muerte en la morgue
[Kirk Semple] Despiadada violencia religiosa en Bagdad se cobra víctimas incluso en la morgue.
Bagdad, Iraq. Mientras la violencia en la capital continúa aumentando, la tarea de localizar a los desaparecidos se ha convertido en una macabra prueba. Las anémicas agencias de investigación de Iraq están tan mal equipadas para seguir el ritmo de los asesinatos, que para las familias que buscan información las morgues son a menudo las únicas que proporcionan certidumbres.
Pero ahora incluso las morgues se han convertido en una fuente de peligro, al menos para los árabes sunníes. En los últimos meses, las milicias chiíes han estado vigilando en particular la morgue central de Bagdad, y las autoridades han recibido decenas de informes sobre secuestros y asesinatos de árabes sunníes allá.
Ahora muchos sunníes se niegan a visitar el lugar a la búsqueda de miembros de la familia desaparecidos y se ven obligados a adoptar medidas extraordinarias para recuperar el cuerpo de un ser querido, lo que incluye a veces enviar a amigos chiíes en su lugar.
"Tenemos que pelear para sacar a nuestros muertos de la morgue", dijo Omar al-Jubouri, el director de derechos humanos del Partido Islámico Iraquí, un grupo político sunní.
Él y otros líderes de la comunidad sunní dicen que sospechan que un creciente número de cadáveres de sunníes no son reclamados y están recibiendo sepulturas de indigentes.
Instalada en la Ciudad Médica, un extenso complejo de pesados edificios al norte de Bagdad, la morgue central, que depende del ministerio de Salud controlado por los chiíes, se ha convertido en la principal parada en la búsqueda de desaparecidos. Todas las semanas cientos de cuerpos no identificados de la capital -encontrados en fétidos lodazales, en fosas comunes a ras de tierra, flotando en el Tigris- son llevados allá.
El nauseabundo olor de los cuerpos en descomposición invade repugnantemente los alrededores del edificio de un piso y se vuelve peor a medida que sube la temperatura en el día. Un callejón lateral por donde se entregan los cuerpos está envuelto en misteriosas y sépticas substancias. Ropa ensangrentada y otras pertenencias arrancadas de las víctimas son amontonadas en pilas para quemarlas luego en un gran horno.
Jubouri y otros líderes sunníes acusan al Ejército Mahdi, una milicia chií, de los ataques a la morgue. La milicia profesa lealtad al clérigo Moqtada al-Sáder y ha sido acusada de agravar la violencia religiosa que ha asolado a Iraq en los últimos meses. El ministerio de Salud está controlado por aliados de Sáder.
En entrevistas, funcionarios del ministerio y policiales negaron que la morgue tuviera un problema de seguridad o que los sunníes estuviesen siendo atacados allá.
"Es sólo una teoría", dijo Amer al-Khuzaie, uno de los tres subsecretarios de salud. "Existe esa teoría, ¿pero es la realidad? No sabemos si hay algo más que temores".
Pero en el actual clima de violencia y terror, las impresiones cuentan como realidades, y los sunníes ya han dejado de ir a la morgue.
La seguridad en la morgue es proporcionada por una fuerza especial del gobierno que custodia los edificios oficiales, dijo el subsecretario de salud. Pero líderes sunníes dicen que el cuerpo de guardias, como el resto de las fuerzas policiales iraquíes, ha sido infiltrado por escuadrones de la muerte chiíes. También han acusado a los empleados de la morgue de trabajar como informantes de miembros del Ejército Mahdi que acechan en el perímetro del complejo.
Líderes sunníes dicen que los informantes notifican a los milicianos toda vez que llega un sunní a recuperar un cuerpo. (Todos los visitantes deben identificarse, y la afiliación religiosa de una persona a veces es obvia por el nombre de pila).
Jubouri dijo que parte del proceso se ha hecho vulnerable y los sunníes son atacados en el recinto, cuando salen con un cuerpo y cuando llegan a sus casas.
En mayo, una docena de familiares sunníes de Tarmiya, al nordeste de Bagdad, llegaron a la morgue buscando a dos primos que habían sido secuestrados dos semanas antes. Temerosos de los informes sobre ataques contra sunníes en la morgue, la familia decidió viajar en un gran grupo, para protegerse.
Pero en la puerta principal, la familia fue rodeada por cinco camiones de hombres armados, dijo un miembro de la familia, que sólo permitió la publicación de su nombre de pila, Thaer, por razones de seguridad. "Nos dijeron que nos tendiéramos en el suelo", dijo durante una entrevista reciente. "Controlaron nuestras identidades y nombres".
Los hombres armados, que Thaer dijo que sospechaba que eran del Ejército Mahdi, apartaron a dos hombres del grupo y se los llevaron. El resto de la familia huyó sin entrar a la morgue.
La familia pagó una fuerte suma de dinero por la liberación de esos dos hombres, pero nunca encontraron a los primos secuestrados. Tras el ataque contra la morgue, dijo Thaer, un conocido chií de la familia visitó la morgue, pero no encontró a los primos. Thaer sospecha que sus cuerpos fueron sacados de la morgue por razones de espacio.
