquier momento: ‘Acabo de leer un informe y necesitamos 6.600 hombres', habría transformado el asunto en algo candente en casa", dijo Miller. "Pero no lo recuerdo como tema".
Bremer dijo que él había pedido repetidas veces más asesores durante el verano de 2003, pero le dijeron que los otros países no estaban dispuestos a enviar grandes contingentes de agentes de policía, y que DynCorp fue incapaz de enganchar a asesores estadounidenses.
"DynCorp no estaba contratando a nadie", dijo Bremer. "Estábamos haciendo lo que podíamos, con lo que teníamos".
Entretanto, Kerik y dos docenas de agentes de policía estadounidenses jubilados y otros empleados, intentaron reabrir academias y comisarías, verificaron los antecedentes de miles de iraquíes que afirmaban ser agentes de policía y nombraron a nuevos jefes de policía. En todo Bagdad, 2.600 policías militares patrullaron las calles junto con iraquíes, tratando de controlar una ciudad dos veces más grande que Chicago.
Fuera de Bagdad, los comandantes militares estadounidenses, desesperados por la ausencia de apoyo militar, nombraron como nuevos jefes de policía a líderes tribales locales o aceptaron a antiguos partidarios de Hussein arrepentidos. Emprendedores soldados estadounidenses iniciaron programas de adiestramiento policial ad hoc que variaban de tres días a tres semanas.
Trabajando frenéticamente a medida que se intensificaban los ataques de los rebeldes, los asesores lograron recuperar a 40 mil agentes de la policía iraquí en todo el país y reabrieron 35 comisarías de policía en Bagdad. Pero a medida que pasaba el tiempo, quedó claro que dentro de la naciente fuerza de policía iraquí existían grandes problemas. Insurgentes y delincuentes se hacían pasar con éxito por policías, la corrupción era desenfrenada y algunos oficiales nombrados jefes de policía al vuelo eran mirados con recelo por gran parte de la población.
Para agosto, el plan de adiestramiento de terreno se había encogido. Bremer dijo que su equipo, frustrado por la imposibilidad de conseguir suficientes asesores, redujo el objetivo a 3.500 asesores, de una cifra meta original de 6.600. Para septiembre, se buscaba a 1.500 asesores.
Para fines de año, el Departamento de Estado abrió un extenso centro en Jordania que adiestraría a 25 mil reclutas de la policía en los siguientes doce meses, pero pocos asesores de terreno estarían en el lugar para supervisarlos una vez que llegaran a sus puestos.
Al mismo tiempo, ningún funcionario americano dio la alarma públicamente sobre la difícil situación. De hecho, después de pasar tres meses y medio en Iraq, Kerik volvió a Estados Unidos y elogió a la policía durante una rueda de prensa con el presidente Bush en el Jardín Sur de la Casa Blanca.
"Hemos hecho grandes avances", dijo Kerik. "La policía está trabajando".
Funcionarios militares estadounidenses en Iraq, entretanto, se frustraban con el lento paso del proyecto policial dirigido por civiles. En octubre, oficiales estadounidenses anunciaron que sus programas de adiestramiento habían preparado a 54 mil agentes de policía en todo el país y que tenían planeado adiestrar a otros 30 mil en un mes.
Bremer dijo que él se había quejado repetidas veces en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional presididas por Rice, y a las que asistían los ministros del gabinete, de que la calidad del adiestramiento de la policía era deficiente, y estaba más concentrado en la producción de altas cifras.
"Estaban recogiendo chicos de las calles y colocándoles chapas y entregándoles AK-47", dijo Bremer.
Para fines de 2003 los criminales que reinaban en Bagdad hicieron disminuir el apoyo popular a la ocupación estadounidense, dijo Bremer.
"Nosotros éramos el gobierno de Iraq, y la función esencial de cualquier gobierno es la mantención de la ley y el orden", dijo Bremer. "El hecho de que no reprimimos desde el principio, hizo creer a los iraquíes y a los rebeldes que no estábamos en condiciones de mantenerlos".
Burke, el mayor de la Policía del Estado de Massachusetts, dijo que se había impresionado con las ansias de los agentes de policía iraquíes de construir una fuerza profesional nueva, pero horrorizado por el proyecto estadounidense.
"Tuvimos una oportunidad única en los primeros meses", dijo Burke. "La gente estaba muy dispuesta. Hasta los policías sunníes querían un cambio".
Hacia enero de 2004, Bremer mismo veía el programa de adiestramiento de terreno como poco práctico. Con la resistencia con toda su fuerza, los oficiales militares estadounidenses no tenían suficientes tropas para proteger a los asesores civiles destinados a comisarías de policía aisladas, especialmente en el volátil Triángulo Sunní, dijo.
Bryan Whitman, portavoz del Pentágono, dijo que habría sido irresponsable desplegar agentes de policía estadounidenses con armas ligeras y poca experiencia de combate en Iraq.
Bremer y su equipo respaldaron un plan para reducir el número de asesores de campo a 500, de 1.500, y utilizar los fondos restantes para dar cursos de adiestramiento intensivo a altos oficiales de la policía iraquí.
Powell y Richard L. Armitage, entonces subsecretario de estado, dijeron por e-mail y en conferencias telefónicas que los dos apoyaron la reducción. Dijeron que los asesores policiales todavía podrían operar en áreas más seguras fuera del Triángulo Sunní.
Perdieron la pelea en Washington en marzo de 2004. El adiestramiento de terreno de una nueva fuerza policial iraquí -en ese momento estaba formada por unos 90 mil agentes- quedó en manos de 500 contratistas estadounidenses de la DynCorp.
21 de mayo de 2006
©new york times
©traducción mQh
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