Jubouri dice que él recibe tres o cuatro llamadas al día de árabes sunníes que tienen miedo de ir a la morgue.
A veces llama al ejército iraquí para que envíe soldados que acompañen a un miembro del partido hasta la morgue, o envía funcionarios del partido para que ayuden. Otras familias han recurrido a enviar a delegados que podrían ser blancos menos atractivos de las milicias chiíes, incluyendo a ancianos y mujeres.
Pero algunos árabes sunníes desafían la amenaza.
Una mañana hace poco, un grupo de unos siete hombres llegaron a la morgue para retirar el cuerpo de un familiar, un carpintero de 32 años que fue asesinado en su taller por dos hombres armados. Los familiares retiraron el cuerpo a un edificio adyacente donde lo asearon ceremonialmente.
En una antecámara del cuarto donde se asean los cuerpos, el hermano de la víctima, que dijo que su nombre era Abu Sarmed -un nombre honorífico que significa ‘padre de Sarmed'-, dijo que la familia estaba aterrada de estar en la morgue, "porque somos todos sunníes".
Ir a la morgue, explicó, era un acto de necesidad moral y tradicional. Los familiares estaban tratando de dar a su pariente una sepultura propia, dijo, incluso si eso significaba arriesgar sus vidas.
Aunque la morgue trata de conservar los cuerpos al menos durante un mes, los funcionarios a menudo los han despachado mucho más pronto debido a que el edificio sólo tiene una capacidad de refrigeración para unos cien cuerpos a la vez, dijo Khuzaie. Ocasionalmente, la morgue ha recibido varios cientos de cuerpos en un día.
Funcionarios del ministerio de salud dicen que cientos de cuerpos a la semana son despachados sin ser identificados, aunque no hay modo de determinar la afiliación religiosa de la víctima.
Al menos dos veces a la semana, un miembro de la organización de Sáder, el jeque Jamal al-Sudani, reúne a un grupo de hombres para colocar los cuerpos en un enorme camión y llevarlos a las ciudades santas chiíes de Nayaf y Karbala para ser sepultados anónimamente en una sepultura chií. Sudani dijo que las cargas más ligeras comprenden unos setenta cuerpos, y las más pesadas han llegado hasta 250.
Los viernes en la mañana, los trabajadores de Sudani, con botas blancas y guantes de plástico blancos, reciben los cuerpos ensangrentados y desfigurados a través de la puerta lateral de la morgue, los meten en bolsas de cadáveres negras y los cargan en los camiones, gritando: "Hay un sólo Dios, y es Alá".
"Los recogemos a todos", dijo Sudani, que estaba a un lado mirando el ritual. "Sunníes, chiíes, cristianos -no importa. Son todos víctimas".
Pero ahora incluso las morgues se han convertido en una fuente de peligro, al menos para los árabes sunníes. En los últimos meses, las milicias chiíes han estado vigilando en particular la morgue central de Bagdad, y las autoridades han recibido decenas de informes sobre secuestros y asesinatos de árabes sunníes allá.
Ahora muchos sunníes se niegan a visitar el lugar a la búsqueda de miembros de la familia desaparecidos y se ven obligados a adoptar medidas extraordinarias para recuperar el cuerpo de un ser querido, lo que incluye a veces enviar a amigos chiíes en su lugar.
"Tenemos que pelear para sacar a nuestros muertos de la morgue", dijo Omar al-Jubouri, el director de derechos humanos del Partido Islámico Iraquí, un grupo político sunní.
Él y otros líderes de la comunidad sunní dicen que sospechan que un creciente número de cadáveres de sunníes no son reclamados y están recibiendo sepulturas de indigentes.
Instalada en la Ciudad Médica, un extenso complejo de pesados edificios al norte de Bagdad, la morgue central, que depende del ministerio de Salud controlado por los chiíes, se ha convertido en la principal parada en la búsqueda de desaparecidos. Todas las semanas cientos de cuerpos no identificados de la capital -encontrados en fétidos lodazales, en fosas comunes a ras de tierra, flotando en el Tigris- son llevados allá.
El nauseabundo olor de los cuerpos en descomposición invade repugnantemente los alrededores del edificio de un piso y se vuelve peor a medida que sube la temperatura en el día. Un callejón lateral por donde se entregan los cuerpos está envuelto en misteriosas y sépticas substancias. Ropa ensangrentada y otras pertenencias arrancadas de las víctimas son amontonadas en pilas para quemarlas luego en un gran horno.
Jubouri y otros líderes sunníes acusan al Ejército Mahdi, una milicia chií, de los ataques a la morgue. La milicia profesa lealtad al clérigo Moqtada al-Sáder y ha sido acusada de agravar la violencia religiosa que ha asolado a Iraq en los últimos meses. El ministerio de Salud está controlado por aliados de Sáder.
En entrevistas, funcionarios del ministerio y policiales negaron que la morgue tuviera un problema de seguridad o que los sunníes estuviesen siendo atacados allá.
"Es sólo una teoría", dijo Amer al-Khuzaie, uno de los tres subsecretarios de salud. "Existe esa teoría, ¿pero es la realidad? No sabemos si hay algo más que temores".
Pero en el actual clima de violencia y terror, las impresiones cuentan como realidades, y los sunníes ya han dejado de ir a la morgue.
La seguridad en la morgue es proporcionada por una fuerza especial del gobierno que custodia los edificios oficiales, dijo el subsecretario de salud. Pero líderes sunníes dicen que el cuerpo de guardias, como el resto de las fuerzas policiales iraquíes, ha sido infiltrado por escuadrones de la muerte chiíes. También han acusado a los empleados de la morgue de trabajar como informantes de miembros del Ejército Mahdi que acechan en el perímetro del complejo.
Líderes sunníes dicen que los informantes notifican a los milicianos toda vez que llega un sunní a recuperar un cuerpo. (Todos los visitantes deben identificarse, y la afiliación religiosa de una persona a veces es obvia por el nombre de pila).
Jubouri dijo que parte del proceso se ha hecho vulnerable y los sunníes son atacados en el recinto, cuando salen con un cuerpo y cuando llegan a sus casas.
En mayo, una docena de familiares sunníes de Tarmiya, al nordeste de Bagdad, llegaron a la morgue buscando a dos primos que habían sido secuestrados dos semanas antes. Temerosos de los informes sobre ataques contra sunníes en la morgue, la familia decidió viajar en un gran grupo, para protegerse.
Pero en la puerta principal, la familia fue rodeada por cinco camiones de hombres armados, dijo un miembro de la familia, que sólo permitió la publicación de su nombre de pila, Thaer, por razones de seguridad. "Nos dijeron que nos tendiéramos en el suelo", dijo durante una entrevista reciente. "Controlaron nuestras identidades y nombres".
Los hombres armados, que Thaer dijo que sospechaba que eran del Ejército Mahdi, apartaron a dos hombres del grupo y se los llevaron. El resto de la familia huyó sin entrar a la morgue.
La familia pagó una fuerte suma de dinero por la liberación de esos dos hombres, pero nunca encontraron a los primos secuestrados. Tras el ataque contra la morgue, dijo Thaer, un conocido chií de la familia visitó la morgue, pero no encontró a los primos. Thaer sospecha que sus cuerpos fueron sacados de la morgue por razones de espacio.
Jubouri dice que él recibe tres o cuatro llamadas al día de árabes sunníes que tienen miedo de ir a la morgue.
A veces llama al ejército iraquí para que envíe soldados que acompañen a un miembro del partido hasta la morgue, o envía funcionarios del partido para que ayuden. Otras familias han recurrido a enviar a delegados que podrían ser blancos menos atractivos de las milicias chiíes, incluyendo a ancianos y mujeres.
Pero algunos árabes sunníes desafían la amenaza.
Una mañana hace poco, un grupo de unos siete hombres llegaron a la morgue para retirar el cuerpo de un familiar, un carpintero de 32 años que fue asesinado en su taller por dos hombres armados. Los familiares retiraron el cuerpo a un edificio adyacente donde lo asearon ceremonialmente.
En una antecámara del cuarto donde se asean los cuerpos, el hermano de la víctima, que dijo que su nombre era Abu Sarmed -un nombre honorífico que significa ‘padre de Sarmed'-, dijo que la familia estaba aterrada de estar en la morgue, "porque somos todos sunníes".
Ir a la morgue, explicó, era un acto de necesidad moral y tradicional. Los familiares estaban tratando de dar a su pariente una sepultura propia, dijo, incluso si eso significaba arriesgar sus vidas.
Aunque la morgue trata de conservar los cuerpos al menos durante un mes, los funcionarios a menudo los han despachado mucho más pronto debido a que el edificio sólo tiene una capacidad de refrigeración para unos cien cuerpos a la vez, dijo Khuzaie. Ocasionalmente, la morgue ha recibido varios cientos de cuerpos en un día.
Funcionarios del ministerio de salud dicen que cientos de cuerpos a la semana son despachados sin ser identificados, aunque no hay modo de determinar la afiliación religiosa de la víctima.
Al menos dos veces a la semana, un miembro de la organización de Sáder, el jeque Jamal al-Sudani, reúne a un grupo de hombres para colocar los cuerpos en un enorme camión y llevarlos a las ciudades santas chiíes de Nayaf y Karbala para ser sepultados anónimamente en una sepultura chií. Sudani dijo que las cargas más ligeras comprenden unos setenta cuerpos, y las más pesadas han llegado hasta 250.
Los viernes en la mañana, los trabajadores de Sudani, con botas blancas y guantes de plástico blancos, reciben los cuerpos ensangrentados y desfigurados a través de la puerta lateral de la morgue, los meten en bolsas de cadáveres negras y los cargan en los camiones, gritando: "Hay un sólo Dios, y es Alá".
"Los recogemos a todos", dijo Sudani, que estaba a un lado mirando el ritual. "Sunníes, chiíes, cristianos -no importa. Son todos víctimas".
Hosham Hussein contribuyó al reportaje para este artículo.
30 de julio de 2006
©new york times
©traducción mQh
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